Capítulo 24: El cliente me da miedo.
Aike.
—Forget what I say. —Murmuré al micrófono, aferrándome a él para mantenerme de pie y seguir con la última canción del show de hoy.
"Falling".
A veces quería llorar por todo. Una temporada larga en la que solo me encontraba llorando y sintiéndome realmente mal. Era pesado escuchar a alguien que tenía problemas, pero yo era esa persona.
"Deberías ir a un psicólogo", me dijo Amber cuando hablamos la otra noche en el apartamento mientras me observaba de lejos. Le dije que yo podía curar mi herida solo pues no quería que se percatara de mi género. Le pregunté a qué se refería con una leve sonrisa hasta que con seriedad soltó un sermón:
—No sé que demonios pasa con las personas cuando dejan la escuela, pero todos tienen esa mirada depresiva. Cuando toman terapia parece que vuelven a ser los mismos. Lo siento Aike, pero no puedo ver en ti la persona que eras cuando llegaste a Faded Song.
Era sincera pero se sentía como si no estuviera allí. Nunca tuve tantos amigos o en general demasiada compañía. Solo era yo, preocupándome por mí sin dañar a otros. Ahora el no hacer contacto solo me lastimaba a mí.
—Ja, lo siento si te incomodo Amber. ¿Puedes salir? —Traté de no prestarle atención. Le señalé la puerta y le pedí que se marchara, pues solo era una roomie menor que yo con quien no quería explotar.
—It's not what I meant. —Peiné mi flequillo hacia atrás mientras tomaba aire.
Nath no había pisado este sitio desde hace dos semanas. Era extraño, quería saber que hacía y estaba preocupada por él pero una parte de mí solo pensaba "¿a mí que me importa? Ni siquiera somos tan cercanos".
Quizás muchos la reconozcan, aquella barrera que te dice "no te incumbe" cuando no eres muy cercano a alguien. Aunque esa barrera haya sido impuesta por ti y nadie más, hasta que te das cuenta de que realmente no eres cercano a nadie y entonces, en serio... "NO TE INCUMBE".
—And I can't take it back —podía escuchar la ambientación a mi espalda, suave, triste como todo lo que componía Aylin—. I can't unpack the baggage you left.
Quería buscar consejos en Arlene ahora que éramos "amigos" pero no creí que fuera la correcto. Para empezar, yo le estaba mintiendo y su situación sentimental no podía ayudar a nadie ni ayudarse sola. Cuando estás dañado no es bueno pedir consejos a quienes más lo necesitan, puedes solo lastimarlos. Aylin quedaba descartado de mis candidatos de inmediato y Amber vivía en su propio mundo con sus propios problemas.
Muchas veces estabas rodeado de desconocidos. No porque trabajaras en un lugar genial, estuvieras en una banda con buenas personas o fueras independiente significaba que tenías demasiados contactos y amabas a todos. Un reportero lo diría así: "Género dudoso entra a trabajar en un lugar genial, pero solo hace eso en su día y nada más. Patético".
Cuando la presentación terminó llegó la hora de nuestros descansos. Como buen fin de semana, Luna y Rapunzel servían bebidas y charlaban a escondidas con Mirt en la barra.
—No ha venido el cliente masoquista, ¿verdad? —Luna se detuvo con su charola vacía a lado de mi asiento, fue cuando puso sus cabellos rubios frente a mi rostro para sacarme de un trance—, hey, te estoy hablando. No ha venido, ¿cierto?
—No, Luna. Tampoco me incumbe. —Suspiré, apartando su rostro.
—Yo lo he visto, bueno, Stella para ser más exacta —Arlene, chica increíble de cabellos azules y morados se paró a un lado mío con los brazos cruzados, mirando al techo como si los álbumes decorados fueran a caerse—. Dice que cambió Faded Song por el antro de enfrente. Yo me quedo aquí, prefiero la comida y solo música.
—Odio el frente, nunca cuidan a sus clientes como nosotros. —Luna tuvo un escalofrío y mostró su rostro asqueado antes de volver a la cocina.
No pude evitar girar el rostro hacia el otro extremo, esperando vislumbrar el antro a través de los cristales. Las luces de Faded Song me aturdían pero eran evidentes los colores que emanaba el lugar al otro lado de de la calle. Eran dos sitios parecidos que no tenían relación alguna.
—Si quieres verlo solo ve por él. Pero no te fuerces —Arlene de forma no habitual me dio un consejo breve que me hizo sonreírle con sutileza—. Vamos, yo te cubro niño. Sé lo que es no ir por quienes quieres, pero tampoco presiones al otro o huirá.
—Volveré en seguida, lo prometo. —Me levanté del banco haciéndole ademanes y retrocedí velozmente con la vista sobre ella hasta que reparé en la salida de Faded Song y pude llegar a la calle con grandes zancadas.
Mis pantalones holgados y mi camiseta de manga larga sobre la sudadera me brindaban el suficiente calor para cuidarme en la noche. En las calles ya no se hallaban las protestantes de la universidad SS a la que planeaba entrar, aunque todavía veía manifestantes por problemas en las escuelas contiguas.
Quería hablar con Nath, tan solo decirle "oye, ja, me golpearon el día de la fiesta así que me disculpo por no haberte escuchado". Me iba a disculpar con él por algo no sentía con la intención de que volviéramos a hablar como antes.
El maravilloso milagro de culparte por cosas que no te corresponden.
El nombre Drowning brillaba de celeste neón frente a mí. Tuve que hacer fila para ingresar al lugar y mostrar mi identificación al igual que una tarjeta como prueba de que tenía como pagar lo que sea que tomara.
Alcohol, música electrónica y personas en la pista y a los alrededores tomando y bailando. No me sentí muy sorprendida, Faded Song llegaba a hechizarme con poder a comparación. Traté de buscar un lugar donde sentarme pero cada rincón lucía ocupado o incómodo así que me mantuve de pie rodeando el espacio más concurrido en búsqueda de Nath.
En serio rogaba por verlo solo una vez. No quería seguir arrepintiéndome toda una vida como lo hice con Orión. Aunque sea pedirle una disculpa y arreglar todo.
—La perra está aquí. —Murmuró Stella frente a mí, mirándome con hastío.
Su cabello oscuro y su maquillaje oscuro tan característico causó repelús en mí. Elevé las manos y señalé mi rostro confundido. Era impactante que esa mujer cambiara de personalidad tan fácil dependiendo de quién estuviera cerca.
—¿Yo? ¿No debería decirlo de ti? —Inquirí enfadada.
Las semanas con mi nuevo trabajo viéndola actuar como la novia perfecta de Arlene fue sembrando aquella semilla llamada odio que yo odiaba dentro de mí. En estos momentos pensé que sentir un poco de odio era bueno, me daba el pase a poder responderle pues llevaba demasiado tiempo enfadada.
—No quiero discutir, es una buena noche, ¿sabes? —Stella se cruzó de brazos con una amplia sonrisa y dio pasos al frente para que pudiéramos escucharnos mejor en medio del ruido—, ¿qué haces aquí? Aike Ibars, oféndete, no encajas por aquí.
—Estoy buscando a alguien. —Puse las manos en frente para no se acercara demasiado, hubiera retrocedido también pero el lugar estaba muy lleno.
—Si hablas de Nath está sentado por allá. —Elevó su dedo índice y señaló la esquina a mi derecha con total indiferencia.
¿Acaba de ayudarme?
Volteé para asegurarme de que lo que dijo era cierto. Apenas logré observar algo parecido a él a través de las personas bailando y sacudiendo sus cuerpos con fuerza. Reparé en Stella, cuestionando su ayuda.
—Tranquilo, cosa sin género. Si te lo digo es porque no me importa. —Se encogió de hombros con su pequeña risa y apartó el flequillo de su frente antes de pasar junto a mí y retirarse.
Me dirigí al lado de Nath velozmente. Quería decirle tanto pero no pude el verlo. Estaba tumbado sobre uno de los asientos paralelos con poca conciencia y la ropa mal puesta. No vi sus lentes cerca ni alguna venda que le cubriera las heridas. Quería sacarlo de allí.
—Hey, soy Aike. ¿No te has dormido, verdad? —Lo tomé de la mandíbula y toqué sus mejillas preocupado al sentir su fiebre—. Nathaniel, estoy aquí. Soy el "niño bonito".
—Niño, ¿puedes sacarlo de aquí? —Elevé la vista al hombre sentado a un lado que parecía rondar los 30 años—. Soy conocido de Nath, acaba de volver del motel con una amiga de la chica Stella de por allá pero lo dejó muy mal.
—¿Qué le...? —Guardé silencio y asentí.
No tenía sentido que le preguntara pues era obvio que estuvo teniendo relaciones sexuales de forma peligrosa, otra vez. Era como un niño que no sabía cuándo detenerse o que condiciones aplicar, aunque tampoco quería sentir lástima.
—Yo amo el masoquismo, ¿sabes? Pero este joven anda chillando por todo cuando nadie lo ve y no aguanta ver ni siquiera sangre. Lo emborrachan rápido y es fácil de manipular así que sí de verdad son conocidos llévalo a su casa. —Me pidió, masticando los hielos que quedaban en su vaso mientras rozaba su barbilla partida.
—Yo lo cuidaré. —Tomé la misión como un soldado.
Me puse de cuclillas y le pedí al señor que impulsara a Nath sobre mi espalda. Tomé fuerza en mis piernas y me levanté como pude para no tirarlo y asegurarme de no lastimarlo. Le pregunté al hombre por algún sitio donde él pasara la noche pero dijo que no estaba seguro.
Nath no podía ir al campus de su universidad a esa hora así que pensé en dejarlo dormir en mi apartamento, aunque corriera el riesgo de enojar a Arlene, ya que era la opción más segura y estaba unos edificios a lado de aquí. Era genial dormir vivir cerca del trabajo.
—Sé que apenas puedes escucharme pero por favor sostente bien. —Le rogué a Nath, quien apretaba con fuerza mis hombros.
Algunos me vieron cargándolo y abrieron espacio hasta mi salida. Fue un respiro dejar de escuchar la música potente para solo oír en la calle fría una combinación de todos los sitios en la avenida como si el sonido fuera sobre expuesto y tragado.
Flaqueé camino a mi apartamento. Me agaché más para tomar impulso y volver a subir mientras buscaba las llaves para abrir. Hacía frío, había niebla como de costumbre y apenas podía ver en la oscuridad. Al sentir la llave balbuceé victoriosa y abrí la puerta.
Subí más escaleras, con esfuerzo logré llegar a la puerta correspondiente y caminé el extenso pasillo hasta mi recámara. La última vez que él estuvo aquí yo tenía un colchón en el suelo, ahora ese colchón tenía una base que compré en un mercado rodante.
Lo recosté y le pedí que no se levantara. Intentó responderme y me preguntó quién era.
—Soy Aike. No te preocupes, descansa por esta noche. —Lo tomé del rostro y lo incliné para que tratara de acostarse.
—No, espera... —Murmuró, sosteniendo mis muñecas para apartarme—, yo estaba... estaba con alguien...
Se detuvo con dolor al rozar su espalda con la cama. Lo hice reparar en la cama con rapidez para que no se lastimara más y le volví a rogar que no se levantara mientras iba a buscar un botiquín. Me dirigí a la habitación de Amber para llegar al baño compartido donde guardaban pastillas para malestares y un botiquín de curación.
Rebusqué entre los cajones y al verlo corrí de nuevo a mi habitación por Nath. Me congelé en la entrada al verlo en posición fetal con las manos en el rostro. Estaba llorando, fuertemente, y con desesperación se repetía que los hombres no lloraban.
Me aproximé hasta él con molestia y arrebaté sus manos del rostro, asustándolo por mi reacción repentina. Me senté a un lado y le dije que se quitara la camisa. No me escuchó y se lo repetí enojado de nuevo.
Estoy cansada.
—¡Quítate la camisa Nath y llora todo lo que quieras sin cubrir tu rostro! —Clamé, haciéndome que elevara los brazos para quitarle la prenda y comenzar a curarlo.
Su piel era clara y parecía tener buena salud, aunque las marcas frescas y cicatrices en su espalda me tentaron a apartar la mirada. Le pregunté qué razones tenía para necesitar sentirse herido, y no quería una respuesta como "porque me gusta" si lloraba por eso.
Anacleto me pidió que lo dejara y no me hiciera más cercano a él, pero en serio no podía. Nunca tomábamos los consejos de los demás porque creíamos que éramos los suficientemente fuertes para soportar las consecuencias, o éramos tan débiles que aún teníamos esperanzas en esa persona.
—Por favor, vete... —Me pidió, volviendo a cubrir su rostro mientras su espalda se contraía al echar agua oxigenada sobre sus heridas.
—Lamento haberte molestado en la fiesta. En serio lo siento. Sé que no te gustan los chicos, y no te lo voy a decir de forma directa porque ya lo sabes, lo siento. —Volví a culparme con esfuerzo, esperando en el silencio sus palabras.
—Aike, soy un niño malo. Muy malo. —Continuó llorando, aferrándose a la piel de su rostro con humillación.
¿Por qué se refiere a él como si aún fuera un niño?
—Los niños más pequeños no están seguros de lo que es bueno o malo, solo hacen cosas de malos o buenos pero tampoco les importa. ¿Por qué dices que eres malo? ¿Por llorar? —Bufé, rebuscando en el botiquín gasas y cinta microporosa—. Nath, deja de clasificarte como un niño porque no lo eres, y deja de creer que no puedes sentirte mal. No te estaría ayudando tampoco si supiera que realmente te gusta ser lastimado, porque no eres lo suficientemente fuerte para soportarlo.
Somos suficientes, pero odiamos la soledad. Yo también quería llorar pero por ahora no quería hacerlo frente a él.
—Espera... —Lo vi dudar con los ojos entrecerrados e hinchados, pero tomó un poco de calor aunque le temblaban las manos para buscar su celular en el bolsillo de su pantalón.
Pude ver su contraseña cuando lo desbloqueó a mi lado, era algo como "1111". Me miró de reojo con lástima antes de enterar a su galería. Le dije que si era algo que él consideraba malo se abstuviera de mostrármelo porque lo único que él buscaba lograr era que yo lo detestara.
Aún así me entregó el teléfono con un video iniciado y me dijo que cuando lo terminara debía sacarlo de mi apartamento y dejarlo en paz. Le repetí que esa era mi decisión pero callé de inmediato cuando el video estaba grabado un poco mejor.
La pantalla se movía rápido como si alguien estuviera corriendo. Era como si espiaran a alguien, algunas voces de chicos que murmuraban estaban de fondo. La lluvia no permitía que se escuchara demasiado y la cinta estaba grabada con las patas.
Era una calle familiar de la ciudad cerca de una secundaria de la que yo era vecina. Si me enteraba de que Nath era quien me tiraba licuados de pequeña me habría enojado, pero estaba segura de que eso no iba a pasar. Solo continuó el video grabado de forma extraña hasta que las voces dijeron "está allí, corre. Vamos rápido. Detenlo, está huyendo".
La cámara grabó un poco del suelo mientras se veían varios tenis andando por los charcos de agua en la calle, pero los más visibles eran los zapatos celestes de quien cargaba la cámara. De repente el lente enfocó a la persona delante que brincó del susto y trató de cubrirse y rogar que no lo tocaran.
Varios chicos jóvenes con uniformes sostuvieron al chico más pequeño que llevaba uniforme de secundaria. Lo agarraron entre tres de los brazos y le repitieron que no hablara. El más pequeño guardó silencio aunque susurraba por momentos que estaba cansado y por favor lo dejaran en paz.
"Estoy cansado. Estoy cansado. No quiero estar aquí".
Reparé fuera del video para mirar a Nath, quien trató de recostarse en la cama junto a mí, dándome la espalda para no ver lo que sucedía en la pantalla. Volví la vista a la grabación.
Al chico que levantaron entre varios lo movieron al terreno vacío junto a otras casas que tenía un pequeño pozo con moho. Reconocí el lugar de inmediato, yo también solía andar por esas calles cuando era más joven pero al no relacionarme con nadie me era difícil recordarlo.
—No, esperen, por favor... —Balbuceó con terror en su rostro, sacudiendo sus piernas para que no soltaran dentro del pozo no tan profundo.
—No tiene mucha agua, vas a aguantar que te cubra el torso, nenita. —Se carcajeó el de su derecha, agarrándolo del cabello claro que le llegaba a los hombros—. Córtate el cabello como te cortaste el pene, idiota.
—Yo no me... —No podía hablar el pequeño, estiró sus piernas para evitar que lo soltaran dentro.
Mientras todos en el video se revestían con la lluvia yo solo podía sentir la palidez en mi rostro y el enojo en mi estómago que me revolvía las tripas. Los que lo sostenían no paraban de reírse y burlarse de su aspecto.
—Ya está llorando la niña. —El último en reírse fue quien soltó su brazo y lo dejaron caer a una distancia considerable del agua en el fondo, de tal manera que solo sintió el impacto sin tanto dolor.
El agua en efecto le cubría el torso, pero su uniforme de suéter blanco con pantalones negros estaba lleno de lodo. El pozo no estaba en funcionamiento así que solo era tierra y agua de la potente lluvia. Le tiraron su sombrilla dentro e ignoraron su petición de que lo sacaran de allí porque el agua iba a seguir subiendo.
—Sigue llorando, ya vámonos. —Habló un castaño, dándole golpes a los otros para que reaccionaran—, y dejar de grabarnos mientras te ríes, hombre. —Señalaron la cámara—, lo disfrutas, ¿eh? Es gracioso y por eso lo grabas. ¿Luego te masturbarás con esto?
Sentí que me señalaban a mí, que no podía hacer nada y también que era parte del secreto en el video. Elevé la mano para aferrarme el brazo de Nath y entre tartamudeos pregunté de donde había sacado un video así.
—¿Y el chico? ¿Quién es él? —Temblé sin apartar la vista de el video que aún grababa como el chico en el pequeño pozo pedía entre llantos que lo dejaran salir porque habían sanguijuelas—. ¿Los demás? Estas ni siquiera son personas. Es basura.
Lucía en extremo cansado el niño, herido por todos y no había quien lo ayudara.
—El chico se suicidó ese año. Quien grababa le hizo caso a otros chicos de que debían jugarle una broma así que dirigió un grupo para hacerlo por los rumores que yo había ayudado a difundir sin siquiera conocerlo. —Admitió, su voz ronca y acabada en la almohada me hizo suspirar con decepción.
Imaginar que un suicidio podía suceder por bullying no era difícil. De todas formas, cada quien ha participado en rumores y ni es algo para sentirse orgulloso o seguir arrepintiéndose por años.
—Y bueno... —Miré la luz en la pantalla al escuchar la voz del camarógrafo, quien giró la cámara para salir él también sentado en el pozo mientras grababa al chico debajo—. ¿Sigues llorando como niña? Supongo que es todo por hoy.
Era Nath. Quien sostuvo la cámara y presenció el bullying, quien lo alentó y guió a quienes lo echaron dentro fue él. Se burló como idiota en la cámara y escupió sobre la cabeza del chico que recargó su espalda en el pozo con abatimiento.
—¿Nos vamos a comer con las chicas? Paga con la tarjeta de tus padres, Nathaniel. Total, los odias, ¿cierto? —Alguien más tiró de su brazo y apagó la cámara.
El silencio cayó sobre la habitación. Lo único que podía escuchar eran mis latidos y un par de sollozos de su parte. Quería abrazarlo, pero el resentimiento y odio no me permitió ser hipócrita. Me sentí impotente, pero tampoco era una santa como para ofenderlo.
No tenía fuerza para nada. Estaba cansada al igual que ese niño, que Nath y todas las chicas de Faded Song.
—Yo debería morirme. —Continuó chillando solo—, no quiero ni estar cerca de mí mismo.
Dejé la habitación para pensar en cómo hablarle de frente sin herirlo más de lo que ya estaba cargando eso por más de 6 años. Yo no era nadie para él, pero quería decirle que se levantara porque fue lo mismo o qué hizo conmigo cuando no pude cantar sobre el escenario.
••••••••••••••••••
Nath, chico genial de cabello celeste fue un bulleador en su adolescencia, aunque eso no es un secreto pues por algo en su papel de extra llamó exasperado cuando se enteró del suicido de Andrew en "CSUAE90D".
¡Feliz jueves a todos!
~MMIvens.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro