
➵┆Cᴀᴘ. 41┆¿ϙᴜᴇ́ ʜᴀᴄᴇ ᴇ́ʟ ᴀϙᴜɪ́?
➵ •°• ➵ •°• ➵ •°• ➵ •°• ➵ •°• ➵
K. Nahyun
10:30 PM.
Afirmé mi mano en el brazo de Jung Kook, siguiendo cada uno de sus pasos mientras me conducía hacia la majestuosa entrada del restaurante. Desde afuera, su tamaño y diseño imponente me dejaron maravillada, un espectáculo de lujo y sofisticación que no había presenciado antes. Este lugar, situado en el corazón de Seúl, parecía estar envuelto en un aura de exclusividad que atraía a las personas más elegantes y adineradas de la ciudad.
Vestidos de gala, trajes impecables y joyas brillantes adornaban a los comensales que esperaban con ansias disfrutar de la experiencia culinaria que este prestigioso establecimiento prometía. Al cruzar la entrada, sentí una mezcla de anticipación y curiosidad, mientras el ambiente refinado del restaurante me absorbía por completo.
—Buenas noches, dama y caballero, ¿Tienen alguna reservación ésta noche? —preguntó una chica delgada con rasgos asiáticos, cabello largo oscuro y ojos de color café, con su vestido de color rojo pegado al cuerpo que acompañaba con una sonrisa pícara, en ese estúpido rostro.
—Sí —respondió Jung Kook sin pensarlo y respondiendo de la misma forma.
—¿Cuál es su nombre, señor? —tomó una tablet que tenía en frente y pude notar que contenía una gran cantidad de nombres de personas que hicieron reservaciones ésta noche.
—Jeon Jung Kook —La chica abrió exageradamente sus ojos, sentía que se le saldrían en cualquier momento.
—¿Jeon Jung Kook? —repitió y él asintió— ¿Por qué uno de los dueños haría una reservación? —preguntó atónita, pero resulta que la sorprendida ahora era yo.
—Porque quería hacerlo más especial para una primera cita —respondió serio y depositando un beso en mi frente.
—Entiendo —tomó firmemente la tablet y uno de los porteros abrió la puerta.
—Me alegro que así sea —había mucha tensión en el ambiente y en cierta forma lo disfrutaba.
—Síganme —agregó entrando al gran restaurante delante de nosotros.
Las miradas se sentían como pequeños dardos, cada una dejando una marca en mi confianza. No estaba acostumbrada a tanta atención, y mucho menos a lidiar con el peso de todas esas expresiones inquisitivas. ¿Había algo mal en mí? Mi mente comenzaba a jugarme una mala pasada, llenándose de dudas que me hacían cuestionar hasta el más mínimo detalle.
La vergüenza se apoderaba de mí, esa incómoda sensación de inseguridad que me hacía pensar: ¿Será que el vestido realmente me queda fatal? Pero Jung Kook, con su porte impecable y su tranquila seguridad, parecía ajeno a cualquier juicio externo, como si estuviera en su propio mundo, irradiando confianza y calma.
—Llegamos —anunció.
La mesa estaba situada en un rincón apartado del bullicio, brindándonos un oasis de privacidad en medio del ambiente elegante del restaurante. Su ubicación era perfecta: lo suficientemente lejos para sentirnos aislados del resto, pero rodeados por una atmósfera cálida y acogedora. La intimidad del momento lo hacía aún más especial; cada detalle parecía diseñado para resaltar la importancia de nuestra primera cita.
La luz suave del lugar acariciaba los bordes de la mesa, creando un espacio donde la conversación fluía con naturalidad y las miradas compartidas hablaban más que las palabras. Era un comienzo prometedor, un momento que quedaría grabado en la memoria como algo único y nuestro.
—Gracias —respondí con una sonrisa, mientras Jung Kook abría la silla solo para sentarme, ¡Que caballeroso me salió!— ¿Eres uno de los dueños? Cada día me sorprendes más.
Jung Kook tomó asiento frente a mí en completo silencio, su actitud tranquila marcando el comienzo de un momento que parecía cuidadosamente planeado. No pasó mucho tiempo antes de que el mesero llegara con una elegante botella de vino tinto, sus movimientos reflejando una profesionalidad impecable.
Con delicadeza, llenó nuestras finas copas, el vino brillando bajo la luz tenue del restaurante. Luego, hizo una reverencia respetuosa antes de retirarse, dejando atrás una atmósfera cargada de expectativa, donde todo parecía estar dispuesto para que la noche transcurriera como un recuerdo inolvidable.
—Sí, quiero expandirme.
Llevé la copa de vino tinto a mis labios, dejando que su dulzura suave se deslizara por mi paladar. Era agradable, incluso cautivador, pero no podía compararse con el recuerdo del sabor de los labios de Jung Kook, que seguían resonando en mi memoria con una intensidad inigualable. A pesar de ello, el vino tenía algo peculiar, un encanto capaz de volverse tentadoramente adictivo, ofreciendo un consuelo momentáneo mientras la noche seguía su curso.
—Has pasado por momentos difíciles en tu vida, pero siempre has sabido encontrar la luz al final del túnel y, lo más importante, tu paz —sonreí mientras hablaba, buscando conectar con él. Jung Kook asintió lentamente, su silencio era inusual, y eso me inquietaba—¿Pasa algo? Estás callado, más de lo normal, y eso no es propio de ti —llevé la copa a mis labios nuevamente, el vino dejando un ligero dulzor en mi paladar.
—Es que todo esto es nuevo para mí —confesó, con un tono que mezclaba vulnerabilidad y sinceridad—. Nunca había salido a cenar con alguien, jamás había tenido una cita. —sus ojos se desviaron momentáneamente, como buscando fuerza en sus pensamientos—. A veces siento que no lo tengo todo, que estoy perdido y que jamás encontraré mi camino —bebió de su copa de vino de un solo trago, vaciándola completamente antes de continuar—. Gracias por estar aquí conmigo; no tienes idea de lo mucho que esto significa para mí —sonrió levemente, y luego hizo un gesto sutil hacia un lugar en específico, aunque no pude identificar el propósito.
—Gracias a ti por la invitación. Para mí también es mi primera cita, y debo admitir que estoy algo nerviosa —intenté sonreírle de manera tranquilizadora, esperando aliviar parte de la tensión que parecía rodearlo—. Hacer cosas nuevas puede asustar, pero con el tiempo se convierten en recuerdos únicos.
Jung Kook me miró directamente, su voz cargada de calidez y un tono encantador.
—¿Te he dicho que luces hermosa cuando te sonrojas?
El rubor cubrió mis mejillas antes de que pudiera controlarlo, mi cuerpo reaccionando por sí solo. Negué con la cabeza, nerviosa.
—Pues ahora lo sabes —sonrió mientras tomaba mis manos, entrelazándolas con las suyas, su toque cálido intensificando mi nerviosismo— Y dime, ¿qué se siente salir con un millonario y ser el centro de todas las miradas? —sus ojos avellanas brillaban, llenos de una curiosidad juguetona que lograba desarmar cualquier incomodidad.
Bufé con ganas, ¿Qué se sentirá que te den una patada en los testículos? Otra, mejor dicho.
—Patán —susurré y giré los ojos. Aparté sus manos de las mías.
—Pero no te enojes, debe sentirse fantástico —respondió el mismo su propia pregunta.
—¿Por qué mejor no ordenamos? —fingí una de mis mejores sonrisas y el mesero se acercó como rayo veloz detrás de mí.
—¿Qué crees que hice? —sonrió y el mesero empezó a anotar lo que Jung Kook le decía.
Con tranquilidad, tomé el menú entre mis manos, dejando que mis ojos recorrieran las diferentes opciones que ofrecía. Cada plato parecía más exquisito que el anterior, una demostración del refinamiento de este lugar. Disimuladamente, observé a Jung Kook, quien hacía lo mismo con una naturalidad que reflejaba su acostumbrada confianza. Imité sus movimientos, pasando las páginas del menú con calma, mientras trataba de ocultar mi nerviosismo. Había algo casi reconfortante en el silencio compartido, como si incluso este acto sencillo nos conectara de una forma que no necesitaba palabras.
[➵]
11:45 PM
No podía evitar admitirlo: la comida era un verdadero deleite, cada sabor un pequeño festín para mis sentidos, y el vino tinto no se quedaba atrás. ¿Había sido unas cuantas copas o, quizá, varias botellas? Era difícil decirlo con exactitud. Lo único que sabía con certeza era que mi mente ya no estaba completamente bajo mi control.
Me sentía ligera, como si estuviera flotando en el cielo azul de un sueño, disfrutando de la libertad de cada pensamiento errante. Sin embargo, al mirar hacia la noche estrellada, esa sensación de euforia parecía disiparse poco a poco, dejándome atrapada entre la realidad y el ensueño.
—Princesa, es hora de irnos —su voz autoritaria se hizo presente, quizás llevaba rato hablándome, pero no había escuchado nada.
Rodé los ojos, dejando escapar un susurro cargado de frustración. No quería que la noche terminara, no todavía. Había algo hipnótico en la botella frente a mí, como si su presencia representara un último refugio de tranquilidad en medio del caos de mis pensamientos. Cada sorbo era una pausa, un momento para dejar de lado las preocupaciones y simplemente existir en ese instante. La idea de marcharme ahora se sentía como un acto de traición hacia la sensación de calma que había logrado encontrar, aunque fuera momentánea.
—No, quiero quedarme aquí, toda la noche si es posible —ya ni sabía que decía, solo seguía mis instintos.
J. Jung Kook
—Es hora de irnos —repetí y me levanté de la mesa con clase, tomándola suavemente del brazo, pero al levantarse, no podía quedarse de pie, así que no lo dudé ni un minuto y la cargué como costal de papas, poniendo una de mis manos en su trasero, para que nadie viera lo que me pertenece, lo que era mío.
—¡Bájame! —se quejaba como una incoherente, llamando la atención de los demás comensales.
Caminé con prisa, mis pasos resonando con determinación mientras me dirigía hacia la camioneta blindada. Su imponente diseño parecía una declaración de poder, y recordé que había adquirido una docena de ellas, cada una representando un elemento clave en mi plan. Mientras me acercaba, la firmeza de mis decisiones y la seguridad de tener recursos a mi disposición me daban una sensación de control, aunque sabía que lo que venía no sería sencillo.
—¿Qué le hizo, señor Jeon? —preguntó Rigsby divertido, mirando la situación sacada de una película.
—Creo que se pasó un poco de copas, pero estará bien —le guiñé un ojo y me ayudó a subirla al auto con cuidado, su cuerpo era delicado.
Cerré la puerta trasera con un movimiento decidido, el sonido del cierre resonando en la quietud de la noche. Luego, me dirigí hacia el asiento del copiloto, acomodándome junto al chófer que ahora era mi compañero en esta travesía. El ambiente dentro de la camioneta blindada tenía un aire de seguridad, pero también de tensión, como si algo importante estuviera a punto de suceder. Mientras el motor se encendía, sentí una mezcla de anticipación y nerviosismo, consciente de que cada paso nos llevaba más cerca de un desenlace que aún no podía prever.
—¿A dónde vamos? —preguntó Rigsby, mientras encendía el motor y giraba su cabeza hacia mí, buscando alguna señal de respuesta en mi expresión.
—A casa —respondí con firmeza, aunque mi voz llevaba un matiz calculado—. No quiero que la vean en este estado y terminen haciéndola cargar con la vergüenza de la familia por mi culpa —era una excusa que, en ese momento, me pareció lo suficientemente convincente. Mi mirada se desvió hacia la ventana, tratando de disimular cualquier atisbo de duda.
El ambiente dentro del vehículo se sentía tenso, casi expectante, mientras el rugido del motor marcaba el inicio de nuestro trayecto. Cada palabra dicha era como una pieza en el rompecabezas de todo lo que estaba por venir.
Rigsby asintió sin decir una palabra, sus manos firmes sobre el volante mientras ponía el auto en marcha. La camioneta se deslizó con suavidad por las calles, el motor rugiendo con una potencia controlada. Mi mansión, esa imponente propiedad valorada en diez millones de dólares, se alzaba en mi mente como un recordatorio de todo lo que representaba: poder, elegancia y también la pesada carga que venía con ello. Mientras avanzábamos, observé por la ventana, perdida en mis pensamientos, dejando que las luces de la ciudad pasaran como destellos fugaces en la oscuridad.
[➵]
Al llegar a mi imponente mansión, la conduje al interior con el mismo cuidado con el que la había subido al auto. El contacto cercano me llenaba de una felicidad inusual, mientras los ojos de mis hombres seguían cada movimiento con miradas divertidas, aunque cargadas de una insinuación que no pude ignorar. ¿Pensaban que la había embriagado a propósito? Sus expresiones me lo sugerían, pero decidí no prestarles atención y centrarme en el momento.
Avancé con ella hacia la sala, mis pasos decididos mientras la observaba a cada instante. Allí estaban mis amigos, sentados cómodamente, como si fueran los guardianes de este espacio cuando yo no estaba. Su presencia añadía una cierta calma al ambiente, aunque también parecía provocar una tensión sutil que no podía pasar desapercibida. Sabía que cuidaban el lugar y, en cierta forma, cuidaban de ella también, aunque sus miradas inquisitivas parecían buscar respuestas más allá de lo evidente.
—¿Qué hay? —pregunté, mi voz resonando con tranquilidad pero con la firme intención de captar su atención.
—¡¿LA SECUESTRASTE?! —la voz de Daniel rompió el aire, cargada de sorpresa y un dejo de acusación. Sus palabras eran casi un grito, mostrando su evidente alteración mientras su mirada buscaba respuestas en mi rostro.
El ambiente en la sala se volvió tenso de inmediato, los ojos de todos fijos en mí, esperando alguna explicación que despejara las dudas.
Su empresa no era cualquier cosa; junto a otros grandes inversionistas, había construido un imperio bajo el nombre de "Wanna One", una alianza poderosa que resonaba en múltiples industrias. Tenerlo como un viejo amigo y aliado era un privilegio que no podía subestimarse, especialmente cuando su influencia y conexiones eran herramientas que podían inclinar la balanza a mi favor. Su presencia en mi vida no solo simbolizaba poder, sino también la posibilidad de contar con alguien cuya lealtad y experiencia podían marcar la diferencia en los momentos clave.
—¿Él no sería capaz de hacerle eso a Nam, verdad? —preguntó YuGyeom, su tono impregnado de incredulidad, aunque sus facciones lo traicionaban, mostrando pensamientos oscuros que no me gustaban nada.
—Siendo sincero —dijo BamBam, siempre dispuesto a dejar volar su imaginación sin límite alguno—, podría vengarse de Jin secuestrándola y así culparlo a él.
Rodé los ojos, cansado de las teorías conspirativas que parecían surgir sin control. Señalé al hombre sentado en uno de los sillones más alejados, una figura que parecía estar fuera de lugar en la dinámica de ese grupo.
—¿Qué hace él aquí? —mi voz cargada de desconfianza.
—¿Yoongi? —respondió Jackson con indiferencia, como si no tuviera mayor relevancia—. Nos hace compañía.
Casi me dieron ganas de suspirar. ¿Cómo no podían ver que no confiaba en Yoongi? Apenas lo conocía, y cada fibra de mi ser me decía que algo en él no encajaba.
—No quiero molestar —la risa burlesca de Yoongi resonó en la sala, su actitud altanera desbordándose con descaro—. En realidad, me importa una mierda. —continuó con lo suyo, ignorando por completo que estaba en mi casa.
Finalmente, Jinyoung decidió alzar la voz, y para mi alivio, por una vez parecía estar en el mismo canal que yo.
—Suga, prometiste colaborar en la protección de Nahyun.
Yoongi, sin alterar su actitud, se limitó a responder con calma.
—Lo estoy cumpliendo.
JinYoung me tranquilizó con una seña discreta y una sonrisa que decía sin palabras: "Todo está bajo control". Con un suspiro, decidí alejarme del caos de la sala y subí las escaleras, llevando a Nahyun conmigo. Su descanso era mi prioridad, y para asegurarme de ello, la instalé en mi habitación, un espacio que, por una noche, sería suyo.
Abrí la puerta con cuidado, dejando que solo el mínimo crujido del metal rompiera el silencio, y me adentré en el cuarto con pasos medidos. Cerré tras nosotros, manteniendo la misma delicadeza. La conduje hasta la cama y, con una precisión casi reverente, la deposité sobre las suaves sábanas. Con movimientos delicados, retiré sus zapatos altos, el último vestigio de una noche que había exigido tanto de ella.
Mis dedos buscaron el cierre del vestido con cierta torpeza, motivados no por prisas, sino por la responsabilidad de brindarle comodidad. Cada centímetro que deslizaba revelaba detalles que me dejaban sin palabras, pero luché contra los pensamientos que amenazaban con desviarme. Al final, retiré el vestido con todo el respeto que merecía, descubriendo una lencería elegante que complementaba su figura con una perfección que me dejó brevemente aturdido. Pero no podía permitir que mi mente se desviara; debía enfocarme en lo esencial.
Tomé una manta y la cubrí con ternura, cuidando cada detalle para que descansara plácidamente. Me incliné un poco, dejando escapar una confesión que se sentía tan inevitable como respirar.
—No sabes lo hermosa que te ves durmiendo.
Admito que quedó algo aburrido ¿O qué opinan? Sean sinceros, me ayudan a mejorar.
Gracias por leer 💕
.
.
.
100% real, no Fake.
➵ •°• ➵ •°• ➵ •°• ➵ •°• ➵ •°• ➵
Corregido: 19/04/2025
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro