43
“Oí el rumor de que tienes un hermano muy sobreprotector.”
De un movimiento ligero tomó su bolso y las llaves de su auto, Namjoon observó con atención y una sonrisa burlona las acciones apresuradas de su hermano menor. Jimin jamás cambiaría. Por alguna razón siempre llegaba tarde a cualquier parte, no se había desacostumbrado a ese hábito ni siquiera al iniciar la universidad. A su hyung le constaba. La mayoría de las mañanas era testigo de aquello y siempre se burlaba de él, aunque existieran ocasiones donde le desesperara porque Namjoon era el tipo de persona que iba puntual a todas partes.
Vio a Jimin revolviendo los cojines del sofá gris y suspiró. Que diera tantas vueltas y que estuviera llegando tarde a quién sabe dónde lo desesperaba incluso a él, que no tenía ningún lugar en sus asuntos.
—Mierda, mierda, mierda...
— ¿Qué buscas, Diminnie? —le preguntó dirigiéndose a él con una taza humeante de café en su mano izquierda.
— ¡Mi teléfono! —respondió exasperado—. No está en ningún sitio.
—Jimin, tu teléfono está en la cocina —le indicó, Jimin corrió hacia el lugar indicado y su hermano agregó—, lo dejaste ahí encendido mientras te preparabas el desayuno. ¿No escuchas el podcast desde aquí?
—Lo siento por eso —realizó una mueca y el mayor hizo un movimiento restándole importancia al asunto—. Gracias, Namjoon hyung —dijo mientras guardaba su teléfono y se aseguraba dos veces de que se encontraba allí en su bolso. Recogió sus llaves del mueble y se acercó a su hermano—. Volveré en un par de horas. Iré a estudiar.
—De acuerdo. Pero antes de que te vayas, quiero saber qué piensas sobre que yo conozca a tu novio. No me has dicho cuál es su nombre.
Jimin hizo otra mueca. Si era sincero, su hyung y él podrían llegar a discutir.
Namjoon era un alfa muy protector con su hermano menor, lo cual siempre fue una ventaja y una desventaja para el omega. Por otra parte, Yoongi era un dolor de cabeza. Su dolor de cabeza favorito. Tenía el presentimiento de que él encontraría la forma de provocar los nervios de su hermano mayor. Y aquello no era lo que justamente buscaba que pasara.
Su lobo se removió con inquietud y Jimin suspiró. Estaba indeciso.
—Sería genial, pero lo hablaré con Yoongi esta tarde —asintió para sí mismo y sin mirar a Namjoon, llevaba una expresión pensativa en el rostro—. Ya debo irme.
—Cuídate, Diminnie —susurró con una mueca divertida, puesto que su hermano no esperó demasiado a obtener una respuesta de su parte y huyó del departamento.
Abandonó la sala y dejó su taza aún humeante sobre la mesa del comedor para luego trotar a la cocina. Se colocó unos guantes, apagó el horno y sacó las galletas que había decidido preparar para Seokjin.
Siempre fue encantador disfrutar de su compañía en sus días libres, pero aquello se triplicó a partir de que ambos decidieron que no podían darse el derecho de ignorar una realidad que sus lobos jamás les ocultaron: ser predestinados. Se pertenecían desde vidas pasadas, sus almas lo sentían, y lo encontraban muy profundo al pensarlo.
Cuando escuchó el timbre sonar una decena de veces seguidas, supo que se trataba de él y corrió a abrirle con una sonrisa enorme en su rostro y una felicidad que se escapaba de sus poros. Frotó sus manos y se deleitó con la sonrisa que decoraba el hermoso rostro del omega, que vestía una camisa blanca perfectamente planchada y unos pantalones y zapatos pulcros.
Ahora comprendía de quién se inspiraba Taehyung al momento de vestirse. Los hermanos Kim eran, sencillamente, elegantes por naturaleza. Estaba en el ADN de ambos, y se preguntó si los señores Kim también vestían como ellos.
—Hola —saludó con una corta reverencia y le permitió el pase.
Al cerrar, Namjoon giró sobre sus talones y obtuvo la maravillosa vista de Jin apoyado sobre el borde de la mesa.
—Huele bien aquí.
—Hice galletas de calabaza.
—Oh, ya veo. Me gustaría probarlas, pero primero ven y bésame. Estuve dos semanas en Jeju, ¿no me extrañaste? —Jin ladeó el rostro, Namjoon lamió sus labios y soltó una risita. Estaba tan avergonzado. El omega siempre lo hacía sonrojar y eso lo colocaba aún más nervioso—. Creo que pronto tomaré vacaciones, las necesito y-.
Un beso interrumpió sus palabras. Namjoon había colocado sus manos cada costado de sus piernas, de algún modo logró empujarlo y subirlo sobre la mesa de vidrio y ahora se colaba en medio de ellas para apretarlas, sacándole un suspiro agradable.
—A veces no logro entender por qué te negabas a todo esto —le susurró sobre los labios al separarse. Seokjin descansó sus manos en cada costado de la cabellera del alfa y sus dedos acariciaron la zona.
—Por miedo. Fue simplemente eso, y me arrepiento tanto porque tú y yo podríamos estar celebrando nuestro cuarto o quinto aniversario de pareja, si lo pienso en profundidad.
—Bueno, tenemos muchos años por delante.
—De eso voy a asegurarme, cariño —sonrió—. Porque eres la persona más hermosa del mundo.
—Claro que sí. ¿Por qué crees que me han apodado como "Seokjin worldwide handsome"? —respondió con aires de coqueteo, haciendo reír a Namjoon.
—No me refería precisamente a lo físico, pero tampoco discrepo de eso.
Jin realizó un puchero y sus ojos brillaron. Estaba apunto de echarse a llorar porque había escuchado las palabras más lindas que le han dicho en años, además, fue tomado desprevenido.
Su labio tembló y Namjoon parpadeó.
—Oh. —murmuró—. ¿Vas a llorar? ¿Jin?
—Todo está bien, es solo que... se escuchó muy bonito lo que dijiste.
—Entonces, ¿cuál es tu respuesta final? —sostuvo el libro con todas las respuestas escritas y observó fijamente a su novio.
—La varianza y desvío son medidas de comparación. La media de los datos B es la más representativa —señaló en la pequeña pizarra y cogió su marcador para redondear el resultado— ya que es la que tiene menor desvío y los valores se encuentran más concentrados en el centro. No tengo idea de cómo mi cerebro razonó eso, pero confío en que es la respuesta correcta.
—Francamente, no entendí ni una sola palabra de lo que acabas de explicar, pero es correcta —asintió entre risas y apartó el enorme libro de estadísticas, dejándolo sobre el puff del playroom para luego enfrentar a su novio y abrazarlo, apoyando su cabeza sobre el pecho ajeno, disfrutando de oír sus latidos y su respiración tan calmada—. Lo hiciste bien.
—Tú también. ¿Sabes? Fue increíble escucharte aplicar todas esas leyes en el caso de violencia intrafamiliar. Un ser humano que aprende las leyes y los artículos de su país es digno de respetar —comentó, plantando un beso en la cabellera rosa.
Jimin se separó y ladeó el rostro.
—Gracias, F4. Voy estudiando por partes para la defensa de mi tesis y realmente es un alivio escuchar que lo hice bien. No tienes idea de los dolores de cabeza que tengo —puchereó y liberó un profundo suspiro, recordando lo que su hermano y él habían hablado esa misma mañana—. Olvidé hablar contigo sobre un asunto.
—Dilo —contestó Yoongi, señalando sus piernas mientras lo miraba tras haberse sentado sobre un sofá de color blanco. Jimin entendió el mensaje y se sentó sobre el regazo del mayor, apoyando su espalda en el pecho de Yoongi.
—Mi hermano quiere conocerte y pienso que es hora de presentarte.
—Está bien.
—Namjoon es muy sobreprotector —advirtió, meciéndose sobre el regazo del alfa con todas las intenciones de provocarlo—, aunque no te hará daño mientras yo me encuentre presente para evitarlo.
—Qué alentador —bufó.
Un silencio se coló en la habitación, Jimin no le respondió porque prefirió moverse sin culpa en las piernas de Yoongi, liberando una risa baja y coqueta cuando su alfa lo tomó de las caderas para detenerlo.
Yoongi mordió su lóbulo y suspiró.
—No comiences algo que luego no vas a terminar.
— ¿Quién dijo que no tenía intenciones de terminar? Cielos, la última vez casi consigo que me tomes en la universidad.
—Lo sé —jadeó bajo cerca de su oído en el momento que Jimin retomó sus movimientos, despertando su entrepierna.
—Lo sabes... —murmuró, lamiendo sus labios y mordiéndose el labio fuertemente después. Los papás de su novio estaban allí en la habitación contigua, él debía hacer todo lo posible para callarse—. Pero no puedo evitarlo, pronto entraré en mi etapa de calor.
—Entonces será mejor que no me acerque —susurró en un tono ronco, conteniendo varios suspiros cuando Jimin se presionó con fuerza sobre él—. Detente, enano, este no es el lugar correcto.
— ¿Y cuál es, según tú, el lugar correcto? —cuestionó segundos después.
Sus movimientos circulares y el trasero presionando en su entrepierna estaban enloqueciendo a Yoongi, quien lentamente le permitía a su cuerpo dejarse llevar por el placer que le generaba imaginar cumpliendo el mayor de sus deseos hasta el momento: cogerse a Jimin sobre la mesa de billar, tan duro y fuerte. Quería experimentar lo que se sentía al ser atrapado por sus paredes y llenarlas de su esencia y anudarlo una, dos, tres o más veces. Todas las jodidas veces que fueran necesarias para saciar a su omega.
—Puedo sentirte tan bien de esta manera —jadeó en cuanto el alfa impulsó sus caderas para acompañar sus movimientos.
Jimin jadeó alto al sentir unas repentinas caricias sobre sus pezones. Era patético que un par de acciones lo hicieran tocar el cielo con las manos, pero así era y le resultaba curioso lo que Yoongi podría hacer al someterse a una situación como aquella. Ninguno era primerizo, aun así una parte pequeña de sus cuerpos sentía los nervios de encontrarse de esa manera. No porque los fueran a interrumpir, no porque la familia del alfa rondaba por la casa, sino porque ninguno se había imaginado lo que estaba a punto de suceder.
Los dedos índices de Yoongi realizaron movimientos circulares por debajo del abrigo azul que su omega llevaba luciendo ese día, trazó un camino de besos por la extensión de su cuello hasta que sus labios fueron furiosamente tomados por Jimin. Él los mordió, los succionó, los trató como si fueran su juguete.
Pero necesitaban más. Mucho más que besos, fricciones y caricias.
El menor utilizó sus manos como soporte para continuar sus movimientos circulares. El calor en su cuerpo se elevó y entendió que Yoongi se encontraba de igual manera cuando, sin aviso previo, envolvió su cintura con su brazo izquierdo y lo condujo hacia la mesa de billar. Jimin no tenía ningún control de sus movimientos, pues estos eran dictados por el mayor.
Parte de su torso fue apoyado sobre la mesa, permitiendo que su trasero grande y pomposo se exhibiera ante la entrepierna endurecida pero atrapada en los pantalones del alfa.
—Y-yoongi —lo llamó tras sentir los apretones en su trasero y los dedos del mayor colándose lentamente en el elástico de su pantalón—. ¿Q-qué haces?
— ¿Por qué no mejor te lo muestro? —contestó. Jimin no podía verlo, pero estaba completamente seguro de que una sonrisa coqueta se había colado a los labios de su amado. Y por supuesto que asintió, aunque su idea inicial era hacerse el difícil.
— ¿Qué...? Oh, ¡carajo! —gimió sin contenerse.
Yoongi mordió ambas mejillas, las separó ligeramente y hundió su cabeza entre ellas, deslizando su lengua con fervor sobre los pliegues de su entrada mojada con el lubricante que por naturaleza el omega desprendía a montones.
Y de repente, el alfa comenzó a recorrer sus paredes apretadas con su lengua.
Se sentía maravillosamente bien.
Los oídos del alfa se vieron deleitados por los gemidos y jadeos entrecortados de Jimin, quien siseaba palabras que no entendía. El menor meneó el trasero contra su rostro, buscando una manera de incitar a su lengua a recorrer mucho más. Era una sensación exquisita la que lo hacía experimentar.
Sus aromas estaban entremezclados y esparcidos por doquier.
—Yoongi —pronunció el omega con dificultad.
— ¿Quieres que me detenga, Jimin? ¿Quieres que de verdad —abrió las mejillas traseras aún más, paseando su lengua una y otra vez, y Jimin sintió cómo su cuerpo se derritió ante el toque—... me detenga? —finalizó su pregunta con una sonrisa insoportablemente coqueta con la mirada fija sobre los ojos dilatados del omega—. Respóndeme.
—No te... No te detengas —exigió con la dulce voz de omega que lo caracterizaba, paseando su mano por la cabellera color menta que muy pronto se haría rubia, y Yoongi continuó con su labor de introducir su lengua en la cavidad anal de su caliente novio.
Jimin apoyó ambos antebrazos sobre la mesa, arrastrando sus dedos sobre ella debido a la bruma de placer que estaba sintiendo con los bruscos movimientos de la lengua de Yoongi dentro de él, acariciando cada rincón que estaba a su alcance. Volvía al omega un ligero desastre que estaba a pocos segundos de liberarse, de envolverse en las miles de sensaciones que un orgasmo podía brindar.
De vez en cuando mordía su labio con fuerza para no exponer con su boca lo que estaba ocurriendo dentro de la habitación de juegos. Pero estaba tan sensible que no podía contenerse por mucho tiempo y acababa llenando la gran sala con sus jadeos y gemidos de tono elevado.
A los pocos minutos, tras llevar un ritmo acelerado y resistente de sus caderas para embelesarse con la lengua de su alfa que entraba y salía de su cuerpo con una fuerza descomunal, un clímax arrasó con su cuerpo. Jimin tuvo que morder aún más fuerte su labio y sus uñas se clavaron sobre el forro aterciopelado verde de la mesa de billar, dejando leves marcas que evidenciaban el sexo oral más intenso que había experimentado en su vida.
No le importó manchar sus pantalones con su abundante lubricante y su semen en tiras largas y espesas que traspasaron la tela sin problema.
Jadeo cuando Yoongi comenzó a plantar besos sobre su espalda hasta llegar a mordisquear su hombro, liberando la risa más encantadora que Jimin había escuchado en su vida. Y tuvo que ser sostenido por él en el momento que las piernas se le debilitaron por el éxtasis que sufrió en cada una de las zonas de su cuerpo.
Le temblaba todo el cuerpo. Aun así...
—Eso fue... una maravilla —comentó con la voz cansada al igual que su cuerpo, subiéndose sobre la mesa para poder ver a Yoongi a los ojos, quien después de unos segundos decidió trasladarlos a ambos al sofá blanco—. Pero... —suspiró gustoso cuando, aún después de haber acomodado sus pantalones correctamente, la erección firme y gruesa de su novio podía sentirse todavía intacta bajo su trasero—. ¿Y qué harás tú? Déjame ayudarte.
Yoongi negó.
—No te preocupes por mí, Wandita —sonrió y lo cargó entre sus brazos—. Vayamos a mi habitación para limpiarte, también te prestaré unos pantalones nuevos. Lo has manchado todo —comentó burlón mientras se dirigía a la puerta.
—No me avergüences —pidió con las mejillas hirviendo, extrañándole que hubiera tanto silencio en la casa mientras Yoongi subía con él en brazos por las escaleras con una calma impactante—. ¿Es mi culpa que-...?
—Ni siquiera te atrevas a decirlo —lo interrumpió, sintiendo bochorno aunque no se arrepintiera de sus acciones.
—Oh, F4, no puedo creer que hace cinco minutos hayas comido mi culo como una bestia y ahora estás sonrojado por eso —se burló descaradamente.
—Yo no puedo creer que tengas una boca tan sucia, Park Jimin. Eres un sucio —comentó indignado y tras haber cerrado la puerta de su habitación, sentó al menor sobre su cama.
—Tú eres un sucio. ¡Comiste mi trasero! —atacó sin pelos en la lengua.
— ¡Ya!
Jimin carcajeó fuerte, sosteniendo su abdomen porque realmente no podía parar. Yoongi lo observó y le lanzó un boxer nuevo y un pantalón holgado, haciendo que su pareja riera todavía más.
— ¡Yoongi, ábrenos!
Las carcajadas cesaron, la pareja se vio a los ojos de forma intensa. Yoongi le obsequió una sonrisa ladeada al omega y comenzó a acercarse a la puerta, Jimin negó y lo señaló.
—Si abres esa puerta ahora, estarás muerto —advirtió y el mayor tragó saliva, esperando unos segundos más.
— ¿Por qué la sala de juegos apesta tanto? ¿Esa es la voz de Jimin? —Hoseok inquirió, forzando la puerta que llevaba el seguro puesto.
— ¡Chicos, es lubricante! —Eunhyuk informó en un tono lamentablemente alto.
—Carajo, Min. ¡De todos los lugares para eso, ustedes lo hicieron en la sala de juegos! ¿Se volvieron locos? ¡Ah, no entraré ahí jamás! —Esta vez fue Hyunjin quien habló.
Fue el turno de Yoongi para reír y el menor se contagió de ello. Al terminar de vestirse, ambos dieron la cara a los tres alfas que los esperaban con los brazos cruzados y miradas juzgonas.
—Mírales las caras, Hoseok, solo... míralas.
—Acababa de darme el mejor sexo oral de mi vida, ¿por qué crees que llevo esta cara? —Jimin respondió y los amigos de Yoongi arrugaron la nariz en su dirección para luego transformar sus rostros en encantadoras expresiones burlescas.
—Hoy no jugaré billar y esperé todo el día para hacerlo, pero tu semen está esparcido por toda la maldita mesa —gruñó Eunhyuk y Jimin le respondió levantando su dedo medio.
Sin palabras. No estoy conforme, la escena explícita pudo haber quedado mejor, pero retomar estas cosas requiere que practique ya sea en este u otros fics como antes solía hacer.
Olvidé subir el capítulo nopuedeser.
Realmente espero que les guste.
Y ¡adivinen! Esperé tanto por una nota que al final terminé desaprobando y lo peor de todo es que tendré que elegir entre recuperar dos materias cuyos exámenes recuperatorios son el mismo día.
Soy una estudiante universitaria frustrada, pero todo sea por ser licenciada en psicología.
Todo sea por citat a Freud como Taehyung en esta historia (aunque no lo haya mencionado por el momento).
Espero que se encuentren bien!
ALEX 🤍
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