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Oí el rumor de que los chicos sólo quieren divertirse.


Jungkook tuvo un amague a levantarse, pero el alcohol en sus venas logró que se mareara al instante y optara por ocupar su lugar de espectador frente al espectáculo que Jimin y Taehyung estaban ofreciendo en la pista, no tan lejanos a la barra de tragos.

En un momento de su danza con Jimin, Taehyung le dedicó una mirada al alfa y aprovechó que su vergüenza se había esfumado gracias alcohol y gritó su nombre, para después guiñarle un ojo actuando de la forma más coqueta y tierna que le salió en ese instante, logrando que Jungkook mordiera su labio y liberara el aire en sus pulmones, bebiendo apurado la última gota de su bebida. Era su último trago o acabaría en el suelo. Además, fue un poco tarde para el alfa en recordar que tenía que conducir.

La música sonaba tan fuerte hasta el punto de llegar a aturdir, pero no parecía importarle a nadie cuando todos vivían un momento maravilloso. La época de Halloween era tan apreciada por los universitarios, porque eso significaba el final de temporada de exámenes, aunque bueno, sólo por unas pocas semanas. Pero ellos las apreciaban en demasía.

El equipo de baloncesto saltaba al ritmo de la música electrónica que colocaba el DJ, ellos reían y bromeaban, comportándose tan cercanos uno con el otro.

Hoseok se había apartado para besuquearse con un joven beta de baja estatura, lo cogía de la cintura con mucha demanda y suspiraba entre cada espacio que se daban ambos para recuperar el aliento. Y en una misma situación se hallaba Eunhyuk; llegó a correr un poco su maquillaje por la humedad de ese beso con el omega que traía entre sus brazos.

Por otra parte estaba Yoongi y JeongIn que reían a causa del reto que le habían propuesto a un ebrio Kihyun. Esto consistía en que el beta debía mantener en su cabeza un vaso lleno con alcohol hasta que alguno de ellos le dijera que se detuviera, o de otra forma, estaba obligado a someterse a los castigos que tanto su capitán como el delta le impondrían durante una semana.

Kihyun se movía de un lado al otro, intentando mantener el control de su cuerpo y no perder. Tampoco quería manchar su traje.

Jungkook era un bebé pidiendo ser llevado a la cama por el estado de ebriedad que tenía, y tal vez su alfa se aprovechaba de eso para controlar su cuerpo con total libertad y guiarlo a hacer cosas que no haría con facilidad. Su objetivo era estar cerca de Taehyung, y así lo haría, así su lado humano y racional se avergonzaran o intentaran impedírselo.

Tomando valentía, el alfa se quitó la capucha de su disfraz y se acercó al dúo de omegas allí. Take You Down retumbaba en el club, Jungkook le dedicó una sutil mirada a Taehyung y luego su cabeza se inclinó un poco hacia abajo para ver al pelirrosa.

— ¿Me permites bailar con él? —Pidió con una mirada suplicante y cruzando hasta los dedos de sus pies para que Jimin accediera sin traerle problemas, aun teniendo en cuenta lo mucho que protegía a su mejor amigo.

—Puedes hacerlo, bobo —Palmeó su espalda y soltó una risa, alejándose de ambos para descansar sobre una de las sillas frente a la barra.

Jimin negó entre risitas por el intenso contacto visual que su mejor amigo y Jungkook tenían sobre el otro, ambos perdidos en ellos mismos y disfrutándolo como nunca. Presenció el momento exacto en el que el alfa abrazó la cintura de Taehyung, susurrándole sabe Dios qué y provocando que el otro riera.

Recordaba una de las tantas conversaciones que tuvo con su mejor amigo sobre Jungkook, cuando le confesó que comenzaba a tener sentimientos bastantes profundos por el menor y que eso lo torturaba un poco debido a su pasado. A Jimin le dolió fuertemente el corazón al oírlo, casi quebrando en llanto porque tampoco buscaba lastimar al alfa por sus propios traumas escondidos.

Lo que el pelirrosa esperaba en ese momento era que ambos pudieran avanzar, porque ansiaba con todas las fuerzas de su cuerpo que Taehyung encontrara en Jungkook al amor para su vida, su destinado, ese que soñó toda su existencia y que Bogum en su momento destruyó.

— ¿Podemos...? —Murmuró sobre su oreja, sin acabar la frase, y luego pasó a mirarle, descansando sus manos en ambas mejillas del omega, encontrándose tan cerca de besarle que pensó que perdería el control de sus acciones.

Taehyung sonrió, enseñando sus dientes en un rectángulo casi perfecto sobre sus labios, más no tardó en asentir a la petición.

—He querido que sucediera un momento como este desde que volvimos a reencontrarnos, Taehyung-ah —dijo con la felicidad explotando en su pecho, se inclinó con ansias y plantó un beso sobre los labios del mayor. Beso que se intensificó, pero no con un deseo morboso sino uno de amor, de ternura, como si los dos estuvieran viviendo la experiencia de ese contacto por primera vez en sus vidas.

Era especial, y a lo lejos Jimin celebró haciendo fondo blanco con el pequeño vaso lleno de Soju que traía en sus manos.

Taehyung ladeó su cabeza, brindándole más acceso a Jungkook y este aprovechándolo al máximo. Ambos lobos saltaban y movían sus colitas muy contentos con lo que ocurría entre ellos, las mariposas revolotearon en sus interiores, emocionándolos.

Cuando Jungkook se permitió alejarse, contempló la belleza imposible del iris color marrón claro con los que Taehyung había nacido. Sus propios iris estaban hipnotizados por ellos, haciéndole sonrojar.

—Tus ojos.

— ¿Qué ocurre con ellos? —Le observó con curiosidad, deslizando sus manos sobre el cabello negro del alfa.

—Son muy encantadores. Jamás tuve la oportunidad de verlos tan cerca. Yo... mierda, son hermosos, Taehyung.

— ¡Eso, mi amigo el tigre! —Gritó otra vez Jimin, dejándose llevar por el alcohol en su sistema. Tambaleó un poco y se sostuvo de la barra al levantar su vaso.

A unos metros de la ubicación actual del omega, el equipo de baloncesto se encontraba sacándose fotografías que a la mañana siguiente borrarían o se reirían de ellas. Algunas salían borrosas, eran tan inquietos que todos pretendían salir sea como sea y con poses que Yoongi, un poco en sus cuatro sentidos, consideraba muy ridículas a pesar de haber estallado en risas por milésima en aquella descontrolada noche.

— ¡Quiero un trago! —Exigió Eunhyuk, abrazado a un Kihyun que parecía haber entrado al mundo de los sueños desde hacía rato.

— ¡Yoongi-ssi, ve por tragos ahora mismo! —Ordenó JeongIn, intentando no tirar al suelo a Hyunjin, el alfa se encontraba balbuceando cosas que no podía entender y con su cabeza apoyada sobre sus piernas.

El capitán dudó, analizando el panorama de su equipo y aceptando que un último trago no haría milagros. Yang los mataría en el entrenamiento de la tarde del lunes, eso ya era un hecho.

Entonces blanqueó los ojos y se levantó de su asiento, dirigiéndose hacia la barra, apoyándose en esta y llamando al barman.

— ¡Ey! Mis... mis chicos quieren otra ronda de tragos. Sólo prepárales cerveza, ya es hora de que se detengan —dijo esto último en un tono un poco más bajo, su grave aunque rasposa voz llamó la atención de cierto omega, que hasta esos momentos se percató de su presencia imponente.

— ¿Tú otra vez? —Jimin chasqueó la lengua.

— ¿Tú otra vez? —Le imitó con irritación, peinando sus cabellos verdes hacia atrás y captando la atención del embriagado omega. Jimin rodó los ojos y dejó de verle, sin ánimos de discutir.

—Sigo creyendo que copiaste mi disfraz —Yoongi le señaló al barman donde debía colocar las bebidas y se depositó sobre una silla vacía al lado de Jimin, intentando buscar en la pista lo que a ese joven pelirrosa le tenía tan entretenido.

—Debes oírlo todo el tiempo, pero eres tan estúpidamente molesto —Gruñó el menor, mirándole y Yoongi también, aunque este traía una burlona expresión decorando su rostro.

—Es cierto, lo escucho todo el tiempo y no me molesta admitirlo, Wanda.

Ahí estaba ese tono que sacaba a Jimin de sus casillas, absteniéndose de ahorcar al alfa con sus pequeñas manos. En verdad, el desprecio que el mayor le provocaba al otro era algo dramático y descomunal. A Jimin sencillamente no le agradaba Min Yoongi, y no tenía razón alguna, solo le despertaba fuertes deseos de... ¡Ugh!

—No me llamo Wanda.

El mayor ladeó el rostro sin dejar de mirarle y le robó un sorbo del soju que el omega estaba degustando.

—Como sea que te llames. Creo que alguna vez te dije que buscaría un apodo para poder molestarte, ¿será este el definitivo, Wanda? ¿O será mejor 'Wandita'?

¡Ah! Necesitaba abalanzarse a él y golpearlo. ¿Cómo una persona podía provocar tanto estrés sin esfuerzo alguno sobre otra persona?

—Jimin. Mi maldito nombre es Jimin —Masculló, tensando la mandíbula.

— ¡Qué milagro! Tienes un nombre. ¿Quién te crees que eres para esconderlo de mí?

—Sólo le digo mi nombre a las personas que me agradan, y tú no eres de mi agrado —Explicó, observando al mayor bebiendo de sorbos un trago pequeño que el barman había traído para él-. ¿Qué es?

—Qué demonios te importa, Wanda.

La brusquedad del alfa en responderle llegó a descolocar a Jimin, pero no se quedaría callado al respecto.

—Háblame correctamente, alfa estúpido. No soy ninguno de tus amigos para me trates de esa manera —Chasqueó la lengua.

—Oblígame, Wandita —Yoongi lo desafió, mientras tanto volvió a verle luego de beber su trago y mordió su labio.

— ¡Que no me llamo así, carajo! —Chilló y se levantó de su asiento, apoyándose sobre la barra porque sus mareos lo atravesaron de golpe.

Revisó la pista de baile y se percató de que ninguno de sus amigos estaba allí, no existía rastro alguno de esos dos jóvenes. Maldijo bajo, intentando no alterarse. Sabía que podía encontrarlos, su lobo conocía el aroma de Taehyung a la perfección, ¿eso debía ser una ventaja, cierto?

— ¿Sabes dónde está el baño? —El capitán captó su atención de nueva cuenta, por lo que, se giró a verle.

Jimin levantó su mano y con su dedo señaló a un costado de la pista, a varios metros de donde ellos dos se encontraban en ese momento.

—No lo veo —Puchereó el alfa.

—Ugh —Bufó, quejándose y acercándose al mayor para tomarlo de su brazo—. Ven, te enseñaré porque presiento que eres demasiado tonto y te caerás de la borrachera que tienes en este momento.

— ¡Hey! —Se ofendió. ¿Acaso lucía en estado de ebriedad? Él ya no sentía tantos mareos. Tenía mucho frío y estaba cansado, quería volver a casa de una vez por todas.

Rio porque ni siquiera sabía si realmente el efecto del alcohol se había oído, o se acostumbró tanto a él que no lo sentía para nada.

Amigues, preparen el culo.

ALEX 🧊

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