74
El amor es mi religión, pero él era mi fe.
Algo tan sagrado, tan difícil de reemplazar. Enamorarme de él fue como caer en desgracia.
Todo envuelto en uno, él era tantos pecados juntos.
Habría hecho cualquier cosa, todo por él.
Y si me preguntas, lo volvería a hacer.
No hace falta imaginarlo, porque sé que es verdad.
Dicen que todos los chicos buenos van al Cielo, pero los chicos malos te traen el Cielo a ti. Es automático, es lo que hacen.
HEAVEN. Julia Michaels.
“Oí el rumor de que éstos alfas son extremadamente... dominados por unos mandilones omegas.”
A pesar de las circunstancias, la celebración concluyó sin contratiempos y, lo que es aún más importante, todos salieron ilesos.
Nadie se ofreció por propia voluntad para ir en busca de Jungkook; ellos optaron por enviarle un mensaje en el que le pidieron que, una vez se sintiera calmado, respondiera a sus compañeros, asegurándoles que estaba bien, en perfecto estado y, sobretodo, sin ninguna orden de alejamiento impuesta por Park Bogum. Basándose en la forma en que ese hombre inundó la sala de estar de Hoseok con sus feromonas en cuestión de minutos, solo para despedirse de manera abrupta y apresurada, claramente dominado por los instintos más primitivos e impulsivos de su lobo, todos estaban demasiado preocupados de que pudiera meterse en problemas horas antes de su exhibición de boxeo.
Cuando todos regresaron a casa tras la celebración de cumpleaños de Hyunjin, Yoongi, en contraste con lo que sus compañeros esperaban, decidió tomar una ruta diferente hacia un bar callejero situado a pocas cuadras del complejo de departamentos donde residían su omega y el hermano de éste, no sin antes dejar su automóvil en el estacionamiento interno del edificio. Yoongi no era imprudente como para embriagarse y conducir, por lo que solo lamentaba un poco verse obligado a moderarse para recordar la dirección correcta.
Le tomó aproximadamente una hora y media llegar, entre tropezones y tambaleos. Cuando finalmente consiguió arribar al departamento que compartían ambos hermanos, cerca de las dos de la madrugada, comenzó a tocar el timbre con insistencia hasta que Namjoon, con el cabello desordenado, los ojos entrecerrados por el agotamiento y visiblemente malhumorado, decidió abrir la puerta. El fuerte olor a somaek —una mezcla de cerveza y soju— llenó el ambiente, causando que el mayor se sintiera ligeramente mareado, aunque rápidamente recuperó la lucidez. Yoongi le dedicó una sonrisa traviesa.
— ¡Señor que vive con Wandita! —exclamó, elevando la voz y sobresaltando a su cuñado—. Hmm, ¿Jimin está... contigo? —preguntó, balbuceando y tambaleándose ligeramente.
Namjoon lo observó con clara desaprobación, su ceño fruncido reflejando la molestia que sentía. No podía evitar lamentarse por haber abandonado su cama cálida, suave y reconfortante tras una agotadora jornada en el hospital, solo para encontrarse con la pareja de su hermano menor en un estado de ebriedad tan marcado que parecía dificultarle mantenerse de pie y derecho frente a él.
—Oye, mocoso, son las dos de la madrugada —le indicó, señalando su reloj de pulsera. Yoongi soltó una carcajada que llegó hasta su omega en la habitación—. ¿Qué haces aquí? —comenzó a cuestionarlo—. ¿Consideras apropiado venir en estado de ebriedad a ver a tu omega encintado a estas horas? Para tu información, esta es una casa decente. Y, francamente, no me importa que seas el padre de mis futuros sobrinos, debes ser respetuoso y educado, y no presentarte en nuestro hogar en tales condiciones.
Jimin hizo su aparición entonces, vistiendo un pijama de seda blanco combinado con unas pantuflas de Bob Esponja, y un antifaz que despejaba su sedoso cabello. Al escuchar la conversación, no pudo evitar esbozar una sonrisa ante la escena. Yoongi, con una expresión de desconcierto, dirigió su mirada a su pareja y fijó sus ojos en el abdomen que, con el paso de las semanas, había comenzado a hacerse notorio bajo las prendas de Jimin.
— ¿Huh? ¿Por qué Wandita no me dijo que seríamos padres? —preguntó, haciendo un puchero, con el rostro más enrojecido que nunca—. ¡Pero somos muy jóvenes!
—Sí, lo mismo nos preguntamos en ambas familias, pero llegaste cinco meses tarde —suspiró Namjoon.
Jimin, sintiendo una ternura nostálgica al ver a Yoongi completamente embriagado por segunda vez en su vida —estado que le recordaba la fiesta de Halloween donde todo comenzó— acarició su vientre abultado y se acercó a su alfa, aferrándose a su brazo para guiarlo hacia el interior del departamento, todo bajo la mirada decepcionada de su hermano mayor.
— ¿Necesitas ayuda, Diminnie?
«¿Para deshacerme de él o para llevar al padre de mis hijos a la habitación?», fue el pensamiento inmediato del omega.
—No te preocupes. Puedo manejar a este idiota, hyung. Por favor, vete a descansar y lamento el escándalo —respondió Jimin, intentando que su sonrisa no se convirtiera en una mueca mientras trataba de tranquilizar a su hermano.
Poco se sentía perturbado o incómodo ante aquella situación; de hecho, las carcajadas parecían atoradas en su garganta, retenidas solo para mantener una fachada adulta frente a Namjoon, ansiosas por liberarse una vez dentro de su habitación. ¿Quién no había experimentado esa sensación en la que cada pensamiento y emoción, amplificados por la embriaguez, se transformaban en una frase, una confesión, o una risa involuntaria? La euforia del momento lo empujaba a compartir más de lo debido, revelando secretos bien guardados y expresando sentimientos que su pobre omega encintado preferiría mantener ocultos. No obstante, en los ojos de su alfa brillaba una chispa traviesa, y Yoongi no podía evitar que las palabras fluyeran de su boca sin filtro alguno en ese instante.
—Aigo~ Nuestros cachorros. Aún recuerdo nítidamente cómo fueron concebidos —dijo Yoongi, su voz entrecortada y ligeramente desordenada debido a los efectos del alcohol. Aunque su discurso era algo incoherente, la sinceridad de sus palabras era innegable, demasiado para el propio gusto de Jimin, a quien Yoongi volteó a ver. Añadiendo después—: ¿Le comentaste a tu hermano lo bien que la pasamos en ese hotel de cinco estrellas? —Hubo una risa de forma involuntaria—. Toda la noche haciendo que montaras mi…
—¡Cállate, imbécil! —Jimin le cubrió la boca rápidamente, alterado—. Hyung, sólo está balbuceando —atinó a decir debido a los nervios del momento—, no le hagas caso.
Namjoon suspiró, una mezcla de exasperación y cansancio evidente en su rostro.
—Yo sé cómo hicieron a esos bebés que portas en tu vientre, Diminnie. Mierda, de todas maneras, yo no quería saber eso. Santo Dios, iré a dormir.
El ambiente se impregnó de una incomodidad palpable mientras Namjoon se daba la vuelta, murmurando para sí mismo. La situación oscilaba entre lo cómico y lo embarazoso, algo que Jimin deseaba concluir lo más rápido posible. Observó a su hermano retirarse, el cansancio reflejado en cada uno de sus pasos, mientras Yoongi seguía sonriendo tontamente.
Jimin lo miró con una mezcla de amor y frustración en sus ojos. Sabía que Yoongi no tenía la intención de causar problemas, pero el alcohol lo convertía en alguien mucho más desinhibido y, en ocasiones, imprudente, revelando detalles íntimos como la manera en que Jimin montaba con tanta destreza, destruyendo por completo la imagen de buen chico que Namjoon tenía de él. ¡Santo Dios, no tenía idea de cómo podría mirarlo a los ojos por la mañana!
—Vamos, pedazo de estúpido —dijo con un suspiro, sus pómulos encendidos por la vergüenza, tomando nuevamente a su pareja del brazo y guiándolo hacia su habitación—. Es hora de que te acuestes, o te juro que te lanzaré por la ventana por haber revelado que jugamos al vaquero en ese bendito hotel de cinco estrellas.
Yoongi soltó una suave risa y se dejó llevar sin resistencia, con movimientos torpes y la mente nublada. Jimin lo acomodó en la cama con cuidado, arropándolo como si fuera un niño, y observó cómo sus párpados comenzaban a cerrarse, finalmente cediendo al sueño. ¡Por fin, el cabrón cerraría la boca!
Solo había un problema. O quizás dos.
No disponía de una cama espaciosa; apenas si tenía suficiente espacio para él y su prominente abdomen de cinco meses, y ahora Yoongi ocupaba casi toda la superficie, dejándolo sin muchas alternativas. Aunque si arrastraba a ese hombre hacia un lado para acomodarse a su lado, era probable que no lograra encontrar una posición cómoda. Jimin solía moverse constantemente en la cama, buscando diferentes posturas para sobrellevar el peso de ambos cachorros.
—Lo... lo siento. Sé que estás despierto y... mirándome —murmuró Yoongi de repente, abriendo un ojo con esfuerzo para comprobar que, efectivamente, Jimin estaba sentado en una pequeña esquina de su cama—. No quería... causarte problemas.
— ¿Ahora resulta que un espíritu extraño te ha poseído y te ha hecho reflexionar sobre tus actos? —replicó Jimin, sin poder evitar una ligera queja—. Tú y tu lengua suelta me han hecho pasar vergüenza frente a mi hermano mayor —añadió, aunque su tono era más afectuoso que recriminatorio—. Esta tontería te costará muy, muy caro —le advirtió, entrecerrando los ojos.
—Lo lamento, supongo que me dejé llevar por el alcohol y terminé confesando cosas que no debía —admitió Yoongi mientras mordía su labio inferior para contener la risa, bajando la mirada con un rastro de arrepentimiento en sus ojos—. Pero... no mentí —dijo, deshaciéndose de las mantas para poder sentarse cerca de su omega, rodeándose de su fragancia natural antes de arrebatarle un beso—. Montas de maravilla, Park Jimin.
—Nuestros hijos están escuchándote, tonto de F4, cuida tu lengua —lo reprendió Jimin suavemente, aunque una leve sonrisa se dibujaba en sus labios. Quizás podrían...—. O al menos deberías hacer un mejor uso de ella, ¿no te parece?
—Encontraré el momento perfecto para llevarte de nuevo a ese hotel —prometió Yoongi, levantando la vista para encontrarse con la de Jimin, su determinación evidente a pesar de su estado—, porque se ha vuelto una necesidad insaciable que vuelvas a montarme.
Jimin suspiró complacido al sentir una corriente eléctrica recorrer su cuerpo, provocada por la traviesa mano de Yoongi que exploraba su entrepierna.
—Hazlo —suplicó con desesperación, anhelando mayor contacto mientras colocaba una mano sobre el pecho de su pareja, impulsando su cuerpo hacia la cama. Sin perder tiempo, se montó sobre sus piernas, y Yoongi lo recibió con el más profundo deleite—. Cógeme —exclamó la voz de omega—. Prometo que seré silencioso —aseguró mientras se balanceaba sobre el alfa—, pero necesito sentirme lleno de ti.
El omega se contuvo con todas sus fuerzas en el instante en que logró lo que deseaba: sentir a Yoongi penetrando su interior, llenándolo, su lubricante derramándose a cada embiste brusco sobre su cuerpo, jadeando y suspirando cerca de su oído. Los colmillos de Yoongi se hundieron en la marca, renovándola en múltiples ocasiones durante el éxtasis de un orgasmo abrumador e intenso. Jimin quería romper sus cuerdas vocales gimiendo, también llorar de placer y entregarse completamente, pero la consciencia de que su hermano mayor estaba cerca lo frenaba de manifestar abiertamente cada deseo que surgía en su mente.
Mañana mismo debemos revisar la lista de departamentos, pensó Jimin, refiriéndose a su urgencia de encontrar un lugar propio, lejos de posibles oídos curiosos, evitándole traumas a su pobre hermano mayor o a la familia Min. En serio, fue una auténtica tortura y una injusticia que me dieras la mejor cogida de mi vida y no poder expresarlo como me hubiese gustado, confesó a través de su lazo, notando que se sentía distinto, más íntimo y sensible, como si algo nuevo y profundo hubiera florecido entre ambos. Sus cachorros se removieron y fue allí que lo descifró: Yoongi y él habían creado una conexión única y permanente con los mellizos.
“Santo Dios, eres demasiado directo. Jimin, no pienses en eso y duerme,” le comunicó, acurrucándose en posición de cucharita para que Jimin pudiera descansar cómodamente con su abdomen.
Oye, no, espera...
“Duérmete.”
Pero no tengo sueño.
“Duérmete.”
Estás tímido por lo que dije antes. Pero no mentí; fue la mejor y más increíble cogida que he tenido en mi vida.
“Ya entendí. Ahora, por favor, duérmete,” insistió Yoongi una vez más.
Todavía tienes todas tus habilidades intactas, a pesar de la lesión en tu hombro. Mis piernas aún están temblando.
“Cállate.”
Mierda, no usamos protección.
“Bueno, al menos ya sabemos el resultado del test de embarazo. Seremos padres, felicidades”, respondió Yoongi con tono burlón, aferrándose aún más a su omega.
Ah, ¿te parece gracioso?
“Sólo cuando quiero molestarte, cariño. Te amo.”
Ugh, descansa, te amo.
Las constantes respiraciones pesadas de Jungkook despertaron una profunda preocupación entre los miembros de su familia, quienes, durante un inusualmente silencioso desayuno, intercambiaban miradas inquietas y se preguntaban qué pensamientos perturbadores podrían estar invadiendo la mente del miembro más joven de la familia. Mientras masticaba los alimentos servidos en la mesa, su mandíbula trabajaba con una intensidad innecesaria, evidenciando la tensión que lo consumía.
La señora Jeon, sentada al otro extremo de la mesa, observaba a su hijo menor con creciente angustia. Los aromas que emanaban del alfa eran una mezcla de amargura y veneno, impregnando el comedor con una presencia opresiva. Preocupada, intercambió una mirada con Joongki y su esposo, quienes, con un simple gesto de cabeza, le sugirieron no prestarle demasiada atención, confiando en que el malestar pasaría pronto. Sin embargo, como madre, ella sabía que Jungkook estaba sumido en sus pensamientos más oscuros, y sentía que, aunque enumerar las posibles causas de su malestar no le devolviera la paz, era lo único que podía hacer en tanto esperaba que él estuviera listo para compartir lo que le afligía.
De repente, Jungkook se levantó de la mesa, tomó su bolso deportivo y, con la misma determinación sombría, cargó su mochila repleta de material de estudio sobre sus hombros, preparándose para salir sin decir una palabra.
Jungkook se detuvo en la entrada del comedor, respirando profundamente antes de dirigirse a su familia:
—Debo irme.
—Ten un buen día y, por favor, no sobreesfuerces tu cuerpo antes de tu exhibición de esta noche, Jungkook-ah —le advirtió su madre con ternura, preocupada por su bienestar.
—Créeme, no lo haré —respondió él, con una mezcla de firmeza y afecto. Ante la mirada insistente de su madre, Jungkook se aclaró la garganta y añadió con mayor convicción—: Lo prometo, mamá.
Con un leve gesto de resignación, rodó los ojos por un instante, antes de tomar las llaves de su automóvil y salir hacia la ciudad. Condujo hasta llegar al gimnasio de Sunghoon, donde estacionó y se dirigió hacia la entrada con pasos decididos. Aún resonaba en su mente la falta de información sobre el nombre de su oponente para esa misma noche, un detalle que Sunghoon no le había revelado. El mensaje que recibió a las seis y media de la mañana, solicitándole que pasara por el gimnasio, había añadido un toque de urgencia a su ya cargada agenda.
—Un poco tarde para esto. Estoy cansado de tanto misterio —dijo Jungkook al entrar al gimnasio, con un tono de ligera impaciencia—. Por favor, dímelo de una vez, porque ya voy tarde a la universidad —mintió, intentando esconder su verdadera urgencia: encontrarse con su omega antes de que este regresara a clases—. ¿Tienes el nombre? —preguntó sin rodeos, deteniéndose frente a Sunghoon.
Sunghoon, quien había estado observando a su estudiante favorito con una mezcla de diversión y curiosidad, dejó a un lado las pesas que estaba levantando. La expectación en los ojos de Jungkook era palpable, y el entrenador no pudo evitar disfrutar de ese momento.
—No te quitaré mucho tiempo —comenzó Sunghoon, acercándose a él con una calma que contrastaba con la impaciencia del joven alfa—. Es un estudiante mío desde hace un año, y es bueno. No tanto como tú, pero tiene su mérito —aseguró, observando de cerca a Jungkook. Notó de inmediato un cambio en el ambiente; la energía de Jungkook era tensa, casi opresiva, y el entrenador sintió un escalofrío que le erizó la piel—. Su nombre es Park Bogum.
Jungkook experimentó una detención casi total del mundo a su alrededor al escuchar el nombre de Park Bogum. En ese momento, la incredulidad lo invadió, dejándolo estupefacto mientras sus pensamientos se agolpaban en un torbellino de confusión interna. ¿Cómo era posible que el destino lo confrontara con el hombre que había causado tanto sufrimiento a Taehyung?
A pesar de la furia que arde en su interior, Jungkook sabía que debía mantener la compostura. La opción de renunciar nunca había estado sobre la mesa, pero ahora contaba con una motivación aún más poderosa que su propio orgullo: vengar a su omega, protegerlo de las sombras de su pasado y demostrarle que no estaba solo. A medida que la adrenalina comenzaba a recorrer sus venas, se comprometió a sí mismo a no permitir que Bogum prevaleciera, especialmente después de todo lo que había hecho, tanto en el pasado como en su relación actual con Taehyung.
La concepción de aquella pelea de boxeo como un simple espectáculo de exhibición se desvaneció por completo. Ahora, el odio lo corrompía por dentro, y en su mente solo permanecía una imagen nítida: la de un Bogum destruido, con el rostro desfigurado por sus golpes, hasta que sus propios nudillos sangraran.
—De acuerdo, nos vemos luego, hyung —se despidió, inclinándose en un saludo formal antes de retirarse.
No se permitió reflexionar sobre cómo comunicaría a Taehyung la identidad de su adversario. Simplemente se dirigió hacia la universidad, permitiendo que una cuidada selección de canciones ocupara su mente, con el objetivo de que esos minutos en el automóvil no se convirtieran en una tortura.
Dado el ajustado calendario de las últimas semanas, con Jungkook finalizando sus prácticas hospitalarias y Taehyung inmerso en sus estudios para la tesis final, ambos habían acordado encontrarse unos minutos antes de comenzar sus respectivas actividades. Aunque este tiempo compartido era valioso para ellos, la situación resultaba frustrante para Jungkook, quien anhelaba más de lo que esos breves encuentros podían ofrecer.
Una vez que el portero escaneó su identificación estudiantil, Jungkook avanzó rápidamente, sin preocuparse por buscar a su omega, ya que los aromas distintivos de Taehyung lo guiaron directamente hacia él. Al entrar en su campo visual, Taehyung se levantó de su asiento con una sonrisa que iluminó el mundo de Jungkook y lo abrazó con afecto, depositando un beso sobre sus labios mientras su pareja lo sostenía de la cintura con ambas manos.
— ¿Cómo ha comenzado tu día, cariño? —preguntó el alfa, intentando mantener la conversación en un tono ligero, al igual que el ambiente, para evitar que su amado sospechara de la ira que lo consumía internamente.
— ¡Ha sido espectacular! La señora Kang se puso en contacto conmigo porque ya tiene listos los papeles de adopción.
Oh... Jungkook había olvidado completamente ese detalle y se sintió un poco torpe por ello.
Semanas antes, Jungkook había desarrollado una necesidad, o más bien un capricho, de convertirse en padre... ¡Es decir, padre de un cachorro real, uno que deseaba que acompañara a Yeontan, el ostentoso, delicado y algo aburrido perro pomerania de su omega! Aunque, ciertamente, entendía que Yeontan era un completo consentido debido a sus problemas de salud, que imponían numerosos límites a la hora de jugar.
Sin embargo, su deseo de tener un cachorro era firme. Posiblemente enfrentaría problemas con su familia, dado que, desde que tiene memoria, nunca hubo un animal doméstico correteando por su hogar. Sus padres no eran aficionados a la crianza de animales, razón por la cual se mudaron de su natal Busan para establecer sus propias empresas en la interminable y desafiante Seúl.
Pocas horas antes de enviar a su pareja una invitación para su exhibición de boxeo, Jungkook había investigado exhaustivamente sobre la crianza adecuada de mascotas, así como sobre refugios de animales confiables y había comprado en internet todo lo necesario para la comodidad de su futuro cachorro. Tras realizar algunas consultas, se puso en contacto con la señora Kang, recomendada por Eunhyuk, quien cuatro años atrás había adoptado un Mastín Napolitano rescatado por la mujer de la carretera, para agendar una cita, a la cual Taehyung lo acompañó al día siguiente.
—La señora Kang... Hmm, pero yo estaba interesado en adoptar un perro, ¿por qué te contactó a ti? —preguntó, sonriendo mientras mantenía su mirada fija en los ojos color miel de su pareja, que siempre solía afirmar reflejaban destellos dorados bajo la luz, como si en su interior ocultaran chispas de sol.
—Ella me informó que intentó comunicarse contigo. Te envió correos que no leíste, por lo que acudió a mí, ya que tú mismo le proporcionaste mis datos de contacto. Supongo que, en el fondo, sabías que no puedes tener el teléfono encima por mucho tiempo porque te da alergia —murmuró suavemente sobre sus labios antes de atraparlos entre sus dientes de manera juguetona, provocando una risa aún mayor en su alfa—. Apenas me respondes a mí.
—No se trata de eso; soy un poco distraído con esas cosas, y lo sabes perfectamente. Además, prefiero evitar generar una adicción y dependencia. He observado casos así en psiquiatría durante mis rondas —comentó con una expresión de horror, logrando que su sonrisa rectangular, que tanto apreciaba, apareciera. Temía que ese encanto se desvaneciera si mencionaba a Bogum y revelaba que sería su contrincante.
—Es irónico que pienses así cuando pareces tener una adicción por el karaoke y tu PlayStation —replicó, arqueando una ceja—. Seokjin hyung y mis padres quieren asistir a tu exhibición de esta noche.
Jungkook reflexionó por un momento y, con una expresión divertida, respondió:
—De acuerdo, ahora me siento muy nervioso al saber que tu padre asistirá a la pelea —confesó en un tono bajo, utilizando su acento satoori de manera inconsciente—. Él está familiarizado con este deporte, es un profesional, y estoy bastante seguro de que señalará las áreas en las que necesito mejorar después del combate.
—Puede que sea así, es un hombre exigente —asintió Taehyung, riéndose al recordar la imagen intimidante que su padre había proyectado la primera vez que se conocieron, una imagen que se había quedado grabada en la memoria de su alfa—. Iré a la enfermería un momento —anunció mientras intentaba separarse. Intentaba, porque Jungkook, completamente sorprendido, no lo soltó—. Te veré después, ¿de acuerdo?
—Espera. ¿A la enfermería? ¿No te sientes bien?
En cuestión de segundos, Jungkook comenzó a examinar su cuerpo, perturbado por recordar los supuestos forcejeos entre Taehyung y Bogum poco antes de que Eunhyuk interviniera. Intentó sostener sus muñecas, pretendiendo revisar esa área, pero el omega no dudó en tirar de sus brazos. La reacción lo tomó por sorpresa, y en el momento en que hicieron contacto visual y notó el repentino nerviosismo en su pareja, Jungkook comprendió.
Bogum había dejado marcas en la piel de Taehyung durante el altercado.
Bogum estaba impreso en la dorada y aterciopelada piel de Taehyung.
Bogum se había atrevido a tocar a su omega.
La ira de Jungkook volvió a arder.
«Voy a deshacerme de él. Voy a eliminar a ese maldito hijo de...»
Su violento pensamiento se desvaneció cuando su propio lobo dominó su conducta irracional, activando sus agudos sentidos para escuchar las explicaciones de Taehyung, quien experimentó un escalofrío tras recibir un beso en la mejilla:
—Mañana comienza mi celo. Mi aroma será más fuerte de lo habitual y eso puede resultar algo incómodo. Por esta razón, iré a la enfermería para colocarme mis inhibidores y evitar posibles problemas.
—¿Realmente no necesitas que te acompañe? —ofreció Jungkook, renuente a dejarlo solo. Se sentía terriblemente mal, consciente de que estaba actuando de manera impulsiva. Sin embargo, no podía evitar este comportamiento, especialmente considerando que Jimin, Seokjin y él fueron quienes acompañaron a Taehyung tras su repentino desvanecimiento durante su cita con Jungkook, cuyos verdaderos motivos descubrió semanas después.
—No, tranquilo, yo puedo hacerlo por mi cuenta. Lo único que necesito de ti esta semana es que me consientas mucho, y te advierto que durante mis celos soy insoportable, necio y caprichoso —anticipó con gracia, deslizando su dedo índice sobre el pectoral de su novio—. Aunque no solemos hacer esto, me gustaría que me acompañaras esta semana —pidió Taehyung, dominado por la timidez—. ¡N-no quiero que te sientas presionado, y-yo...!
—Te compraría el mundo si me lo pidieras, Kim Taehyung —afirmó Jungkook, mientras jugueteaba con el piercing en la esquina de su labio inferior, tomando el rostro de su amado entre sus manos—. Lo que sea que desees, solo dímelo y lo conseguiré de cualquier manera. Hmm, y gracias por permitirme estar contigo durante esta época de celo. Sé lo difícil que puede ser —dijo Jungkook, con sus pupilas marrones destellando mientras sonreía genuinamente y acariciaba el cabello de Taehyung.
—Realmente me resulta inconcebible que vayan a dañar un rostro tan hermoso como el tuyo, Jungkook —expresó su omega, con puchero en el labio inferior.
—Estaré bien —aseguró Jungkook, sin elevar la vista hacia él.
Jungkook estaba ajustando sus vendas, concentrado en prepararse mentalmente para el evento que se avecinaba en cuestión de minutos, un tiempo que, en su honestidad, comenzaba a parecer interminable. Deseaba finalizar la exhibición lo antes posible para regresar a casa y disfrutar de su mayor adicción hasta el momento: una leche de banana.
—Jiminnie comentó que el equipo de baloncesto está haciendo apuestas. ¡Oh! Y el hablador de Kihyun está entre ellos, lo que significa que te convertirás en el centro de atención de la universidad durante unos días —comentó, suspirando mientras abrazaba el torso desnudo de su novio. Jungkook comenzó a besar tiernamente el rostro de Taehyung, deleitándose con sus risas.
El momento transcurría de manera encantadora; habían transformado el ambiente en uno íntimo, lleno de ternura y amor. Sin embargo, la calma se vio interrumpida de golpe cuando la puerta se abrió abruptamente, dando paso a una nueva presencia en los vestuarios. La figura se detuvo a varios metros de distancia de ellos y, para romper el intercambio de caricias, hizo un carraspeo.
—Me mentiste, Taehyung.
El familiar aroma repugnante y el tono de voz, mezclado entre burla y coqueteo, que solía provocarle náuseas... nuevamente, se encontraba en el mismo camino que... Park Bogum.
El tiempo pareció detenerse por un momento. Los ojos de Taehyung se abrieron, horrorizados y angustiados, sus labios entreabiertos temblaban mientras su cuerpo intentaba refugiarse en el de su alfa.
Bogum fue el primero en romper el silencio que se había instaurado entre la pareja, observando a su adversario con una sonrisa torcida.
—Veo que eres el famoso Jeon Jungkook del que Sunghoon hyung tanto me ha hablado —comenzó, con una voz cargada de diversión—. No puedo creer que realmente tú seas la nueva pareja de mi antiguo omega —la palabra “mi” resonó con un tono posesivo que encendió la ira de Jungkook—. ¡Oh, lo siento mucho! ¿Taehyung no te comentó nuestra historia?
—Depende de a qué parte de la historia te refieras, Park. ¿A tus mentiras o al descaro de marcar a otra persona? —respondió Jungkook, protegiendo a Taehyung con su cuerpo y marcando cada centímetro de él con su aroma.
A Jungkook no le bastaba con crear una barrera de protección mediante sus feromonas; necesitaba que Taehyung exhibiera una mordida, una marca que ahuyentara a cualquier alfa con intenciones ocultas que pudiera cruzarse en su camino. Deseaba que su omega le perteneciera de manera inequívoca, un pensamiento constante en su lobo durante el último mes.
A su lado, Taehyung, aún desestabilizado e impactado por el desafortunado encuentro, sentía cómo un nudo se formaba en su garganta, dificultando cada respiración. La situación le parecía un reflejo distorsionado de una pesadilla que nunca había imaginado vivir, a pesar de que sabía, de alguna manera, que el destino alinearía a ese monstruo que alguna vez amó con su predestinado en un mismo camino, convirtiéndolos en adversarios en una exhibición de la que ahora no había marcha atrás.
En el fondo, comprendía que lo que sucediera a continuación o en los minutos siguientes sobre el ring no estaba en sus manos. Nunca había experimentado un deseo tan apremiante de ocultarse bajo una piedra en alguna de las montañas de su lugar natal en Daegu.
Levantó el mentón y observó el panorama, invadido por una sensación de náusea. En la mirada de Bogum, discernió una burla despectiva, una chispa de malicia que se avivó antes de que él, con una última y arrogante mirada, se diera la vuelta y abandonara el vestuario, dejando tras de sí una carcajada que resonó cruelmente en los oídos de ambos.
Tan pronto como la puerta se cerró tras de él, Taehyung se giró hacia Jungkook, su rostro pálido y su mirada perdida en las baldosas del suelo.
— ¿Por qué no me dijiste que era él? —preguntó, su voz apenas un susurro—. ¿Por qué no me lo mencionaste antes de que llegáramos a esto?
Jungkook, cuya ira burbujeaba justo por debajo de la superficie, levantó la vista hacia Taehyung, con una mirada intensa y completamente desconocida para el omega. Aunque aún percibía cariño y ternura en sus ojos, lo que predominaba en ese momento era una indignación palpable, una molestia profunda y un fuerte deseo de vengarse de Bogum.
Era evidente que la situación era grave, y Taehyung se sintió invadido por un temor profundo: el de que Bogum quedara completamente incapacitado, dado que estaba claro que Jungkook no se detendría.
— ¿Por qué no me informaste sobre lo que ocurrió frente a la universidad? —exigió, con voz dura. El omega deseaba ocultarse nuevamente, pero solo pudo abrir los ojos de par en par, maldiciendo en lo más profundo de su ser a Lee Eunhyuk por haber revelado la información—. Estoy al tanto de todo, Taehyung —murmuró, cargado de ira—. Sé que Eunhyuk te salvó, sé que tuviste un enfrentamiento con ese idiota y que te dejó marcas que has intentado ocultar durante todo este maldito tiempo.
El corazón de Taehyung se hundió al escuchar estas palabras. La realidad parecía desmoronarse lentamente ante él.
—No quería que te preocuparas —murmuró, desviando la mirada ante la intensa y absorbente mirada de Jungkook—. Quería evitar precisamente esto.
— ¿Y qué pensaste que haría cuando me enterara? —replicó Jungkook, su tono reflejando una mezcla de frustración y preocupación—. ¿Qué esperabas que hiciera al descubrir que ese tipo sigue acosando tu vida? Taehyung, no soy tan imprudente como para involucrarme en problemas legales por golpearlo. Pero... —suspiró, separándose de su omega y colocando las manos en la cintura—, ahora que tengo la oportunidad de devolverle un poco de su propia medicina legalmente, no voy a dejarla pasar.
Los ojos de Taehyung se llenaron de lágrimas contenidas. Deseaba gritar, suplicar, hacer que Jungkook comprendiera que esto ya no tenía importancia, que Bogum era finalmente un capítulo cerrado en su vida, aunque la simple presencia de Bogum lo hiciera reaccionar de esta manera.
—No lo hagas —dijo, su voz quebrada—. No te pongas en problemas por algo que ya no tiene relevancia para mí. Mi historia con Bogum es solo eso, una maldita historia que quedó en el pasado. Está en el pasado, Jungkook, y puede irse al infierno, ¿de acuerdo?
Aunque adoraba y seguía a ese omega con devoción, en esta ocasión no podía ceder. Jungkook negó con la cabeza, demostrando a Taehyung que su decisión era firme.
—Para mí sí tiene relevancia, Kim Taehyung —replicó con firmeza—. Me importa porque tú me importas. Y no puedo quedarme de brazos cruzados mientras ese maldito sigue causándote... todo esto. Solo... mírate —Taehyung sollozó—, él se deleita con el hecho de que aún reacciones con pánico ante su simple presencia. Te amo, y realmente lamento que esto sea lo único que pueda hacer, porque si dependiera de mí, lo habría hecho desaparecer para que no tuvieras que sentir miedo o desmayarte del pánico al verlo. Lo siento mucho, pero esta vez no te escucharé.
Taehyung experimentaba una turbulencia de emociones: amor, desesperación, terror. Sabía que no podía detener a Jungkook, pero cada una de sus palabras incrementaba su preocupación por lo que pudiera suceder en el ring.
—Jungkook, por favor, no lo hagas por mí —suplicó, colocando sus manos sobre las mejillas de su alfa en un intento de apelar a su racionalidad—. Detén esta locura. No es necesario, ¿verdad?
En ese momento, el entrenador de Jungkook entró en el vestuario, llamándolo para que se preparara. Jungkook se detuvo y miró a Taehyung con una expresión que combinaba determinación y devoción.
—Taehyung —dijo con voz suave pero firme—, si no deseas estar presente para presenciarlo, te sugiero que regreses a casa. Esta pelea no tomará mucho tiempo; nos veremos en una hora y luego saldremos a comprar muchos snacks y satisfacer todos tus antojos. Por cierto —añadió, carraspeando mientras separaba ligeramente sus cuerpos para tomar las manos del omega y acariciar con su pulgar el anillo que le había regalado—, Eunhyuk se emborrachó en el cumpleaños de Hyunjin y, en su estado, reveló todo. No lo golpees ni tomes represalias. Quizás era algo que iba a ocurrir de alguna manera —dijo mientras volvía a acercarse para rodearlo con sus brazos, cerrando los ojos para derramar lágrimas en silencio—. Si hubiera sido un poco menos cobarde al confesarme en la secundaria, tal vez tú nunca habrías pasado por todo esto. Eres una bendición para mí, y me enfurece que él te haya tratado como un mero juguete.
—Jungkookie... —murmuró, apoyando su rostro en el pecho de Jungkook, quien lo sostuvo de las mejillas con sus manos vendadas.
—Me comportaré de manera ejemplar; seré un buen chico después de esto, te lo prometo —susurró sobre sus labios antes de otorgarle un casto beso—. Debo salir —anunció.
Taehyung lo miró a los ojos, percibiendo el ardor en su interior, y comprendió que no había vuelta atrás. Jungkook estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por él, incluso si ello significaba confrontar un pasado que el omega había deseado dejar atrás después de su desmayo meses atrás. A medida que su pareja se dirigía hacia la puerta, Taehyung experimentó una punzada en el pecho, temiendo las posibles consecuencias de este enfrentamiento. Recordó el momento en la universidad cuando, frente a Jungkook, su comportamiento inusual y la intensidad de sus feromonas le habían causado una inquietud inminente.
Mientras tanto, el gimnasio estaba abarrotado; las luces brillaban intensamente sobre el ring, y la atmósfera vibraba con una mezcla de tensión y expectación. Los murmullos del público se convirtieron en un rugido cuando Sunghoon, con voz potente, comenzó la presentación de los luchadores.
— ¡Damas y caballeros, prepárense para una exhibición que promete ser inolvidable! En la esquina azul, con un récord impresionante y conocido por su velocidad y precisión, el orgullo de este gimnasio, ¡Jeon Jungkook! —Los vítores y gritos de apoyo de sus compañeros de equipo, amigos, y las familias Jeon y Kim resonaron por todo el lugar.
Jungkook ascendió al ring con pasos firmes; su rostro mantenía una serenidad calculada, aunque sus ojos reflejaban una intensidad que pocos podían igualar. Cada movimiento de su cuerpo emanaba fuerza y control, mientras sus músculos y la manga de tatuajes se tensaban bajo la luz. Saludó brevemente al público, encontrándose momentáneamente con la mirada indescifrable de su omega, pero su mente estaba concentrada en una sola cosa: la persona ubicada en la esquina opuesta del ring.
—Y en la esquina roja —continuó el entrenador—, conocido por su técnica y resistencia, ¡Park Bogum!
Bogum ascendió al ring con una sonrisa confiada, recibiendo el aplauso de la audiencia. Aunque su expresión se mantenía relajada, Jungkook percibía la arrogancia en su actitud. No se trataba simplemente de un combate; para Jungkook, era la oportunidad de enfrentarse al hombre que había causado tanto dolor innecesario a su omega.
—Maldición, dime que no es cierto, Taehyungie —murmuró Jimin, inclinándose atónito hacia su mejor amigo.
—Es él, aunque te aseguro que nunca lo supe —respondió Taehyung—. Hice todo lo posible para evitar esto, pero Jungkook insistió en continuar.
—Entonces necesitará una ambulancia.
— ¿Quién? ¿Jungkook?
—No —respondió Jimin con un bufido divertido—, me refería a Bogum. Finalmente, alguien cumplirá mi deseo y romperá cada uno de los huesos de ese miserable, porque, maldita sea, se lo merece más que nadie. ¿Y qué mejor que sea tu hombre quien le dé una lección? Qué excelente entretenimiento, ¿no crees? —Taehyung rodó los ojos, mirando al frente.
El árbitro los convocó al centro del ring. Los dos alfas se enfrentaron con la mirada, sus auras colisionando en un silencio tenso que electrificó el ambiente. Jungkook sentía la ira burbujeando en su interior, su mente inundada con recuerdos de lo que había escuchado sobre Bogum. No había lugar para la duda; este combate no era solo un espectáculo, era personal... muy personal.
— ¡Que tengan un buen combate! —anunció el árbitro antes de retroceder.
—Debiste haber renunciado, no quieres decepcionar a tu omega, ¿verdad?
—Cierra la puta boca y pelea, Park.
El silencio que siguió a la provocación fue ensordecedor. Jungkook sentía el peso de la furia apoderándose de su cuerpo, una furia que había estado reprimida durante tanto tiempo. A medida que se preparaban, expectantes por los próximos movimientos del otro, el odio hacia Bogum crecía, intensificado por la audacia de éste al burlarse de él y al saludar a Taehyung con la intención de provocarlo.
El primer golpe fue propinado por Bogum, quien intentó medir la distancia con un jab rápido. Jungkook lo esquivó con facilidad, respondiendo con un gancho al cuerpo que hizo que Bogum retrocediera. El rugido del público fue intenso, pero Jungkook apenas lo percibió. Su concentración estaba completamente enfocada en su oponente.
— ¡Dale una lección, Jungkook! —exclamó Jimin con una sonrisa, mientras Yoongi fruncía el ceño e intentaba calmarlo por el bien de los presentes.
Otro golpe impactó la mejilla de Bogum, quien, a pesar del protector bucal, jadeó y sobó la zona afectada bajo la sonrisa burlona de Jungkook.
— ¿Qué ocurre, Park? ¿Te duele? —preguntó Jungkook con un tono desafiante.
Bogum soltó una risa amortiguada por el protector bucal.
A medida que el combate avanzaba, Jungkook comenzó a liberar golpes más contundentes, canalizando su rabia contenida en cada movimiento. No se trataba solo de la victoria, sino de hacer que Bogum experimentara una fracción del dolor que Taehyung había soportado. Por su parte, Bogum no se dejaba intimidar. Era un boxeador amateur hábil y no se quedaba atrás, respondiendo con fuerza.
No obstante, Jungkook se mantenía implacable. Cada golpe que lanzaba llevaba consigo el peso de su furia y el anhelo de justicia. Los momentos en los que Taehyung había estado asustado y vulnerable se concentraban en sus puños. Los golpes de Jungkook comenzaron a conectar con mayor frecuencia y mayor fuerza, empujando a Bogum hacia las cuerdas.
En un momento, Bogum intentó contraatacar con un gancho derecho, pero Jungkook lo esquivó con habilidad, contrarrestando con un uppercut que sacudió a Bogum. El impacto hizo que su oponente trastabillara hacia atrás, y en ese instante, Jungkook lo vio: la duda en los ojos de Bogum, la primera señal de que estaba perdiendo su confianza.
— ¡Vamos, Jeon! —exclamó Hyunjin, aplaudiendo, seguido por el resto del equipo.
— ¿Ahora entiendes que seré tu peor pesadilla? —dijo Jungkook, mirando a Bogum directamente a los ojos.
—Oh, esto es perfecto. Ven aquí y continuemos, Jeon —respondió Bogum.
El público estaba enloquecido, animando a ambos luchadores, pero Jungkook apenas registraba el ruido. Su atención estaba completamente centrada en Bogum, y cuando el árbitro finalmente intervino para separarlos momentáneamente, Jungkook experimentó un atisbo de satisfacción al ver que Bogum respiraba con dificultad.
— ¡Rompe las piernas de ese cabrón, Jungkook! —gritó Jimin desde la audiencia.
— ¡Jimin! —reprendió su amigo, que se encontraba a su lado derecho—. Esto podría salir muy mal.
—Entiendo que estés aterrado y enfadado porque no quiso escucharte, pero deberías confiar un poco más en Jungkook. Todos aquí sabemos que lo vencerá, y no hay mayor satisfacción que anticipar que será sacado en una ambulancia, ya que Jungkook está decidido a no detenerse. Aquí todo es legal; no hay razón para pensar que Jungkook se contuvo de buscarlo y darle su merecido.
—Jeon ganará, no te preocupes más, Taehyung —intervino Yoongi en la conversación entre ambos.
—Creo que mi cuñado necesitará mi ayuda pronto —murmuró Jin en tono humorístico, sintiendo cómo Namjoon le apretaba la mano—. Nunca imaginé que algo así pudiera ocurrir, pero realmente agradezco a todos los dioses que mi hermano haya encontrado a alguien dispuesto a hacer todo lo posible para que se sienta tranquilo.
El descanso fue breve. Ambos alfas lo aprovecharon para atender sus heridas y beber agua debido al calor intenso, exacerbado por la cantidad de personas alrededor del ring. Al reanudarse el combate, Jungkook no perdió tiempo y lanzó una combinación de golpes que dejó a Bogum sin respuesta, quien maldecía en voz baja. Finalmente, Bogum se levantó, pero no pasó mucho tiempo antes de que un gancho al hígado lo doblara. Jungkook siguió con un golpe directo que impactó con precisión en la mandíbula de su oponente, enviándolo nuevamente al suelo, jadeando y con dificultades para respirar.
El árbitro comenzó la cuenta. Bogum intentó levantarse, pero sus piernas temblaban y su equilibrio se tambaleaba, al igual que su orgullo, al enfrentar la realidad de su derrota después de haber provocado en múltiples ocasiones a Taehyung y Jungkook. A pesar de sus esfuerzos, no logró incorporarse a tiempo. La campana sonó, y el árbitro levantó el brazo de Jungkook en señal de victoria.
Jungkook, aún respirando con dificultad, observó a Bogum mientras este se recuperaba en su esquina. La furia que lo había consumido comenzaba a disiparse, dando paso a una sensación de alivio. Aunque no había humillado a su adversario, le había dejado claro que no toleraría ninguna injusticia, especialmente si afectaba a Taehyung.
Mientras el público aplaudía, Jungkook dirigió su mirada hacia las gradas, donde sabía que Taehyung estaba observando. No pudo evitar esbozar una sonrisa cansada, consciente de que, aunque había ganado, lo más significativo era que había hecho algo más que simplemente acompañar a su omega en sus difíciles momentos a causa de su experiencia con Bogum. Sentía que había protegido el honor y la dignidad del hombre con el que deseaba compartir su vida, incluyendo una familia, unos anillos, mascotas y pasatiempos.
Sin perder tiempo, se quitó las protecciones. Un leve sangrado comenzaba a manchar el costado de su frente, extendiéndose por su rostro y su cabello húmedo. Se deshizo de sus guantes y caminó con determinación hacia Bogum, quien se encontraba recuperándose en una esquina. Tomó a su adversario por el cuello, ejerciendo una presión considerable, pero sin comprometer su respiración.
—Espero que, por tu propio bien, hayas aprendido algo de esta experiencia —dijo Jungkook, haciendo una breve pausa para observar las profundas heridas y moretones que cubrían el cuerpo y el rostro de Bogum, así como la sangre en sus dientes—. Quizás me excedí con la fuerza, aunque no me arrepiento. Sin embargo, si vuelves a acosar a mi omega o intentas tocarlo con tus manos sucias, enfrentarás consecuencias aún más severas que las de esta exhibición, porque te lo has buscado.
—Jungkook, es suficiente —intervino Seokjin, sorprendiendo a Jungkook al apartarlo y bajarlo del ring—. ¿Te has desahogado o te has vengado? En ese caso, podemos irnos. Taehyung se encuentra muy mal, así que recoge tus cosas y salgamos de aquí.
— ¿Qué? ¿Qué le ha pasado? ¿Dónde está?
—En mi automóvil. Su celo ha empeorado, y sospecho que ha levantado temperatura.
No se necesitaron más explicaciones. Jungkook tardó aproximadamente un minuto y medio, saludando a sus compañeros, familiares y suegros, para recoger su bolso deportivo del vestuario y salir del gimnasio. Buscó en el estacionamiento trasero señales del automóvil de Seokjin, y al rastrear el intenso aroma a frambuesas y frutos rojos que emanaba de él, se acercó con más seguridad hasta encontrarlo... en un estado de desesperación total y con lágrimas manchando sus preciosos pómulos.
Su bolso se deslizó por su hombro, golpeando el suelo y captando la atención de su angustiado omega. Se aproximó con cautela, sintiéndose intimidado por la posible reacción de Taehyung. No podía determinar si Taehyung estaba enfadado con él o sufriendo un severo ataque de ansiedad que dificultaba su respiración; se sentía completamente perdido. Aunque solía entender a la perfección el estado emocional de su pareja y actuar en consecuencia, en esta ocasión no tenía idea de cómo proceder.
—Taehyungie... Oye, hmm, ¿puedo acercarme? —preguntó con precaución, recibiendo un leve asentimiento de cabeza. Entonces, completó los últimos pasos y se colocó en cuclillas para conectar su mirada con la de Taehyung, quien se encontraba dentro del automóvil—. ¿Qué te ocurre? Tu hermano me informó que no te sentías bien y que tenías fiebre. ¿Necesitas atención médica? —Taehyung negó, sus sollozos eran interminables y angustiosos para su alfa—. Entonces, dime qué necesitas que haga, Taebear.
—Te ha dejado varias marcas —comentó con pesar en un susurro, extendiendo la mano para acariciar las áreas heridas en el rostro de su alfa.
—Sanarán, no es importante —respondió Jungkook encogiéndose de hombros. Luego tomó la mano de Taehyung, en la que llevaba un anillo de Tiffany, y besó cada uno de sus nudillos. Esta acción fue presenciada por Seokjin y Namjoon, quienes estaban apartados de la pareja para brindarles privacidad. Namjoon abrazó a Seokjin mientras observaban—. Él se llevó la peor parte.
—¿Dónde está tu automóvil?
—En este estacionamiento. ¿Por qué lo preguntas?
—Llévame de aquí lo antes posible.
Jungkook accedió a la solicitud sin demora, buscando su automóvil junto a Taehyung. Al subir al vehículo, encendió el aire acondicionado y comenzó a conducir.
—¿Vamos a tu departamento o...? —preguntó Jungkook. Taehyung negó con la cabeza y bloqueó su teléfono para ingresar una dirección en su GPS—. Conduce hacia esa dirección.
Jungkook no objetó y siguió las instrucciones, prefiriendo no enfadar aún más a su pareja. Tras casi dos horas de viaje, llegaron a la isla Jeju. Se detuvieron en un camino de piedra que serpenteaba entre jardines iluminados suavemente, con un follaje denso y vibrante que creaba un ambiente íntimo y pacífico. Las luces cálidas bordeaban el sendero y guiaban a la pareja hacia un acogedor restaurante con paredes de cristal, cuya estructura de piedra y madera se integraba armoniosamente con el entorno natural.
Un verdadero espectáculo escondido en la isla Jeju.
En silencio, sus manos se entrelazaron, y Jungkook fue guiado por Taehyung hacia la recepción del restaurante. Un joven se inclinó para saludarlos, y tras que Taehyung completara algunos trámites adicionales para obtener la tarjeta electrónica de la habitación que ocuparían, sus dedos se volvieron a entrelazar.
Al ingresar a la suite, Jungkook frunció el ceño, sin comprender cómo habían llegado allí de repente.
Lo primero que llamó su atención fue la cama con dosel, adornada con telas ligeras y transparentes, que conferían un toque romántico e íntimo al ambiente. El diseño interior de la espaciosa habitación, en tonos suaves y naturales, complementaba a la perfección las vistas hacia los jardines privados, que eran visibles a través de las amplias ventanas corredizas que permitían la entrada de luz natural.
Luego notó que Taehyung parecía conocer el lugar a la perfección. Su omega se movía con total confianza, buscando en el pequeño refrigerador aperitivos y bebidas, como si verificara que todo estuviera en orden. Jungkook siguió cada movimiento de Taehyung, preparándose para cualquier cosa que pudiera suceder.
—The Seaes Hotel & Resort... Aquí me hospedaba cada temporada luego de que Bogum me arrebatara cruelmente la marca que compartíamos. Después de eso, solía venir aquí sin una razón concreta. Es un lugar increíble, frente al océano, y yo amo el océano. Podría vivir aquí si pudiera —explicó Taehyung con una sonrisa nostálgica.
—Tienes razón, es un lugar hermoso —asintió Jungkook, concentrándose en Taehyung y en sus ojos—. Aunque aún no entiendo qué hacemos aquí. Se acerca tu celo y parece que tienes fiebre por ese motivo. O tal vez estés a punto de resfriarte.
Taehyung se rió suavemente. ¿Cómo podía ser que su alfa fuera tan inocente? Negó con la cabeza sin ofrecer una respuesta concreta y le indicó que lo acompañara a su lugar favorito de la suite: una piscina termal con una vista panorámica impresionante, donde los tonos dorados y rosados del cielo se reflejaban en el agua. Incluso había una piedra volcánica decorando las paredes del recinto.
Se detuvieron allí. El omega lamió sus labios y se apartó de su pareja, manteniendo la mirada de Jungkook expectante a sus movimientos. Sin perder tiempo, le dio la espalda, se despojó de la camiseta negra y los pantalones de vestir beige, quedando solo en ropa interior antes de sumergirse en el agua tibia.
Jungkook exhaló. Jamás había visto a Taehyung tan desnudo y se veía... Verdaderamente impresionante. Su piel tersa y acaramelada resaltaba bajo la iluminación tenue de la sala, su cabello estaba peinado hacia atrás, revelando sus ondas naturales, y sus piernas estaban marcadas, con un pequeño tatuaje de una luna sobre su rodilla derecha.
—Estoy confundido —confesó el alfa.
—Necesito que busques un botiquín de primeros auxilios en el primer cajón del mueble que se encuentra debajo de la televisión. Quiero curar tus heridas —dijo Taehyung, moviéndose en el agua y tomando asiento en la diminuta escalera para observar cómo Jungkook cumplía su solicitud. Después, regresó hacia él—. ¿Vas a quedarte mirándome todo el tiempo? Entra al agua, está a la temperatura perfecta. Pasaremos la noche aquí, así que no te preocupes por la ropa que llevamos puesta —sonrió, mostrando una ternura que Jungkook encontraba irresistible, especialmente debido a la ligera hinchazón en su rostro, resultado de sus lágrimas—. Desnúdate.
Jungkook obedeció sin objeciones, impulsado por el deseo de sentir la piel de Taehyung tocando la suya. Se apresuró a entrar en la piscina con él y le pasó el botiquín. Taehyung lo hizo sentar sobre el escalón donde se había ubicado previamente y se acomodó sobre sus piernas. Con un hisopo empapado en yodo, comenzó a tratar el pequeño corte en la ceja de Jungkook, quien soltó ligeros quejidos debido al ardor. Taehyung también aplicó el yodo en su labio inferior, sorprendiéndolo con un beso.
—Márcame —solicitó Taehyung.
— ¿Qué? —Jungkook sintió un estremecimiento al escuchar la petición, pero no tuvo tiempo para procesarlo cuando sintió el cuerpo de Taehyung moviéndose sobre él—. Repítelo —dijo con firmeza.
—Sé que me oíste.
—No, te equivocas —murmuró Jungkook, apoyando los codos sobre los bordes de la piscina, lo que acentuaba su atractivo para el omega que estaba en su regazo, influenciado por su celo—. Repítelo, Taehyung.
—Márcame, Jeon Jungkook —suplicó Taehyung con voz de omega.
— ¿Es esta una decisión reciente, amor mío? —preguntó Jungkook, ladeando la cabeza.
—No es una decisión tomada a la ligera. Lo he considerado desde que comenzamos a utilizar nuestros anillos —explicó Taehyung, sin dejar de moverse y provocando suspiros en Jungkook—. Te aseguro que aún tengo plena conciencia de lo que estoy haciendo y me siento seguro de llevarlo a cabo. Así que, deja de adoptar esa postura seductora que tanto me ha excitado y... márcame.
—Taehyung-ah...
— ¡Carajo, Jeon! Estoy desesperadamente excitado. Hazlo de una vez. Tómame; me adaptaré a lo que sea, no soy exigente, solo quiero que me llenes, deseo un orgasmo o varios, y punto. ¡Cógeme y no le des más vueltas al asunto! —farfulló Taehyung en un arrebato de impaciencia, aplicando agua para calmarse y salpicando a su alfa a propósito.
—Eres un hombre desesperado —se burló Jungkook, extendiendo sus brazos alrededor de la espalda del omega e inclinándose para besarlo en la manzana de Adán—. Tómalo con calma. Si estás seguro de querer llevar mi marca, de acuerdo, yo te la daré. Sin embargo, debes entender que estamos en tus días de celo. No importa cuánto supliques, llores o grites, Taehyung, no te dejaré salir de esta habitación por nada en el mundo. Vamos a explorar juntos algunos de esos fetiches que tenemos en nuestra lista.
—Dios mío, creo que acabas de lograr que me lubrique solo con hablarme de esa manera. Te ves tan atractivo desde aquí, que quizás en un par de días iré a un templo budista para agradecer que tú, Jeon Jungkook, seas mío. Eres ardiente y atractivo, incluso cuando compras ropa en el centro comercial. Y eres mío, mío, mío.
—Por supuesto que soy tuyo, pero también me gustaría que me marcaras.
—Pero no es lo mismo. Desaparecerá con el tiempo —lamentó Taehyung mientras mojaba el cabello de Jungkook.
—En ese caso, me tatuaré tu marca.
Taehyung se rio sutilmente, deslizando las yemas de sus largos dedos sobre el rostro de su alfa.
Santo Dios.
—Siempre encuentras una excusa perfecta para agendar una cita con tu tatuador.
— ¿Qué puedo decir? Me encantan los tatuajes y me encantas tú.
Escribí las últimas escenas con Ojitos Chiquitos de Don Omar (cualquier cosa, me dejé llevar).
Un total de 8925 palabras, un equivalente aproximado de 28 páginas. ¿Querían una buena actualización? Aquí está.
Quiero que sepan que esta autora está perdidamente enamorada de esta versión de Jeon Jungkook. Literalmente me convertí en estos pares de emojis 🙇🏻♀️ 🧎🏻♀️mientras escribía todas sus escenas enfrentando a Bogum y, sobretodo, su escena junto a Taehyung en el Resort. A propósito, así se ve todo:
El sendero.
La habitación suite.
La sala de jacuzzi
Respecto a nuestro dúo caricaturesco, siento una profunda ternura en cada oportunidad que Yoongi y Jimin utilizan la conexión de su lazo para comunicarse porque nunca pierden esa esencia de pelear tontamente, que tanto los caracteriza desde el comienzo de su relación. Y ahora lograron conectar con sus cachorros, esto significa que podrán sentir a más profundidad todo (sus latidos, sus movimientos, sus respectivos aromas, entre otras).
Vmin se pusieron de acuerdo para...
JAJAJAJAJAJAJAJAJ
Me esforcé mucho en esto, espero que les encante al igual que a mi.
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Lxs aprecio 🩷
ALEX.
CUALQUIER CLASE DE ERROR QUE HAYA PASADO POR ALTO, SE CORREGIRÁ EN LA BREVEDAD.
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