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“Oí el rumor de que te has vuelto muy evidente respecto a quien te hace feliz.”
A veces era mejor ignorar el pasado, aunque este pasara a formar parte de tu ser por el resto de tu vida; a veces era mejor opción desistir en buscar la mínima posibilidad de que su madre sintiera un poco de empatía y le pidiera disculpas por haber causado aquel desastre que por poco no acababa con su vida.
El sonido del motor del auto lujoso de su mejor amigo dejó de oírse y esa fue su señal para salir, buscar sus cosas, y luego desaparecer de la vida de su madre para siempre. Pero tenía miedo, el terror le recorría las venas y los escalofríos constantes se adueñaron de su cuerpo. Su corazón latía con fuerza a causa de los nervios y los recuerdos borrosos de sus últimos días allí permanecían latentes en él.
Una mano posó sobre su muslo, apretando con suavidad para conseguir que el alfa se alejara de cualquier pensamiento que le creara inseguridades.
—¿Seguro que vas a estar bien? —le cuestionó al hacer contacto con sus ojos.
—Lo estaré, Hoba —aseguró con una débil sonrisa y salió del auto siendo seguido unos cuantos pasos atrás por su preocupado mejor amigo—. Mamá no podrá conmigo esta vez, lo juro por Dios.
Algo no estaba bien. Aunque parte de su inquietud se debiera a todas aquellas horas de visita a las que asistió sólo para observar durante largas horas el cuerpo inerte, débil y pálido del alfa al que ahora se encontraba persiguiendo, a Hoseok la seguridad que estaba plantada en su mejor amigo le daba una mala espina, parecía demasiado falsa y le costaba horrores confiar en las palabras de Hyunjin.
—Hwang...
El menor lo ignoró o de lo contrario perdería la confianza que comenzaba a surgir en él para enfrentar a su madre en cualquier panorama. Pero su mejor amigo no pensaba ceder, no cuando sabía el estilo de bruja que la madre de Hyunjin se convirtió tras haberse divorciado del señor Hwang.
Decidió ir por él y sostener su muñeca con fuerza, lastimando un poco al menor.
— ¿Qué te sucede? —preguntó al voltearse a verlo.
—¡Acéptalo, Hwang! Te querrá manipular, así es ella. Por Dios, déjame ir contigo.
Hyunjin regresó al interior del auto, mascullando maldiciones contra Eunhyuk, quién lo veía burlón.
—Despierta por completo a Eunhyuk para que active su oído desarrollado para el chisme y así se mantengan atentos. Si la posible discusión se acalora, pueden intervenir, ¿entendido? —le indicó y se alejó de Hoseok, mostrándose decidido y seguro de cada una de las acciones que cometería en los siguientes minutos.
Al ingresar sin necesidad de alguna llave, ya que su madre acostumbraba a no colocar el seguro al encontrarse en casa, un angosto pasillo le dio la bienvenida.
«Tú puedes, Hwang». Reunió fuerzas y dejó sus zapatos en el pequeño escalón antes de continuar avanzando por el salón principal.
Su primer escalón lo subió con miedo, girándose a su lado, desde allí podía verse una parte de la cocina. El lugar se veía desordenado; había zapatos, papeles desconocidos, un ipod viejo con sus audífonos puestos, una especie de desorden al que no estaba acostumbrado. ¿Qué estuvo haciendo su madre todo este tiempo para descuidar el orden de esa forma? ¿Por qué no llamó a las dos mujeres que solían visitar su gran y espacioso hogar para deshacerse de la suciedad?
Sin hacer ruido y luego de haber comprobado que no había rastros de su progenitora, Hyunjin subió con total libertad y en un descuido casi terminó tropezando en el último escalón que conducía a los diferentes dormitorios. Logró sostenerse con fuerza de las barras de metal y caminó despacio hacia su habitación, la cual, extrañamente, brillaba por cada rincón. Todos sus muebles estaban libres de suciedad; toda su ropa se encontraba guardada en su armario.
Fue avanzando e ignorando el agotamiento repentino que le ocasionó una energía pesada al golpearlo de repente. Buscó dos maletas y ambas descansaron en su cama, arruinado un poco aquella prolijidad que parecía llevar.
Al adentrarse a su armario, se percató que dos maletas no bastarían para vaciarlo por completo. Tenía ropa en muchas cantidades, el ser modelo le otorgaba un buen beneficio con las marcas con las que solía trabajar. Pero, rindiéndose a la idea de que solo podría llevar algunos de sus atuendos, Hyunjin se ocupó de llenar hasta el tope ambas maletas, sin tomarse el tiempo necesario para doblarlas como debía y así evitar alguna arruga en ellas.
Él quería irse lo más pronto posible de aquella casa a la que erróneamente llamó su hogar durante los años más tormentosos de su vida allí con su madre.
— ¿Hyunjin? ¿Hijo mío, estás de vuelta? —Su vista estaba baja y no la quiso levantar tras haber identificado la voz de la omega. Soltó una camiseta dentro de la maleta y se apoyó en ella, rogándole a los cielos para que sus fuerzas se mantuvieran firmes si debía enfrentar a su madre en los próximos minutos.
La señora Hwang podría tener cara de estúpida, pero no lo era. Cuando oyó los ruidos arriba, sabía bien que se trataba de su hijo mayor al identificar su aroma que, sin quererlo realmente, estaba esparcido por todo el lugar y gran parte de las escaleras. No perdió el tiempo e ingresó sin permiso al cuarto, encontrando la mejor o peor de las sorpresas para una madre.
Hyunjin estaba empacando sus pertenencias.
—Vine por mis cosas, lamento no haberte avisado —explicó y continuó con su labor, esta vez acelerando sus movimientos.
—¿Por qué, hijo? ¿Por qué me haces esto? —farfulló tras alzar la voz, mostrándose muy alterada debido a la situación. Hyunjin no esperó que su madre se acercara hacia él y lo tomara de las manos, sacando a relucir sus ojos falsamente tristes que no provocaron más que inmensa decepción en el menor—. ¿Es por lo que sucedió hace días? Dios santo, te expliqué en el hospital que no fue intencional, yo creí que-.
—Ahórrate las disculpas, las explicaciones, ¡ahórrate todas tus mentiras, mamá! —elevó la voz sin darse cuenta—. Tengo la edad suficiente para largarme de aquí. ¡Déjame largarme de aquí en paz! —rugió y el cierre de su maleta estuvo al borde de romperse debido a la fuerza que implementó para cerrarla.
— ¿Y a dónde irás ahora? ¿Vas a exponerte a cualquier peligro de esta ciudad sólo por hacerle caso a tu rebeldía? ¡No tienes a nadie, no tienes dinero, no tienes nada! —Su voz chillona lo aturdió—. Siempre has dependido de mi, Hwang Hyunjin.
—El dinero que gané en todos estos años en el modelaje me servirá por un tiempo. No soy un inútil, estoy preparado desde hace mucho tiempo. Y no te preocupes por mí, yo tengo muchos contactos y conseguiré trabajo de lo que realmente amo tan pronto acabe la universidad.
Cada palabra escupida era una daga más que se clavaba con fuerza en su espalda. Lo estaba haciendo añicos, pero su firmeza le brindaba la voluntad de mirarla a los ojos y demostrarle sólo con ellos el inmenso odio que le invadía el cuerpo.
—Te daré un tiempo para que te arrepientas, Hyunjin. Tú me necesitas, lo sabes tan bien como yo porque no creo que quieras ir por la vida avergonzando nuestro apellido y reputación.
Si no supiera que aquella mujer era su madre, Hyunjin podría haberse lanzado contra ella sin pensarlo dos veces. Para el alfa, no había nadie que lo hiriera más que ella.
—Puedo vivir bien sin tí, madre —El nudo en su garganta apenas lo dejaba formular una palabra—. Adiós.
Se despidió en un hilo de voz que resistió lo suficiente para poder salir de la casa con ambas maletas en sus manos, oyendo los tenebrosos gritos de su madre mientras bajaba las escaleras.
Cuando sus amigos entraron y lo encontraron parado en el último escalón sosteniendo sus pesadas maletas, su cuerpo se debilitó y dejó que ambas cayeran al piso haciendo un fuerte estruendo.
Ya no habría más modelaje, ni días interminables en sesiones de fotografías, ni manipulaciones venidas de su madre, ni tampoco volvería a preguntarse qué era sentir tu cuerpo lleno de paz por una sola vez en la vida. Eso ya lo sabía; eso sentía tras ser tomado y sentado en el auto por Eunhyuk, para luego ser abrazado por Hoseok.
Sus amigos estaban allí siendo parte de la decisión más importante que él había tomado en su vida.
Y huyó lejos, acompañado de las personas más importantes en su vida. El agente inmobiliario que contactó, gracias a Yoongi, pronto le comunicaría que finalmente había hallado una residencia perfecta para él. Sabía que al irse de la comodidad que lo había rodeado desde su venida al mundo, los grandes lujos se acabarían por un buen tiempo y debería aprender a administrar su dinero. Pero ya tenía a alguien que lo apoyaría en esa tarea un tanto complicada, por eso mismo su preocupación en esos momentos era mínima.
Para Hwang era muy decepcionante y triste pensar que debió caer muy bajo para comprender por completo que ya no podía vivir de la manera que lo hacía junto a su complicada madre, porque eso era totalmente insano. El ambiente tóxico en su casa sólo logró empeorar su situación y su estado mental tuvo un punto de quiebre muy importante.
No obstante, estaba feliz.
JeongIn.
Quiero verte, Hyunjin.
Todo fue un grave error, pero no podemos seguir así.
Tenemos que hablar, por favor.
19:34 PM.
O bueno, sólo un poco.
Los nuevos meseros entraban de manera desordenada a la cocina remodelada. El señor Min paseaba por los alrededores con un mandil puesto, sus hijos se encargaron de los preparativos y las comidas para cada cliente que ingresaba al gran recinto.
Los hermanos eran ligeros para trabajar, lo cual resultaba una gran ventaja para el primer día de inauguración del séptimo restaurante familiar.
Yoongi decoró con esmero uno de los platos que le había tocado preparar para el único socio de su padre que había decidido acompañarlos a Daegu. Y una vez listo, se lo entregó al primer mesero que se cruzó por su camino y le indicó el destino antes de volver a su zona de trabajo y concentrarse en los ingredientes que tenía enfrente, mientras tanto sus mejores amigos charlaban y se burlaban con demasiado descaro, llamándolo "esclavo" al ser testigos del estrés que el pelimenta transcurría al momento de una inauguración.
—Perdónanos por no haberte acompañado, Min —La voz de Eunhyuk retumbó por el altavoz de su teléfono—. Estamos en el departamento de Hoba. Hyunjin ya está instalándose aquí.
—Eso es bueno. No importa, la última vez que quisieron acompañarme, papá por poco estuvo a punto de matarlos. Eran tres ebrios estúpidos, inconscientes y llorones.
—Qué dramático eres, mi amigo. No fuimos escandalosos, sólo decíamos algunas tonterías sin importancia.
—Hyunjin y tú hicieron karaoke hasta las tres de la madrugada con canciones de Bigbang, mientras tanto Hoseok estaba de rodillas llamando a Solar utilizando una banana como teléfono. Ustedes no se comportaron, luego yo tuve que tolerar el sermón del siglo.
— ¿Te avergonzamos? —oyó decir de Hyunjin, quien aún no se recuperaba muy bien del estado emocional en el que había acabado tras abandonar su casa con la voz de su madre taladrando sus oídos.
—Yo no dije eso, Hwang —le otorgó una sonrisa leve y continuó con sus labores tras detectar las feromonas de su padre que le indicaban cuán estresado se sentía aún después de verificar el éxito que el nuevo restaurante estaba teniendo—. ¿Todo está bien por allá?
—Lo estará, sólo necesita descansar un poco —respondió el alfa de poderosos músculos. Yoongi asintió, observando la pantalla a los pocos segundos cuando recibió un mensaje de su omega y una sonrisa inmediata lo expuso frente a sus mejores amigos. Pero no se percató de ello hasta que Hyunjin decidió realizar un comentario al respecto.
—Sigo asegurando que tienes algo escondido por ahí y quiero que confieses de una vez. ¿Cuánto puto tiempo tendré que esperar? Te recuerdo que sé cosas —le dijo con completa altanería y el pelimenta resopló, viendo a través de la pantalla el reflejo de su padre caminando detrás suyo—. Por favor, ¡acabas de sonreírle a la pantalla como un tonto y sospecho que no es por nosotros!
—Maldición, voy a colgar. Los veré en la cafetería mañana.
— ¡Somebody does love, but I'm thinking 'bout you! —les escuchó canturrear una de sus últimas composiciones antes de finalmente colgar y bloquear la pantalla con una expresión horrorizada.
El señor Min, que había presenciado hasta el último minuto, negó con la cabeza mientras sonreía. Yoongi lo notó segundos más tarde y un raro sentimiento se instaló en su pecho al oírlo reír con libertad, y fue cuando volvió a confirmar que sin su madre rondando cerca, su padre parecía un tipo de persona totalmente diferente. Si lo veías mejor, podrías asegurar que era un mejor hombre y padre sin la estresada y a veces malvada omega a la que había desposado a sus veinte.
— ¿Ellos aún no saben sobre Jimin?
—Se los diré pronto.
—Yoongi, ¿estás seguro de lo que haces con ese chico? Porque presiento que-.
—Te dije que no te entrometas en mis asuntos —lo interrumpió y miró con unos escalofriantes ojos que hicieron retroceder a su padre, sólo así consiguió que el aura de su hijo se calmara y no intimidara al resto de personas que también se encontraban en la cocina.
Escribir actualizaciones para este fic me llena el alma de colores.
Amo mucho a estos 4 bobos 😭❤️🩹
ALEX 🧊
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