57
“Oí el rumor de que la calma se ha roto.”
Su pierna se movía dando ligeros saltos con ayuda de su pie producto de la impaciencia y los nervios que lo comían vivo. A su lado, con el sonido encendido, descansaba su teléfono y no podía alzarlo para atender el resto de mensajes que Eunhyuk le había enviado media hora antes; sólo ojeó de paso y por accidente uno de ellos, y eso bastó para que un nudo se formara en su garganta.
“¿En serio podré llamarte ‘mi amigo’ después de esto? A la mierda. No quiero que te cruces por mi camino, de lo contrario, te haré mucho daño, Jung Hoseok. A ti y al desgraciado de Min.”
Entendía perfectamente que se lo merecía y estaba de acuerdo con que toda aquella mierda fuera a su dirección, pero, aún así, no dejaba de quemar sobre su piel, produciéndole un dolor general en todo cuerpo que incluso llegaba hasta su alma, llegando a causarle un tipo de sufrimiento y angustia que fácilmente lo podría comparar con la noche que perdió su relación con Solar para siempre.
Ambos eran similares; sin embargo, Hoseok podría sobrevivir ante su lazo roto, más no podría hacerlo si por causa suya aquellos tres hombres con los que compartió tristezas, vergüenzas, enojos, alegrías, y también aquel sentimiento de hogar que era mutuo cuando se acompañaban los cuatro en cualquier lugar. No podía no luchar por todo aquello, por ellos, por enmendar su error.
Despertó tras oír el sonido de la cerradura siendo desbloqueada, señal que lo hizo ponerse de pie e intentar hacer algo. No obstante, Hyunjin lo ignoró al encontrarlo en la sala de estar. Su cólera fue tanta que no controló el nivel de fuerza de sus brazos cuando se adentró a su habitación y azotó la puerta, impidiendo que Hoseok ingresara y lo fastidiara.
Tocó su puerta una, dos, tres veces, y continuaba sin obtener una respuesta.
—Sal, debemos hablar —le dijo y apoyó su mano izquierda en la pared, liberando suspiro tras suspiro.
Dentro de la habitación, Hyunjin se encontraba limpiándose las lágrimas. Su idea original era quedarse esa noche en la casa de JeongIn, pero su novio se rehusó, lo echó de allí con un único consejo: «Entre más tiempo dejes pasar para arreglar las cosas con ellos, más tiempo te dolerá. Ve y enfrentalos que todo tiene solución, y mucho más si Hoseok está arrepentido y dispuesto a pagar por sus errores. No quiero verte amargado.»
El recuerdo de aquellas palabras lo golpeó duro y renegó con sus lágrimas que dificultaban su visión. Utilizó la manga de su suéter para hacerlas desaparecer, luego carraspeó y abrió la puerta.
Una mirada filosa atravesó a Hoseok.
— ¿Hablar? Un carajo. Me m-mentiste... —Un nudo en la garganta detuvo a Hyunjin de seguir. Pero intentó recomponerse y lamió sus labios, levantando la cabeza para mirar a Hoseok, dándose cuenta de que apenas podía hacerlo—. Yoongi y tú nos mintieron. Son unos jodidos cabrones.
—No, no, no, no es así, Hyunjin. Déjame explicarte, p-por favor. Tienes que... Tienes que escucharme-.
Sus palabras quedaron en el aire ante el nuevo azote que el alfa le otorgó a la puerta de su habitación.
— ¡Hyunjin!
— ¡Púdrete, Hoseok! A partir de ahora, sólo serán Yoongi y tú. Pero no creo que eso vaya a molestarte... Después de todo, siempre ha sido de esa manera —masculló detrás de la puerta y colocó el seguro para esconderse bajo sus mantas, trayendo puestos sus audífonos con el propósito de que estos aislaran cualquier sonido exterior.
Necesitaba volver a hallar la paz que se le escapó de las manos después del conflicto con su mejor amigo...
No. Hoseok ya no era su mejor amigo.
Tanto él como Yoongi ya no significaban absolutamente nada para su vida. Aunque intentarlo llegara a ser imposible y tuviera que vivir con el dolor constante de que no volvería a compartir con ellos.
¿Qué debía hacer? ¿Qué? Su cabeza daba vueltas, siendo atravesado por los recuerdos más importantes de su memoria.
Si todo acabó fatal, ¿adónde terminaría él?
Al otro lado, desde la cocina, Hoseok se lo estaba preguntando. Al mismo tiempo, intentaba buscar ayuda en el único amigo que le quedaba y éste ni siquiera le contestaba los mensajes. Aún así, se comunicó con él a través de una llamada que afortunadamente le respondió luego de dejar pasar dos tonos.
— “¿Qué?”
—Hyunjin me odia. No va a escucharme, y tampoco me atrevo a leer cada uno de los mensajes nuevos que tengo de Eunhyuk porque sé que no son nada buenos.
Oyó a través del parlante un largo suspiro del alfa puro.
—“Jamás debí haber estado de acuerdo con ocultar a Nayeon. Estoy conduciendo, voy a colgar.” —avisó, mientras presionaba el botón rojo en la pantalla de su teléfono para luego apretar el acelerador—. Ah... —volvió a exhalar—. Mierda.
Su mejor amigo estaba en problemas, Yoongi lo estaría muy pronto si no llegaba lo más rápido posible a la morada de la madre de Nayeon. Tan sólo se hallaba a cuatro calles de su casa y la maldijo tanto por haber decidido mudarse a una hora y media de la ciudad de Seúl.
Cuando finalmente estacionó frente a su puerta, Solar salió enseguida a recibirlo, tomando entre sus brazos a la menor que tenía un aspecto cansado y no demoró en dormir sobre su silla especial luego de que el alfa la colocara allí, cubriéndola con su manta preferida.
Más tarde, Solar, furiosamente, enfrentó al mejor amigo de Hoseok para advertirle:
—No me interesan los problemas que tu amigo tenga por haber revelado la identidad de su hija. ¡Nayeon se siente abandonada por su padre! —exclamó nerviosa—. Ella debería ser su prioridad, ¡ahora mismo él debería estar aquí! Pero te ha enviado a ti —chasqueó la lengua—, como siempre.
—Habla con él. Sólo estoy ayudándolo.
Ella chasqueó la lengua de nueva cuenta y la paciencia de Yoongi no lo soportó un segundo más.
—No soy la puta paloma mensajera entre ustedes dos. Madura, Yongsun, por favor.
Una semana después.
Atrajo aquellos labios carnosos a los suyos en un beso fugaz que hizo reír tímidamente a Taehyung.
— ¿Ya acabaste? —le preguntó con aquellos ojos saltones y su alfa asintió, girando sus silla para ponerse de pie, sacándole apenas unos cuatro centímetros a su pareja—. Yo igual. Retomé un libro que detesto para poder continuar con el desarrollo de mi tesis. Estoy agotado, ¿por qué el profesor Kwon debía ser mi tesista asignado? —rezongó, utilizando los marcados músculos del pecho de Jungkook para repartir golpes suaves como única manera de dejar fluir su rabia—. Ya veo por qué todo el mundo huye de él.
—Taehyung-ah, él sólo está ahí para ayudarte y guiarte en el proceso. No hables así —rechistó, recargando su cabeza sobre el pecho del alfa e intentó hacer oídos sordos a su regaño.
Desde aquella posición alcanzaba a escuchar perfectamente los latidos de Jungkook y también su apaciguada respiración que lo adormeció al estar acompañadas con los traviesos dedos del alfa distribuyendo caricias a lo largo y ancho de su espalda, en especial éstas se acentuaron en su cintura y abdomen, justo en su vientre bajo, donde un abultado pero muy pequeño rollito se marcaba orgullosamente. Sin embargo, era su mayor inseguridad desde que era un adolescente.
—Vayamos a dar un paseo —sugirió al separarse del omega—, para que puedas relajarte. Podemos comer hotteok al estilo Busan.
—El hotteok al estilo Daegu es mucho mejor, es más esponjoso —replicó tras apartarse y buscar una gorra de lana, cubriendo toda su melena pelirroja con ella.
—Te equivocas, Taebear.
—Algún día te llevaré a conocer Daegu. No voy a discutir; después de todo, eres mi enemigo de nacimiento —sostuvo y sus hombros se encogieron, segundos después sus manos se entrelazaron y Taehyung lo arrastró con él hacia afuera de la habitación, atrayendo la atención de Jin y Namjoon, quienes estaban cerca de la mesa de la televisión decorando el árbol de navidad—. Me voy, hyung. Jungkook y yo saldremos a caminar.
— ¿Qué? Pensé que me ayudarías a decorar el departamento con los adornos navideños.
—No nos tardaremos —le dijo con una sonrisa apenas visible.
Fue entonces que Jin le echó un vistazo a Jungkook, quedando boquiabierto cuando éste le obsequió una sonrisa torcida acompañada con un guiño.
Se estaba burlando de él, ¿cómo se atrevía? Un mocoso como él que vestía ropa exageradamente holgada como la que llevaba puesto ese día para salir con Taehyung. Le dio un vistazo rápido a esos pantalones anchos repletos de agujeros en las zonas de sus muslos y rodillas, una camiseta sin mangas blanca que dejaba expuesto parte de su pecho; y Seokjin quedó aún más indignado de notar que lo único que abrigaba al menor era una sudadera gris desgastada.
¡Y esas perforaciones en su rostro! ¡Bendita Madre Luna!
«Qué horror», pensó, frunciendo las cejas.
—Ustedes son la definición perfecta de la dama y... —observó de arriba abajo a su cuñado—. Y el vagabundo. O también Barbie y el esclavo o sirviente de Ken.
— ¿Por qué lo dices?
—Por como te vistes, mocoso.
—Lo siento, hyung, pero tu hermano no se ha quejado —respondió sonriente.
—Es suficiente. Vámonos, capitán Corea —Taehyung intervino, empujando a Jungkook hacia el pasillo que afortunadamente estaba vacío, y fue la oportunidad perfecta para poder regañarlo con el propósito de que su novio entendiera que no debía pelear con Seokjin en cada visita al departamento.
Y así fue repitiéndolo hasta el hartazgo; se detuvo una vez que salieron del edificio hacia la calle, lugar donde su alfa, después de cubrirse del frío con la capucha de su sudadera y resguardarse bajo el calor que la chaqueta impermeable le ofrecía, lo tomó por sorpresa con un beso para nada delicado, succionando sus labios con tanto ímpetu que Taehyung quedó perplejo en su lugar y le costó unos cuantos segundos reaccionar e ir a su mismo paso. Cuando lo logró, aquello se transformó en un intercambio aún más sucio y Jungkook abrió su boca, dándole la bienvenida a la lengua de su omega en ella, oyéndolo reprimir un gemido placentero luego de romper cualquier tipo de espacio que aún quedaba entre ellos.
—Taehyung-ah... —musitó en medio del beso que con tanta necesidad estaban dándose—. Maldición... —jadeó y sus manos fueron a parar al rostro del mayor—. La... La idea era salir a dar un paseo —le recordó y Taehyung abrió sus ojos—. ¿O quieres visitar la parte trasera de mi auto? —Un sonrojo se apoderó de sus mejillas, sin poder creer lo tonto que se escuchó insinuándose de esa manera frente a su pareja.
—Es una oferta tentadora, pero puedes agregarlo a nuestra lista —le dijo y el más alto se echó a reír mientras asentía con un movimiento de cabeza.
La enorme y extensa lista de Kim Taehyung y Jeon Jungkook sobre los lugares donde querían follar...
La líbido de ambos estaba tan alta en estos últimos días que, a causa de sus incontrolables hormonas, se imaginaban distintos escenarios en los que se tomaban hasta el cansancio en cualquier sitio que les generara un nivel peligroso pero tentador de adrenalina viajando por sus venas.
Se trataba de una libreta que Jungkook guardaba en su casa, en el lugar más recóndito para que nadie la encontrara. Mientras aún no hayan estado íntimamente juntos, la lista permanecería allí siendo escrita por dos lobos hambrientos de tocarse.
Iniciaron su caminata balanceando sus manos entrelazadas, prestando atención a cosas diferentes que atravesaban su camino, como, por ejemplo, un hombre vistiendo un uniforme militar y su mano sostenía con fuerza la mochila camuflada que parecía estar repleta de cosas. Aquello dio paso a que Jungkook recordara sus años en la secundaria y de lo convencido que estuvo de que quería ser un militar y así aprovechar de una mejor manera sus habilidades y su pasión por el ejercicio pesado.
—Cuando cumplí dieciocho años intenté inscribirme al servicio militar, pero mis padres no estuvieron de acuerdo porque creían que era muy arriesgado para alguien tan joven como yo —comenzó a relatar.
—Es extraño que una persona tan tenaz como lo eres tú, no lo haya hecho de todas maneras —comentó Taehyung, observando al frente y escondiendo su mano libre en el bolsillo de su chaqueta.
—De hecho, sí, lo intenté. Conseguí los papeles, pero días antes de enviarlos sufrí una lesión en mi tobillo mientras jugaba un partido de baloncesto. Era un esguince, y en esas condiciones no me aceptarían, así que desistí —finalizó, liberando un suspiro. En el fondo, sabía que eso era lo que quería para su vida.
Nada le hubiera dado mayor orgullo que servir a su país.
—Lo lamento mucho —besó su hombro—. Ya no podré ser el esposo de un militar que está en servicio —bromeó con la única intención de que su novio se riera a causa de ello y también por sus expresiones graciosas, y fue justo lo que obtuvo.
—Sería como desaparecer de tu vida durante largos periodos de tiempo. La lesión impidió que me postulara, de lo contrario, eso lo hubieras hecho tú. Me daría de baja del servicio sólo por ti —afirmó—, pero tienes suerte —le aseguró, depositando un beso en su frente y continuaron con su paseo.
Cruzaron la calle hasta llegar a un puesto de comida y consiguió que Jungkook degustara por primera vez hotteok al estilo Daegu, con la condición de que él haría lo mismo la próxima vez para devolverle el “gran” favor que el alfa estaba haciéndole.
Después de tanto escándalo, Jungkook ordenó más, fingiendo que eran terribles y que Busan las preparaba mucho mejor, aunque no era cierto porque realmente le habían fascinado y se llevaría un par para compartir con su familia.
Taehyung tenía un hotteok entre sus manos, pero éste cayó al suelo cuando estuvo a punto de llevárselo a la boca. Retrocedió ante el escándalo. No alcanzó a escuchar la voz de Jungkook, sus oídos producían un pitido insoportable y no comprendió lo que sucedía hasta que lo vio, hasta que reconoció un aroma que intentó olvidar por muchos años.
Lo vio. Era real, aunque le hubiera encantado que fuera una aterradora pesadilla de la que fácilmente podría despertar y dejar de lado.
Estaba de espaldas; nadie parecía estar acompañándolo.
Huye, huye, huye...
... o nos lastimará.
Su labio tembló. Jungkook lo observó y parpadeó.
Sus ojos se tiñeron de rojo, sus pupilas se dilataron tanto que su alfa debió sacudir sus hombros en su intento desesperado por traerlo de vuelta a la realidad. Y con ello, Taehyung se sobresaltó y lo tomó de la mano.
— ¿Qué tienes? Mi flor, ¿qué sucede? —farfulló. No había esfuerzo que valiera la pena.
Pero ensimismado en verlo a él, Bogum de espaldas a menos de dos metros suyo, el omega volvió a perderse en un mundo que Jungkook no tenía idea.
De pronto se convirtió en aquel joven de veinte años que se escondía del resto del mundo, asustado, angustiado por lo que le tocara vivir.
Se sentía ahogado y llevó las manos hacia su cuello, rozando una herida que continuaba sangrando para él.
—Sa-... Sácame... Sácame de aquí —murmuró apenas con las fuerzas necesarias.
Cuando menos lo supo, o siquiera pudo poner en práctica lo que había aprendido en los años que pasó en terapia, identificó que estaba atravesando por un ataque de pánico.
Apenas podía mantenerse de pie, apenas podía respirar; apenas podía moverse, hablar, o escuchar lo que su novio quería decirle.
Huir, huir, huir...
Peligro.
Park Bogum estaba cerca.
«Te hice un favor al salir contigo. Por favor, Taehyung, ¿en serio creíste que alguien podría amarte como en los cuentos de hadas? Qué infantil.»
Risas. Las risas de Bogum. Su sombra pasando a su lado; su cuerpo sintiéndose aún más pesado con el transcurso del tiempo, temblando de rabia y de miedo.
¿Acaso estaba autodestruyéndose finalmente y como lo tenía previsto desde hacía años? Probablemente.
¿Cómo hacía para explicarle todo a Jungkook? ¿Cómo? ¿Cómo? ¡¿Cómo demonios podía dejarse vencer tan absurdamente?! ¡Lo detestaba! Pero... ¿Cómo conseguía las fuerzas para salir del pozo profundo, frío y aterrador en el que llevaba años siendo prisionero?
Se sentía sucio, asqueado de sí mismo... Vacío. Sí, vacío como si le hubieran arrebatado más que las ilusiones, sueños, deseos, planes y anhelos. Vacío, como si algo que él resguardaba, que mezquinaba al ser su cosa más preciada, se le hubiera quitado de las manos tan cruelmente.
De cierta manera, así había ocurrido.
Y ya no lo soportaba más.
—No me dejes, p-por favor, no... me dejes —le suplicó aferrado a su chaqueta impermeable con ambas manos, mirándolo fijamente a los ojos y tocando cada marca de su rostro aún cuando apenas podía ver con las cuencas de sus ojos nubladas por las lágrimas—. Sáqueme de este infierno, alfa.
Sus orbes se perdieron, sus párpados se cerraron, su cuerpo no pudo tolerarlo más.
Y cayó.
Jungkook reaccionó a tiempo para sostenerlo, pasando su brazo por debajo de las piernas de Taehyung para cogerlo con fuerza y correr. Sencillamente, correr.
Corrió hasta que sus piernas no le respondieron a causa del esfuerzo impuesto, pero logró regresar al estacionamiento para depositar a Taehyung en los asientos traseros de su auto.
Azotó la puerta, avanzando por las calles de Seúl fuera de sí, perdiendo la cabeza y echándole vistazos al mayor cada cierto tiempo con el espejo retrovisor.
No había tiempo para comunicarse con Seokjin, ni con Namjoon, ni con Jimin.
Lo hizo todo solo. Inclusive en contra de las órdenes de los médicos, Jungkook no se apartó de su lado jamás. En ningún momento se le pasó por la mente el resto del mundo; ellos estaban aparte, podían esperar.
Y eran apenas las dos treinta de la madrugada cuando Taehyung abrió los ojos, sintiendo frío y sed y un toque ligero de pesadez en su abdomen; entonces notó que Jungkook se encontraba allí durmiendo a su lado, exponiendo rastros de lágrimas muy perceptibles y una expresión agotada en su rostro, totalmente, como si hubiera hecho el esfuerzo para esperar toda la noche a que regresara a su estado de conciencia pura, para cerciorarse de que estaba bien.
A Taehyung se le llenaron los ojos de lágrimas y condujo su mano hacia la cabellera negra con mechones algo revoltosos y la depositó ahí mismo para acariciarlo con ayuda de las yemas de sus dedos.
Qué frágil se veía...
Si tan solo...
Si tan solo pudiera encontrar la manera de borrar aquella parte de su vida de la memoria para siempre.
Como verán Taehyung generalmente tiene ataques de ansiedad, pero esta vez eso se transformó en pánico. Entendamos que fue la primera vez que se encuentra Bogum desde la noche que ambos terminaron hace un par de años, aunque no lo escribí explícitamente, quiero que se tenga en claro que él ha vivido desde entonces con el trauma o mejor dicho EL TERROR donde piensa que algo muy malo le sucederá si lo tiene cerca (por razones de público conocimiento y porque casi muere debido al lazo roto👍🏻). Lleva lidiando con esto durante años y le ha hecho mucho mal y nunca aprendió realmente a controlarlo.
Me encantaría darle un abrazo en estos momentos.
Perdonen la repentina inactividad, fue algo necesario para concentrarme en mis últimos exámenes de fin de cuatrimestre de la carrera.
Lxs quiero! Esperen con ansias lo que se viene en los próximos capítulos, ni siquiera se lo imaginan 🌝
ALEX 🤍
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