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Capítulo 4: Desastre.


Aike.

Quiero volver a ser yo.

Miré una vez más, agradecida de que los limones en mi pecho fueran tan firmes como los de un chico. Sonreí, haciendo poses en el espejo para asegurarme de que mis movimientos no se notaran tan afeminados. Guiñé el ojo, fallando en el intento.

De verdad soy una estúpida.

Suspiré con la mirada fija en mi rostro, observando las gotas de agua en mi frente después de lavarme. Todo iba a salir bien sí así lo quería, o algo así deseaba pensar tras haber perdido todo en un solo día. Algunas veces, cuando las cosas malas llegan de golpe, siempre debe haber una recompensa.

Eso quiero creer al menos, es más fácil perder ilusiones en el destino a creer en la religión de un hombre calvo o un barbudo. Y yo nunca creía en los hombres calvos ni barbudos.

Me habían dado hospedaje en los edificios del frente, compartiendo lugar con la chica Amber y Arlene. Me mostraron una pequeña habitación con lecho de harapos, una cómoda y una ventana que costaba abrir por los terribles ruidos. Las paredes eran de un café descuidado y papel tapiz desgarrado, pero tenía un lugar.

—¿Está todo bien, nuevo? ¿No te tragó el inodoro? —Escuché las risas de Arlene al otro lado de la puerta desgastada, haciéndome temblar.

—Eh... Seh, mis colic... mi próstata está bien.

¿Qué acabo de responder?

—Está... —hizo una pausa, mostrando irritación—. Vale, tómate tu tiempo. Raro.

Golpeé mis manos con mi rostro, rechinando los dientes contra mí misma. Re-dirigí la vista al espejo, tratando de buscar la tranquilidad. Aún no me acostumbrara a mi apariencia, era una persona diferente, mirándome con recelo.

Erguí mi columna, echando aire con la boca hacia mi flequillo.

—Aike Ibars, siempre has sido alguien amable, segura de sí misma, y con altas expectativas hacia la vida —trataba de llegar a un acuerdo, pero parecía que solo hablaba con el espejo—. Así que salgamos, mostrémoslos a los demás que mereces este trabajo, y no seas cobarde.

Niño/Niña anima a un espejo a no ser cobarde. Volví a sentir escalofríos al imaginar a los reporteros.

Recogí todo el valor que pude y me paré frente a la puerta, abriendo el picaporte para caminar por el pasillo. Seguí los sonidos que venían de la planta baja, mis oídos se sentían tranquilos ante el ritmo del bajo y la batería.

Entré al cuarto en donde tocaban. El contraste entre las demás habitaciones era grande a comparación de esta. Las paredes estaban recubiertas de caoba, marcada con detalles hechos con alguna navaja, igual que una vieja guitarra que aún producía dulces sonidos. Una ventana de dos puertas estaba en el centro, donde el tipo raro que me había dado la bienvenida leía en el umbral. Caminé despacio para evitar pisar las partituras con los botines desgastados que me había entregado el jefe, apartando algunos cables.

La chica del bajo me sonrió, desconectando su equipo—. ¡Hey, Aike! ¿Cómo te sientes? ¿Mucho mejor?

Asentí, nerviosa.

Arlene, quien tocaba la batería en una esquina junto a los amplificadores, se detuvo a observarme por el rabillo del ojo, sin dirigirme palabra.

—Jeje. —Mirt reía solo.

—Tal vez no me cayó bien la cena de anoche. Pero me encuentro mejor, gracias por preguntar. Con respecto a la presentación de hoy... —busqué con los ojos el banco de madera, sentándome como Orión solía hacerlo cuando yo estaba presente—. ¿Tocaremos algo especial? El viejo me dijo que tenían una especie de ritual o algo así, ja...

—El viejito se llama Carl, empecemos por ahí. —Ella arrastró otro banco, sentándose frente a mí. Realmente parecía una muñeca sí la veía de cerca—, hace algunos años falleció su abuela, dejándole una buena herencia para expender su negocio y comenzó esto con Mirt y Aylin. Mi nombre es Hiray Amber, estoy en mi último año de bachillerato. Puedes decirme perra, a mi hermano le gusta el apodo. La baterista es Arlene Lightning, aunque su nombre no concuerda mucho con su personalidad.

—Te estoy escuchando, perra romántica. —Bramó Arlene, haciendo ruidos con su baqueta.

—Lo sé, por eso me quieres —se encogió de hombros, estirando su sostén—. Aylin tiene más edad que ambas, y su belleza está fuera de este mundo, así que no le coquetea nadie a excepción de los clientes. Por cierto, llegará en cualquier momento. Toca el teclado y la guitarra. Yo solo sé de bajo y un poco de guitarra clásica.

—La princesa de Faded Song, jeje.

Hablaba en serio, la belleza de la chica Aylin era diferente. Sus rasgos eran fuertes, pero esa la hacía atractiva. Yo a su lado era un triste moco.

—Faded Song era conocido por sus costumbres antes de que entráramos en pausa con nuestras presentaciones. No tocamos un género específico, aquí todos escuchamos y disfrutamos lo que sea —se cruzó de piernas, dándose una pausa para tomar agua—. Hay un balde en la entrada del lugar, tal vez lo viste, donde recibimos las peticiones de los clientes para tocar en las noches. Las presentaciones duran de 40 minutos a hora y media, habiendo descansos de 5 minutos, cada fin de semana. Ah, espera... estoy hablando muy rápido y tengo miedo de escupir.

Respiró, me sonrió dándole un golpe en el hombro, volviendo en sí con sus ojos en blanco.

—La lista de esta noche es ésta —se estiró para recoger unos papeles del suelo, entregándomela.

La mayoría de las canciones eran de Boy Pablo. Las conocía bien, eran parte de mis playlist favorito y amaba Everytime.

Aylin entró a la habitación, dejando caer su bolso en el rostro de Mirt para que se callara. Le ordenó a Arlene que no tocara tan fuerte pues nosotras estábamos hablando. Usaba unas zapatillas altas y el cabello recogido, con un collar de perlas silencioso y sombra de ojos amarillas. Su vestido era un campo de flores primaverales.

—Hola, cariño —saludó de beso a Amber, y después me dio uno a mí—. ¿Qué hay, nuevo? ¿Ya te mostraron la lista para esta noche, bebé?

¿Me acaba de decir bebé?

—Eso estaba viendo. —Le sonreí de igual manera, confundida por su forma de ser tan cariñosa.

—¿Podrías cantarnos alguna? No estamos seguros de tu voz así que sería de gran ayuda. ¿Qué te parece Losing you? El año pasado la tocamos y fue un éxito, ¿cierto? —Amber le dio una palmada sin razón a Aylin.

—Sí, la conozco —asentí nuevamente, tratando de recordar la letra sin tener éxito.

Les pedí que me recordaran el inicio, pero Amber emocionada extrajo el celular de su bolsillo y buscó en internet un video. Dijo que era la presentación del año pasado, haciendo que Mirt incrementara sus risas y Arlene le dijera que no fuera tonta y solo me recordara la letra. Aylin los calló, dejando que la encantada Amber hablara.

—Fue la primera vez que mi novio nos vio antes de que comenzáramos a salir. ¡Todavía recuerdo su rostro! Estaba en bachiller y aún conserva su hermosura —las palabras de Amber divagan, evitando que comenzara el video.

—Ya va empezar con su maleante cara de pito. —Bufó Arlene, poniéndose de pie con la excusa de ir al baño.

—Envidiosa. —Con esa palabra dio inicio a la canción.

Era el restaurante, repleto de luces neón y estudiantes con pulseras brillantes. La música había empezado a la perfección, rodeando a los comensales como un manto de plumas danzantes. Amber tocaba con seriedad. Arlene, aunque no distinguía bien su rostro, tocaba la batería. Alguien más tocaba el teclado en un rincón, pasando de ser percibido; tal vez era Aylin. Pero no había un primer guitarrista. A pesar de lo necesario que eran tres o dos guitarras en esa canción, todo era tocado por una sola. El vocalista en el centro rasgaba las cuerdas de su guitarra de forma escalofriante, cantando dulcemente, con cabello ondulado cubriendo sus ojos.

¿Ese no es?...

Miré de reojo a Mirt, quien mantenía una leve sonrisa en el libro sobre sus rodillas, silbando entre dientes.

—¿Qué te parece? El príncipe es genial, ¿cierto? —Amber trataba de sacarme las palabras, dándole más golpecitos a Aylin.

—Para ya. —Rió ella, dándole un empujón a Amber.

—Canta... —les miré estupefacta, continuando con el encanto de la voz del vocalista—...asombroso. ¿Qué sucedió con él?

No quería decirlo, pero su voz me había hecho sentir abrumada. Celo por su música, celo por su voz. Pero la emoción en mí y la presentación que lucía a través de la pantalla erizaba mi piel. Quería tocar con ellos, quería ser parte de ellos.

—No es algo que importe. Te estamos preguntando por tu voz. —Azotó la puerta Arlene tras entrar en el lugar, parándose frente a nosotras tres, imponiéndose.

Llevaba un gorro negro que decía en blanco: Used to the Darkness.

Tomé una bocanada de aire, con los ojos puestos en mis pantalones desgastados. Comencé a llevar el ritmo con los botines.

Gracias, papá y mamá.

How would you feel if I walked up to you one day and ripped your heart out? —la melodía brotó sin esperar mucho, con mi mente deseando que se escuchara como creía.

Gracias por darme la vida y cuidarme todos estos años.

How would yo feel if I said to you... —la alegría que tenía por haber encontrado un sitio quería mostrarse en mi rostro, pero la retuve, porque primero debía ganarme el lugar—. That's how I feel that you're treating me. That's how I feel that you're treating me.

Lamento haberles estorbado, arruinarles muchos años, y ser una vividora. Lo lamento mucho y no sé cómo pagárselos. Tal vez nunca pueda hacerlo.

La alegría que sentía de repente fue solo tristeza, una bella tristeza acompañada de gratitud.

—'Cause I feel like I'm losing you... Oh, how can that be true? I know you want me too.

Me detuve al no escuchar ni un sonido, ni siquiera la risilla del extraño en el umbral de la ventana. Elevé la vista a Amber y Aylin, ambas sonreían con sorpresa y encanto. De inmediato me cautivó la mirada de Arlene, con las manos apenas sosteniendo las baquetas y la boca entreabierta.

—¡Cantas asombroso, Aike! Algún día serás un gran cantante —exclamó Amber dándome un abrazo qué tal vez me hubiera roto las costillas de no ser porque Aylin la apartó un poco—. ¡Debes ser un gran amigo mío!

Pero papá y mamá, no quiero que mi vida sea manejada por el destino o un hombre barbudo. Quiero ser yo quien sostenga la guitarra de mi vida y pueda tocar las canciones que se me presenten.

~•~•~•~

Horas después, el restaurante abrió a las 6, abaratándose de adultos que eran difíciles de atender por ser fin de semana. Aylin me había acorralado, dándome una orden que no pude digerir al sentir tanto contacto cercano de ella: Cariño, ten cuidado con este horario. Espero recuerdes bien cuáles son las mesas que atiendas, y siempre sonríe a los clientes. Puede ser difícil a veces, ya que a estas horas revivimos muchas familias y algunas veces son problemáticas, pero mantén el control. Suerte, dulzura.

Tragué saliva, mareada al verlas mesas llenas. La división de las dos plantas era conveniente para mí pues estaba en la parte alta, más cerca de la cocina, pero el ritmo era rápido. Faded Song se encontraba en un lugar céntrico, siendo atacado por los universitarios de la universidad a la que había aplicado y la embajada japonesa llena de tramites y algunos examinados del idioma. Sin olvidar también la escuela privada de intercambio nivel bachiller.

Habían tantas voces, tantas luces, y hacía frío por el acondicionador. Quería quitarme la camisa verde y los pantalones, pero respiré profundo y atendí las mesas donde hablaban diferentes idiomas, activando mis nulos conocimientos de las culturas.

I'm telling you, Nancy. The wedding was yesterday and the fucking brat appeared 1 hour later. —Una mujer de ojos azules y cabello castaño señaló su comida al verme cerca, haciendo que me detuviera con una charola vacía—, excuse me. Nene, ¿pueden traerme más ketchup para los nuggets?

—En seguida. —Le sonreí, inclinando la cabeza.

—How funny! I told you, he's a...

Me alejé de la conversación en aquella mesa, abriéndome paso entre Amber que atendía la mesa posterior en los bancos paralelos. Pretendía no correr porque el piso había sido limpiado hace poco por el error que cometí de tirar algunos hielos. Entré en la cocina, preguntándole a Sade por la ketchup.

—Aquí tienes —me entregó el bote y montó a mi charola otra orden—. Suerte, muchacho nalgón —me despidió con una nalgada, riendo maliciosamente.

¿Por qué el afán de tocar mis nalgas?, dudé al pensar en Amber dándome una hace horas.

Corrí a la mesa 6 para dejar la ketchup, donde me despidieron con expresiones desconocidas y solo entendí "atractivo", por ello les volví a sonreír. En otra mesa dejé el pedido de fajitas de pollo a unos niños con su madre.

—母ちゃん!el niño más pequeño señaló sus alimentos—. ペコペコ。

La mujer de ojos rasgados me sonrió haciendo una reverencia, volteando a ver a su hijo como si le corrigiera algo mal dicho.

お腹が空いた!El pequeño hizo una mueca, cruzándose de brazos.

No entiendo un carajo.

Me retiré de inmediato, con una sonrisa imborrable a pesar de no entender lo que hablaban. Un pie se me torció a causa de gotas de sudor en el piso, haciéndome trastabillar hasta chocar con Amber y golpear mi nuca contra el suelo.

Las miradas de los clientes no se dirigieron a mí, lo que me hizo sentir agradecida.

Uff, no habrá reportaje esta vez.

No, me di cuenta de inmediato que algo más había quitado la atención del chico en el suelo con género dudoso. Todos veían a Amber, quien había derramado dos platos de pasta a causa mía sobre un cliente con sobrepeso y tal vez dueño del sudor. Su familia no rió, sino que levantaron la voz contra Amber.

Podía oír los murmullos de los demás.

やれやれ••••••

—Are you ok, lindo? —La mujer de la ketchup me hablaba, peor yo solo permanecí en el suelo con temor por los gritos del hombre y Amber intentando arreglar el problema.

Se jeter dans la gueule du loup. —Susurró un estudiante cerca del área de bebidas, observando lo sucedido.

—¡No me toques, malparida! —el hombre sudoroso le dio un empujón a Amber, haciendo que botara los espaguetis que removía de la mesa. Su mirada era furiosa y su tono ensordecedor—. ¡Sí no sirves aquí vete a la cocina! No deberías estar trabajando, niña. ¡Mira como me dejaste! Tengo una reunión nocturna a las 8 y llegas haciendo esto. No puedo creerlo.

Amber seguía pidiendo disculpas mientras apretaba su camisa, incluso soportando los reclamos de la mujer y los niños con caras rellenas.

—Le daremos un repuesto, por favor, disculpe mi... —El hombre volvió a interrumpirla a gritos.

Arlene en la parte baja me observaba a duras penas, pues yo no podía levantarme de la vergüenza. Sacudió la cabeza y se disculpó con los clientes por el escándalo, sin detenerlo. Alcé los ojos a los escalones, donde venía Aylin remangando su camisa, pero Mirt la detuvo rodeándola por los brazos para que no causara más problemas.

Todo recaía en Amber, pero ella no me miró con enojo y siguió tratando de arreglarlo.

Estúpida Aike. Acabas de cagarla.

Me puse de pie, recibiendo el golpe en el rostro que lanzó el hombre. Me miró sorprendido, bajó la mirada y después volvió su enojo como león.

Usted no va a golpear a una muñeca como ella...

—¡¿Qué sucede con estos servidores?! ¡Esto apesta! —Se puso de pie, golpeando su dedo índice contra mi pecho vendado—. Quiero que paguen por eso. ¿Dónde está el gerente, eh? Mamahuevo.

Alcé la cabeza. Mi expresión lo hizo detenerse. Estaba enojada y en ese momento quería desahogar toda mi pésima suerte en su cara de mierda.

Iba a decirle, iba a gritarle. Escupirle todo lo que no pude gritarle a Stella y su maldita cara de niña buena.

—Lo encontrará en su pu... —Me taparon la boca, apartándome.

—Disculpe por los problemas que causaron mis empleados. Uno de ellos es nuevo y se está adaptando con el entorno, así que puede ser un poco torpe —el jefe Carl vestía de traje, parecía haber vuelto de una reunión. Se interpuso entre el cliente y yo, haciéndonos señas para que nos alejáramos—. Le devolveremos su dinero y le pagaremos un repuesto, así que perdone la incompetencia.

—¡¿Eh?! ¡Es culpa de usted por no contratar a personas capacitadas! Esa niña es una inútil que ni siquiera debería trabajar, sino vivir con sus padres. —Señaló a Amber mientras escupía, enojando más al jefe.

Hiray Amber no tenía padres que la cuidaran, a diferencia de mí, era una estudiante que apenas llegaba a la mayoría de edad.

—Cliente, le he dicho que la culpa es de mi nuevo empleado, no de la pequeña —por un momento olvidé al tipo que se llevaba la patrulla aquel día—. ¿Por qué sigue mencionándola? Sí tiene algún problema con las mujeres, entonces no es bien recibido en este negocio. Le agradecería si tomara a su familia, sus comentarios desagradables, su reembolso y dejara el lugar antes de que llame a la policía por atacar a un menor de edad.

Se refería a mí, pero yo no era un menor de edad. El hombre sabía como atacar, y en realidad sería un problema sí yo fuera menor de edad y sirviera bebidas alcohólicas, pero tampoco las servía.

El hombre abandonó, dejando la culpa en mí. Me disculpé repetidamente con Amber, quien solo decía con aire relajado que no pasaba nada y que ya estaba acostumbrada. Aylin corrió a asegurar que su estado mental se encontrara bien. Arlene siguió en su trabajo, sin importarle su alrededor.

Cuando el reloj marcó las 11 y en el restaurante solo habían universitarios y personas mayores yo aún me encontraba cansada y con un poco de sueño, pero debía trabajar muchas horas sí quería una paga completa. Me dirigí al vestidor de hombres, donde se encontraba Mirt hablando con otros chicos que se estaban cambiando.

Están desnudos, ¿cierto? Cubrí mis ojos al imaginarlo, logrando incomodar a los demás.

—Aike, jeje, ¿qué haces? —Levanté la cabeza al escuchar a Mirt, notando que estaban vestidos y que incluso Aylin estaba presente.

—Hola, guapo. Apresúrate, te esperamos afuera. Y conoce mejor a los chicos de medio tiempo. —Con un ademán y otro beso en la mejilla Aylin se retiró.

Junto a Mirt se encontraban otros dos, uno de piel bronceada y otro pálido. Uno de ellos tenía el cabello con el mismo corte de Mirt, solo que era lacio y rubio, la camisa lo hacía ver muy delgado y frágil, igual que sus hombros caídos. Junto a él estaba el bronceado con espalda ancha, su cabello le llegaba a la cintura y su expresión era de hastío.

—Holi, supongo que tú eres el nuevo vocalista —el rubio se adelantó tomándome de las manos por sorpresa. Usaba una cadena ruidosa con una estrella y aretes—. Yo trabajaba aquí a veces cuando hacían presentaciones, soy compañero en la universidad de Meta.

—¿Meta?... —lo miré confundida.

—¡Ah! Así le digo a Mirt —rió levemente, dando golpecitos en mi espalda—. Ese de allá es Rapunzel y a mí puedes llamarme Luna. Pero no lo digas mucho, no me gusta en boca de otros.

O sea... no te llamas Luna pero me dices que te llame así y tampoco te gusta... Raro.

Rapunzel le dio un puñetazo en el hombro, y Luna se lo devolvió en el estómago.

—¡Suerte con la presentación, Roble! Nosotros ya salimos. —Su voz dejaba salir un aire gracioso y sus movimientos para atraer al otro eran precisos, como un bailarín talentoso.

¿Me dijo Roble? ¿Por qué juega con mi nombre?

Me dejaron sola acompañada de Mirt, quien solo me observaba en la esquina del sitio con curiosidad. Me crucé de brazos en la entrada, enviándole una indirecta con los ojos hacia los casilleros donde debía cambiarme.

—Jeje, ya. Te dejo. —Elevó sus manos el cara de drogado y se encaminó hasta mi sitio, pidiendo espacio para poder dejar.

Me aparté insegura, dejándolo salir.

~•~•~•~

Amber le gritaba a Arlene para que compusiera el desastre en los cables y el equipo de sonido, pero Arlene trataba de arreglar las luces con el jefe mientras Aylin probaba su keytar blanco. Me acerqué a ella, observando.

—¿Qué? —Amber me miraba con extraño, pues me asomé numerosamente en el escarnio oscuro sin prestar atención al espacio libre del frente donde se encontraban jóvenes y algunos adultos en las mesas.

—Ahhhh. —Suspiré nuevamente, dando vueltas con la cabeza en las nubes y pisando fuerte.

—¡Aike, no me ignores tú también! —Amber hizo un puchero—. ¡Demonos prisa, quiero ver a mi novio! Llama a Arlene para que cheque esta cosa. Está del otro lado del escenario.

—Solo comprobaba la acústica. —Mencioné, volviendo a ella para quitarle los audífonos y ponerlos en mis orejas—. ¿Cuánto mide el sitio?

—No sé... —murmuró, obligándome a asomarme por el telón para observar.

'Cause I feel like I'm losing you... —tarareé, pensando en la escala de sonido.

—¿Ahora qué haces? No deberíamos tocar esos botones, tal vez lo echamos a perder —intentó detenerme. Conecte otros audífonos y los puse sobre su gran peinado, haciendo que se silenciara—. Oh, suena bien ahí.

—Tenía la intención de ser ingeniero de sonido —dije con una sonrisa, perdiéndola de inmediato al recordar que había fallado el examen general de admisión—. Pero, estoy aquí, y será un tanto difícil.

—¡Pero casi tienes mi edad! Puedes volver a intentarlo. Eres bueno, mucha suerte. —Me sonrió, subiendo al escenario para decirle unas cosas a Aylin, conectando mi guitarra al amplificador.

Tras unas pruebas de sonido, las voces de los clientes, y las luces sobre mí haciéndome sentir acalorada, nos preparamos para la presentación. Estaba nerviosa, dudaba si podía tocar la guitarra como en los ensayos de la mañana.

Miré a mis alrededores, observando al público y los meseros que no apartaban la vista de mí.

Como un ritual que ocupaba gran espacio en mi vida cuando practicaba, suspiré un par de veces, mirando por el rabillo a Amber con la mirada en el bajo. Sentí la vista de Arlene también. A mi izquierda estaba Aylin con el keytar, sonriendo levemente, esperando la señal que a continuación dio Arlene en la batería.

Mi guitarra comenzó segundos después. Me paseé un poco danzando por el lugar con una sonrisa, pues eso hacían las demás. Nos movíamos alegremente, esperando con ansias mi canto.

Quiero hacerlo.

El público era silencioso. Los nervios querían aparecer en mí, por eso mantuve la vista fija en Mirt, quien atendía mesas. Él probablemente era el príncipe de Faded Song, y aunque desconocía sus razones para dejarlo no podía ocultar su talento. Y yo no quería dejarme avergonzada frente a alguien así.

¿Quién es ese?

—Ese no es nuestro príncipe.

—¿Por qué lo cambiaron?

—Agh, yo me voy.

Escuchar las voces impidió que soltara las notas al encaminarme frente al micrófono. Dejé salir unas palabras raras, prestando atención a lo que decían en vez de mi voz.

—¡Este tipo no sabe cantar! —Los gritos incrementaron.

Miré nerviosamente a Aylin, quien había dejado de tocar la guitarra al recibir unas cuantas papas fritas en el cabello. Amber me hablaba por mi nombre, intentando traerme de regreso. Mi cabeza daba vueltas.

What the hell? Get away!

—バカですか?

¡Yo vine por el príncipe, no un plebeyo!

—¡Arruinaron el lugar!

¿Qué sucede con ellos? ¡Sí no les gusta fuera de aquí!

Traté de sentir la presión de los demás y volver a tocar la guitarra para hacerles saber que podían seguirme, pero una aparente fan del viejo vocalista se coló entre el público de enfrente, lanzó una botella de refresco en mi rostro, la cual rebotó al suelo abriéndose y ensuciando la zona.

Los meseros me miraban desde abajo, haciendo muecas por la terrible presentación, esperando el momento de mi desmayo a causa del golpe.

Mi mala suerte es peor de lo que esperaba.

••••••••••

Chale, nada le sale bien a la pobre Aike en su vida.

¡Espero estén disfrutando la historia hasta ahora! Y disculpen el ritmo lento que está tomando. <3

~MMIvens.

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