Pasaron unas cuantas horas más, el cielo oscureció. El pequeño Nemo estaba cansado y se quedó dormido al lado de su padre. 

Marlin seguía despierto, esperando que los doctores les dieran el resultado de la operación Habían dos posibilidades: Una, la operación saldría exitosa y dos...

La operación fallaría por completo, matando a la inocente Dory.

Marlin, lo único que esperaba, era poder confesarle su amor a Dory. La persona que cambió su vida un sin fin de veces, haciéndolo vivir experiencias, que nunca pudo experimentar.

Pero una de esas ya estaba ocurriendo, y esa era...

El sufrimiento.

Ya lo había vivido una vez, cuando perdió a su esposa Coral en ese accidente. Y ese mismo accidente había sucedido con la imperativa y dulce chica peli-azul de ojos violeta.

Pasaron unos cuantos minutos más. El peli-naranja estaba cansado de esperar, hasta que, al fin el doctor apareció por la puerta.

-Señor Marlin. -lo llamó en un tono frío-

-Si, ¿como resultó la operación? -preguntó nervioso, con sus manos temblando-

-Lamento decirle que...la operación no salió como esperábamos...

-Eso significa que...

-Ella falleció

El peli naranja no aguantó más. De sus ojos salieron pequeñas lágrimas, rápidamente las secó y sólo puso su vista en el pequeño niño.

¿Cómo decirle lo de aquella tragedia?

No podía volver a pasar, no volvería a perder a nadie más.

Nadie.

No puedo haber pasado lo mismo por segunda vez...