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Oí el rumor de que el cielo está en tus ojos, Jungkook.

A pesar de sentirse inmensamente relajado y contento con cada una de las atenciones de Jungkook, él tiene la leve sospecha de que había algo detrás de aquellos mimos. No podía decir con exactitud qué, pero daba la sensación de que era algo bueno, quizás hasta inesperado y él quería saberlo a toda costa. Le urgía, puesto que comenzaba a tener ilusiones de tan sólo pensar en los anillos que el alfa compró con anterioridad sin darle oportunidad alguna de oponerse.

Aunque para ese entonces ya era lo de menos.

Jungkook no tenía un plan fijo, pero había oído el rugido leve proveniente del estómago de Taehyung y pensó en el restaurante hogareño al que asistió con Joongki, su hermano mayor, el día de ayer.

Por un par de segundos se preguntó si el omega alguna vez le había mentido sobre su alimentación, porque sólo había podido permanecer durante tres días acompañando a Taehyung y luego regresó a su hogar tras ser obligado por éste con la promesa de realizar el esfuerzo necesario para alimentarse. Él lo intentaría, se lo dejó claro un millón de veces antes de regresar. Aún así, Jungkook notó el cambio físico de Taehyung con tan sólo verlo de pie en su inesperada vuelta a la universidad.

Nadie podía ponerse en sus zapatos para entender cómo intentaba buscar fuerzas de donde algunas veces no tenía para lograr sobrellevar la situación de Taehyung. Le afectaba a niveles que sospechaba eran muy poco comunes, y todos los días era una constante lucha para ponerlo de pie, para sacarle al menos una sonrisa, una risa, para regresarle la galaxia brillante de nuevo a sus ojos claros que hasta ahora permanecían oscuros y sombríos.

Consecuentemente, como él tampoco había podido alimentar su cuerpo antes de correr a su entrenamiento de baloncesto en el gimnasio de la universidad y también como Taehyung acariciaba ese abdomen que tuvo el gusto de besar tantas veces que perdió la cuenta de ello, no lo pensó dos veces y estacionó en el primer restaurante que se le cruzó por el camino.

Taehyung giró su cabeza hacia la ventana, recibiendo la brisa fría en su rostro y la disfrutó con una sonrisa y cerró los ojos.

—Te amo, Taehyung-ssi —murmuró el pelinegro y obtuvo la atención del mayor instantáneamente, con un sonrojo poderoso sobre sus mejillas—. Gracias por esforzarte.

— ¿Uh? Cielos —siseó—. Yo debería darte las gracias por ser tan paciente conmigo. ¡Oh, Jungkook-ah, te amo! —expresó con sus brazos aferrados al brazo del alfa, cerrando sus ojos nuevamente para disfrutar del calor que se brindaban en ese pequeño espacio dentro del auto—. Creo que pediré calamar.

—Yo carne de cerdo.

Jungkook desde su perspectiva nota el asomo de un puchero acompañado de otro ligero sonrojo en los pómulos de su chico de piel acaramelada, sin embargo, no dice nada; él prefirió apreciarlo por un par de minutos, marcando los lunares en el rostro de Taehyung, percatándose de que compartían una peculiaridad: Ambos tenían un lunar muy pequeño que nacía debajo de sus labios inferiores.

Sonrió. Todos los días Jungkook hallaba algún pequeño detalle de su chico que le resultaba maravilloso.

Tiempo después ingresaron tomados de la mano, escogieron una mesa apartada y disfrutaron de una conversación trivial que resultó en jugueteos entre ellos, donde Taehyung hacía muecas mientras probaba el picante —exageradamente picoso— que bañaba el delicioso calamar en su plato. Jungkook lo admiraba sentado al frente, riéndose de vez en cuando, probando el picante para llevarle la contra y así obtener una nueva expresión que finalizaba con una hermosa risa de aquellos labios carnosos.

Perdidos en la noción del tiempo, permanecieron la mayor parte del tiempo ensimismados en las miradas del otro a la par que intercambiaban relatos de sus vidas, como por ejemplo, la última vez que Taehyung viajó durante unos días a la isla Jeju y encontró en ese momento una experiencia diferente a las anteriores que había tenido; se dio cuenta de que ya no lo invadían las mismos emociones, las mismas sensaciones de ansiedad, ni los mismos recuerdos de su retorcido ex novio, sino que pensó, casi todo el tiempo que permaneció allí, en lo divertido que era Jungkook en ese entonces cuando apenas comenzaban a florecer sus sentimientos, en su carisma, en su competitividad y la expresión de rostro en cada oportunidad que el otro equipo anotaba un punto o dos, o también la manera en la que sostenía su frente con dos dedos al estudiar el contenido de años anterior para que no fallar en su internado y cómo, al hacerlo, no existía ruido o cosa alguna que lo interrumpiera.

Todos esos detalles eran valiosos para él. Aunque, para ser precisos, luego de la secundaria, Jungkook jamás había dejado atrás lo que sentía por Taehyung. Sintió las mismas mariposas al volverlo a ver en la universidad, o sus manos sudadas a causa de sus mismos nervios como aquella vez que le tocó ser quien le obsequiara algo especial a Taehyung por el día de los enamorados y él le escribió una carta describiendo sobre la forma tan maravillosa en la que sus ojos lo veían y torpemente decidió firmar el sobre con iniciales falsas que aún recordaba: GJK, que significaba “Golden Jungkook”.

Y así, inconscientemente, compartían muchos recuerdos viejos.

— ¿A dónde iremos ahora? —preguntó mirándole, y posteriormente embarró la punta de su nariz con un poco de helado que compraron en una tienda ubicada al lado del restaurante.

Para ese entonces habían pasado al menos tres horas y media, el sol apenas comenzaba a esconderse y ninguno mostraba señales de sentirse cansado. Aún así, Jungkook vigilaba a Taehyung por ese motivo.

— ¡No! ¿Qué haces? —Jungkook se sobresaltó y comenzaron a reírse—. Podemos ir a la Torre N —contestó después y desactivó el seguro del auto, abriendo la puerta del copiloto para permitirle entrar al omega—. Después te llevaré a Gangnam.

— ¿Gangnam? ¿Por qué? ¿Hablaste con Jin hyung? cuestionó de repente, encendiendo su teléfono luego de sentirlo vibrar en su bolsillo delantero.

—Él me dijo que te llevara a Gangnam en la noche porque tienen planes de cenar en el restaurante de la familia de Yoongi hyung —Le explicó y comenzó a conducir tras haberle indicado a su GPS su siguiente destino—, y tengo entendido que hoy es la reapertura.

—Sí. Jiminnie ha hablado de eso desde hace un par de días —viró los ojos—. ¡Oh! Y cómo olvidar que se ha quejado de Yoongi porque le ha dicho “Dooly” y que es una persona insoportable durante toda la semana —comentó con una sonrisa divertida.

—No puedo negar que Jimin-ssi a veces se torna insoportable, pero creo que no comprendo por qué lo ha apodado “Dooly”.

—Dooly, el pequeño dinosaurio —Ante la mención, Jungkook recordó la animación surcoreana y asintió—. La excusa de Yoongi es que se parecen mucho cuando Jimin infla sus mejillas —Le explicó con sencillez y su alfa soltó una carcajada.

«Ahora su abdomen se verá redondo como el de Dooly» Pensó de inmediato y eso le causó más carcajadas, tan fuertes que Taehyung lo volteó a ver porque temía que Jungkook olvidara que estaba conduciendo. Tampoco entendió por qué debía ser tan gracioso, se quedó un momento observando sus acciones y oyó de sus labios un «Y se parecerá más a él en un par de meses» que lo confundió y dejó en incertidumbre y comenzó a generar pregunta tras pregunta:

Uno: ¿Jungkook conocía un secreto de Jimin que él no?

Dos: ¿Por qué Jungkook sonrió con tanta complicidad mientras lo decía?

Tres: ¿Era acaso que Jimin estaba...?

Quería pensar que su mejor amigo había tomado precauciones a la hora de pasar su celo junto al alfa puro, sin embargo, viniendo de la persona menor racional que conocía en su vida y la que desafortunadamente solía tomar decisiones apresuradas siguiendo sus instintos animales, Taehyung concluyó que su tercera opción era una hipótesis muy fuerte.

A pesar de eso, así como tantas actitudes extrañas que descubrió durante la semana en Jimin y Jungkook, decidió pasarlo por alto hasta que descubriera algo más allá que lo ayudara a acusar a su mejor amigo de estar ocultando quién sabía qué.

Se dispuso a recostarse sobre su asiento mientras dejaba reproduciéndose una playlist aleatoria que Jungkook y él habían creado juntos con sus canciones favoritas. Una mezcla extraña entre Jazz, R&B, Blues, pop, pop-rock, indie-rock y un par de canciones del género rock alternativo que Jungkook utilizaba para motivarse al estar entrenando artes marciales mixtas y boxeo. Y de tanta diversidad de gustos, en los únicos que coincidían era en el pop al momento de bailar canciones de diferentes dúos y grupos que conocían en la sala del departamento de Taehyung.

Ocupado entre los pensamientos de su cabeza, olvidó el mundo exterior hasta que Jungkook tuvo que llamarlo y palmear su muslo luego de abrir la puerta para conseguir la atención que quería. Lo miró, sintiéndose un poco tonto a su lado, aún así éste le señaló el recorrido de la Torre N y le señaló los puestos en el comienzo del paseo. Taehyung salió y comenzaron a caminar con los meñiques de sus manos entrelazados, dejando que una repentina timidez tomara sus cuerpos.

Primeramente se tomaron el tiempo de disfrutar el ambiente natural que los rodeaba al caminar, como los frondosos árboles teñidos de verde pero cubiertos de escarcha, tomando en cuenta que las nevadas se hacían cada vez más frecuentes en la ciudad, aún se podía apreciar hojas aún amarillas u otras de un variado marrón, secas, rotas, apunto de desprenderse.

Continuaron hacia el ingreso de la torre, donde varios puestos de dulces le dieron la bienvenida a Taehyung, quien rompió su agarre y corrió para acercarse a todas aquellas golosinas que produjeron un rugido en su estómago acompañado de un brillo distintivo en sus ojos claros, como si aquello hubiera sido lo único que él necesitaba para volver a sentir, a vivir, a disfrutar de su propia vida. Sonrió enormemente en el momento que de manera fervorosa nació la felicidad y viajó por cada una de las partes de su cuerpo, acentuándose con particularidad en su abdomen y pecho, logrando atraer la atención de un joven pelinegro que lo estaba observando a pocos pasos mientras sostenía su billetera listo para mimarlo como tanto le gustaba.

Jungkook no tuvo que preguntar, las feromonas de Taehyung hablaron por sí solas al enviarle una fragancia dulce y adictiva a frambuesas y frutos rojos, sumamente cautivador y relajante para el alfa que no dejaba de olfatearlo para que aquello de alguna manera u otra quedara impreso en su memoria.

No dudó un segundo en ofrecerle su tarjeta negra al joven que vestía un uniforme de color rosa, avisándole que tomara el pedido del omega sin medir la cantidad de productos que quisiera para él.

Tal vez su madre lo mataría por la suma tan alta de dinero que había gastado en un solo día, más eso lo dejaría de lado para que su “yo” en los próximos días lo pudiera resolver con toda la culpabilidad del mundo, aún cuando en el fondo no se arrepentía de arremeter contra su propio sueldo y con la ayuda extra que sus padres le transferían a su cuenta todos los meses.

— ¡Gracias, señor! —Taehyung llegó a su lado sonriendo tanto que Jungkook liberó una risa encantadora—. Jungkook-ah, gracias por pagarlo. Lo disfrutaré.

— ¿No piensas al menos ofrecerme un dulce?

—No, todos me pertenecen. Tú los compraste para mí —replicó al encogerse de hombros, llevándose a la boca un dulce en forma de gusano.

Jungkook chasqueó la lengua, pero dejó salir una leve risa que finalizó en una sonrisa adorable y dejó que continuara degustando él solo la bolsa repleta de caramelos mientras subían por el ascensor hacia lo más alto de la Torre N.

Las puertas metálicas se abrieron y Taehyung quedó impresionado por todo lo que escondía aquella zona tan atractiva para los coreanos y los turistas en la ciudad. Entendió por qué Jin fue tan insistente con él para ir juntos a la Torre, sin embargo, Taehyung se negó en cada oportunidad porque no era gran cosa y también porque... las alturas eran aterradoras para él.

Por lo que, no se animó a dar un paso más.

Jungkook tenía la delantera y giró su cuerpo cuando se percató de que Taehyung no estaba por ninguna parte, bueno, sólo se aferraba a la pared y a su vez su rostro lucía un poco pálido y consternado.

— ¿Taehyungie?

—T-tengo fobia a las alturas.

— ¿Qué? Oh, cielo, quédate ahí, te ayudaré. —indicó y caminó aquellos pocos pasos que los separaban. Taehyung mantenía la mirada baja y fue entonces que se percató de un detalle bastante peculiar: Jungkook llevaba consigo la bolsa de Tiffany.

Jungkook le sostuvo la mano y lo atrajo hacia su cuerpo, había poco viento para ese momento así que los primeros pasos desde lo más alto de la Torre N no presentaron ninguna dificultad para Taehyung, de alguna manera, aferrándose al alfa como si su vida dependiera de ello, estaba tranquilo. O al menos lo suficiente para no intentar huir lo más pronto que se le fuera posible, y se dejó guiar hacia un extremo del lugar que contenía barras que se elevaban hasta la mitad de su cuerpo, lo cual le produjo una sensación de estar a salvo.

Se detuvieron en la atracción principal: unas barras de seguridad cubiertas hasta cierto punto de candados que predicaban amor. Había muchas promesas de amor, algunos un poco oxidados debido a la cantidad de tiempo que llevaban colocados allí. Taehyung se quedó asombrado, puesto que no había imaginado jamás que algo como eso formaba parte de la atracción de la Torre N.

—Apóyate en mí, no me sueltes. Estarás bien, Taebear. —Su alfa afirmó a la vez que realizaba malabares para poder sacar unos... ¿Candados con un corazón en medio?

Taehyung tuvo que reírse. No estaba burlándose, pero le resultaba tan adorable cada acción de Jungkook por más cliché que lo considerara.

— ¿De qué te ríes? ¿Ahora de repente ya no le temes a las alturas? —Taehyung negó y su risa se detuvo—. ¡No! ¿Por qué no puedes reír por toda la eternidad? Me gusta eso.

—Moriría de risa, literalmente —repuso con un eje de entusiasmo—. Ahora, enséñame eso. ¿Me trajiste aquí para hacer esto?

Jungkook negó.

—Entonces, ¿por qué me has traído aquí? —Lo vio jugar con las cintas de la bolsa Tiffany y también cómo dudaba en introducir su mano allí.

—Porque... lo necesitabas —exhaló y se separó ligeramente de él—. Ha habido momentos de esta semana donde me gustaría poder arrebatarte una parte de tus problemas para aligerar tu sentir, pero entiendo que eso jamás será posible —Cuando menos lo esperó, Jungkook introdujo su mano en la bolsa y sacó la caja que contenía las alianzas—, aunque los viva a flor de piel de todas maneras por el angustiante dolor que me causa verte de esa forma.

Taehyung abrió su boca, pero las palabras no lograron salir. Más bien, las lágrimas repentinas reemplazaron su manera de querer expresar la conmoción que le dejó oír a Jungkook.

—Mi amor —resopló porque se dio cuenta de que pronto perdería la voz por llorar—. Mi precioso amor —sorbió su nariz, diciendo aquello al punto de casi murmurar y sacó ambos anillos y lo miró—. Me pasé una vida imaginándote.

«¡No puede ser! ¡Me voy a casar! ¡Jimin, me voy a casar!» Se dijo a sí mismo entre tantos pensamientos en su mente, pasando por una bruma de sensaciones placenteras que nunca imaginó sentir con tanta magnitud.

—Carajo. No me hagas llorar, ya lo he hecho suficiente. —suplicó con los labios abultados, sosteniendo las muñecas de Jungkook.

—Aún no es el momento para arrodillarme, cálmate, Taebear. —Se rio con suavidad.

Tan sólo escucharlo reír era motivo suficiente para querer darle la luna. Así lo pensaba Taehyung mientras sus oídos se llenaban de ese dulce sonido.

«Falsa alarma. Madre Luna soy demasiado joven para esto, aunque bueno... ¡Ah, papá podría haber convertido a Jungkook en carne para la parrilla

—Te amo, Taehyung-ah. Y de hecho, perdón por amarte tanto. No hay mañana en la que no te lo recuerde porque a la misma vez me recuerda por qué te amo tanto. Eres mi definición de amor. Incluso si me lo preguntaran en mi próxima vida yo diría lo mismo: El amor es Taehyung despertándome con una canción de su grupo de idols favorito; el amor es Taehyung aferrado a mi por su temor a las alturas; el amor es Taehyung intentado probar que la comida de su ciudad natal es mucho mejor que la mía; el amor es Taehyung y su sonrisa rectangular... Así que, ¿me das permiso de amarte sin límites, Taebear? —El mayor liberó un sollozo en cuanto le dio una afirmación con la cabeza para que Jungkook colocara el anillo que llevaba grabado “Bear” dentro. Y lo sintió tan suyo, tan íntimo, tan... todo.

—Dame el otro —sorbió su nariz y sonrió con las lágrimas cayendo por sus mejillas, empapando una parte de su cuello. Sin embargo, intentó recomponerse limpiándose con sus propias mangas para poder colocar la última alianza sobre el dedo anular de Jungkook. “Winter”. Winter Bear estaba completo, entonces cuestionó con los ojos acuosos mientras sus miradas permanecían conectadas—: ¿Por qué precisamente este lugar?

—Porque pensé que la vista al cielo era perfecta para hacerlo.

Taehyung llevó sus manos hacia el rostro de su alfa y cubrió sus mejillas, éste envolvió su cintura y lo abrazó.

— ¿Querías que pudiera ver el cielo después de mucho tiempo encerrado en mi habitación? —le dijo con la sonrisa aún más ensanchada.

—Quizás.

—Jungkook-ah, el cielo está en tus ojos, nunca dejé de verlo.

Cada vez que me toca escribir la relación de Jungkook y Taehyung, me convierto en esto:

Jungkook es la expectativa. Taehyung también es la expectativa. Son la expectativa. Disfruto escribirlos porque para mí son el amor ideal que querría tener donde hay comprensión, paciencia, comunicación acertiva, respeto, admiración, apoyo mutuo, entre tantas cosas que los representan a ellos dos y su relación en esta historia.

De paso: Este es Dooly, el pequeño dinosaurio. Pertenece al programa de animación surcoreano del mismo nombre.

Yoongi es malo, Jimin tiene razones de sobra para enojarse JAJAJAJAJ.

Qué tengan una bonita semana.

ALEX 🤍

PD de último momento: Así se ve un nido <3

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