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𖥻•ׅFʀᴀᴛɪʟᴀɢɴɪᴀ• - - ं 🍯

Yang Jeongin
𓍯 Pelirrosa
𓍯 22 años

Kim Seungmin
𓍯 Azabache
𓍯 26 años

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Fratrilagnia: Atracción por las relaciones sexuales incestuosas o al imaginar el sexo con un hermano o hermana.

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Se estaba volviendo loco.

Jeongin llevaba 2 años sin ver a la persona que más ha anhelado en toda su vida.

Su primo Kim Seungmin.

Ambos eran muy cercanos, lo hacían todo juntos y no podías separarlos porque el menor hacia un berrinche de aquellos, pero a medida que paso el tiempo las cosas cambiaron progresivamente.

No podían verse todas las semanas y la diferencia de edad provocaba que los intereses no coincidieran.

El mayor dolor de Yang.

Así definía el menor al pelinegro en su interior, sin embargo, el amor que le tenia sobrepasaba cualquier resentimiento o potencial odio.

Cuando Kim se fue al extranjero para finalizar sus estudios universitarios cualquier vestigio de cercanía desapareció a los ojos de la familia, mas no fue así para Jeong.

Antes de que Seungmin se fuera él había tomado la decisión de decirle todo acerca de sus sentimientos después de años de esconderlo, y estuvo a punto de lograrlo, de no ser porque llegó tarde y el vuelo de su primo hacia Francia había partido.

Aun así, no se rindió.

Hoy era la reunión familiar de bienvenido de su adorado Seung y estaba listo para declararse.

Sabía que sería difícil porque sus familias los odiarían, pero él solo quería ser feliz y disfrutar de sí mismo.

Jeongin nunca ha tenido sexo porque no podía imaginarse con nadie más que su familiar, por lo que su mano y mente han sido sus mejores amigas por mucho tiempo.

—¡Hijo, baja, ya nos vamos!— escuchó el grito de su madre desde la planta baja.

-Hoy serás mío- susurró para sí mismo antes de salir del cuarto para ir con sus padres.

Joder, al fin.

Ansiedad, la ansiedad.

Mordía su labio inferior y tiraba en interior de sus mejillas hacia afuera con su lengua al tratar de contener los nervios, por suerte toda su familia se encontraba de igual forma, por lo que pasaba desapercibido.

—¡Ahí viene! Apaguen las luces— chilló Hyunjin, uno de los primos más pequeños al interior de la familia.

Todas las personas del salón se escondieron detrás de los sillones, el mesón de la mesa y los pilares que le daban un toque elegante a la mansión de los padres del pelinegro.

-Gracias por ir a bu-Kim se quedó a la mitad de la oración mientras entraba a su hogar y encendía las luces.

-¡Sorpresa!- gritaron todos dejándose ver.

Los ojos de Seungmin se agrandaron de sobremanera gracias al asombro de ver a sus tíos y primos de trajes caros mirándolo con expectación.

Muy masculino.

Pensó Seungmin cuando sus ojos llegaron a una determinada persona de cabello actualmente rosa, el cuerpo de su primo pequeño se había desarrollado de una manera fenomenal y lo tapaban prendas que, lamentablemente, dejaban demasiado a la imaginación.

La verdadera razón de su partida era ese chico.

Jeongin era una parte crucial en su vida, no supo cuando se enamoró, sin embargo, sabía que estaba mal y era enfermo tener pensamientos íntimos con una persona con la cual solo debes tener sentimientos fraternales.

La causa de su escape a Francia fue ese amor, él sólo quería olvidar que existía quien podía cumplir todos sus deseos, pero que esa mismapersona era parte de su familia.

No lo logró.

Apenas vio a Yang su corazón se volvió loco, aunque, a decir verdad, no fue el único órgano que lo hizo.

Todos pasaba por su cabeza a alta velocidad mientras sus tíos y demás primos, exceptuando al pelirrosa, lo abrazaban y preguntaban como había sido su estadía en el extranjero.

Se siente bien estar en casa.

Sabía que la calidez en su pecho no iba a durar mucho porque podía ver la determinación en los brillantes ojos que lo perseguían hasta en sus sueños, mas quería aprovecharlo en tanto pudiera.

Algo en su interior le decía que hoy podía cambiar todo, desde su imagen de perfección hasta su relación con sus seres queridos.

Y no sabía que pensar.

Ocultó la confusión de una manera sublime frente al resto de los presentes durante las horas que duró su bienvenida.

Jeong por otro lado era un completo desastre, parecía estar en la luna si es que sus ojos no se encontraban fijos en el pelinegro. Su imaginación lo llevó a diversos escenarios a la hora de confesarse, creando situaciones como recibir la cachetada de su vida o terminar haciendo el amor en la habitación de adolescencia del mayor.

Obviamente la segunda opción era la favorita.

Porque además de ese amor puro existían unas gigantescas ganas de hacer suyo a Seungmin, quería tocarlo, besarlo y marcarlo como fuera, у quería que cada centímetro de la piel acanelada estuviera en sus manos en toral confianza.

Lo quería todo o nada.

Gracias a los nervios las horas pasaron sumamente lentas para Jeon, pero apenas vio la oportunidad de apartar a Kim del gran grupo familiar, debido a que ya estaba finalizando el evento, lo hizo.

-Seungmin...¿Podemos hablar? - el menor tomó su muñeca suavemente con la intención de llevarlo escaleras arriba y alejarlos de la multitud.

–Hm yo si-si— asintió rápidamente con su cabeza sabiendo que se aproximaba.

Ya es un jodido quiero, debe decidir.

Ya en el segundo piso caminaron en un silencio demasiado tenso hasta una de las habitaciones abandonadas de la gran casa.

Iban al mismo ritmo pero sus posturas decían cosas muy distintas, el pelirrosa solo quería acabar con la incertidumbre de una vez por todas, en tanto a su primo le costaba respirar y sus manos temblaban incontrolablemente.

-Seungminnie—Yang se posó frente a Kim apenas dejando unos centímetros cuando entraron al cuarto.— Sé que esto puede sonar raro y que tal vez me odies, pero ya es hora de que decirlo- tomó una bocanada de aire sin alejarse. -Te amo- soltó como si fuera un suspiro.

Interesante.

Eso pasó por la cabeza del pelinegro al escuchar al chico, ya había tomado una postura al respecto, sin embargo, quería jugar un poco con él.

-Eso hacen las familias In - llevó su diestra al suave rostro ajeno.— Se aman— sus labios casi rozaban.

-Sabes que no me refiero a eso- tomó la mano sobre su rostro y la alejó.

-Entonces...¿A qué te refieres?—caminó cotoneando sus caderas hacia la cama sin sabanas que estaba en medio del lugar para después sentarse tranquilamente.

Todos los nervios dejaron su cuando en su mente aceptó los sentimientos tanto suyos como los de su primo.

Ya era hora de dejarse amar.

-Creí que eras más inteligente Kim- sus ojos se dirigieron hacia el mayor como si fuera su presa.-Eres insufrible— soltó con una risa frustrada.

No sabía que más hacer para que entendiera a que se refería, además de que en el fondo su corazón dolía de solo pensar en el rechazo que acompañaría a su confesión, de todas formas decidió acercarse hasta quedar sentado a un lado del contrario.

-Y tu sigues siendo un bebé primito- sin duda alguna se sentó a horcajadas sobre los fuertes muslos del pelirrosa.— Tan caprichoso-nuevamente acortó el espacio entre ambos logrando que sus respiraciones se mezclaran.—Pero tu cuerpo si que ha cambiado—sus dos manos aterrizaron sobre la camisa ajena comenzando a sacarla botón por botón.

-¿Q-qué estás haciendo?.—preguntó Yang tragando saliva pesadamente al sentir como si miembro despertaba al sentir el tacto del dueño de sus deseos más oscuros.

-Estoy correspondiendo a tu pobre confesión de amor— respondió como si fuera obvio.

-No provoques algo que no vas a solucionar Seungmin—su voz se puso ronca cuando los rellenos labios de Kim rozaron su cuello.

—Correré el riesgo In— susurró sobre la delgada piel.

Movió sus caderas rozando su trasero con la erección bajo suyo disfrutando de la áspera sensación debido a la ropa que obstaculizaba la fricción entre sus intimidades.

-Mgh...— mordió su labio inferior el menor cuando el de piel canela succionó la superficie de su clavícula ya descubierta gracias a que se había deshecho de su camisa hace unos instantes.—Vas a dejar marcas- gruñó al sentir el mordisco en su piel.

-Esa es la idea tontito- dejó la piel blanquecina y volvió a encontrar la brillante mirada de Jeongin.— Tienes permiso de hacer lo mismo cariño—por fin unió sus belfos de manera desesperada.

El pelirrosa llevó sus manos a las caderas del pelinegro para hacer más intenso el tacto entre sus cuerpos, mientras las contrarias se paseaban entre su abdomen marcado y su cabello tirándolo con algo de fuerza.

Ambos sabían perfectamente que iba a pasar.

Sus lenguas bailaban juntas al interior de sus bocas como si estuvieran destinadas a ello, al igual que sus cuerpos y los constantes movimientos.

Fueron dejando sus prendas a un lado poco a poco, debido a la falta de aire separaban sus belfos pero los posaban en otras partes de sus pieles aprovechando la intimidad del momento.

Seungmin podía notar lo inexperto que era su chico, pero esto más que bajar su excitación hizo que aumentará a un nivel casi irreal, ya que sabía que a sus 22 años el pequeño había guardado todas sus primeras veces para él.

Solo él podía tenerlo todo.

-Seung...- gimió suavemente cuando su pene totalmente duro quedó entre las nalgas del pelinegro.

-Dime pequeño- sus dedos se encontraban enredados sobre el cabello claro de quien llamó su atención.

-N-necesito tu ayuda- Yang realmente quería impresionar a Kim en su primera vez, sin embargo, no sabia cómo.

Sin decir nada y con una amable sonrisa tomó la diestra del menor y llevó dos de los dedos a su boca mojándolos con su saliva hasta que cayera por la comisura de sus labios, la sola imagen provocó que el pre-semen del pelirrosa saliera por montones.

-¿Confías en mi, cierto? - preguntó Seung sacando los falanges de su boca.

-Si- asintió rápidamente el contrario cuestionándose si todo esto era un sueño.

-Entonces solo sígueme - susurró sobre los belfos rosados ya bastante hinchados por los suaves mordiscos dados entre beso y beso.— ¿De acuerdo?- preguntó nuevamente confirmando que ambos quisieran esto con las mismas ganas.

—Si-si— la respuesta no dejaba lugar a dudas.

Esto era por y para ambos.

Llevó las falanges húmedas del menor a su entrada, la cual ya se encontraba mojada gracias a los fluidos de éste mismo y los introdujo sin precaución alguna.

-Joder...- chilló por sentirse lleno con apenas eso.

Para Kim no era la primera vez, pero las veces anteriores no eran nada en comparación a la de ahora debido a los sentimientos envueltos en el sexo, además de que hace mucho no lo hacía porque se sentía sucio al no ser su primo quien lo llenaba.

-¿Dolió?- preguntó preocupado In cuando vio como cerraba sus ojos con una mueca extraña.

-N-no cariño- respondió apenas pudo para aliviar al chico.— Ahora tienes que mover tus deditos así...—en tanto su mano diestra se encontraba aferrada al hombro contrario, su zurda estaba frente al rostro de ambos y hacia movimientos de у tijeras simulando lo que tenía que hacer en su interior.

El pelirrosa hizo caso sintiendo como las paredes anales apretaban sus falanges de una manera impresionante al hacerlo de una manera constante, no podía siquiera imaginar como se sentiría cuando su pene estuviera en el interior de su amado, lo que provocó que se pusiera aún más duro.

-Quiero hacerlo-dijo el menor para después darle suaves besos al rostro ajeno. -Dime que tu también lo deseas...por favor- el pelinegro no sabía como Jeon podía verse tan sensual y tierno al mismo tiempo.

Pero lo adoraba de esa forma.

—Quiero que lo hagamos pequeño-movió sus caderas hacia abajo para autopenetrarse con los dedos en su interior. —No sabes cuanto tiempo llevo soñando con que me llenes Jeongin... — gimió bajo cuando sintió el repentino vacío.

Todo se prendió en llamas cuando el de piel más clara escuchó las palabras de su primo, tomó los muslos acanelados para dejar el masculino pero frágil cuerpo de Kim sobre el colchón sin cobertores, se posicionó entre sus piernas para que poco después estas mismas lo aprisionaran y produjeran que su glande que ya goteaba rozara la dilatada entrada, sus brazos se alojaron a los lados de la cabeza de su amado y sus narices se rozaban de una manera tierna, prácticamente mágica.

-Lo quiero todo Seungmin—suspiró dejando que sus pensamientos fluyeran por su boca.— Déjame ser tu todo, por favor- tomó su miembro alineandolo de manera perfecta con ese maravilloso lugar totalmente expuesto, en tanto las miradas se encontraban perdidas en el otro. —Te amo- entró de una estocada.

—¡A-ah!— chilló el mayor al sentirse lleno por su chico. -Mu-muévete, es-taré bien – pasó sus brazos por el cuello blanquecino y besó la mejilla del menor para darle seguridad.

Ambos comenzaron a mover sus caderas en direcciones contrarias logrando penetraciones profundas donde el falo rozaba constantemente el punto dulce del pelinegro, los únicos sonidos que llenaban la habitación eran gemidos y los choques entre sus intimidades, la espalda de Jeon estaba llenándose de rasguños y él no podía estar más desinteresado del ardor que eso provocaba.

-Me tomas tan bien...—su voz estaba totalmente grave debido a la lujuria que recorría cada una de las venas de su cuerpo.— Eres perfecto— susurró en su oído acelerando el ritmo de las estocadas.

Estaban totalmente perdidos.

El miembro de Seung estaba hinchado y rojo de lo cerca que estaba de correrse, sin embargo, no quería que aquello acabara.

Había estado tantos años reprimiendo los deseos que tenía con su primo, puesto que en un principio la atracción de su parte era netamente sexual, mas se fue enamorando sin poder detener el sentimiento que sabía que podía condenarlos a ambos.

Y ya no había vuelta atrás.

Todos los pensamientos abandonaron su mente cuando la gran mano del pelirrosa comenzó a masturbarlo mientras era llenado hasta lo más profundo de su ser, incluso provocando que la piel de su abdomen se alzara marcando levemente la silueta del gran falo.

-¡Bas-basta! - echó su cabeza hacia atrás hundiéndola en la cama.

-¿No te gusta?- Jeongin se detuvo dejando toda su polla en las apretadas paredes.

-Si me gusta, cariño—dijo al ver el ceño fruncido demostrando preocupación en el rostro contrario.

—¿Por qué quieres que paremos entonces?― el menor besó el cuello brillante debido a la leve capa de sudor que los cubría.

-M-me voy a co-rrer pronto si-si seguimos... - respondió la pregunta tomando profundas bocanadas de aire.

Yang hizo su cabeza hacia un lado preguntándose a sí mismo cuál era el problema, puesto que le hacia mucha ilusión ser la razón del orgasmo de Seungmin.

-Hagámoslo juntos- ese pensamiento llenó su pecho automáticamente.

El pelinegro lo miró con total ternura, ya que el rostro del pequeño se iluminó al hablar, por lo que volvió a mover sus caderas y juntó sus rostros para continuar con otro apasionado beso.

Desde hoy lo haremos todo juntos.

El pensamiento pasó de forma pasajera por la mente de ambos y fue desapareciendo a medida que el ritmo volvió a ser duro.

La mano de Jeong se movía a la misma velocidad que sus estocadas y el mayor se aferraba a él sollozando en tanto la saliva caía por la comisura de sus labios y sus ojos se tornaban blancos.

-Mierda...- fue todo lo que

pudo salir de los labios del pelirrosa cuando las paredes internas lo apretaron aún más. -Te amo, Seungminnie...— gimió gravemente en el oído ajeno provocando el explosivo orgasmo del pelinegro, el cual fue seguido segundos después por el de sí mismo llenado con su esencia hasta desbordar las paredes.

Solo somos uno.

El menor salió del interior del débil cuerpo acanelado, lo tomó entre sus brazos y los dio y vuelta nuevamente logrando que ahora él quedara sobre la áspera tela del colchón, mientras su amado primo se quedaba dormido sobre su pecho.

Sintió como la respiración de ambos se fue calmando poco a poco, también sentía la calidez de ambos cuerpos complementándose magníficamente y como aún en sus sueños Seung se aferraba a su cuerpo.

-Prometo que todo estará bien- habló suavemente para el mayor.—Solo te necesitaba a ti para estarlo- llevó sus manos a la pequeña cintura de Kim para acunarlo en su pecho.

-Te amo Jeongin- escuchó repentinamente.

Alejó el rostro contrario de su pecho, sin embargo, el pelinegro seguía dormido, aún así esas simples palabras fueron suficientes como para llenar los años de felicidad y amor desperdiciados por ambos.

Ambos sabían que después de esto nadie bajo ninguna circunstancia podría deshacer su lazo de amor y deseo.

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