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➵┆Cᴀᴘ. 42┆¿sᴀʙᴇs ϙᴜᴇ́ ᴍᴇ ᴘʀᴏᴠᴏᴄᴀ?


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K. Nahyun

     08:40 AM

     El destello de luz que atravesaba la ventana impactó directamente en mi rostro, obligándome a salir del sueño de manera abrupta, ¿No había cerrado las ventanas anoche? Un suspiro pesado escapó de mis labios mientras abría los ojos lentamente. Fue entonces cuando me golpeó la primera realización: no estaba en mi habitación. Y la segunda, más alarmante aún: estaba en ropa interior. Mi corazón se aceleró al instante, mientras mi mente comenzaba a procesar el hecho de que mi vestido había desaparecido, ¿Qué demonios había sucedido?

     El pánico me hizo reaccionar rápidamente. Me levanté de un salto, mis pies descalzos encontrándose con el frío intenso del piso que erizó mi piel al contacto. La sensación contrastaba drásticamente con el calor de mi confusión y preocupación, mientras intentaba recapitular los eventos de la noche anterior.

     —¿Jung Kook? —susurré buscándolo por la habitación, pero no estaba en ella— ¿Kook? —volví a llamar y la puerta se abrió suavemente dejándome ver aquel rostro que tanto me encantaba.

     —¿Pasó algo? —sus ojos irradiaban felicidad, desde ahora amaba verlo así.

     —Puedes pasar —asintió, abrió más la puerta y entró por ella, cerrandola después detrás de él.

     —¿Necesitas algo? —preguntó atento.

     —¿Hicimos algo anoche? —me señalé y luego a él.

     No hacía falta que le preguntara con palabras. Con solo verme sin mi vestido, el mensaje era tan evidente como una declaración implícita. Mi mirada lo decía todo, cargada de una mezcla de curiosidad y preocupación, mientras esperaba alguna señal que me diera claridad sobre lo que había sucedido. El silencio que seguía parecía acentuar la tensión del momento, como un espacio en el que las respuestas no necesitaban articularse para ser entendidas.

     —¿Nahyun, por quién me tomas? —preguntó tranquilo y se acercó a mí, tomando mis manos con suma delicadeza—. Que sea adicto al sexo no quiere decir que cuando no estés en tus cinco sentido y spropensa a no recordar nada... podría aprovecharme de la situación. Yo jamás me aprovecharía de tí, por más tentador que suene —me hizo mirarlo a los ojos, ¿Qué demonios le hicieron de la noche a la mañana?

     —Gracias —le sonreí en respuesta, pegando nuestros pechos en un gran abrazo.

     —No me agradezcas —besó mi frente y subió delicadamente su mano por mi espalda, erizando mi piel—. Vístete y baja a desayunar —dusurró en mi oído en un acto casi de inmediato—. Puedes ponerte una de mis camisas o lo que quieras. Además, te quiero presentar a unos amigos —¿amigos? ¿Qué clase de amigos serán esos?—. Son como mi familia.

     —¿Familia?

     Asintió orgulloso.

      —Así que no demores tanto —nos separamos y caminó en dirección a la puerta, saliendo por la misma sin decir nada más.

      Abrí puerta tras puerta en aquella habitación, y no podía creer lo enorme que era. ¡Era GIGANTESCA! Me tomó quince largos minutos dar con el dichoso baño. Cuando finalmente lo encontré, entré de inmediato, dejando que un suspiro de alivio escapara de mis labios. Me lavé la cara, dejando que el agua fría despejara las últimas brumas del sueño, y cepillé mis dientes con lo poco que tenía. Si hubiese sabido que acabaríamos en su casa, habría traído un bolso de mano más grande, con todo lo necesario para estas situaciones.

     Tras terminar, me dirigí a su armario, buscando algo que ponerme. Cada prenda parecía idéntica: camisas de manga larga y blancas. ¿Con qué duerme? ¿Desnudo? Me hice esa pregunta mientras seguía rebuscando, hasta que, finalmente, en uno de los cajones encontré una camisa negra amplia con la palabra "2U" estampada en el centro en letras blancas. Sin pensarlo mucho, la tomé y me la coloqué, disfrutando de la comodidad que ofrecía.

     Caminé hacia la puerta y la abrí, encontrándome frente a un largo pasillo. Por intuición, deduje que la cocina debía estar en el piso de abajo, aunque la extravagancia de esta mansión me hizo dudar por un momento: tal vez estaría en el piso superior, porque en este lugar todo parecía posible.

     Finalmente, bajé las escaleras de mármol pulido, mis pies resonando ligeramente contra el frío material. Frente a mí se desplegó un inmenso comedor que, como todo en esta casa, parecía más diseñado para un palacio que para una vivienda normal. ¿Acaso hay algo en posesión de Jung Kook que no sea gigante? Me pregunté con cierto asombro.

     Al llegar al comedor, me detuve al notar la presencia de siete hombres, todos sentados alrededor de la mesa moderna que dominaba la sala. Entre ellos, estaba Jeon, quien levantó la vista en cuanto crucé la puerta. Todas las miradas se posaron en mí con una intensidad que me hizo sentir extraña, consciente de cada movimiento que hacía bajo ese escrutinio.


     —¡Por fin bajas! —sonrió y metió un bocado de comida a su boca. Jeon comiendo era tan tierno—. Siéntate —y mandón.

     Habló desde el extremo de la mesa con una autoridad discreta que no dejaba lugar a dudas: ese era su lugar, el asiento reservado para el anfitrión, el dueño de la casa, el patrón. Era natural que estuviera allí, en la posición que marcaba su liderazgo dentro del grupo.

     Caminé hacia la mesa sin pronunciar palabra, sintiendo el peso del ambiente sobre mis hombros. Me senté a su lado, cargada de una mezcla de nerviosismo y incertidumbre. ¿Cómo se suponía que debía reaccionar? Cada movimiento se sentía torpe, y las palabras parecían atrapadas en mi garganta, incapaces de formar una respuesta coherente.

     Frente a mí, la mesa estaba cubierta con un despliegue impresionante de platos que despertaban el apetito con solo mirarlos. Había frutas frescas de colores vibrantes, desde uvas jugosas hasta rodajas de mango dorado. Los panecillos artesanales estaban acomodados en cestas cubiertas por delicados manteles bordados, y junto a ellos, un surtido de quesos finos que variaban desde suaves hasta intensos en sabor. Platos principales humeaban con carnes perfectamente cocinadas, acompañadas por salsas que dejaban escapar aromas irresistibles. Cada elección parecía más tentadora que la anterior, y la indecisión comenzaba a hacerse notar.

     —Ellos son mis amigos —señaló a todos que estaban comiendo en la mesa.

     Entre las miradas intensas de los hombres en la mesa, solo fui capaz de reconocer a dos figuras familiares: Min Yoongi y Kim YuGyeom. Ambos destacaban por razones distintas. Yoongi, con su aire despreocupado y actitud desafiante, parecía disfrutar de cada segundo de su presencia aquí, mientras YuGyeom mostraba una mezcla de sorpresa y análisis en sus ojos, como si intentara descifrar algo oculto en el ambiente.

     El resto de los hombres permanecían como enigmas, sus rostros desconocidos llenaban el espacio con un aire de misterio que no podía ignorar. La dinámica en el comedor se sentía cargada, como si cada mirada y cada gesto contuvieran una historia que aún estaba por descubrir.

     —Bienvenida a la gran familia, mi nombre es Park JinYoung —me extendió su mano y no dudé en estrecharla.

     Él estaba sentado en frente de mí.

      —¿Después de tener sexo con ella la traes a tu casa? ¿Con qué propósito? Es suficiente con lo que pasó la otra vez, la chica te robó muchas joyas de oro y diamantes —agregó Yoongi con una sonrisa burlona en su rostro.

     Estaba sentado justamente a mi lado.

     —Suga, no es un buen momento para tus bromas de mal gusto —más que decir sonó a advertencias muy audibles por parte de Jeon.

     Todos en la mesa giraron sus miradas hacia Yoongi, reprendiéndolo silenciosamente con ojos cargados de desaprobación. Él respondió frunciendo el ceño, su expresión mostrando una mezcla de irritación y desafío, como si no entendiera del todo la razón de tanta reacción en su contra.

     Admito que no pude evitar unirme al coro de miradas acusadoras. ¿Qué sabía él sobre mí? Absolutamente nada. Su actitud prepotente me sacaba de mis casillas, como si tuviera derecho a opinar o entrometerse en asuntos que no le concernían.

     Idiota.

     El ambiente se sentía tenso, denso, como si cada segundo alimentara una corriente subterránea de incomodidad. Era inevitable que esto explotara en algún punto.

     —Entonces, ¿Es tu novia, Kook? —me miró sonriente, era bastante lindo y agradable—, porque es muy hermosa para tí, diente de conejo —reí un poco por su comentario y al mismo tiempo me sentía halagada—. Por cierto lindura, soy Jackson Daddy Wang —estiró su mano y con gusto la estreché.

     Yoongi se encontraba sentado al lado de JinYoung, su postura reflejando cierta incomodidad bajo las miradas que aún lo reprendían silenciosamente. Era como si estuviera atrapado en un juego que no entendía del todo, pero en el que se negaba a ceder terreno.

     Mientras tanto, Jung Kook tenía una presencia que lo diferenciaba. "Un hermoso conejo", pensé con una leve sonrisa, dejándome llevar por la ternura de esa imagen inesperada que surgía en mi mente. Su calma y elegancia, mezcladas con su peculiar atractivo, lograban transformar incluso los momentos más tensos en algo reconfortante.

     —¿Acaso es muda? —preguntó un chico con el cabello tenido de rojo.

     ¿Quieres ver que no?

     —BamBam~ —alargó las últimas letras JinYoung, como si lo estuviese regañando.

     —¿Qué? —preguntó desentendido—. Es cierto —giró los ojos y dejó de mirarme fijamente.

     Ese chico estaba sentado al lado de Yoongi.

     —¿Y a tí que te importa si hablo o no? —alcé un poco la voz.

     —Uhhh, algo me dice que si habla —un chico, al parecer un poco más moreno que los demás, había hablado.

     —La mataré —BamBam hizo el ademán de pararse de la mesa.

     —Aquí te espero —respondí retandolo.

     Era divertido ver su rostro.

     —¡Que divertido! Le dije prostituta y ni se inmutó, yo quería un poco de pelea o sangre —comentó Yoongi divertido, pero no veía a nadie riendose de sus ¿Chistes?

     ¡No sirves como comediante!

     —¡SILENCIO! —alzó Jung Kook la voz, pegando una de las copas contra la mesa, impactandome por unos instantes. Podía ver sangre en la mano de él, bastante sangre que recorría sus dedos.

     —¿Podemos comer en paz? —esta vez hablaba YuGyeom.

     El aire se llenaba con voces que, aunque cercanas, parecían lejanas e indistinguibles. No era sencillo identificar quién decía qué, especialmente cuando no conocías a la mayoría de las personas en la habitación. Cada tono y timbre se entremezclaban, creando una cacofonía desconcertante que hacía aún más complicado conectar las palabras con sus respectivos dueños. La falta de familiaridad me hacía sentir como una extraña observadora, intentando encajar en un ambiente en el que las piezas no terminaban de encajar.

     —Joder —expresó sorprendido— ¡Yesenia! —gritó el chico morenazo del grupo con terror y pánico.

     —¿Señor? —entró rápidamente al comedor una empleada bastante joven.

     Su figura era innegable: curvas delicadas, una complexión delgada, rasgos asiáticos que enmarcaban una belleza singular, una piel blanquecina casi como porcelana, y una estatura baja que reflejaba un aire de delicadeza, muy parecida a la mía.

     JinYoung hizo un gesto significativo hacia la mano de Jung Kook, una acción que no pasó desapercibida. Justo en ese momento, Yesenia salió disparada en dirección a la cocina, moviéndose con una urgencia que despertaba curiosidad. Observé, confundida, intentando descifrar hacia dónde se dirigía y cuál podía ser el motivo de tanta prisa. Su reacción parecía estar cargada de intención, aunque su propósito era un misterio para mí en ese instante.

     —¿Kook, estás bien? —lo miré un poco aterrorizada, ¿Por qué salía tanta sangre?

     —Estoy bien, ¿Por qué hacen tanto escándalo? Es sólo una pequeña cortada, una bala en el hombro duele más.

     Lo miré atónita.

     —Tranquila, Nahyun. Nunca le ha pasado algo así en su vida —me tranquilizó el moreno—. Por cierto, soy Daniel.

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     —¡Lo odio! —grité con fuerza, dejando escapar toda mi frustración mientras estaba dentro de la habitación de Jung Kook. Él me acompañaba, observándome mientras me cambiaba—. BamBam es INSOPORTABLE.

     —Pero tú les caíste bien —respondió con un tono tranquilizador, su mirada fija en la mía, casi suplicándome—. Ellos son buenos chicos, solo necesitas tener un poco de paciencia, ¿sí?

     —¿Por qué me dices eso? —mi voz salió cargada de sospecha— ¿Qué sabes tú? ¿Acaso vas a dejarme con uno de ellos? —le exigí una respuesta, mientras él simplemente negó con la cabeza, en silencio— ¡Responde!

     —Porque ellos serán los padrinos de nuestra boda —su respuesta me tomó completamente por sorpresa. Por un momento, quedé muda, pero no pude contenerme y rompí en una carcajada, mi nerviosismo transformándose en un impulso liberador.

     —No te rías, hablo en serio —dijo Jung Kook, adoptando un tono tan serio que resultaba intimidante. En un movimiento inesperado, jaló de mi mano con fuerza, acercándome a él hasta quedar frente a frente. La intensidad en su mirada me dejó sin aliento.

     —¿No te dije lo hermosa que te ves con mi camisa? —susurró suavemente, su voz rozando la tentación mientras se inclinaba hacia mí. Su proximidad me hizo sentir un ligero escalofrío— ¿Sabes lo que me provocas? —agachó su cabeza, dejando un beso apenas perceptible cerca de la comisura de mis labios.

     —¿Qué? —pregunté inocentemente.

     —Bañarme contigo.

Holaaaaaaaaaaaa mis hermosos, preciosos y espectaculares lectores♥️

Disculpen la demora.

Gracias por leer♥️

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Hermoso JinKook💕

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Corregido: 19/04/2025

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