Vida de Hiccup
Hiccup PDV:
El Audi convertible color blanco de Jack estaba fuera de mi casa, y dentro de él estaba su dueño, vestido con jeans negros y un suéter de igual color. Un nuevo año escolar comenzaba, y la rutina continuaba siendo la misma.
Caminé hacia del Audi y salté para luego acomodarme en el asiento del copiloto, sin abrir la puerta.
- Haddock, veo que los Dallas Cowboys han ganado otro partido. - Dijo mi amigo al ver mi camisa, correspondiente al equipo que acababa de nombrar.
- Así es - respondí mientras acomodaba mi mochila en los asientos traseros -. ¿Acaso no conoces otros colores?
- Ya sabes que me gusta vestirme con colores oscuros. - Encendió el auto y yo me coloqué el cinturón de seguridad.
- Si sigues así, terminaras haciendo rituales para invocar al diablo.
Jack rió, al igual que yo. Comenzó a conducir en dirección al colegio.
- ¿Rapunzel regresó de la playa? - Pregunté, ya que la rubia había publicado fotos en instagram acerca de sus vacaciones, y también habíamos hablado por teléfono para no perder el contacto.
- Sí, ayer - respondió mi amigo mientras conducía -. Estas tres últimas semanas han sido difíciles, ya que allí ella no tenía buena señal como para comunicarse.
Asentí con la cabeza y ambos nos quedamos en silencio durante algunos segundos.
- Y... ¿piensas que Mérida te perdonará?
- No lo sé - durante todo el verano no había hablado con ella, pero observaba su perfil de facebook con frecuencia -. No estoy seguro, creo que realmente estuvo mal lo que hice.
- ¿Eso crees? - Preguntó con sarcasmo en su voz -. Cuando uno se enamora de alguien no debe dejar de hablarle así como así. ¿Qué clase de forma de demostrar tu amor es esa?
- Lo se, fui un idiota. - Jack tenía razón, y eso yo ya lo sabía.
- ¿Fuiste? Mejor dicho; eres.
- ¡Hey! - Me quejé para luego golpear su hombro derecho, ambos comenzamos a reír.
...
Cuando Jack y yo bajamos del Audi, alguien corrió hacia mí pasará luego abrazarme.
- ¡Hiccup! - Exclamó la rubia, era Astrid Hofferson -. ¡No contestaste mis mensajes en facebook!
Miré a Jack, quien intentaba contener la risa al verme en aquella situación.
- Lo lamento, pero estuve muy ocupado. - Era mentira, pero no quería decirle "no te respondí porque no quiero coquetear con chicas obsesionadas".
Astrid se separó de mí y sonrió. Debía admitirlo, era muy bella, pero no era el tipo de chica con la que yo saldría.
- Tranquilo, Hipo - ¿Desde cuando tenía la confianza suficiente como para llamarme coaquel apodo? -. Este año no conoceremos mucho más.
Y luego besó mis labios y se fue, corriendo en dirección a sus amigas.
- Wow, no entiendo como es que haces para conquistar a las chicas sin hablarles. - Bromeó mi amigo y yo reí.
- ¡Hey, hey, hey! - Canturreó Eugene mientras se acercaba a nosotros, yo corrí hacia él y lo abracé con fuerza.
- Idiota, te extrañe. - Dije en medio del abrazo.
- Primor, si quieres reconquistar a Mérida, será mejor que ocultes tu amor hacia mí.
Me separé de él, riendo. Había extrañado las bromas de Eugene. Jack se acercó al castaño y ambos se abrazaron durante algunos segundos para luego separarse.
- ¿Te gusto ir a Francia? - Preguntó Jack.
- C'était incroyable.
- Fitzherbert, odio cuando hablas en francés. No entiendo nada. - Él rió luego de mis palabras.
- Dije que fue increíble.
Eugene iba todos los años a Francia desde su nacimiento con sus padres, pero cuando ellos murieron el comenzó a ir solo, y conoció a muchas personas allí. Hablaba fluidamente el idioma y cuando estaba enfadado sus palabras se confundían, y terminaba hablando en francés.
- ¿Esas no son Rapunzel y Mérida? - Miré hacia dónde Eugene señalaba, y efectivamente eran ellas.
Un chico pelirrojo acababa de besar la mano de Mérida, y eso me molestó mucho. Ella y Rapunzel estaban con dos chicas y dos chicos que nunca antes había visto, por lo cual debían de ser nuevos en el instituto.
- Iré a comprar algo para beber. - Dije buscando alguna excusa para apartarme por unos segundos de todos, ya que debía tranquilizar mis celos.
- ¿Me compras unos caramelos de menta? - Jack me entregó dinero.
- Claro.
- Iré a saludar a las chicas. - Eugene caminó rápidamente hacia ellas.
- Iré a besar a mi novia. - Jack siguió al castaño.
Caminé hacia el kiosco más cercano, y allí estaban GoGo y Tadashi.
- Una Sprite, por favor. - Pidió él al vendedor.
- ¿Hiccup?
- Hola, GoGo. - La saludé, sonriendole.
- ¿Cómo has estado en las vacaciones? - Preguntó y se acercó un poco a mí.
- Bien, pero no dejo de pensar en Mérida.
- Fue estúpido lo que hiciste. - Tadashi habló cuando el vendedor le entregó la Sprite.
- Lo sé, y voy a intentar ganarme su perdón.
- Así se habla, mi amigo - GoGo me palmeó el hombro izquierdo -. Vamos, Tadashi.
La morocha comenzó a caminar fuera del kiosco, su novio me miró y luego la siguió.
- ¡Tadashi! - Él se volteó justo en la entrada del lugar, mirándome -. ¿Acaso nunca dejarás esa gorra?
- No lo sé, ¿alguna vez dejarás de hacerte esas ridículas trenzas en el cabello? - Y luego se marchó.
Reí y negué con la cabeza, hacía mucho tiempo que no hablaba de aquella forma tan confiada con Tadashi.
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