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Si Jisung hubiese sabido lo que le esperaba cuando decidió acompañar a su madre ese día, sin duda no hubiese insistido tanto en querer ir a su trabajo, ni siquiera por el atractivo peliazul con el que llevaba saliendo poco más de un mes.

—Lo siento, Jisungie, no sabía sobre esto. No puedo dejar mis clases para llevarte a casa, ¿Puedes esperarme afuera?

Jisung miró a su madre ya con el conocido puchero en sus labios. Giró lentamente hacia el exterior, encontrándose con pocas personas vagando por ahí y pequeñas gotas de lluvia como reflejo del mal tiempo que se estaba presentando en esos momentos.

Agachó la cabeza con tristeza, puesto que, como no tenía idea de que las reglas de la escuela habían cambiando y que ahora no se le permitía pasar al salón a personas que no fuesen estudiantes o trabajadores; se confió llevando su celular en un miserable diez porciento, creyendo ingenuamente que podría cargarlo en el aula de su mamá.

Já.

Bajó las escaleras con lentitud, sintiéndose como uno de esos alumnos a los que el profesor sacaba por estar jugando con el celular o por faltarle el respeto a alguien. ¿Por qué la directora no pudo simplemente hacerlo pasar como un alumno más? Si solo se la pasaba sentado en las sillas de atrás.

Al llegar a la cafetería, lo primero que hizo fue buscar un lugar donde pudiese conectar su celular. Las señoras que repartían la comida a los estudiantes lo observaban extrañadas, probablemente pensado que se estaba saltando alguna clase o algo por el estilo.

Él no tendría problema en estar sin comunicación en las siguientes cinco horas, pero por su mente corría el recordatorio de que había quedado en encontrarse con el peliazul ese día en su salón luego de no verse por dos largas semanas, las cuales fueron aprovechadas más que nada en platicar de boberías a través de mensajes; esto incluyendo las fotitos que se mandaban del otro y coqueteos descarados por parte del mayor.

Se imaginaba que Kun estaría confundido en esos momentos, preocupándose sobre el por qué se había salido así de la nada y qué pasaría con la charla pendiente que tenían.

Suspiró frustrado al notar que la única conexión estaba a un costado de la cancha principal, a unos cuantos pasos de donde estaba parado y afortunadamente, nadie la estaba ocupando por ahora.

Corrió hasta el lugar dicho, sentándose con pesadez sobre el suelo una vez que llegó y viendo cómo las gotitas de lluvia comenzaban a cubrir la pantalla de su celular poco a poco. El viento no era tan fuerte, pero sí que era lo suficientemente frío como para que a los pocos minutos de estar ahí, lo tuviese abrazándose a sí mismo y temblando un poco.

Joder que había olvidado su suéter en el auto de su madre.

Todo, todo mal.

Tratando de distraerse un poco y esperando que Kun le contestara el mensaje donde le explicaba el motivo por el que se tuvo que salir, se encontró revisando los estados de Whatsapp; aunque luego pudo notar que no había sido la mejor idea, puesto que su mejor amigo Chenle, estaba esmerado en hacerle recordar a sus contactos el frío que estaba haciendo mientras subía fotos de su novio y él abrazándose, poniendo frases cursis y hablando de chocolates calientes.

Él quería uno de esos.

Después, cuando parecía que ya todo le estaba saliendo mal y que su día no podía ser peor, el cielo determinó que no lo suficiente y ¡Pum! ¡Sorpresa! Había empezado a llover en serio.

Soltando un grito frustrado, regresó a la cafetería, sentándose en una de las sillas de los comedores; ahora por lo menos tenía un techo y su celular con algo de batería. Es decir, se cargó 15 minutos, claro que consiguió más que sólo frío, jaja.

Transcurrieron unos cuantos minutos y el celular vibró en sus manos. La respuesta de Kun le hizo sacar una sonrisa a la primera leída.

Chico del face.

Te estoy viendo a través de la ventana y puf, debes estar pasándola muy mal.
¿Quieres que te vaya a hacer compañía, bonito?

Claro que quería, deseaba que lo abrazara para sentirse calientito.

Jisung.

¿Puedes?

Chico del face.

Por ti, lo que sea.

Jisung sabía con exactitud lo que estaba sintiendo debido a eso, aquella calidez que había brotado en su corazón desde poco tiempo atrás, lo traía bobo. Bobo y encantado.

Hablando del mayor, le gustaba cuando éste le contaba chistes que encontraba por ahí y él reírse mucho por ello, pero no debido al mismo, sino por lo malos que eran. Le gustaba que siempre tuviera un detallito para él, desde hermosas flores, hasta publicaciones lindas en facebook. Le gustaba que cuando al abrazarlo frente a su casa para despedirse luego de una exitosa cita, le besara su frente muchas veces prometiéndole que lo extrañaría mucho.

Sip, definitivamente le gustaba mucho Kun.

Tanto tiempo pasó metido en sus pensamientos que cuando miró la pantalla de celular, éste le avisaba que se apagaría muy pronto.

Perfecto, se le había olvidado bloquearlo mientras estaba en sus pensamientos sobre el atractivo peliazul y él.

Sin tener comunicación alguna, sintiéndose solo y con el frío viento chocando bruscamente contra su cuerpo, Jisung intentó acurrucarse para no sentirlo tanto; aunque no le sirvió de mucho. Deseaba tanto tener otra prenda extra o beber algo caliente.

Se sobresaltó cuando una sudadera grande y poco mojada fue depositada sobre sus hombros. Giró la cabeza para ver al dueño de ésta y su corazón brincó de alegría al visualizar esa reluciente sonrisa de hoyuelos.

—Hey, sí que la estabas pasando muy mal, estabas temblando, ¿Qué tal ahora? —preguntó mientras tomada asiento en la silla junto al azabache.

—Pues.. —infló sus mejillas dispuesto a no verse tan tímido frente al mayor —Ahora que tengo algo para cubrirme estoy mil veces mejor, gracias —le lanzó una pequeña sonrisa mientras se acomodaba la sudadera al sentir que ésta se resbalaba de su lugar.

—Me lo imaginaba —Kun frunció el ceño al notar que las señoras estaban más interesadas en ellos que en preparar la comida que pronto sería repartida. —Yo también estoy mil veces mejor, pero no por una sudadera, sino por ti —regresó su atención a las bonitas facciones del menor.

Las mejillas de éste se sonrojaron. Jisung esperaba que su rostro ardiendo no fuera tan notorio, pero sin duda lo había sido porque justo cuando pasó eso, Kun había estirado su mano para acariciarlas un poco y sonreírle con ternura.

—¿N-no deberías estar en clase? —intentó cambiar de tema.

—Le dije a la profesora que iría al baño, no te preocupes —respondió de manera despreocupada —Joder que eres tan lindo.

¿Acaso era el único que se ponía nervioso estando juntos? ¿Por qué Kun era tan despreocupado y coqueto?

—Bueno, tú también lo eres —habló automáticamente, aunque luego recordó algo —he visto que muchos chicos desconocidos te lo comentan en tus fotos de facebook y te proponen cosas poco inocentes —agregó, intentando no mirarlo. Ahora la lluvia no lo molestaba más y le ayudaba a tener algo qué observar que no fuesen los ojos del mayor.

—Oh, así que viste eso, ¿Visitas mucho mi perfil? —Claro que Qian Kun siempre buscaba algo para molestarlo. Jisung estaba a punto de replicar, cuando el peliazul habló de nuevo —Creo que también viste que los bloqueé, si un comentario no me gusta, simplemente lo borro y ya.

Jisung simplemente lo observó en silencio, se dio cuenta que estaba frunciendo mucho las cejas porque el mayor intentó borrárselo con uno de sus dedos.

—Bien, no lo vi —admitió finalmente. —desinstalé facebook luego de eso.

Kun parecía incrédulo y a la vez divertido.

—¿Lo borraste debido a que estabas celoso? No tenías por qué, sólo acepto las propuestas indecentes que tú me haces, no te preocupes.

Y ahí está de nuevo. Tan, tan descarado.

—¡No estaba celoso! Es sólo que ya no uso tanto la aplicación y ahora hablamos por Whatsapp, ¿Por qué tenerlo todavía? —intentó defenderse, viendo solamente la ceja levantada del opuesto. —¡Y no te he hecho ninguna propuesta sucia!

Su tono de voz bajó de repente al preguntarse si el personal habría escuchado lo que dijo; probablemente no, pero hasta hace pocos minutos, aquellas mujeres de la cafetería parecían muy atentas a su conversación.

La ronca y baja risa de Kun se escuchó muy cerca de él, pues al estar distraído con las señoras encargadas de la comida, no había notado que el peliazul se había acercado a su cuerpo, estando a pocos centímetros de los labios y observando tentadoramente éstos.

—Si no lo haces tú, lo hago yo. ¿Podrías quedarte un rato más cuando acaben las clases? Quiero estar contigo, prometo que nos besaremos mucho detrás de los salones del D.

¿Y quién era Jisung para rechazar semejante ofertón?

꒰♡꒱


Sus labios se movían furiosos sobre los contrarios, las lenguas de ambos batallaban deliciosamente en mantener un control momentáneo, siendo interrumpidos únicamente por la necesidad de tomar algo de aire. Sus pechos bajan y subían ansiosamente cada que repetían el mismo proceso, resonando un chasquido de bocas en cada unión y separación de las mismas.

—Entonces... —la boca de Kun se deslizó hasta llegar al inicio del cuello de Jisung, quedándose unos segundos ahí para tratar de recuperar el aire perdido. Su corazón latía como si hubiese corrido mil kilómetros. Comenzó a tranquilizarse cuando sintió las suaves manos contrarias recorriendo la extensión de su pecho por encima de la tela. —¿Cómo te etiquetaré en frases cursis ahora que no tienes facebook?

Jisung, quien se mantenía con los ojos cerrados mientras trataba de apaciguar sus emociones al tener fuertes brazos alrededor de su cintura y apresándolo contra la pared, intentó responder con la poca estabilidad de voz que le quedaba —Podría instalarlo de nuevo por los viejos tiempos, pero creo que prefiero que esas frases empalagosas me lo digas así personalmente. Me gusta cuando haces eso.

Kun sonrió complacido. Jisung obtuvo su respuesta cuando sintió la otra boca chocando contra la suya, buscando establecer y disfrutar de otro beso demandante.

Y si a Kun le preguntaban, a él le encantaba con locura aquel niño al que le había pasado su facebook de una forma peculiar.

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