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꒰ ⌗ Once ! ꒱

Bangchan amaba las vacaciones por el mero hecho de darse el lujo de dormir unas horitas de más, su horario de sueño era extra corto los días laborables y debía de aprovechar estos días donde dormir era lo primordial.

Pero debía atender a una cachorra de cinco años que hasta el momento no había dado indicios de estar con los ojitos abiertos, sin saber que el mismo azabache estaba desayunando junto a Yuna en la cocina mientras veían a Seungmin darles órdenes y dictarles reglas que debían seguir

Tras breves segundos con sus luceros entreabiertos por la claridad del día que lograba escabullirse por la ventana, Bangchan rasgó sus ojos mientras bostezaba cansado, el viaje le mataba y más si Yeji le daba trabajo doble. Saliendo del calentito y acogedor edredón fue directo al baño, donde había dejado lo que utilizaría para asearse.

Estaba a nada de terminar de lavar sus dientes cuando la puerta se abrió un poco, la cabellera marrón se asomó apenas para visualizar al Alfa que debía estar allí, pero al no encontrarlo se invitó solito.

Guiándose por el sonido del lavabo y la luz, Seungmin empujó un poco la puerta del baño, Bangchan rápidamente dirigió su mirada ahí, viendo con los ojos bien abiertos a quien había ido a buscarle, pero no hacía falta esperar ver a aquella persona para reconocerla. El agrio aroma a cerezas inundó sus fosas nasales y sus pulmones se llenaron de ese rico olor, por breves segundos, Bangchan recordó esas mañanas.

Despertarse con su Omega acurrucado a su lado, sus piernas enredadas y la tranquilidad que transmitía al verle, el aroma a agua de rosas mezclado con el de las cerezas que solo él puede percibir, el de la leche materna por el cachorro que venía en camino, la felicidad que le invadía al recordarlo.

—Bangchan... -Esas mañanas se esfumaron.

—¿Mmh? —Aún con el cepillo en su boca atendió al otro, apresurando todo terminó de lavar sus dientes, el castaño había abierto la puerta y se posaba en el marco de ésta con los brazos cruzados por encima de su pecho.

—El desayuno está listo, ven cuando quieras... -Informó viéndole secar su cara con brusquedad con una toalla blanca.

—¿Yeji ha desayunado ya? -Inquirió rápido acercándose a la puerta, el castaño echándose hacia atrás pero sin poder por el marco de la puerta, entonces se quedó en su sitio, asintiendo y bajando la mirada al suelo.

La miel le aturdía, el olor de esta le dejaba helado y sentirlo tan cerca era una daga de doble filo.

Bangchan lo sabía.

—¿Has venido hasta aquí solo para decirme eso? -Preguntó con algo incertidumbre por lo que había detrás de la visita del castaño, Seungmin inhaló exageradamente.

—¿Deberías acercarte a Yuna? -Sus orbes brillantes se posaron en los suyos, invadiendo todo su raciocinio y acabando con su poca estabilidad, pero más allá de lo que Seungmin provocaba en él, estaban esas preguntas.

—Es mi hija, Seungmin... -El aludido regresó su mirada a las baldosas grisáceas del suelo, sus manos se deslizaron sobre sus brazos buscando calor y sintió al Alfa entristecerse- ¿Pasa algo?

El silencio le respondió que Seungmin no hablaría hasta que estuviera preparado, era verdad que en su cabeza las preguntas y las cosas que debían hablar taladraban a tal punto que se sentía exhausto de solo hacerse una idea de cuánto iban a tardar en desenredar toda la historia que continuaron por separado.

—¿Podemos hablar ahora? -Preguntó cohibido por el lobo del otro, tan inquieto y persistente, esperando el momento de lanzarse al suyo con impaciencia.

Bangchan le observó a detalle, conocía al castaño y al asentir a su pregunta se giró lo suficiente como para que él lograra ver en su cuello un nuevo tatuaje adornando su morenita y suave piel, Seungmin amaba los tatuajes y no los minimalistas que apenas son visibles y que normalmente son cotizados por los de su raza, Seungmin ama los grandes tatuajes detallados y a color.

—¿Los niños no preguntarán si nos ven hablar? -Preguntó siguiéndole de cerca por el pasillo que conectaba de las habitaciones a la cocina, mira la claridad que entra por las ventanas iluminar amenamente toda la casa por dentro, la moderna cocina les recibe en soledad.

—Jisung se los ha llevado a comprar y regresarán para la comida, tenemos tiempo de sobra para conversar...

El azabache asintió sentándose frente al menor en la mesa del comedor como la noche anterior, al parecer Seungmin quería terminar de poner las cosas claras y no perder el tiempo, aunque en realidad, hasta a él le alivia que lleven un ritmo acelerado.

—¿Cómo haremos esto? -Comenzó el castaño, sus manitas sobre la mesa temblaban un poco- Si les decimos la verdad y comenzamos a formar lazos debemos al menos vivir cerca...

Bangchan suspiró con suavidad, bajando la mirada a los dedos largos del Omega y viendo el reluciente anillo de compromiso plateado en uno de sus dedos, quiso ignorar aquello y responder a la pregunta inicial, pero se desvió.

—Me mudaré -Contestó- Iré a vivir a Daegu en cuanto pueda... -Seungmin enmudeció y el temblor en su cuerpo cesó pausadamente, alzando su mirada la conectó con la contraria, esos luceros que Yuna heredó- Daría todo por volver a tener a Yuna cerca -El Omega sonrió con ternura, soltándose un poco más en confianza le vio con amor.

—Es lindo de tu parte... -Dijo con sinceridad jugando con el anillo de plata, no había caído en que aquella joya que portaba era un regalo del mismo azabache que tenía enfrente.

Un suspiro abandonó los finos labios del Alfa que más entusiasmado que antes volvió a hablar.

—Si no es mucha molestia... me gustaría volver a cortejarte...

¿Quién dijo que era tarde para recuperar a tu destinado?

꒰𝓣𝓣𝚊𝚎 ♡︎... ꒱

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