29
“Oí el rumor sobre que tú y yo somos lobos destinados.”
—Taehyung-ah, ¿cómo son tus padres? —cuestionó el alfa en medio de aquel bullicio que se estaba formando mientras el gimnasio comenzaba a ocuparse de estudiantes de la SNU y KiyungHee.
— ¿Físicamente? —El chico volteó a verlo.
—No, me refiero a su personalidad, carácter, ese tipo de cosas —explicó, realizando un movimiento continuo con su pierna. No descifraba si estaba nervioso por el partido que comenzaría en media hora o por la cena con sus futuros suegros, de la cual todavía estaba esperando la fecha y hora en la que se llevaría a cabo.
Jungkook necesitaba mucho tiempo para prepararse y no arruinarlo todo. Nunca había formalizado algo en su vida, tuvo aventuras de un día, muy pocas si es sincero consigo mismo, pero jamás se encontró en una situación donde se estuviera esforzando por cuidar cada minúsculo detalle. La cena podría ser el día más maravilloso e importante de su existencia o el inicio de un infierno con torturas al estilo de la era Joseon. Era una balanza demasiado peligrosa.
—Ellos son muy buenas personas, son muy pacíficos y alegres, aunque puedo garantizar que se mantendrán un poco en alerta cuando les comuniques tus intenciones conmigo. Me sobreprotegen y Jin hyung también —Le comunicó, mirando sus manos puestas sobre su regazo.
Taehyung podía decir que se encontraba demasiado nervioso por las reacciones de sus progenitores en dos días, pero estaría mintiendo descaradamente. En realidad, estaba aterrado. Iniciar una nueva relación luego de los golpes que le dejó su antigüo amor no era para nada sencillo.
Al principio se notaba lo embobado que Jungkook lo tenía; era alguien hermoso, pero con los primeros acercamientos su omega lo obligaba a mantenerse despierto ante cualquier peligrosa señal que gritara que el alfa podría dañarlo en un futuro.
Ceder hacia los sentimientos que habían comenzado a formarse fue una lucha que duró semanas enteras, hasta que finalmente lo hizo una vez que se sometió por otro año consecutivo a la isla Jeju en un intento de sanar sus heridas. No supo cuándo fue el momento exacto en el que fue olvidándose de aquellos sentimientos que le provocaba pensar en todo lo ocurrido con su ex novio. De repente se vio en una encrucijada de saber qué rayos le estaba sucediendo con Jungkook, qué era ese revoloteo de mariposas en su estómago que había dejado de ser familiar para él durante mucho tiempo.
Dejó de lamentar sus decisiones del pasado y comenzó a emocionarse porque el amor parecía querer regresar a su vida y se sentía seguro de que esta vez las cosas saldrían de una manera diferente. Su corazón presentía que por fin se había topado con el príncipe correcto; uno lleno de piercings y aretes, de músculos marcados, cintura de envidia, una sonrisa que lo hacía derretirse por completo y le aceleraba el corazón, y no podía olvidarse de la mirada de Jungkook... Cielos.
Las miradas lo decían todo, Taehyung siempre fue fiel creyente a ese famoso dicho y con el alfa había podido ser testigo de lo que él generaba en el otro. Jungkook era bastante silencioso todo el tiempo, pero sus ojos saltones perfectamente oscuros le decían lo justo al omega. Lo admiraba, lo enloquecía y, lo más importante, lo quería. El omega de Taehyung podía sentirlo y le calaba hasta los huesos, y era una sensación demasiado maravillosa e increíble para vivir.
—Me intriga lo que acabas de decir.
— ¿Qué parte en específico? Jungkook, no deberías-.
—Respecto a la sobreprotección de tu familia, ¿siempre ha sido así? —preguntó, observando a dos de sus compañeros llegar mientras descansaba su cabeza sobre el hombro del omega.
—No siempre fue así, pero un hecho los obligó a ser rectos y duros con las personas que entraban y salían de mi vida —Su voz bajó un poco y Jungkook se esforzó para oírlo mediante la agudización impuesta por su lobo.
—Oh, entiendo. ¿Qué... ocurrió?
—Prefiero no hablar de eso —Le respondió enseguida, empujando un poco al alfa para que pudiera sentarse como correspondía, aunque su entrenador ya se encontraba mirándole desde la mitad de la cancha como si le pidiera que bajara de una vez sin formularlo con sus labios—. Creo que están requiriendo tu presencia allá abajo, Jungkookie.
— ¿Mmh? —El joven volteó a verlo y Taehyung le señaló enfrente con algo de discreción, entonces Jungkook se levantó rápidamente de su asiento, despidiéndose del pelirrojo con un beso en la mejilla—. Dame fuerzas, te quiero.
Una vez alejado del alfa, el pelirrojo se mantuvo inquieto porque no había encontrado a Jimin por ninguna parte antes de ingresar al gimnasio y sus mensajes, como ya estaba haciéndose costumbre, no fueron contestados para su tranquilidad. No entendía qué era lo que sucedía con su pequeño mejor amigo en estos últimos meses, aunque sospechaba que todo era culpa del hombre al que se hallaba mirando con poco disimulo a unas gradas lejos de su ubicación. Seojoon le estaba prestando atención al busto de una estudiante, mientras tanto parecía querer pasar desapercibido al mantener una charla amena con sus amigos.
Ah... Taehyung quería ahorcarlo con sus propias manos, ya no lo soportaba más en la universidad y en la misma ciudad de Seúl. La presencia de ese alfa estaba estorbando a su mejor amigo, lo atormentaba a Jimin en cierto momento del día sólo para provocarle un dolor de cabeza. Ni siquiera era divertido de ver, y era por eso que siempre le rezaba al Buda que decoraba su habitación para que Seojoon se metiera en graves problemas con Yoongi, el joven alfa que parecía ser el de peor carácter entre los F4, y que este lo hiciera pedazos. Quería darle una lección que implicara que algún cirujano plástico se viera imposibilitado a reconstruir el rostro de Seojoon.
— ¡Tae, my friend! —Oyó a su lado junto a unas fuertes bocanadas de aire.
Al voltearse, sonrió. Era su mejor amigo, su alma gemela, el desaparecido de la semana. Con solo verlo, el resentimiento circuló por sus venas.
—Tú no me hables —ordenó, cruzado de brazos.
—Está bien, pero es una lástima porque quería obsequiarte un libro sobre hadas y duendes que conseguí en una librería como signo de disculpas por mi ausencia y mi comportamientos estas semanas —Jimin se dirigió a Taehyung, intentando actuar como la víctima con una para nada disimulada sonrisa burlona.
El pelirrojo volteó al instante y su mirada bajó hacia el regazo de su mejor amigo, y comprobó que no mentía; allí se encontraban los libros que tanto alardeaba. Decidió arrebatárselos y mirar hacia el frente.
—Mejor háblame, quiero explicaciones de todo lo que estás haciendo con tu vida. Ya no sé nada sobre tí, pareces aislado de la sociedad y de mí, tu mejor amigo —realizó un puchero al hablar y Jimin se abalanzó hacia él para abrazarlo en una incómoda posición, pero Taehyung dejó que lo hiciera porque estaba disfrutando de la cercanía.
—Han ocurrido muchas cosas, pero pronto te pondré al día. Ahora quiero que disfrutes de ver, por milésima ocasión, a Jungkook jugando baloncesto. En serio, ¿no estás cansado de esto? —cuestionó al separarse, con los labios rectos y la mirada puesta sobre cierto pelimenta del que ya comenzaban a comentar a su alrededor. El cambio le había sentado espectacular, Jimin estaba embobado y agradecido por haber accedido a teñir los cabellos de Yoongi.
Su Cosmo estaba acomodando su banda de capitán sobre su brazo, mientras tanto le daba órdenes e indicaciones claras al equipo en el lado derecho de la cancha. Los contrincantes, al notarlo, decidieron imitar aquella acción y bajar la voz para hablar.
Tras la típica charla que daban los entrenadores, el silbato sonó indicando que todos ocuparan sus respectivas posiciones. Los capitanes se prepararon en el centro de la cancha, el árbitro tocó el silbato y Jimin suspiró demasiado nervioso cuando el balón fue lanzado al aire. El pelimenta y su contrincante extendieron sus brazos y manos, pero a pesar de haber saltado con bastante altura, el otro chico le robó el balón y comenzó a correr.
Yoongi era muy bueno, por algo su entrenador lo nombró capitán del equipo hacía casi seis años atrás. Sin embargo, ya no jugaba solo para sus compañeros sino que también para Jimin y eso lo mantenía muy nervioso ese día; Wandita merecía que él se luciera, quería impresionarlo con otro de sus talentos y hobbies porque simplemente le gustaba que después el menor le dijera comentarios como: «Ni siquiera eres demasiado bueno», «Deberías aprender a compartir el balón, tu ego estará bien», «¿Acaso debo aplaudirte por hacer rebotar un balón naranja?», «Hiciste trampa, ellos merecían hacerte pedazos», «Ya desearías ser tan bueno como los basquetbolistas de la NBA, F4».
En un momento de distracción del defensor del equipo contrario, Eunhyuk logró robarle el balón e hizo un pase corto hacia Jungkook, quien analizó el panorama en segundos y con destreza fue acercándose hacia el aro, realizando un pase en dirección a Kihyun y este anotó el primer punto.
Todos sonrieron, los estudiantes festejaron.
Durante la primera media hora, el público estaba expectante ya que sorprendentemente se encontraban cerca de empatar, el equipo de la SNU llevaba la delantera. Sin embargo, el juego tuvo que detenerse por un momento cuando, en un pase que Hoseok había hecho para Yoongi, el de reciente cabello color verde menta recibió un fuerte empuje, trastabilló y su tobillo pagó las consecuencias. Todo empeoró en el instante que cayó al suelo.
Pronto, oyó abucheos y las quejas de su equipo al contrario y al árbitro.
— ¡Falta! —avisó el árbitro e hizo sonar el silbato por tercera vez. El equipo de la universidad de KiyungHee se abalanzaron hacia el pobre hombre delta para reclamarle.
Jungkook fue el único que no participaba de la repentina discusión entre ambos equipos y las autoridades, él se abstuvo y ayudó a su adolorido capitán. Le dedicó una mirada y poco después sus ojos captaron a Taehyung, este estaba golpeando el brazo de Jimin con insistencia. Y en cuanto el omega pelirrosa y gruñón observó lo señalado por su mejor amigo, la boca se le secó y no supo de dónde había sacado el control para no ir hacia Yoongi en esos momentos.
—La próxima vez deseo verte jugar de manera válida —escupió Min al estar cerca, lamiendo sus labios y avanzando hacia la banca con la ayuda del pelinegro. No podía continuar, algo andaba mal y lo comprobó cuando intentó caminar los pocos pasos que faltaban para llegar a la banca, porque juró ver una constelación de estrellas al momento de apoyar parte de su talón sobre el suelo. Dolía como la mierda, pero quería mantenerse lo más positivo posible gracias a que su vista se desvió de las primeras filas de la tribuna para centrarse en el pelirrosa.
Rio, porque lo notó muy preocupado y no deseaba que fuera de esa manera. Supo que logró tranquilizarlo cuando lo vio sonreírle burlón y con una ceja alzada. Aún así, Jimin se estaba sosteniendo con fuerza de los costados de su asiento de lo impulsivo que se sentía al ver la manera en que Yoongi se retorcía del dolor sobre la banca de suplentes mientras era revisado por Yang.
— ¿A quién le sonríes tanto? —Fue interrumpido por Taehyung, este mantenía la cabeza un poco inclinada para mirarle con ojos curiosos.
Jimin no dudó un segundo en cambiar drásticamente su expresión.
—A nadie en especial. El partido se ha puesto interesante, es solo eso.
— ¿Está... bien?
Taehyung no quiso indagar demasiado. Prefirió sellar sus labios antes de sofocar a su mejor amigo con preguntas que acabarían provocando mal humor y era demasiado temprano para que su Jiminnie se aislara en su teléfono por un par de horas.
Pero estaba seguro de que no se equivocaba en suponer algunas cosas sobre él.
Tras un buen rato, el contador marcaba treinta segundos para que el juego acabará y la Universidad Nacional de Seúl iba a la delantera. Hyunjin sonrió de orgullo porque cada año siempre obtenían el mismo resultado, sin importar cuán preparados estuvieran, y se lo debían a los talentosos jugadores y a la energía que el capitán del equipo les transmitía a todos a los pocos minutos de comenzar cada partido y durante estos.
Jimin no había querido quitar sus ojos de Yoongi, pues estaba atento a cualquier acción que Yang tomara sobre él. Llevaba una opresión el pecho desde que lo vio quejarse y levantarse como podía con ayuda de Jungkook, y esta dio en aumento en el momento que el entrenador del mayor lo trasladó a paso lento fuera del gimnasio.
El partido le valía una mierda. El pelimenta estaba herido y necesitaba con demasiada desesperación estar junto a él, ni siquiera se había puesto a pensar en lo que Taehyung le diría más tarde por haberse levantado en silencio para huír del gimnasio sin darle ningún tipo de explicación.
La enfermería estaba un poco lejos de la cancha, no entendía por qué Yang aún no había ido en busca de una silla de ruedas para Yoongi. El hombre ya no podía caminar, saltar con un solo pie le había agotado. Jimin los vio de lejos en cuanto se topó con el extenso pasillo que llevaba a un par de salones de clases, entonces no dudó en acercarse y tocar el hombro del entrenador.
—Muchacho, ¿qué necesitas? Estamos un poco ocupados —trató de explicar, y no hizo falta que Yoongi volteara porque con su olfato bastó para identificar los aromas más hipnotizantes que había conocido en su vida.
—Yang, él es alguien cercano a mí. No te preocupes, permite que nos acompañe hacia la enfermería —El pelimenta sonrió y Jimin tragó saliva.
—Esa es una buena noticia, porque sólo te acompañaré hacia la enfermería y volveré a controlar a esos muchachos. ¿Puedes cuidarlo por mí, muchacho? —preguntó Yang dirigiéndose al omega y sonrió ante su confirmación.
Luego de un par de minutos, Sunhee recibió a Jimin y Yoongi, ya que el entrenador los había abandonado a ambos al llegar a la puerta y tuvo que correr hacia la cancha. Estaba en buenas manos, su capitán se lo había asegurado.
—Hola, Jimin —saludó la omega, convirtiéndose en otro de los soportes de Yoongi para caminar en dirección a la camilla. Pero una vez allí, su ceño se frunció, lista para presentar una queja porque ella también había presenciado lo ocurrido en la cancha—. Se merecía que lo expulsaran después de hacer caer a Félix, no puedo creer que lo dejara pasar —alzó la voz y negó indignada, colocándose unos guantes desechables y buscando el resto de cosas que necesitaba para revisar al joven alfa. Jimin, mientras tanto, se alejó por pedido de la enfermera y quedó en una esquina siendo testigo de los gemidos de dolor y los quejidos del mayor.
Fue una revisión corta, Yang le había traído a casi todos sus muchachos a ese consultorio por lesiones parecidas, algunas menos graves que otras. Pero, al fin y al cabo, eran lesiones que necesitaban un par de días o semanas de recuperación completa.
—Ganamos, al menos —Quiso restarle importancia, tomando unos segundos esa actitud egocéntrica que Jimin le criticaba siempre que podía—. Debiste quedarte allá, Wandita. Triunfamos.
—Tienes un tobillo casi roto a la mitad, pero parece que eso no te detiene a soltar estupideces —Gruñó el omega y Sunhee los observó con una sonrisa y un sentimiento de ternura, pues conocía a Yoongi desde que tenía diecinueve años y nunca lo había visto tan cercano a alguien fuera de su grupo de amigos.
—Hablar es gratis —contestó entre cortas risas y soltó un fuerte quejido en cuanto la enfermera movió su tobillo al intentar cubrirlo con una venda para estabilizarlo.
Yoongi dejó de jugar y Jimin se dirigió al tobillo lesionado y sus dedos rozaron aquella parte violácea que se encontraba siendo cubierta por Sunhee, mientras tanto el alfa arrugaba la nariz. Cualquier toque le arruinaba la paz, esa zona de su tobillo lesionado estaba muy sensible y no toleraba ni siquiera la brisa del viento.
—Creo que esta vez has tenido suerte, Yoongi, pero te recomiendo que vayas a un hospital para asegurarnos al respecto de su lesión. Llama a alguien de tu confianza para que se encargue de tí y no esfuerces la zona o podrías agravar la situación —Indicó la omega y Yoongi asintió, acostándose y utilizando su brazo como apoyo para su cabeza en la espera de la silla de ruedas. Nunca había estado en una, estaba curioso por experimentar y bromear al respecto.
Tras unos segundos, Sunhee abrió y acomodó la silla de ruedas cerca de la camilla para facilitarle las cosas al alfa.
—Jimin, ¿puedes venir a ayudarme? —La omega le preguntó y el susodicho se acercó—. Quiero que ayudes a Yoongi a bajar de la camilla y-.
—Entonces, ¿él va a estar bien? —Jimin abrió la boca, lamiendo sus labios carnosos. A la enfermera le tomó por sorpresa, pero asintió. El mayor liberó una risita.
—Es un golpe muy común en este tipo de deportes. Tu alfa se recuperará si descansa por unos días, Jimin.
«Alto ahí.», pensó y entró en pánico.
—Sunhee noona, está bien, pero él no es mi alfa.
«Sí lo es, humano estúpido.», respondió su omega, dejando a un Jimin viajando entre nubes para evitar soltar a Yoongi, empeorar su lesión y huir despavorido hacia algún lugar vacío donde tuviera la oportunidad de procesar lo que había oído y quizás echarse a llorar por ello.
“Suchwita 😍” YOONGI MMMMMM.
Por momentos me sentí mal tercio, ¿ustedes?
Espero que se encuentren bien!
Nos vemos el próximo lunes <3
ALEX 🧊
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