41
“Todos nos están mirando.
Así que, amor, mantengámoslo en secreto.Un poco escandaloso. Pero, amor, no dejes que lo vean.
Un poco menos de conversación.
Y un poco más de toque en mi cuerpo.
Porque me gustas mucho, me gustas mucho, me gustas mucho.”
—Into You - Ariana Grande.
“Oí el rumor de que ese collar ha sellado un pacto muy difícil de romper. Y está claro que ambos se divertirán cortejándose mutuamente.”
—Cárgame, Jungkook —Un omega de cabellos rojos y revoltosos debido a su temprano despertar estiró sus brazos en dirección a su novio mientras ambos caminaban a la par, pero el alfa parecía haber estado muy distraído que no logró escucharlo—. ¡Jungkookie, cárgame!
Un pelinegro que le llevaba un poco la delantera a su novio, volteó, sonrió y cruzó sus brazos sobre su musculoso pecho tras haberse detenido y posicionado frente a Taehyung.
—Recuérdame por qué no puedo negarme a tus peticiones esta semana.
Taehyung gruñó y empujó al alfa para romper la cercanía que tenían. El menor reaccionó de inmediato en reírse del puchero que su hyung se había colado sobre sus labios, y se acercó de nueva cuenta dispuesto a besarlo, pero su acción fue imposible cuando el mayor ladeó su rostro.
—Impediste que persiguiera a Jimin.
—Yo no-.
— ¡Y todavía te atreves a negarlo! Tú sabes algo sobre Jimin que yo no —lo señaló acusador—. Mientras tomábamos algo en la cafetería, te comportaste muy extraño. Eres malo para mentir, Jungkook. ¿Algo está ocurriendo en la vida de mi pollito? Si lo sabes, por favor —hizo énfasis en aquellas dos cortas palabras—, dímelo. Sé que es algo bueno, lo presiento y lo noto en su rostro, pero él no me lo dirá aunque ya me conozca lo suficiente para saber que yo he estado sospechando de algo estas últimas semanas.
La desesperación era muy clara, de aquello no había dudas para el mayor. Sin embargo, tampoco había dudas sobre lo culpable que Jungkook llevaba sintiéndose desde que Jimin se acercó a él apestando a las feromonas del capitán de baloncesto, y sin que le dijera nada más que un «Gracias», el menor confirmó que la historia entre ellos era sumamente cierta y tuvo tantos escalofríos al detenerse a razonar sobre el gran secreto que estaba guardando hace siete días atrás. Era... frustrante y hasta estresante teniendo en cuenta que su luna, aquel bello omega que lo miraba con ojos de cachorro, era la persona más curiosa y preguntona del universo.
«Jimin, Yoongi, me deben la jodida vida, par de cabrones.»
Estaba molesto, no pudo controlar que eso se viera reflejado en sus feromonas sueltas en el aire y que comenzaron a rodear a Taehyung accidentalmente. Pero sabía que, si abría su boca en ese momento, se metería en un lío enorme con su capitán y Jimin, con quienes imaginaba cualquier tipo de escenario donde su sangre se veía involucrada —en el puto suelo—.
—Sólo... Espera un poco más —inquirió—. Él te lo dirá, estoy seguro. Y sospechas bien, Taehyungie, estas últimas semanas a Jimin le han ocurrido cosas muy buenas —le dijo, manteniendo una sonrisa que, segundos más tarde, contagió a su omega—. Nosotros tardamos un tiempo en decirle sobre nuestra relación.
—No es lo mismo —discrepó y finalmente subió sobre la espalda de su novio, pasando sus brazos sobre los hombros del menor—. Él sospechó de nosotros desde el principio, pero yo no le he visto a nadie. Eso es completamente diferente, Jungkook. Dios Santo, ¡quiero que me lo diga!
—Ojalá pudiera hacerlo yo, pero ya conoces a Jimin... Mi vida estará en riesgo si abro la boca.
—Ese enano con complejo de John Wick —gruñó el omega y su vista se enfocó hacia el frente—. Le tiene pánico a los insectos en general, por lo tanto, jamás te pondría un dedo encima. Aunque... —cerró la boca tras percatarse de lo que estaba a punto de decir y de lo cual no se sentía listo para que Jungkook supiera—. Bueno, tal vez él sí sería capaz de ponerte una mano encima.
—Qué alentador eres, osito.
Y continuaron por el camino que los llevaba a la universidad, finalmente. Jungkook había decidido sin consultarle al pobre pelirrojo que iba a estacionar el auto a un par de calles sólo con la intención de realizar un poco de ejercicio que Taehyung creyó demasiado innecesario teniendo en cuenta el abdomen firme y los músculos formados de manera excelente en cada parte del cuerpo contrario, cuerpo que, en ciertas oportunidades donde era testigo de la gran figura de su novio, le incitaba a marcar.
—Taehyung, ¿estás escuchándome?
Esa voz suave, pero que no dejaba de sonar ronca, le llamó la atención y Taehyung decidió bajarse de la espalda de su novio y colocarse enfrente suyo.
—Hum... ¿podrías repetirlo? —vaciló con una ligera sonrisa que dictaba que estaba sumamente apenado.
— ¿Recuerdas dónde dejé mi credencial? —El mayor negó—. Diablos, no la encuentro por ninguna parte —murmuró en plena desesperación ya que se encontraban a unos cortos pasos de la seguridad que siempre custodiaba la entrada y salida de cada alumno en aquella universidad.
La mochila de Jungkook se convirtió en un desastre pasados unos cinco minutos tras la intensa búsqueda de la credencial del menor, quien estaba perdiendo la cabeza porque era la tercera vez en seis meses que extraviaba su identificación estudiantil. Sin ella, estaba jodido.
Taehyung le imploraba a todos los dioses que su risa no expusiera lo divertido que le sentaba la situación de su estresado alfa. Tenía conocimiento sobre las anteriores pérdidas de credenciales, pero muchas veces se preguntaba a dónde rayos llevaba la cabeza Jeon Jungkook para que desaparecieran aquellas cosas de suma importancia con tanta facilidad.
Mientras Jungkook continuaba quieto revisando su mochila, Taehyung se alejó de él y comenzó a admirar el parque situado frente a la universidad. Estaba repleta de parejas, algunos niños, algunos padres detrás de sus traviesos hijos, y de allí también salían algunos estudiantes universitarios, entre ellos... ¡¿Jimin junto a un chico?!
Jodida mierda.
Volteó un segundo a ver a Jungkook, quien aún seguía en lo suyo (y no tenía idea de cuánto más se tardaría; era el momento perfecto).
Se alejó, respiró hondo y guardó su repentina emoción. Intentó pasar por desapercibido de ellos, los observó y...
¿Ese era el maldito F4, el arrogante capitán del equipo de baloncesto de su universidad?
Jimin llevaba una sonrisa boba y una mirada que podría iluminar cualquier oscuridad... Realmente no podía creer lo que estaba viendo, quiso hacerse el ciego cuando comprobó su teoría y cuando identificó a la persona que había logrado, sorprendentemente para el pelirrojo, enamorar el corazón y el alma de su mejor amigo.
La escena lo dejó sin palabras durante varios minutos, pero ¿qué más podía hacer al respecto que quedarse callado y esperar a que Jimin se lo confesara con sus propios labios? Le tomaría un tiempo digerirlo. Taehyung repasó las ocasiones —repetidas ocasiones— que Jimin aborreció al tal Min Yoongi. En todas las oportunidades que se le presentaron a lo largo de los meses, su mejor amigo le juró un odio eterno al líder de los F4. Con ello, el pelirrojo, jamás logró sospechar que existía una mínima posibilidad de que ambos acabaran juntos.
No podía apartar los ojos de la pareja, ni tampoco sentía la necesidad de hacerlo por que se viera como un acosador para cualquier persona que pasara a su lado. Y si bien se sintió extraño cuando fue uno de los testigos de aquel beso demandante pero dulce a su vez, también le invadió una emoción pura.
¿Qué importaba que fuera el mismísimo demonio en quien Jimin hubiera puesto interés?
Taehyung había encontrado en Jungkook un amor para siempre, el cual soñó desde que era un niño y sus padres le leían la historia de la princesa y el sapo, su favorita. Jimin también parecía haber encontrado un amor para siempre, sospechaba e intuía por las diversas conversaciones que tuvieron al respecto, y sólo tal vez aquel hombre de cabellos color menta que comenzaban a verse un poco rubios era su... Yoongi era su lugar seguro. Podía jurarlo. Podía sentirlo e incluso comprobarlo allí mismo al notar su especial cercanía e intimidad en el abrazo que se daban y las sonrisas que se entregaban con tanta naturalidad.
—Creéme, yo estoy igual de sorprendido que tú.
Oh, mierda. Esa no era la voz de su novio. Ni siquiera esa risa le pertenecía a Jungkook.
Al girarse y observar el afilado perfil (que ya parecía ser una característica obligatoria para formar parte del cuarteto de alfas populares en el SNU), identificó de inmediato la presencia dominante de Eunhyuk que sólo lo miró un par de segundos y luego regresó su mirada curiosa a la pareja que continuaba caminando distraídamente en dirección a la universidad sin siquiera percatarse de las presencias de sus amigos.
—Yo que tú, no armaría un escándalo —Taehyung estuvo a punto de objetar y Eunhyuk decidió agregar una última cosa antes de desaparecer de su campo visual—. Evitemos que se enfaden. Si en algo veo que coinciden tu amigo y el mío es en mantener su vida privada como eso... privada. Ellos sabrán cuándo es el momento, hasta entonces, cállate, omega de Jungkook.
—Mi nombre es Taehyung, pedazo de idiota —corrigió una vez notó la lejanía de Eunhyuk y dejó de prestarle atención a la pareja.
Sin embargo, Taehyung se preguntó cuánto podría aguantar su paciencia y curiosidad.
Las cámaras nunca fueron su cosa favorita en el mundo. Las odió durante toda su niñez porque siempre se vio obligado a aparecer en las constantes sesiones de fotografías con sus familiares, quienes tampoco se escapaban de su lista invisible de las cosas o personas que le disgustaba a Yoongi. Que Jimin lo estuviera apuntando con su teléfono, lo hizo bufar y por ello fue comparado con un toro segundos después, tal cosa tampoco fue agradable y su semblante se lo demostró al omega.
— ¿Para qué vas a invitarme a salir si te la pasarás de malhumor? —reprochó Jimin, guardando su teléfono en el bolsillo izquierdo de su pantalón. Más tarde podría sonreír victorioso de haber conseguido un par de fotografías decentes de su novio sexy y gruñón.
Tras una corta conversación mañanera, en la cual Jimin le había comentado sobre su difícil exámen y lo estresado que estuvo durante diez minutos al revisar palabra por palabra sus respuestas antes de entregar las hojas a su profesor, rogándole a los dioses poder aprobar, Yoongi sugirió que ambos visitaran el parque de enfrente de la universidad para despejar sus atareadas mentes.
Entonces salieron del campus entre risitas por casi ser descubiertos por Hyunjin, el mejor amigo del alfa. Se fundieron en un beso breve y entrelazaron sus manos para caminar a la par y que Jimin no trastabillara al pretender seguir el ritmo de pasos de su novio.
Se perdieron por los espacios más bonitos del enorme parque. Sólo eran Jimin y Yoongi. Nadie interrumpía, nadie los espiaba, o eso tuvieron la libertar de pensar hasta un momento antes de salir finalmente de las bellas instalaciones.
—No me gustan las cámaras y también estaba pensando mucho, lo siento —comentó minutos después.
—Lo noté —Jimin viró los ojos, dándole un codazo al alfa—. Confieso que eras más interesante cuando ninguno sabía sobre los sentimientos del otro.
—Como sea. No me interesa lo que digas —Mientras reprimía una sonrisa, reforzó su agarre hacia la mano de Jimin, que reaccionó riéndose ante tal comentario.
Claramente estaban jugando. Yoongi podía ser bueno fingiendo frente a los demás, pero se derretía cuando se encontraba junto a Jimin.
—Te acusaré con tu hermana —advirtió severo y eso detuvo el andar de ambos—. Yo no puedo contigo, pero ella sí podrá. Te enseñará a tratar mejor a tu novio.
Yoongi soltó su agarre de imprevisto y se arrodilló frente a Jimin, exagerando su actuación sobre el temor que tenía de imaginar lo que su hermana mayor pudiera hacerle si su malvado Jiminnie lo acusaba con ella. Es decir, ser alfa puro, la jerarquía más respetada e imponente y que se caracterizaba por su natural liderazgo hacia quienes consideraba de su manada, no cambiaba que Chaerin tenía mucho poder sobre él, principalmente por el profundo respeto que el lobo alfa poseía hacía el lobo omega de la pelirrubia.
—No lo hagas, te trataré mejor. Lo juro por mi amor al básquetbol, Park Jimin.
—Eso no es suficiente, además, me ofende que jures por tu amor hacia el básquetbol y no por lo que sientes por mí —dijo con ambos brazos cruzado y fulminándole con aquellos ojos que no paraban de endulzar al pobre alfa que se encontraba de rodillas en el suelo.
—Wandita, perdóname —Juntó sus manos ante su ruego, mirándole con un pronunciado puchero sobre sus labios—. Voy a comportarme, lo juro por el amor que siento por tí, por ese culo grande y pomposo que deseo que mi p-.
—Yoongi, qué pervertido. ¿Estás seguro de que tu celo se ha ido? Todavía sueltas incoherencias —preguntó mirando hacia abajo. El mayor asintió y se irguió, limpiándose su pantalón oscuro en la zona de sus rodillas.
—Olvídalo, Wandita. Hum... Tengo un regalo para tí —confesó tímidamente.
— ¿Cómo dijiste? ¿En serio? —Le miró con ilusión, ansioso por tener dicho obsequio entre sus manos. El alfa asintió y sacó del interior de su mochila una caja aterciopelada de color rojo mate, con una decoración pequeña en medio que eran de tonos dorados y que brillaban bajo el suave tacto de la luz del sol. Y se la tendió a Jimin, avergonzándose tanto por lo que fuera a decir y porque él tenía un largo discurso ensayado de hacía días atrás.
En su interior explotaba de nervios, pero sorprendentemente su lobo permanecía calmado a la espera de la respuesta de su omega. No había nada que lo pudiera asustar, se encontraba muy seguro de sí mismo, al contrario de su parte humana.
—Tengo intenciones reales contigo, eso está muy claro para tí —Inició con las manos temblándole suavemente debido a los nervios. Ya no podía arrepentirse y escabullirse como un cobarde, puesto que había creado la situación perfecta para su propuesta.
Y él sólo llegaba a comprender una parte de esa situación: le gustaba que ese omega le provocara cierta cantidad de sentimientos en su corazón, alma y cuerpo, que no podía controlar ni un solo segundo.
Jimin era un huracán de preguntas, emociones, y estaba al borde de liberar una gran cantidad de lágrimas a causa de aquel obsequio tan hermoso. Ni siquiera lo había abierto, pero todo lo que viniera de su alfa con franqueza era... enormemente especial y bonito.
—Lo haré a la antigua, Jimin, yo espero que no te moleste. Voy a cortejarte de verdad, y tendremos muchas citas, te presentaré a mis padres, también espero conocer a los tuyos, eso es importante para mí. Estoy ansioso de anunciarlo a los cuatro idiotas que adoro con mi vida, sé que ellos te querrán y defenderán como yo, así como ansío que Taehyung lo sepa para poder enfrentarme a su furia o a lo que sea —tras la mención, Jimin rio escasamente, sus lágrimas de emoción impedían que formara una mejor sonrisa—. Wandita, llevaremos nuestro amor a cualquier lugar que nos sea cómodo para estar al menos por un rato.
Tomó un respiro y juntó las manos de Jimin para poder besarlas, sonriéndole justo después.
El menor resopló, haciendo todo lo posible para calmarse y finalmente pudo abrir la caja aterciopelada, encontrándose con una cadena fina bañada en oro rosáceo, sospechó, por el color tan suave. Lo sostuvo en sus manos y observó con cuidado, notando cada detalle que hacía referencia a una posible vida juntos con Yoongi. Había un dije, también del mismo color que el resto del collar; llevaba la forma de un nido redondo casi perfecto, en aquel nido había un par de frutas, y reservó el mejor detalle para el final: dos lechuzas juntas, casi abrazadas, en el centro del nido. Era una representación hermosa. Era un regalo bellísimo que jamás en su vida imaginó que se le sería dado.
— ¿Me das el honor de cortejarte? Será una tarea conjunta, donde tú también podrás cotejarme si así lo deseas. Quisiera ver eso, francamente.
—Yoongi —una risita se escapó de sus carnosos labios, contagiando al alfa que sólo lo miraba con tanto amor que podía jurar que estaba a punto de desbordarse—. Es... ¡Es una idea maravillosa! Claro que sí, maldición. ¡Esto es adorable! —Se emocionó, dando saltitos sobre su lugar para luego descansar sus manos en las mejillas del alfa puro y éste colocó las suyas sobre las del pelirrosa, besando después la palma de aquella mano pequeña y delicada y regordeta que Jimin poseía—. Tú eres adorable.
—Es para dar un aviso discreto a cualquier idiota que te observe con otras intenciones, de que pronto lucirás una hermosa marca en lugar de ese collar. Aunque puedes lucir ambos, si así lo deseas. Lo único que importa es que los demás comprendan que tú eres mío, Park Jimin —sostuvo posesivamente su cintura sin que Jimin advirtiera aquello, pero no podía quejarse ante el delicioso contacto.
—No discrepo, pero ¿tú que tendrás para avisarle a los demás que eres jodidamente mío? Tú también eres mío, Min Yoongi —declaró con la sonrisa más malévola y a su vez coqueta y atrajo al pelimenta. Ambas puntas de sus narices se rozaban y les provocaba cosquillas—. Bésame, ahora mismo, alfa idiota.
Estuvieron a escasos segundos de derretirse mutuamente bajo el efecto de los besos del otro, pero ante el pequeño insulto que Jimin utilizó con su pareja, Yoongi se alejó y chasqueó la lengua.
— ¿Qué haces? ¿Por qué te detuviste? —inquirió desconcertado con las acciones ajenas.
— ¿Alfa idiota? Wandita, estás frente al capitán de básquetbol de tu universidad, el mejor jugador de la temporada —alardeó con exageración, haciendo reír al pelirrosa—. Cuidado con la manera con la que me tratas.
Jimin lo empujó y Yoongi se acercó a él de nueva cuenta, rodeándolo de sus feromonas.
—Silencio y bésame, alfa sin cerebro —bufó, y entonces preguntó sobre sus labios—. ¿Te gusta ese apodo?
—Me gusta más que no agregues un adjetivo a la palabra “alfa”. Solitaria se oye bien —delineó los labios de Jimin con su lengua.
—No lo tendré en cuenta —respondió sincero, eliminando todo el espacio que aún existía entre su cuerpo y el ajeno.
Yoongi soltó una risa ronca y respondió:
—Lo sé.
Jimin mordió el labio del mayor, el más alto se vio en la necesidad de deslizar sus traviesas e inquietas manos hacia el trasero de aquel para alzarlo, sentarse en cualquier parte y disfrutar de amasarlo, acariciar su cuerpo entero, y de derretirse bajo los besos que el menor era capaz de otorgarle sin necesidad de preguntar.
Pero no podían. Estaban a pocos pasos de la universidad, cualquiera podría verlos y no era conveniente.
Degustó el bálsamo labial del omega, saboreando las exquisitas fresas en sus labios. Sus lobos se encontraban inquietos, corrían alrededor con la abundante felicidad que los inundaba al sentir sin necesidad de un lazo aquel amor tan puro, cálido, pasional y hermoso, que sentían por el otro.
Cuando hubo pasado unos breves minutos, ellos debían separarse en busca del aire que se robaban mutuamente, pero no querían o, mejor dicho, no podían debido a que sus labios parecían un imán que era difícil de separar. Yoongi se encargó, con el permiso del omega, de introducir su mano por debajo de aquel abrigo que portaba el menor. Deslizando su dedo medio por el pequeño hundimiento que se marcaba en su espalda. Esos hoyuelos que tuvo la oportunidad de llegar a besar unos escasos segundos el día que su celo llegó de manera desprevenida en el salón donde él y Jimin se habían reunido.
Su pareja tembló, las manos frías le causaron una ola enorme de electricidad por el cuerpo. Ambos se tomaron unos milisegundos para tomar todo el oxígeno que podía entrar a sus pulmones, y para Jimin eso no fue excusa para continuar con su tarea de morder, chupar y jugar con los labios de Yoongi sin piedad alguna.
No obstante, unos minutos después se separaron por la fuerza de voluntad del menor. Si fuera por decisión del alfa, ellos aún estarían aumentando el nivel de sus besos inocentes. Él se quedó mirando sus orbes profundos, de color miel, adictivos. Yoongi odiaba admitir lo vigoroso que lo hacía sentir.
Jimin actuaba como si quisiera averiguar algún detalle del alfa que lo hiciera desconfiar, tan solo segundos más tarde, cuando recuperaron el aliento y siguieron el camino a la universidad tras Yoongi haberle colocado el collar y así fundirse sobre un silencio cómodo. No entendió por qué le nació aquella necesidad sobre más datos de la vida del alfa. Pero allí estaba, colmándole la paciencia, llenándolo de incertidumbre como aquella ocasión que se encontraban discutiendo en la habitación del pelimenta y este rompió su lapiz debido a la furia. Justo el día que Jimin se había enterado por Chaerin que Yoongi tuvo problemas de ira en el pasado, dato por el cual el menor casi corrió espantado.
— ¿Qué sucede?
—Tengo curiosidad, inseguridad, todo el paquete. No sé por qué surgió de repente, pero me gustaría preguntarte algo.
—Hum, está bien —se encogió de hombros y nuevamente se detuvieron para enfrentarse uno con el otro—. Dime.
— ¿Te enamoraste alguna vez?
Bien, eso no era lo que esperaba. Yoongi suspiró y le dedicó una mirada al menor.
— ¿Es algo de lo que deberíamos hablar? —Jimin movió la cabeza afirmativamente—. De acuerdo, Wandita.
—Puedes comenzar por el inicio o por la parte que tú quieras.
—Mmh... Se llama Jisoo. Éramos vecinos, nuestros padres organizaron muchas cenas para que nos conociéramos mejor y lo hicimos. Tiempo después, con ayuda de aquellas cenas y citas, ella y yo nos fuimos enamorando. A los pocos meses se mudó, en la zona de residencias donde ella vivía había una joven de su edad, congeniaron, se enamoraron y descubrieron al poco tiempo que eran destinadas. Fue devastador romper con ella, pero al final acabé envidiándola por su suerte. Aunque, ya no tenemos contacto.
Yoongi fue balanceando sus manos por el aire al retomar la caminata, Jimin solo lo veía, admirando aquel perfil encantador y sintiéndose un poco triste por la situación que a este le tocó pasar años atrás.
—Pero heme aquí —continuó—, actualmente me encuentro caminando hacia la universidad tomado de la mano sin pelear —dijo intencionalmente— con el omega que no paraba de pelear conmigo.
—¡Lo último fue innecesario! —Se molestó y detuvo el balanceo de manos—. Pero, aprecio lo que acabas de contarme —sonrió y le plantó un beso sobre la mejilla sobre la orilla antes de cruzar la calle—. Nuestro paseo se acaba aquí, F4. Estamos peligrosamente cerca de la universidad, y si un admirador o una admiradora loca nos ve juntos, será mi fin y no el tuyo.
—No eres gracioso —refunfuñó el alfa con la nariz arrugada.
—Aquí terminamos, alfa bonito.
—Por hoy, acabé contigo, mi omega —Utilizó el mismo tono fastidioso que el omega para luego sonreír—. Nos vemos por la tarde.
Jimin asintió y su pareja le regaló un profundo beso tan breve que disgustó un poco al menor. Pero no se detuvo a pensar en ello e ingresó al campus general.
Claro que ninguno tuvo en cuenta que Taehyung y Eunhyuk, por error, habían sido testigos, mientras reaccionaban viendo dejando sus bocas entreabiertas por haberlos tomado desprevenidos en sus actos de amor, en aquellos besos y aquellas sonrisas obsequiadas.
Todo era tan confuso.
Me quiero tomar un momento para, simplemente, agradecerles el enorme apoyo. Gracias, en serio, a lxs que vienen desde el au en Twitter y a lxs que es su primera vez adentrándose en esta historia que considero de las más hermosas, amadas, y también especiales, para mí.
Como siempre digo, es un placer escribir a estos personajes. Me despejan la mente, me crean expectativas altas de amor (lo juro), y me hacen muy feliz.
Espero que les guste este capítulo, y nuevamente gracias por estar 🖤
ALEX 🧊
PD: Si notaron, hay ciertas partes un tanto pasadas de tono (ponele), como en el capítulo anterior. Quería aclarar que de alguna forma lxs estoy probando para saber si les incomoda o no escenas así (AHRE, EN WATTPAD JUSTAMENTE). Y nada, sólo aviso que, si no veo ninguna reacción negativa ante esto, estoy dispuesta a hacer escenas 🔞 (no tantas, che). Me gusta hacerlas, es un tipo de escritura (erótica y sensual, y muy detallada) con la que me fascina trabajar sin importar cuánto tiempo y esfuerzo requiera. El celo de Yoongi fue una pequeña probadita AHRE.
PD 2: El collar de cortejo para Jimin (imaginenlo con las descripciones ya dadas) 👇🏻
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