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La sombra sobre el Inframundo, p1

La sombra sobre el Inframundo

parte 1

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Ptolomea, Inframundo

1969

El calendario marcaba 30 de abril según leyó Minos esa mañana. El juez ocupó el escritorio en su sala de trabajo en su templo siguiendo la rutina del día, así colocó un vinilo en el fonógrafo que estaba por ahí disfrutando de una bella melodía de piano mientras que sus manos retiraban una hoja del calendario sobre su escritorio.

—Hoy es 30 de abril —se dijo con dudas y casi miedo—. Es noche de Walpurgis... no puede ser —repitió dejando caer el papel a un lado del mueble sin dar crédito a la fecha que sus ojos miraban.

Una fria gota de sudor resbaló desde su frente hasta su mejilla. Cada año, durante esa misma fecha, Minos solía ponerse nervioso manteniéndose a la espera de malas noticias. Año con año, la víspera de Walpurgis era una noche de malos augurios. Aunque los últimos años lo habían llevado más o menos tranquilos, Minos no sacaba los malos pensamientos de su cabeza no pudiendo evitar ver en su cabeza diversas memorias de diversos hechos ocurridos durante esa misma fecha acontecidos años atrás.

—¿Está bien, señor Minos? —Lune entro en la sala dejando varios libros de registros sobre el escritorio sacándolo de sus meditaciones— Se ve pálido y consternado.

—Hoy es 30 de abril, Lune —respondió mecánicamente mirando al recién llegado con aprehensión—. Debo ir a la sala de guardia a pedir que vigilen la frontera que está destruida.

—¡Espere señor Minos!

Así el juez del grifón fue como alma que llevaba el diablo, hasta los cuarteles de los guardias localizados en la frontera más insegura del territorio. Al transportarse hasta allá, noto que Radamanthys estaba ahí también pasando revista a sus elementos.

—¿Que sucede Minos? —preguntó molesto por la interrupción.

—Hoy es 30 de abril... ¿no lo sabías?

—Por supuesto que si —respondio molesto.

El grifón dejó de lado a su colega aproximándose a la orilla de aquella frontera, del sitio donde una de las barreras protectoras fue destruida hacía mucho. El límite entre el segundo valle de la sexta prisión y el mundo exterior, desde el cual, se apreciaba un especie de espacio roto desde donde se apreciaba las altas dunas de un vasto desierto en la lejanía.

—Tranquilízate —Radamanthys lo sujeto de un hombro mirándolo fijamente—. No se ha reportado actividad inusual desde hace bastante tiempo. Hace 22 años fue la última vez que Mnar nos dio problemas, ¿recuerdas?

—Claro que lo recuerdo. Es solo que...

—Vamos al salón de trabajo. Charlaremos con calma ahí porque estás histérico por nada.

No dijeron más dejando el puesto de vigilancia en manos de los soldados esqueleto y los guardias fronterizos. Minos lanzó una mirada antes de retirarse analizando rápidamente la barrera destruida, la delgada linea que separaba el Inframundo de sus aterradores vecinos y que solo el poder del Señor Hades podría restaurar.

Barrera protectora que se había destruido poco después del término de la guerra santa del siglo 18.

Su mente trajo al presente las memorias de cómo ocurrió aquello hacía mucho tiempo, cuando solo estaban él y Radamanthys al frente de los juicios pues, el antecesor de Aiacos, ya se había marchado para ese entonces. Aún recordaba bien lo acontecido desde entonces y las extrañas aventuras que los habían ayudado a no volverse locos en medio del encierro y la oscuridad del Reino de los Muertos.

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El Inframundo

1771

Minos y Radamanthys se encontraban trabajando en la silenciosa sala acompañados únicamente por el sonido de las plumas rasgando sus pergaminos. El salón era iluminado por una araña repleta de velas mientras que, en el centro de la mesa circular, se encontraba un candelabro de tres brazos que comenzó a agitarse lentamente.

—¿Qué sucede? —Minos observó a su colega quien miraba extrañado el candelabro de tres brazos.

—Algo está moviendo la mesa... observa atentamente —Radamanthys levantó la mirada al techo corroborando que la araña se mecía de un lado al otro con un movimiento regular.

—¿Una corriente de aire muy fuerte? Imposible, ninguna corriente es capaz de llegar hasta aqui.

Un segundo después se dejó oír el sonido del repiqueteo de los libros en los libreros colocados en todas las paredes, los cuales se agitaban con violencia dejando a los dos jueces sin saber cómo reaccionar hasta que, los gruesos tomos, brincaron con violencia de sus lugares saltando de los estantes uno a uno. Del mismo modo, las velas en los candelabros iban cayendo una tras otra apagándose al contacto con el suelo.

—¡Cuidado! —Minos tomo a Radamanthys del brazo yendo los dos abajo de la mesa pues, en cosa de instantes, los amplios libreros cayeron de frente bloqueandoles el paso a la puerta— ¿Qué demonios sucede?

Un momento después termino la violenta sacudida y ambos hombres pudieron salir de su escondite tras levantar uno de los libreros buscando el modo de no tropezar con todos los tomos en el suelo.

—¿Habías sentido algo así anteriormente? —preguntó Minos consternado a su compañero quien lo observó sin saber qué decir.

—Es la primera vez que la tierra retumba de esta forma, jamás había sucedido.

—¡Señor Minos, Señor Radamanthys!

Un par de guardias entraron abriendo las puertas con violencia observándolos con bastante consternación mientras los jueces les devolvían la misma mirada extrañada y sorprendida.

—¿Qué sucede?

—La frontera del extremo oeste, la que está justo entre el primer y segundo valle de la sexta prisión.

—¿Quieres decir el muro protector de ese límite? —Radamanthys se adelantó al guardia observándolo molesto recibiendo una afirmación por respuesta— ¿Qué sucede con la barrera?

—Está completamente destruida a causa de la violenta agitación que se sintió hace un momento.

—¿Qué quieres decir con que fue destruida? —Minos los observó molesto y consternado— Explícate.

—Creo que deben venir al segundo valle, ahí verán lo que ocurrió y que se puede ver desde ahí. Es muy extraño el panorama que se aprecia desde la orilla del segundo valle.

Los dos jueces supieron que sería complicado que los guardias les explicaran lo ocurrido así que, sin perder tiempo, se trasladaron hasta el segundo valle, hasta el sitio donde terminaba el lago de sangre del primer valle y empezaba el bosque del segundo. Justo en ese espacio esteril y vacío fue que se apreciaba una ruptura total de la pared protectora que rodea todo el Inframundo.

El juez del Wyvern observó aquello sin dar crédito mientras que Minos analizaba todo francamente aterrado.

—¿Dicen que esto lo provocó el terremoto que se sintió hace poco? —repito observando enfadado a los guardias.

—Si, Señor Radamanthys. Ocurrió mientras patrullabamos la zona, justo en este sitio se sintió más fuerte escuchándose como un derrumbe aunque no hay signos de ello. Fue entonces que observamos al frente con cuidado encontrándonos con esto.

El guardia señaló a la zona del "derrumbe" mientras que los jueces hacian lo propio quedando boquiabiertos. Claramente se notaba la diferencia entre el cielo negro y rojizo del inframundo en comparacion del cielo de aquel extraño mundo que sus ojos contemplaban; aquel sitio aun desconocido tenía un cielo que parecía haberse teñido de colores que iban uno seguido del otro, como los del arcoiris, iluminando lo que parecía ser un vasto desierto de dunas negras. Y, mucho más allá, se apreciaba una débil luz blanquecina en columna que iluminaba una region ubicada muchos kilómetros más allá

—¿Sabes qué es ese lugar? —preguntó Minos a su compañero sin salir de su sorpresa y consternación apreciando como Radamanthys no respondía pues, claramente, no tenía idea de qué era ese mundo y qué lo habitaba.

Al volver a su salón de trabajo para ordenar todo fue que Minos observó la fecha en los registros en que trabajaba antes de todo aquel incidente, era 30 de abril de 1771 aunque, lo que más le preocupaba era esa pared de la barrera protectora pues nadie, salvo el Dios Hades, podría repararla y hacía apenas veintiocho años que la guerra santa había terminado aún faltaban 215 años para que el dios reencarnara.

Al Inframundo le faltaría una gran parte de su protección oeste y, en esos momentos, no tenían idea de la clase de criaturas o seres que habitaban el extraño desierto que parecía rodear todo su territorio.

El juez del griffon no encontró ninguna información al respecto de la tierra vecina en los registros que había en la biblioteca. Tampoco se mencionaba que podría suceder si uno de los muros fronterizos se venían abajo, solo que la presencia del dios repararía todas las grietas que hubiere a causa de su ausencia así que, sin más que añadir, solo tenía dos alternativas a la mano.

—Olvidarnos del asunto dejando un grupo de guardias al cuidado de la frontera o bien...

—Patrullar el área —completo Radamanthys mirándolo con severidad—, no sabemos a que nos enfrentamos así que un grupo reducido de hombres podría recorrer el alrededor de ese desierto.

—Lo dices como si fuera tan fácil —respondió Minos molesto—. No sabemos qué podría suceder si cruzamos el límite, no sabemos qué clase de mundo es ese ni los seres que lo habitan. ¿No te das cuenta de los riesgos que corremos aun siendo inmortales?

—Por supuesto que lo sé —replicó el Wyvern enfadado—, pero ¿de qué otro modo podremos saber a qué nos enfrentamos en caso de que quieran entrar a nuestro territorio? No tenemos idea de nada, ni siquiera alcanzamos a imaginar qué fue lo que destruyó una de nuestras barreras protectoras, ¿qué haremos si ocurre algo que destruya otra? Estaremos indefensos.

—Lo entiendo, pero...

—¡Debemos conocer al enemigo, Minos!

Así Radamanthys junto a un grupo de hombres cruzaron la frontera usando sus armaduras surplies sin recibir ninguna clase de impacto negativo en esas tierras. Sin embargo, Minos tenía muchas dudas y preocupaciones al respecto así que, en cosa de unos días, logró crear un especie de bobina de hilo de su propia técnica "la marioneta cósmica" la cual solicito encarecidamente su uso durante esas expediciones.

Los que iban a patrullar el desierto de dunas negras, se amarraban el hilo en una muñeca o la cintura manteniendo la bobina fija en una de las columnas del muro restante, resultando sumamente útil ya que, en varias ocasiones, se recibieron reportes de fuertes tormentas de arena que hacían que los exploradores perdieran el camino un buen rato hasta que la tormenta pasaba. De ese modo, con ayuda y protección del hilo mágico del juez de griffon, podían aventurarse más allá trazando el primer mapa de la región desértica aún desconocida.

—Se recibieron noticias de la existencia de una ciudad en el desierto —informó Radamanthys esa mañana a su superior de Griffon— y, escucha esto, en la ciudad hay un habitante, un monje, según el reporte.

—¿Una ciudad con un habitante?

—Así es. Yo mismo iré hasta esa ciudad pues, deseo tener una charla extensa con ese habitante, así podré recopilar toda la información que necesito de ese lugar y su gente.

Minos observó al wyvern sin decir palabra, aún no lo conocía lo suficiente pero, bien sabía, que era poseedor de un fuerte espíritu belicoso y no dudaba ni un momento en tomar acción y parte en cualquier situación que terminara en conflicto o guerra. El dragón heráldico solo sacaba su lado combativo y conflictivo en todo momento, sin considerar nada más ni analizar la situación desde otros ángulos.

—Bien, ¿y cuándo partirás a esa ciudad?

—Ahora mismo.

—¿Qué?

Así el wyvern se ausentó durante unos días en compañía de dos o tres subordinados mientras que Minos permanecía en el Inframundo ocupándose del día a día, hasta que la expedición regresó y, a juzgar por el regocijo con el que Radamanthys abrió la puerta de la sala de trabajo, supo que tenía muchas noticias que dar.

—No vas a creer todo lo que ese habitante nos dijo —comenzó a decir sin salir de su excitación—. Su nombre es Ibid y esa ciudad, no es más que un simple castillo llamado "Sarnath". Es la división entre el desierto de Zar y los bosques de Red Hook —fue así que sacó un papel que llevaba en la chaqueta colocándolo sobre la mesa.

Minos observó aquel papel con calma, era un mapa, estaba trazado torpemente pero en el documento se veía la parte que unía la sexta prisión del inframundo con el desierto de "Zar" y la pequeña ciudad de "Sarnath", más allá estaba dibujado el llamado bosque de Red Hook y parecía que hacía al norte había más poblaciones.

—Ibid llama a ese mundo "Mnar". El mundo de oscuridad y noche perpetua habitado por horrores inimaginables, hechiceros y alquimistas. De hecho, él mismo narró que, a muchos kilómetros al norte de Sarnath, hubo una invocación.

—¿Invocación? —repitió Minos sin entender— ¿alguien trataba de comunicarse con algún demonio?

—Si, pero ese alguien es un mortal que intentó establecer una conexión con una de las hechiceras de Mnar. Esa invocación desató tanto poder que fue lo que ocasionó que nuestra frontera se derrumbara.

—No puedo creer que una invocación, una cosa ocasionada por alquimia, haya destruido la barrera protectora creada por un dios. ¿Qué clase de invocación era?

—No solo fue eso —indicó Radamanthys observando a su superior fijamente—, la hechicera a la que el mortal quiso contactar es una de las más poderosas de esa tierra. La víspera de la noche de Walpurgis fue el momento justo para desatar todo el poder de ese evento.

—¿La noche de Walpurgis, el 30 de abril? —repitió horrorizado— ¿magia pagana?

—No lo sé —respondió Radamanthys cortante—, yo no sé nada sobre magia o invocaciones. Solo sé que Ibid dice que cada año los mortales tratan de comunicarse con las hechiceras y alquimistas de esa tierra rara y, me temo, que no será la primera vez que sintamos que la tierra retumba cuando eso suceda.

No tenían manera de evitarlo, solo podían convivir con ello y proteger su tierra. De ese modo, fue que los espectros del inframundo supieron de la existencia de esa tierra maldita habitada por horrores, la cual despertó su curiosidad morbosa y a la cual dedicaron tiempo en recorrerla trazando un mapa que guardaban celosamente en la sala de trabajo.

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Aiacos y Lune estaban en la sala de trabajo cuando Minos entró completamente pálido tomando asiento mecánicamente delante de ambos.

—¿Estás bien, amigo? —Aiacos no pudo evitar observarlo con extrañeza pues, se le veía realmente mal y ausente.

—Hoy es 30 de abril... —respondió aun ausente y sin mirarlos.

—¿30 de abril? —repitió Aiacos algo molesto— Amigo, no otra vez eso. Son solo supersticiones, creo que hemos hablado de ese tema muchas veces.

Cuando Radamanthys entró en la sala se topó con esa misma escena. Los participantes estaban en la misma posición y Aiacos los observaba de la misma manera: como si los dos jueces más viejos del inframundo estuvieran completamente locos.

—¡No son supersticiones! —Minos se puso de pie de un salto observándolos con sus ojos perforantes— Tu y Lune subieron con nosotros a la villa de Pawtuxet hace cuarenta y ocho años. Tu viste lo que estaba escrito en los muros de la residencia con tus propios ojos. Las fórmulas que ese hombre Charles Ward había escrito por todas las paredes haciendo alusión a una invocación que debía ejecutarse en esta misma fecha.

—Lo recuerdo...

—¡¿Y qué sucedió después?! —Minos parecía fuera de sí de tal modo que Radamanthys se aproximó a él tomándolo suavemente del hombro— Lo siento... de verdad lo siento, pero para mi no son supersticiones claro que recuerdo que para ti y Lune fue imposible de creer y, claramente, veo que aún no lo conciben. Que no aceptan que la magia y la alquimia existieron y fueron capaces de derribar un muro completo de nuestra barrera protectora.

—Señor Minos —interrumpió Lune dejando lo que hacía tomando la palabra—, no es que Aiacos y yo no creamos en sus palabras. Por supuesto que recordamos lo que ocurrió en Providence ese día pues estábamos en esta misma sala discutiendo este mismo punto.

Y, tal y como aquel día de 1921, tanto Minos como Radamanthys sintieron la enorme brecha generacional que los separaba de Lune y Aiacos. El juez más joven y el sustituto creían que el wyvern y el griffon eran víctimas de un especie de transe ciego que los obligaba a creer en tonterías de viejos.

—¡No puede ser que ustedes crean en esa clase de supersticiones! —Aiacos tomo la palabra observándolos como si aquellos dos hablaran de estupideces sin sentido— ¿La noche de Walpurgis, invocaciones y brujería? No son más que niñerías, historias que les cuentan las abuelas a sus nietos para dormirlos. Entiendan que esto es difícil de aceptar y menos de ustedes dos.

—Es difícil que nos crean, pero ambos han visto la barrera destruida —dijo Radamanthys con toda calma— ¿cómo creen que ocurrió eso?

—Está claro que la barrera se vino abajo por causas de fuerza mayor —intervino Lune— y que Mnar está habitado por seres horribles, pero vamos ¿hechicería? Es absurdo.

—Son tonterías —repitió el juez de la garuda—. Tiene que haber otra explicación.

Lune era hijo del siglo 19 y Aiacos del siglo 20. Estaba claro que no les creerían a menos que los llevaran con alguna de las hechiceras, en especial, con la mujer a la que el mortal Joseph Curwen quiso invocar en 1771 trayendo horribles consecuencias. La hechicera a la que, nuevamente, en 1921 otro hombre llamado Charles Dexter Ward trató de llamar ocasionando que la tierra del Inframundo se sacudiera nuevamente.

—La sacudida que se sintió hace poco —indicó Minos muy serio a sus dos compañeros—, no fue ocasionada por un terremoto ordinario. No hay placas tectónicas en el inframundo y, si no creen en esto por las buenas, entonces subiremos todos al mundo mortal. A la zona de la Unión Americana donde Mnar está vinculado para que lo vean con sus propios ojos y los tengan bien abiertos cuando esto ocurra de nuevo —sentenció muy molesto haciendo que los otros dos lo miraran con miedo—. Iremos a Providence, a la villa de Pawtuxet. Busquen su sombrero, nos vamos ahora mismo.

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Providence, Rhode Island

1921

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Continuará...

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*Notas: Creo que ya notaron que este relato es un crossover con el universo de HP. Lovecraft. Ya había pensando en esta idea desde hacía meses pero no sabía como aterrizarla hasta hoy. Solo estoy tomando referencias de ciertas historias como son: "La sombra sobre Innsmouth", "Los sueños de la casa de la bruja", "La maldición que cayo sobre Sarnath" y "El caso de Charles Dexter Ward". Algunas referencias están aqui y otras en la siguiente parte. Espero que les este gustando. 

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