—Oye, escúchame, buscaremos la manera de salir de aquí. ¿De acuerdo?—entonces veo su rostro. Su voz es dulce para mí, por alguna razón tengo miedo y no sé de qué.
—Los demás...los demás no están—sollozo— ¿Qué está pasando?
—Shh—me abraza acariciando mi espalda.
—Quiero ir a casa, por favor.
—Iremos a casa.
Un zumbido me hace doler la cabeza, abro mis ojos y los cierro incorporándome lentamente. Me tambaleo un poco escuchando el golpe de algo, bajo la cabeza frunciendo el ceño, ha caído algo bajo mis pies, al recogerlo puedo notar que es un inhalador.
—Pensamos que lo necesitarías—dice un chico de ojos algo azules y camisa roja. Este cuarto luce como el final de un pasillo, la pared detrás de mí tiene varios teléfonos pegados a ella. ¿Qué demonios...?—Casi terminas, JoRin, no te preocupes.
"He pasado por cinco habitaciones si mi cuenta no falla"
El suelo es de un rojo opaco, hay algo escrito en la pared que aparece y desaparece cada segundo. No me permite leer lo que dice, de hecho, pareciera escrito en otro idioma.
—Mi asma...—toco mi pecho recordando la habitación del agua. El chico alto se detiene a mi lado con una pequeña sonrisa, debajo de sus ojos tiene ojeras muy pronunciadas.
—Para eso te dimos el inhalador. Creo que lo que viene podría agitarte.
"Que consuelo"
No voy a perder el tiempo preguntando donde estoy, me acerco a la pared viendo las miles de pantallas de los teléfonos encenderse y apagarse, todas vibran como si recibieran mensajes o llamadas a cada minuto.
— ¿Qué es esto?—señalo.
—Las personas hoy en día son muy adictas a las redes sociales, tú eres una de ellas.
— ¿Soy adicta a mi teléfono?
—Más bien a lo que muestras en tus cuentas, pero no nos enfocaremos en eso—sonríe y me da miedo. Todos ellos tienen un toque de locura que me intriga— ¿Por qué no respondiste esa llamada, JoRin?
— ¿Llamada? ¿Qué llamada?
—Sabes de qué hablo. Te daré quince segundos para encontrar el teléfono que reproduce la llamada.
— ¿Qué llamada?
—Comienza. Quince.
—JoRin, ¿Puedes escucharme?—esa voz es la misma de mi recuerdo. El chico detrás de mí sigue contando, los zumbidos no me dejan escuchar bien o identificar rápidamente el teléfono.
—Catorce, trece...
—No lo hagas, por favor, pensaremos mejor las cosas, ¿De acuerdo?—tocó los teléfonos de la pared siendo engañada varias veces—Sé que lo que hicimos estuvo mal, pero por favor, no hagas esto.
—Doce, once, diez...
"¿Qué no haga qué?"
—Responde el teléfono, sé que estás escuchando. Iré a la clínica por ti, hablaremos con mamá y papá sobre lo que pasó, no es culpa de nosotros haber sentido algo por el otro.
—Nueve, ocho...
Hay un teléfono de funda roja muy bonita. Lo malo es que no puedo alcanzarlo, es el único teléfono que tiene funda.
—No alcanzo.
—Siete, séis...
Miro a mi derecha y luego a mi izquierda encontrando una silla. Me apresuro a moverla esperando que funcione.
—Cinco, cuatro...
Subo a ella y salto para alcanzarlo. Debo hacerlo una vez más logrando tomarlo.
—Tres, dos...
Las letras en la pared se hacen visibles. No están en otro idioma, si volteo la cabeza un poco encuentro su significado "Save Me" recuerdo la llamada y respondo. No aparece el nombre de la persona que llamó.
— ¿Hola?—no hay nada— ¡¿Hola?!
El chico se ha ido. Estoy sola, escucho el clic de algo, los teléfonos dejaron de sonar y de repente el que tengo en mi mano se vuelve arena. Lo veo deslizarse por mis dedos hasta caer al suelo. De donde tomé la silla puedo ver una puerta que no estaba segundos antes, bajo de un salto dirigiéndome a ella.
Sólo dos habitaciones más.
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