꒰ ⌗ Quinto! ꒱
Yuna era calmada, paciente y llorona.
Yeji era impaciente, intranquila y gruñona.
Los policías lanzaban preguntas en la sala directas a ambas infantes pelinegras sentadas una al lado de la otra, mientras que Yuna se reclinaba apoyándose en sus manitas hacia delante y jugando con sus piecitos, Yeji se mantenía sobria con los brazos cruzados, por más que los oficiales buscaran ayuda en más cuerpo capacitado, aquellas parecían no saber más que sus nombres.
Les preguntaron cómo se llamaban sus padres en primer lugar, Yuna respondió dando un respingo y la llama de la ilusión se encendió en el policía, pero su respuesta fue "Apa"
No había tanta diferencia con la otra pelilarga, que entre dientes respondió "papá"
Sorprendentemente conocían sus nombres propios junto a sus apellidos y edades, ciudad de la que provenían y a qué venían a Icheon, cosa que desconcertó a los tres policías que les vigilaban, sería normal que no sean conscientes de dónde vengan y sí que supieran el nombre verdadero de sus progenitores
"Bang Yeji" "Bang Yuna"
Mismo apellido pero sin ser hermanas.
Tras minutos de tratar de sacarles la mínima información a las niñas y que el mayor de estas se negara a seguir hablando, el oficial que las encontró salió de la sala con pasos lentos y re calculando las pocas palabras de las menores pensó que en la sala contigua podrían encontrar a los padres de ambas, era normal que después de tanto tiempo extraviados al menos una persona buscara ayuda en el cuerpo de policías.
En efecto, había un castaño con el rostro incoloro, sus orbes parecían querer salir de sus cavidades y la tensión era más que clara en su sistema, quiso preguntar pero el hombre estaba dando una larga charla a su compañero de comunicaciones que buscaba en el ordenador lo que parecía ser la documentación de una niña.
Era un Omega por el aroma dulzón que emanaba en la sala y su pequeña estatura le confirmaba aquello, pensó que era coincidencia hasta que se acercó por detrás del puesto de trabajo del otro, viendo de reojo la pantalla amplia del aparato mientras disimulaba revisar los papeles dispersos en el escritorio.
—Tú que sabes más de las personas que transitan en la última hora, ¿puedes dar el aviso? Una niña de cuatro años se perdió en la zona de transbordo y no hay rastro de ella -Tras la petición achicó sus ojos en su dirección, el castaño Omega mordía sin medidas de dolor su labio y uñas, el metálico sabor de la sangre ya llegaba a sus papilas gustativas.
—¿Bang Yuna? -El nombre recién leído se transportó por su mente hasta traer a él el nombre de la niña más pequeña, su mirada inocente como la de la foto y los hoyuelos remarcados en cada rosita mejilla coincidían perfectamente con los de la pequeña- Venga conmigo -Seungmin saltó del miedo y de la falta de tranquilidad, se sentía sensible a cualquier llamado y a pesar de haberse calmado, seguía con inquietud.
Saliendo de la sala, Seungmin temblaba de arriba a bajo, su rostro seguía sin rastro de color y con sus luceros nublados enfocaba lo poco que se le ponía enfrente.
Tras pasar la otra puerta sintió como el alma volvía a su cuerpo con fuerza bruta, su bonita cachorra estaba allí sentada, jugando al piedra, papel o tijera con una cachorra más, pero su vista no se centró en su amiga, su Omega igual de tranquilo que antes acogió a su lobita sin mucho drama pero la parte pensante del Omega acudió a la menor.
Decir que Yuna se asustó era poco, los brazos de una persona la rodearon de repente y su corazoncito latió con fuerza, asustada.
—Yunie, mi niña, bebé... -Las lágrimas estaban esperando a salir y bajar por sus mofletes, se aferró como nunca al cuerpecito tembloroso de su niña, tal vez, solo tal vez, había recuperado estabilidad emocional y puede ganase algo de color en su rostro cuando tomó de las mejillas a la infante y la observó fijamente.
—A-Apa, me dejaste sola... -Si bueno, un "hola papá" no sobraba ni hacía daño.
—Lo siento, lo siento mucho, mi vida... -El Omega envolvió a la cachorra cohibida, cabizbaja y poco energética, el castaño hizo lo mismo, llenando de su aroma a la pequeña entre sus besos y caricias- No volverá a pasar, te juro que no te voy a dejar solita nunca más, amor...
—¡Él es Yeji!
Oh, una Yeji.
Retirando los restos nuevos de lágrimas, Seungmin sonrió nervioso, hasta que vio a la azabache de largos cabellos verlo fijamente con una mueca de duda en su pálido rostro, esos rasgos tan familiares como sus ojitos afilados y esos labios carnosos carmín conjuntando a la perfección con la forma de su carita fue lo iluminó la mente y corazón.
Tal vez no lo supo en el primer momento y fue tardía su reacción, pero estaba seguro de que las nuevas gotas que desbordaron sus lagrimales era de puro dolor.
Esa niña azabache era demasiado parecida a la bebé de un año que dejó durmiendo un día en una cuna blanca, en una habitación iluminada por los rayos de sol y siendo tapada por una mantita de lana blanca, era similar a la bebé pequeñita y llorona que un día consoló en sus brazos, la bebé que fue la luz de su vida, esa bebé que amó desde el primer instante que supo de su existencia, aquel que por más días que pasaran, más la extrañaba, a la que dejó un tortuoso día bajo el cuidado de su ex pareja
—¿Y-Yeji?
꒰𝓣𝓣𝚊𝚎 ♡︎... ꒱
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