26
“Oí el rumor de que le importas más de la cuenta, Park Jimin.”
— ¿A dónde iremos ahora? ¿No crees que lo mejor sería volver a la universidad? —cuestionó, mordisqueando el algodón de azúcar color rosa que Yoongi había comprado para él con la excusa de que combinaba con su cabello.
Tras haber pasado un par de horas en el recinto donde vivía la abuela Min, escuchando relatos inimaginados de sus aventuras por diferentes lugares del mundo, y también algunas anécdotas que eran sus favoritas y más preciadas porque el capitán estaba involucrado en ellas. Como, por ejemplo, y uno de los relatos que más se llevó la atención de Jimin; la vez que la anciana asistió al primer partido oficial de su nieto e insultó al entrenador del equipo porque Yoongi ansiaba ingresar a la cancha pero nadie le prestaba atención. Al final, esto acabó con un horrible moretón en el pobre hombre por un golpe propinado por la abuela Min.
Estaban regresando por las mismas calles que utilizaron para llegar a la clínica, por lo que comenzó a sospechar de que aquella salida repentina estaba llegando a su fin, y por mucho que quisiera ocultarlo, la compañía del F4 se había vuelto más tolerable entre más lo acompañaba y conocía faceta por faceta de él. Sin embargo, sus propios aspectos eran casi desconocidos para Yoongi, quien solo había conocido algunas pequeñas partes que conformaban al omega, a su historia y persona.
Se sintió ignorado entre más avanzaban por esas calles que ya se le hacían familiares, Yoongi no se vio dispuesto a resolver sus dudas y no lo entendió. Solo era una estúpida y sencilla pregunta para responder, y se vio en una encrucijada cuando sus ojos se alejaron del perfil filoso del alfa para reconocer lo que veía a un par de pasos suyos: la universidad. Él tenía que asistir a sus clases finales, debía hacerle saber a Taehyung que nadie lo había dañado y que desapareció del campus por decisión propia.
¿Por qué rayos estaban a punto de adentrarse al estacionamiento de la SNU? ¿Cuál era el siguiente plan de aquel alfa? No obstante, entre más veía avanzar al pelimenta, sus dudas aumentaron hasta triplicarse por montones. Aun así, decidió hacer la vista gorda por una vez en su vida y no quiso cuestionar más, prefiriendo despejar su mente como lo había hecho durante su visita a la clínica para ancianos junto a Yoongi.
Había demasiados autos lujosos en ambos lados, cada uno gritaba los millones que ganaban los padres de la mayor parte de los estudiantes universitarios de allí. La universidad privada y más prestigiosa de Seúl no era para cualquiera, pero era el sueño de muchos jóvenes y a su vez, para quienes estudiaban allí, era un dolor de cabeza.
— ¡Wandita, mi carruaje está por aquí! —anunció el mayor, levantando su brazo para que Jimin pudiera guiarse con mucha más sencillez. No tardó en darse cuenta de lo lejos que había avanzado Yoongi mientras él se entretenía criticando en su mente a cada camioneta o auto deportivo que se cruzaba por sus ojos.
Caminó los pocos pasos que le faltaban y negó entre risas al ver a Yoongi subirse en su motocicleta, aquella que Jimin ya había conocido semanas atrás el día de la fuerte lluvia, cuando el mayor le ofreció su sudadera para que no se resfriara.
—Tu carruaje... —Volvió a reír—. Realmente pensé que, al igual que la mayoría de los estudiantes de aquí, tendrías un auto último modelo.
—Te presento a Sofía —Alzó el pecho con orgullo y encendió el motor—, mi motocicleta. Súbete, por favor —Le dijo en cuanto se posicionó con la moto a un lado de Jimin.
— ¿Por qué le has puesto ese nombre? Y claro que no me subiré, quiero saber a dónde pretendes que vayamos —Cruzó sus brazos, suspirando con fuerza.
—Iremos a un teatro, Wandita —Se rindió y contestó, para Jimin era tan extraño que Yoongi permaneciera con aquella tonta sonrisa en los labios. Era demasiado desagradable, sin duda—, pero no te diré más.
El menor lo meditó un momento, mientras tanto sacó su teléfono para poder revisar la hora y era muy tarde para fingir que las clases le interesaban por ese día. Quería continuar afuera, explorando la ciudad como hacía de niño sin ninguna preocupación de por medio.
Entonces, segundos después de soltar un fuerte suspiro, tomó el casco que Yoongi le ofreció y se subió a la motocicleta con bastante miedo. Nunca había estado arriba de una, ni en sus mejores sueños lo hubiera hecho porque las consideraba muy peligrosas y su vida valía mucho. Pero algo estaba haciendo que Jimin confiara en el pelimenta, tal vez toda esa seguridad que el mayor siempre se encargó de brindarle desde el primer momento que se vieron. Realmente parecía ser una incógnita.
A propósito, el alfa puro aceleró la velocidad cuando estuvo en la autopista principal de la ciudad. Soltó una risa al sentir unos brazos rodeándole la cintura con fuerza, seguidamente un sonoro insulto le llegó al oído. Por si fuera poco, volvió a repetir la acción y Jimin decidió pellizcarle el abdomen para que se detuviera de una vez. No estaba siendo para nada gracioso, empezaba a temer de la manera en la que Yoongi manejaba a “Sofía”.
— ¡Eres un bruto! —gritó con ganas sin ninguna intención de apartarse del contacto con el alfa, pues podía tolerar al intolerable capitán F4, pero no soportaría ver un solo rasguño en su cuerpo por algún accidente que el pelimenta podría provocar con sus tonterías al manubrio.
Media hora después, pararon en un estacionamiento para motocicletas y se vio en la obligación de bajar de Sofía y esperar sobre el asfalto al estúpido alfa que casi lo mató de un susto en diversas ocasiones.
Le tendió el casco a Yoongi en cuanto se lo pidió, y luego de unos minutos más estuvieron dentro del teatro.
Una ola de electricidad recorrió sus cuerpos cuando sus manos se entrelazaron y decidieron ignorarlo e ir al estacionamiento de la universidad. Llegaron hasta la motocicleta de Yoongi y este se colocó un casco; y le tendió a Jimin uno igual, se colocaron sobre sobre el vehículo.
Ya entre las calles de Seúl, Yoongi aceleró y el omega por instinto rodeó con sus brazos la cintura del otro y entrelazó sus manos, maldiciendo su persona en voz alta y logrando sacarle unas sonrisas al alfa.
«¿Qué diablos hacemos en un teatro?» se preguntó el omega en su subconsciente con ambas cejas juntas.
Habían muchas personas, algunas parecían conocer muy bien a Yoongi porque lo saludaban con mucha naturalidad. El teatro se estaba llenando, no hasta el tope, pero existía una cantidad considerable de gente comenzando a sentarse.
Era un lugar extraño, no estaba demasiado cómodo, por lo que su mano buscó la mano de Yoongi y la sostuvo con miedo de perderlo o perderse él mismo. Dejó de lado lo raro que se sentía al aferrarse al pelimenta como un niño perdido, pero lo prefería de esa manera.
Ante la repentina unión, una corriente eléctrica los recibió y por instinto se alejaron del otro. No obstante, el mayor volvió a tomarlo de la mano para dirigirlo a las primeras filas del teatro. Estaba nervioso, nunca nadie ajeno a sus mejores amigos o su noona lo habían acompañado allí para verle tocar el piano melodías hermosas. Era la primera vez que llevaba a una persona diferente, a alguien que no le agradaba del todo.
—Mi hermana está adentro, voy a abandonarte por unos minutos —Avisó y soltó la mano del menor, observando rápidamente los ojos suplicantes que parecían pedirle que no lo dejara. Pero iba a estar en buenas manos, y con ese pensamiento en la mente fue que acabó yéndose a paso apresurado a su vestidor.
Jimin giró sus ojos hacia todas partes, realmente no sabía qué demonios hacer allí solo, pero una especie de milagro apareció frente a sus ojos. La hermana del pelimenta se colocó frente a él, impidiéndole el paso.
Chaerin llevaba puesta ropa formal y estaba siendo admirada por muchos ojos, incluyendo los de Jimin. El omega se volvió fanático de las vestimentas que la mayor siempre traía puestas para deslumbrar a su manera.
—Noona —La llamó con timidez. Mientras tanto, se dejó guiar por ella hasta los asientos más cercanos al escenario y se sentaron uno al lado del otro. Chaerin difícilmente podía ocultar su emoción por volver a ver a su hermano vislumbrar otra vez, y además porque había vuelto a ver a Jiminnie y cada vez estaba más cerca a una hermosa y asombrosa confirmación de que Yoongi se había enamorado por segunda vez en su joven vida.
— ¿Puedes explicarme qué es esto, Chaerin noona? Tu hermano es de pocas palabras y desde que llegué aquí me ha dejado con un millón de dudas en la cabeza —rezongó, contemplando los enormes telones y la mujer revolvió sus cabellos rosas.
— ¿Yoongi no te lo dijo? —Chaerin se volteó a verle y Jimin negó lentamente.
— ¿Decirme qué?
Los aplausos de las personas y el ambiente oscuro no permitieron a la omega responder a las preguntas del pelirrosa. Entonces ambos miraron al frente y el corazón de Jimin latió fuerte en el momento que Yoongi apareció en el centro del escenario con un traje a su medida, la expresión sería y su vista fija en las teclas blancas y negras. Tan hermoso, tan... precioso y sexy.
Una sencilla melodía dio inicio, endulzando el oído de la gente que hacía presencia en ese momento. Parsimonia y melancolía. Gestos delicados y nerviosos. Emoción y lágrimas. Calidez y a su vez un enorme sentimiento de nostalgia. Eso transmitía el toque de Yoongi sobre esas teclas, haciendo sonreír con lágrimas en sus ojos a su hermana mayor, quien sentía como el orgullo viaja por sus venas.
El omega estaba inmerso en la figura del pelimenta, su boca estaba levemente abierta y a su vez las primeras lágrimas se iban adueñando de sus mejillas. Sus labios estaban rectos, impidiendo así que algún gemido lastimero saliera a la luz porque se sentía bastante avergonzado por sus reacciones ante la música que Yoongi se dedicaba a tocar para todos. Aunque en un momento de la canción, unos ojos oscuros apartaron su atención de las teclas y la colocaron sobre Jimin, y este primeramente no quiso mirarlo, pero se lanzó a hacerlo segundos después por puro impulso de su lobo.
—Me trajo aquí para ver lo increíble que es y todo el talento que desborda —musitó perdidamente ensimismado en el mayor.
—Te trajo aquí porque le importas —murmuró también la pelirrubia, sonriendo con mucha complicidad.
Tras una hora de haberse deleitado con las melodías creadas por el pelimenta, los telones rojos se cerraron e inmediatamente todos aplaudieron, pero Jimin no tuvo demasiado tiempo para procesar lo que comenzaba a descubrir en su corazón y lo que tuvo la gracia de poder ser testigo, puesto que Chaerin sostuvo su mano y lo guió hacia una puerta.
Cruzaron un extenso pasillo y la pelirrubia abrió una última puerta, Yoongi fue quien los recibió esta vez con una botella en la mano y la frente un poco sudada, ocasionando que algunos de sus cabellos se pegaran sobre su frente.
— ¡Allí está el hombre más talentoso de la familia Min! —Chaerin canturreó orgullosa y fue directo a abrazar a su hermano, desordenando su melena una y otra vez mientras ignoraba sus quejas—. Fue una maravilla volverte a escuchar. A Jimin también le gustó la presentación.
Yoongi desvío su vista hacia la anatomía de Jimin que se hallaba apoyado sobre el marco de la puerta con una ceja alzada, y sonrió ladino hacía el menor entretanto continuaba su abrazo con Chaerin. Más, unos segundos después, él se apartó porque comenzaba a sentirse relativamente asfixiado por la fuerza implementada alrededor de su abdomen.
— ¿Ah sí? Le creeré una vez que lo haya oído de su boca vulgar y juzgadora —Lo desafió sin vergüenza, Jimin endureció su expresión por ello.
—Me gustó la presentación, ¿estás contento?
—Estoy muy contento, así es... —pausó y finalizó diciendo—: Gracias por el cumplido, Wandita.
—Bueno... —carraspeó la omega, guardándose las ganas de gritarles en la cara a ambos jovencitos que estaban siendo demasiado obvios con sus sentimientos hacia el otro. Empezaba a tener la sensación de que sobraba en la habitación—. Yoongi-ssi, iré a casa. Te espero en el playroom, veremos una película.
El susodicho deshizo el fuerte contacto de miradas con Jimin y pasó a prestarle una ligera atención a su hermana, asintió en su dirección y esta levantó ambas cejas, insinuando tonterías para el menor. Yoongi se sonrojó rápidamente.
—Jiminnie, fue un gusto volver a verte. Ven más seguido a nuestro hogar, nos encanta tu compañía —Le confesó la omega, depositando un corto beso sobre su mejilla y el menor sonrió y cubrió la mitad de su rostro con una mano. Qué abochornado estaba.
—Disculpa a mi hermana, Wandita, tiende a no medir sus muestras de cariño.
—No hay problema —Lo calmó enseguida, ofreciéndole una preciosa y reluciente sonrisa pequeña—. ¿Por qué no me dijiste desde un inicio que me traerías a una presentación tuya?
—Porque realmente no estaba en mis planes traerte aquí —admitió y regresó a la mesa donde reposaban algunas botellas de agua fresca.
— ¿Y qué cambió? —Jimin se acercó y tomó asiento en una pequeña banca redonda hecha de madera.
—Solo lo hice y ya, deja de preguntar. Supongo que quería cambiar de público —explicó el alfa, encogiéndose de hombros—, o tal vez es porque siento la suficiente confianza contigo para enseñarte más puertas de mi vida personal.
Con la respuesta, Jimin no supo que pensar y decidió quedarse en silencio unos minutos. Tuvo que mirar hacia otro lado cuando el descarado F4 comenzó a desvestirse para volver a su ropa cómoda habitual de siempre, listo para largarse de una vez.
Minutos más tarde, abandonó su atención de los videojuegos de su teléfono al oír un fuerte movimiento de llaves.
—Ya podemos irnos, Jimin.
—Mmh... ¿Cuál es nuestro próximo destino? —quiso curiosear sin ser capaz de verle a los ojos. ¡Por favor, intencionalmente había visto su torso desnudo!
—Tu departamento —informó y quiso reír porque la expresión de Jimin le anunció la posible decepción que estaba sintiendo ante su respuesta—. ¿O esperabas otro destino diferente?
—Bueno... El sol aún no se esconde, yo pensé que-.
—Jimin, debo llevarte con tu hermano o de lo contrario va a matarme.
—No vas a impedir que cometa asesinato contra ti porque de alguna manera va a enterarse que me fui de la universidad contigo —comentó entre risas y el alfa extendió su mano, la cual Jimin tomó y la entrelazó con la suya—. Será divertido acabar la noche de esa manera, ¿no lo crees, F4?
—Ojalá la Madre Luna tenga piedad de mí.
Sofía es una motocicleta Yamaha FZ16 FI de color negro. Imagen de referencia:
ALEX 🧊
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