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3. Las consecuencias de entrar a Vawcrid

John Watson de tanto moverse de noche se cayó del sofá después de dos vueltas, dando un quejido por el golpe en la cabeza, y despertando al instante, pero con cara de zombie recién despertado y el pelo completamente alocado. Hizo otro sonido tierno mientras se estiraba en el suelo y se restregaba los ojos, dando un fuerte bostezo. Después de quitarse la pereza, se incorporó lento y se volvió a sentar en el sofá, mirando alrededor, como si por un momento no reparara en donde estaba. Giró la cabeza y se sorprendió al encontrar a Sherlock apoyado en un brazo del sofá, ya vestido y sin quitarle la vista de encima.

-- Estás bien?

-- Si, si...Solo que me caí del sofá... -- Le contestó el doctor volviendo a estirar los brazos, arqueando la espalda. El detective consultor se enderezó y fue a ponerse la gabardina, que reposaba en la mesa del comedor.  -- Bueno, déjame vestirme y vamos al pueblo.

-- No hay tiempo para el pueblo, John. El tiempo es oro y no lo vamos a dejar en bruto.

-- Sherlock, pero...

-- Pero nada, John! Vamonos a ver como entramos!

-- Sherlock. Ni tenemos comida aquí y tengo hambre. Vamos al pueblo a desayunar algo y después a la maldita fábrica, si? Al menos dejame...Desayunar. -- Dijo seriamente su pareja, mientras se empezaba a arreglar para salir, ya se bañaria más tarde, igualmente Sherlock lo estaria apresurando demasiado como para relajarse si quiera. Se vistió rápidamente y tomando su celular y un par de cosas que se metió en el bolsillo, John salió con el detective consultor de la cabaña, siguiendo el camino de piedra hasta el pueblo de Bodmin Moor.

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Tanto el detective como el doctor se llevaron una sorpresa apenas llegaron al pueblo, reparando que las calles, las casas, absolutamente todo, estaba completamente desierto. Ni una persona, una alma si quiera en ese lugar...Un silencio sepulcral reinaba en el pueblo, ni se oía el viento, o alguna pisada. Las tiendas y restaurantes estaban abiertos, como si siguieran en pie, pero era raro que no hubieran personas...A donde habrán ido? John y Sherlock es intercambiaron una mirada y empezaron a avanzar, sus pasos era lo único que se oía en ese lugar. El doctor rubio no pudo evitarlo y tomó suavemente de la mano de su pareja, acto que el detective correspondió entrelazando sus dedos con los suyos. El pelinegro miró alrededor, acercandose a veces a algunas ventanas de casas para asomarse a ver si había alguien adentro, pero tampoco. John ya iba a gritar por si llamaba la atención o recibía respuesta de alguien en ese pueblo fantasma, pero Sherlock le detuvo con el brazo el acto.

-- No grites....El silencio es lo más escencial ahora. -- Susurró mirando por la ventana. John se encogió de hombros apartando la mirada.

-- Bien, como quieras. -- Dijo para después separarse de él e ir a una pequeña plaza con una fuente, que ni lanzaba los típicos chorros de agua, solo tenía el agua y ya. Aquello lo extrañó demasiado y se giró al primer restaurante que encontraba cerca y fue a entrar a revisar, mientras Sherlock pasaba a la siguiente casa a ver por la ventana. John entró al local y sinceramente no le sorprendió al ver todo vacio, aunque le dió curiosidad al ver en las mesas platos de comida aún sin terminar. Quizá eso era una valiosa pista de cual fue la causa de que todos aquí se fueran...Era urgente, demasiado, como una clase de evacuación. Si ese era el caso, tendría que ver con la fábrica? Probablemente, pensó John. Justo cuando iba a gritar para llamar la atención de Sherlock, éste tuvo la misma idea y lo hizo primero, haciendo que el doctor se gire en redondo para ver de que se trataba.

-- John! Mira, la puerta está abierta! Podemos entrar a investigar!

-- Sherlock, está mal entrar a las casas de personas ajenas! -- Se quejó su pareja, yendo trotando con él.

-- Lo sé, pero como no hay nadie, no creo que haya mucho problema. Además, ya lo hemos hecho varias veces.

-- Pero...Agh... -- Soltó un quejido John al verse impotente ante la curiosidad insaciable de su pareja detective y fue con él a la primera casa que entraron. Obviamente lo hicieron con cuidado y miraron alrededor, estando alerta de cualquier cosa. Pero estaba vacía, carente de alguna familia o matrimonio. Así revisaron varias otras casas y llegaron a la misma conclusión, después de que John le mostrase a Sherlock el restaurante que entró. Todos se fueron la misma noche anterior del pueblo. Pero a donde? Sherlock tuvo la misma teoría de John, de que se los llevaron a la fuerza hacia la fábrica. En ese caso, tenían que actuar rápido, no solo para descubrir el interior de ese edificio, sino también para salvar las vidas inocentes de todas estas personas pueblerinas.

-- Sherlock...

-- Lo se, John. Ve a una tienda y coje algo de comer, que nos vamos en 5 minutos a la fábrica. 

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Sherlock corrió rápidamente por el camino de piedra, saliendo del pueblo de Bodmin Moor, arrastrando a John de la mano para que le siguiera el paso. Su corazón latía fuertemente contra su pecho, sinceramente no sabía si se debía a la excitación o de tanto correr, probablemente las dos. El detective consultor logró esbozar una sonrisa y siguió corriendo, desviandose del camino para subir por unas colinas, a John le costó seguirle de cerca. Siguieron corriendo, subiendo y bajando las colinas, hasta ver a lo lejos y entre la niebla....Niebla a esta hora? Eso si que extrañó a John, y un poco a Sherlock también; pero a lo que decía, vieron a lo lejos y entre la niebla, unos grandes y oscuros edificios. La pareja se intercambió una sonrisa de emoción y se dirigieron corriendo hacia allí.

Cuando llegaron a la reja que rodeaba el lugar, con varios avisos de "Zona peligrosa" "No pase de esta área" y cosas asi, lo primero que hicieron los dos fue alzar la cabeza y ver el enorme e imponente edificio, Vawcrid la fábrica de ácido. En los techos que bajaban como escalera en un edificio habían varias chimeneas, que echaban vapor, no humo. Osea que estaba en funcionamiento, lo que sea que hicieran ahí. Varios campos de andamio y máquinas a las afueras también estaban encendidas, y tubos de enorme anchura conectaban esas máquinas con el primer edificio cercano. Las puertas y ventanas estaban completamente cerradas, tampoco habian guardias a la vista; bueno, tampoco era que lo necesitaban, a esa fortaleza era prácticamente imposible de entrar sin generar un buen plan antes de hacerlo. Los ladrillos de las edificaciones eran oscuros, sucios, casi del todo negros, y las pocas ventanas que se lograban divisar estaban sucias en los bordes, cerradas desde adentro. John miró a su novio pelinegro, ambos aún estando frente la cerca de metal.

-- Sabes que no podremos entrar a no ser que sea la 1 de la madrugada, no?

-- Si, lo sé. Intentemos por ahora algúna otra entrada libre y que los trabajadores no hayan reparado en ella. -- Contestó Sherlock para empezar a subir escalando por la reja. John llamó su nombre, en su tono sabía que era una mala idea, una pésima idea, pero el detective siguió escalando hasta llegar al otro lado. -- Vamos, John! Igualmente esa página nos dijo que nadie salia del edificio antes o después de la una, tenemos bastante tiempo para inseccionar todo. Ven!

-- Sherlock, es...Es....Demonios! -- Se maldigo el doctor con una patada al suelo, y empezó a subir la reja con cuidado de no tocar nada peligroso. Bajó de un salto al otro lado, quejandose levemente del dolor de su pierna. A pesar de que Sherlock le había ayudado bastante en superae su trauma, a veces con esta clase de saltos le seguía doliendo la pierna por su trauma psicológico. El detective fue a ayudarle a levantarse y ambos se giraron a ver los grandes edificios de la fábica de ácido.

-- Vamos, tenemos que darnos prisa. -- Dijo el pelinegro y empezaron a avanzar hacia el edificio principal. John seguía pensando que esto era una mala, una pésima idea al entrar a la fábrica en la hora incorrecta, temía que les sucediera algo malo, pero nadie, ni siquiera él podía detener a un terco, muy terco Sherlock Holmes. Todo estaba completamente silencioso, ni un ruido de las tuberías o máquinas exteriores, como si estuvieran apagadas del todo; solo se oían los sordos pasos de Sherlock y John, que se detuvieron frente a la enorme y oscura puerta. El doctor tragó saliva algo nervioso y se volvió a ver a Sherlock, que tenía todo el ánimo contrario al nerviosismo.

-- Ahora como se supone que vamos a entrar, genio?

-- Es fácil. Observa -- Dijo Sherlock para acercarse a las puertas y buscar toqueteando alguna especie código secreto en el metal oscuro de las puertas. Obviamente se abrían hacia afuera, así que fue a uno de los costados de unas tuberías y empujó fuertemente, hacia mucho ruido al rechinar el metal contra el suelo, y John para que se apresurara le tuvo que ayudar a empujar a la derecha. Al terminar aquello, vieron una trampilla de metal en el suelo, obviamente con seguro, específicamente con un teclado de números, era una especie de código que abría la trampilla. John no le vio mucho futuro de descifrar el código, sin embargo Sherlock esbozaba una sonrisa victorioso. Se agachó y sacó el lente de la lupa de su bolsillo para ver más cerca y más a detalle.

-- Vas a descubrir cual es la contraseña de esta cosa, como hiciste en el caso de la casa de Irene?

-- No me la recuerdes, porfavor. -- Dijo secamente el detective, ya no le respondía los mensajes ya que sabía que le estaba jugando con sus sentimientos desde hace mucho. "La Mujer"....Borró ese nombre junto con Irene Adler desde hace meses hasta ahora que la volvió a recordar. Había descubierto que esa mujer se había fugado con un americano y que había resultado en matrimonio....Bueno, bien por ella. Ahora tenía al hombre de su vida y los casos que eran SU matrimonio. Sonrió levemente al recordar todos los momentos que gastó con John y todo lo que él merecía que le dieran por su increíble lealtad y amor hacia él, de verdad se sentía feliz con él, y con solo eso le resultaba bien. Probó con un primer código, pero le resultó erróneo. Frunció el ceño y observó más a fondo las teclas de los números. El teclado tenía lo tipico:

098
765
432
10 C

Sherlock volvió a probar con el  siguiente código:

"804 61 F"

John frunció el ceño al ver esa F al final. Cuando demonios apareció una F en el teclado? Solamente vio a Sherlock teclear números, nada de letras.

-- Como...Como lo hiciste?

-- Una combinación, John. Normalmente la C significa borrar en las calcuradoras, pero aquí significaba combinar. Oprimí 2 y 3 despues de la C y me dio el 6. Pero no el 6 de 61, sino la F. Esa letra es la sexta del alfabeto.

El doctor lo miró impresionado, alzando las cejas y teniendo los ojos como platos. Jamas se le había ocurrido eso, y menos por cómo Sherlock en si había descubierto el código, pero tampoco quería preguntar y gastar tiempo valioso.

-- Impresionante, Sherlock!

-- No es nada. Ahora tu entra primero.

-- Bien. -- Dijo John para bajar de un salto a la trampilla después de que el detective pelinegro la haya abierto hacia arriba, dejando ver un pasillo unos 3 metros debajo. Las paredes eran de metal, como si fuera un conducto de ventilación, y avanzó gateando. Estaba bastante oscuro, así que sacó su celular y prendió la linterna. Poco después bajó Sherlock, de alguna u otra forma cerrando la trampilla. El doctor no pudo evitar sonrojarse levemente al solo saber que Sherlock estaba detrás, seguramente mirándole también el trasero.

Siguieron gateando por el conducto por varios minutos, John calculó como 6 o 7, cuando vió que el conducto de metal subía en diagonal, estaban cerca a la salida. John se detuvo para mirar atrás, Sherlock se había quedado unos metros detrás de él, mirando fijamente a otro camino por la izquierda, el doctor no pudo descifrar la expresión del detective.

-- Sherlock? Pasa algo?

-- Eh..? No, estoy bien... -- Dijo de manera perdida el detective, volteándose a mirarlo y seguirlo al camino de la salida. John aún lo miraba con cierta inseguridad, pero igualmente siguió subiendo, hasta llegar a la trampilla de la salida. Solo la tuvo que empujar y se abrió, sin ningún tipo de código, afortunadamente. El doctor asomó lento su cabeza y miró alrededor, iluminando todo con la linterna del celular. Menos mal no había nadie ahí, que los hubiera podido verlos. Solo veía por el momento sistemas de tubos y cables en las paredes y grandes contenedores. Salió lento de la trampilla, en cuclillas, se sentía completamente alerta, como esos años en la guerra de infiltración en alguna base enemiga. Sherlock salió poco después de él y cerró la trampilla con silencio. Ambos se levantaron con cautela sin hacer ruido alguno y miraron alrededor. Estaban entre una especie de contenedores negros, llenos de mugre y líquido oscuro. Sherlock intercambió una mirada con John de "ya estamos adentro", y se agachó para salir de ese lugar congestionado por debajo de los contenedores cilíndricos. John le siguió de cerca, y volvió a iluminar al lugar para pasar a un enorme pasillo, lleno de máquinas a los lados que hacían sonidos de gas y echaban este entre alguna abertura. Todo estaba muy oscuro, apenas se podía ver algo por las tenues luces de los techos. Varias escaleras se dirigían a varias plantas y pasillos superiores e inferiores; pero algo le incomodó bastante a John, que era que cuando se acercó a una pared, vio varios vagones de metal, como si fueran esos antiguos de minería, pero tenían sangre...Demasiada, adentro. No el charco, pero si estaba sucio en sangre del interior y aquello le hizo pensar algo macábro sobre este lugar. Sherlock curiosamente se acercó y pasó su dedo por el metal mojado en sangre, obviamente portaba sus guantes. La miró por un buen rato cuando dijo finalmente, algo que horrorizó a John, haciéndolo palidecer.

-- Humana. Es sangre humana.

-- Oh Dios mio...Sherlock, será mejor...

-- Avanzar. -- Dijo el detective sonriendo levemente y se limpió el guante con un pañuelo que sacó de su gabardina y siguió caminando. John lo miró incrédulo desde su puesto, ya tenía ganas de despellejarlo vivo por tanta terquedad, pero solo se limitó a soltar un suspiro con un gruñido y lo siguió. Preferiría estar con Sherlock explorando mas a fondo este lugar, a que estar solo sin saber a donde ir o saber qué les espera.

Siguieron caminando por un buen rato, hasta que de repente, las luces de la cámara donde estaban, se prendieron de golpe, en toda su capacidad, iluminando todo. John se quejó levemente de la intensidad de las luces, hasta que se tapó los ojos con el brazo, bajando la cabeza. Sherlock solo apartó la cabeza entrecerrando los ojos, pero se notaba que tampoco había esperado algo como esto. El detective se volteó para ver que la puerta por donde habían cruzado, se estaba empezando a abrir, así que sintiendo su corazón palpitar fuertemente, tomó la muñeca de John y corrieron a la derecha a esconderse detrás de otros contenedores de líquido, también completamente negros y sucios, pero al menos los escondía bastante bien, ademas de mas sistemas de tuberías y comandos de electricidad. John pudo mirar a través de las aberturas de los tubos, como unas 20 personas, con trajes anti-radiación y unas máscaras de gas puestas, cada uno empujando esos mismos vagones oxidados, pero esta vez no estaban vacíos...Habían personas dentro, todas llenas de sangre, completamente muertas. Habían tantos cadáveres de hombres y mujeres, que se podían ver sobrepasando el borde de los vagones, como una canasta con mucha ropa sucia. John palieció de nuevo, horrorizandose al ver aquella escena. Quería gritar del horror, al menos dar un grito ahogado, pero sabís que si hacia el más minimo ruido lo iban a oir; así que solo apretó con fuerza su puño, tratando de no temblar. Los hombres trabajadores de la fábrica, llevaron los vagones en fila india al comienzo de una cinta transportadora, que subía en diagonal y unos metros siguiendo derecho, se encontraba nada más ni menos que una trituradora, gigantesca, lista para cortar la carne de los cuerpos, para hacer trizas los huesos y órganos vitales. John apretó la muñeca de Sherlock, clara señal de "Vámonos porfavor...Sherlock porfavor, ya me quiero ir de aquí!", pero el detective no dijo ni hizo nada, solo se quedó en su puesto, mirando como los hombres ponían los cadáveres en la cinta, y ésta comenzaba su recorrido hacia la trituradora unos metros más arriba. El doctor bajó la cabeza, frunciendo los labios al oir horrorizado y presa del miedo, como la máquina empezaba a triturar y hacer literalmente picadillo a los primeros cuerpos. Como sangre salpicaba a todos lados, músculos, huesos y órganos eran reducidos a nada, los dientes de las sierras estaban mojadas en rojo, mientras que el siguiente cuerpo pasaba a la atracción. John no podía aguantarlo más, nunca había presenciado algo como esto, ni siquiera en la guerra de Afganistán y tiró de la gabardina de su pareja, ya con los ojos suplicantes y algo cristalizados. Sherlock al verlo así, supo que ya era hora de irse y le hizo un ademán con la cabeza de que lo siguiera, y fueron agachados al sentido contrario de donde estaban los hombres y con el trabajo. Ya lo suficientemente lejos, John se levantó junto con Sherlock y lo miró temblando levemente, susurrándole.

-- A-ahora que hacemos? A donde vamos?

-- A buscar donde tienen al pueblo. -- Le respondió seriamente el detective mientras empezó a caminar por un largo y grande pasillo, John lo siguió de cerca.

-- A qué te refieres, Sherlock? Quieres decir que....Ah...Claro...

-- Exacto. Esos cadáveres son de los pueblerinos de Bodmin Moor, seguramente hay más en cautiverio en alguna parte.

-- Esta bien. -- Dijo secamente John, lamentándose al no poder salir de aquí de una maldita vez, en cambio ahora tocaba salvar a más personas, capturadas en alguna parte de este laberinto infernal. Que bonito.

Empezaron a caminar por el pasillo de la izquierda, bajando unas cortas escaleras para entrar a otro pasillo más corto de altura, pero era tan largo, que ni pudieron ver el final de éste. Al menos estaba iluminado con luces en el techo, pero no se oía absolutamente nada, aquel silencio estremeció al doctor, el único sonido fue el chirrido de la puerta con el suelo cuando los dos entraron. En ambos lados del pasillo habían puertas, todas cerradas, aunque Sherlock y John estuvieron de acuerdo en que no se atreverían a entrar, a no ser...Que en alguno de esos cuartos estuvieran las demás personas atrapadas. Sherlock no tuvo mas alternativa que ir por todas las puertas, abriéndola levemente para poder ver; pero no había nada. Solo grandes instrumentos de tortura, una silla y algunas máscaras en las paredes. No vió nada del otro mundo y fue a la siguiente, a la siguiente, a la siguiente y así consecutivamente. Pero, cuando ya estaban cerca del larguísimo pasillo, empezaron a oír gritos, y las próximas habitaciones no tenían puerta, así que cualquiera podía contemplar lo que sucedía. El detective y el doctor tuvieron que ir trotando a través del pasillo para que no los pillaran tan fácilmente, pero ambos pudieron ver el horror que sucedía ahí dentro.

Siguieron caminando y trotando unos pasillos y cámaras más, cuando cruzaron por dos puertas y finalmente los encontraron. Una caja enorme transparente, en realidad, habían más de 20 hacia el fondo, todas llenas de personas atrapadas ahí, algunas cajas silenciosas, sabiendo que no tendrían esperanza, pero otras cajas se alzaban a gritos, rogando y llorando que los dejaran salir. John se horrorizó una vez más al ver todo esto, y fue a la primera caja, donde las personas, hasta niños habían entre los adultos, los miraron perdidamente, sin esperanza o ánimo alguno. Cabe decir que la habitación estaba completamente oscura, excepto por las luces verdes de las máquinas que mantenían cerradas las cajas. El doctor alumbró la caja con la linterna de su celular y llamó a Sherlock con un susurro, el mencionado solo se limitaba a mirar alrededor, impresionado. El detective al ser mencionado, va con su pareja a ver como se abrían estas cajas para dejar salir a los pueblerinos.

-- Ya veo que la salida no es este lado de la caja...Tiene que ser en algún otro de los 3. -- Susurraba el pelinegro rizado, mirando la pequeña máquina y viendo que solo se desbloqueaba con código táctil. Ahi si que podía hacer poco, pero al menos intentaría algo. John caminaba de un lado a otro, mirando muy angustiado y tenso a Sherlock, con el temor y presión gigante en el pecho de ser pillados, capturados, torturados y que sus cadáveres pasaran por esa trituradora! Soltó un suspiro tembloroso, tenía que calmarse y que el pánico no lo domine, en especial en un momento tan crucial como este. Se giró en redondo al sentir algo detrás suyo, pero no vio nada, más que las cajas con personas y el pasillo oscuro. Volvió a ver a Sherlock, que miraba el lado inferior de la caja y fue con él nerviosamente.

-- Sherlock, que has descubierto?

-- Algo grave...La caja solo se abre de este lado inferior, y el pasillo no es lo suficientemente ancho para que la caja se volteara y dejara salir a las personas.

-- Entonces, tenemos que idear... -- John fue interrumpido por un fuerte grito acompañado primero de uno ahogado, al ser apuñalado por una hoja afilada de un cuchillo en la pierna por un hombre, seguramente un trabajador de la fábrica, que Dios sabe cuando o de donde salió para atacarlos. Sherlock se volteó rápidamente y miró estupefacto la escena, para inmediatamente hervir en furia y propinarle al atacante un fuerte puñetazo en el estómago que lo mandó al suelo. El detective no reparó en su pareja por un momento mientras pateaba y golpeaba con furia descargada al hombre, gritándole malas palabras y otras amenazas a muerte, pero ya no era necesario, porque con el mismo cuchillo con el que apuñaló a John, Sherlock se lo clavó una y otra, y otra, y otra vez en el mismo lugar donde le dio el primer golpe, en el estómago y después, de un tajo limpio y furioso, le cortó el cuello y el cuerpo inerte del hombre cayó al suelo como un fardo, desangrándose rápidamente.  Sherlock se volteó de nuevo para ver a John en el suelo, tapándose la herida con sus manos ya mojadas en sangre y quejándose alto del dolor, retorciéndose. 

-- John! -- Fue corriendo donde él y miró muy preocupado la herida, que sangraba cada vez más y John se ponía cada vez más pálido y le costaba ya respirar. -- Esta bien, esta bien...E-eh...Ya, ya tranquilo, lo solucionaremos, te curaré! -- Dijo nerviosamente el detective, mirando alrededor, no tenía absolutamente nada para curar su herida, ni unas míseras vendas. Sherlock empezaba a desesperarse, cuando se desató la bufanda del cuello y la envolvió como pudo del temblor de sus manos en la pierna de John, que dejó escapar otro grito de dolor. No podía más...Sentía que se iba a desmayar de lo doloroso que era esto y la pérdida de sangre. La bufanda rápidamente se mojó de rojo, aunque lentamente fue dejando de sangrar, ya que Sherlock se rasgó un trozo de su camisa para usarlo también como venda y envolversela en la pierna. Al menos aquello logró detener levemente la hemorragia, pero tenían que actuar deprisa y salir de ahí, así que Sherlock cargó en brazos suavemente a John, sin querer causarle mucho daño y en ese momento las luces se encendieron de golpe, cegando por un momento a la pareja, mientras una ruidosa alarma sonaba por los parlantes de cada cámara de la fábrica. Sherlock partió corriendo de ahí, cargando a su pareja que se quejaba del dolor y pegaba su cara contra su pecho, muy adolorido y pálido.

El detective fue a otra cámara donde guardaban esa clase de contenedores, en el primer piso de la fábrica y miró alrededor, frenético y desesperado por encontrar una salida. No iba a perder a John en este edificio...Claro que no, él era fuerte y podía sobrevivir. Se giró en redondo y dando un leve respingo, con el corazón golpeandole contra las costillas, al sentir un golpecito en su hombro, de una persona que estaba detrás suyo. Vio que era un hombre trabajador de la fábrica y se apresuró a retroceder, dejar a John sobre unas cajas para que descansara y sacó su arma de su bolsillo, apuntando al hombre.

-- Apártate! Apártate, maldita sea!

El hombre alzó los brazos y sacudió las manos en señal de negación, junto con su cabeza. Sherlock sabía bien que decía "no me dispares, no te voy a hacer nada", con esas señas, pero no le quitó el arma de encima. El hombre siguió cubriendose con los brazos frente suyo, hasta que se produjo un total silencio. Después, hizo otras señas para que lo siguieran, que podían confiar en él, sin embargo, Sherlock quitó el seguro de la pistola, aún apuntándole.

-- Solo nos llevarás con los demás a que nos maten. A no ser que quieras morir con una puta bala en tus sesos, te recomiendo que dejes de moverte!

-- P-porfavor....Confía en mí, Sherlock.

El detective frunció el ceño, apretando un poco el dedo en el gatillo, al ver que ese tipo sabía su nombre, sin embargo, John alzó un brazo débilmente a él, diciendo con voz muy débil que no le disparara. Con ello el pelinegro se extrañó más y miró que el trabajador se empezaba a quitar la máscara de gas, dejando ver su rostro verdadero. Ante aquello, John y Sherlock abrieron los ojos como platos, incrédulos, pasmados, incluso éste último bajó un poco el arma; Gregory Lestrade los miraba sonriendo levemente, serio a la vez, tirando la máscara al suelo.

-- Heh...A que no te lo esperabas?

Sherlock miró muy sorprendido e impactado a su compañero, sin decir absolutamente nada en varios segundos, apretando su mano sobre la pistola. John también estaba demasiado impresionado.

-- Qué estás haciendo aquí?

-- Sherlock, yo...

-- Eres uno de esos bastardos? Del lado que nos intentaron matar, es en serio, Lestrade?! 

-- Que? No! No es lo que piensan, yo...

-- Te juro que te mato, maldito desgraciado de mierda! -- Gritó enfurecido el detective, alzando su arma hacia él, con el rostro crispado de furia. 

Gregory levantó de nuevo las manos, en señal de que no lo hiciera y tambien de impotencia.

-- Sherlock no! No soy uno de ellos, si tan solo escucharas...

-- Escucharte, a tí?! Se supone que deberías estar en Londres con Mycroft con tu estúpido papeleo y tontos casos fáciles, nos dijiste que John y yo podríamos encargarnos de esto y ahora te entrometes con esto?! Joder, a no ser que quieras una bala en tu putos cesos será mejor que hables ahora! -- Repitió lo último, gritando con furia cada palabra, aún apuntandole. La alarma seguía sonando y ya se oian gritos y pasos corriendo hacia ellos. Sin embargo, Greg se mostraba suplicante por que lo escucharan.

-- Porfavor los dos, dejenme ayudarles a salir! No tienen idea qué es este lugae todavia y lo he visto, dejenme mostrarles la salida...

Sherlock le iba a volver a gritar hecho una bestia furiosa, pero un brazo de John lo detuvo, y miró a su pareja confundido, pero a la vez aun muy enojado.

-- Sherlock...T-tenemos que salir...

-- Tsk, bien. Pero tú, Lestrade, te vienes con nosotros. -- Dijo frio y brusco, sin dejar de apuntar al inspector detective y fue a cargar nuevamente a su pareja, guardando el arma. Lestrade fue con ellos, obviamente manteniendo cierta distancia entre ellos y les enseñó la salida. Sherlock lo siguió mirando de forma asesina y lo siguió por detrás, completamente desconfiado. Cruzaron varios pasillos para finalmente llegar cerca de una esquina, sin salida y aquello enfureció más al pelinegro.

-- Idiota, solo nos mandaste a una ruta sin salida!

-- No es cierto. -- Le contestó seriamente Gregory y fue a abrir el compartimento de la ventana, que estaba camuflada en la pared. Con un clavo, desactivó la máquina que bloqueaba la ventana, lo apartó del marco de ésta y la abrió entera, mirando después a la pareja, seriamente.

-- Ya....Aun así desconfio totalmente en ti. -- Dijo friamente Sherlock, yendo a la ventana y la atraviesa con cuidado por John, que se quejó levemente del dolor. Bajó de un salto, y vio que literalmente ya estaban afuera de la fábrica, estaba anocheciendo, y miró de reojo a Lestrade, que bajaba con ellos. -- Qué haces? No te vas con nosotros. --

-- Asumo que quisieran una explicación, además, puedo ayudarte con la herida de John.

Sherlock soltó un suspiro pesado a regañadientes. En primer lugar, si quería la explicación del inspector de porqué carajos estaba aquí. En segunda, la herida de John....No podía hacerlo solo, y en este lugar ni conocidos tenía, excepto a Lestrade, que ya le parecía un traidor después de todo esto. Miró al hombre peliplateado acercarse a ellos, con el semblante sereno y amable de siempre, pero los tres sabian que se tenian una gran desconfianza por ahora. Sherlock se volteó a ver a John en sus brazos, que ya parecía peso muerto, pálido y con la cabeza acostada a un lado. Aquello preocupó y asustó bastante al pelinegro.

-- John? John, despierta! -- Dijo sacudiendolo levemente, pero no resultó.

-- Será mejor darnos prisa, tenemos poco tiempo. -- Dijo Lestrade para empezar a correr por las colinas a la cabaña donde se quedaban Sherlock y John. El detective no tuvo mas alternativa que seguirlo, cargando a su novio inconsciente en brazos, aunque algo mas le angustiaba. La máscara de Lestrade, él la dejó en el suelo para revelar quién era. Si los trabajadores eran lo suficientemente inteligentes, podrían encontrarlos con solo esa máscara y el compartimento de la ventana abierta.

Sherlock por primera vez en la vida, deseó estar equivocado.

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