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➵┆Cᴀᴘ. 03┆ᴠᴀᴍᴏs ᴀ ᴄᴏɴᴏᴄᴇʀɴᴏs.


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K. Nahyun

     Iba a hablar cuando de pronto, la profesora dejó de emitir sonidos, con eso me refiero a que dejó de hablar repentinamente.

     —Señorita Kim, salga del salón —Habló colocando sus manos en su cintura.

     Lo que me faltaba.

     —Pero, profesora... —Intenté decir, pero claramente ella no me iba a dejar hablar, era la autoridad en el salón.

     No era justo, ¿Jung Kook no podía salir solo? Porque todo era su culpa.

     —¡Que salgas dije! —Asentí e hice una reverencia después de levantarme.

     Antes de salir del salón, miré a Daisy su mirada me lo decía todo, prácticamente que estará sola por unas cuantas horas. Salí del salón con Jung Kook casi hechando humo, todo era su culpa, jamás me habían sacado de un salón de clases por mal comportamiento.

     —Gracias, todo esto es tu culpa —Le solté.

     Sin muchas ganas, me senté en el piso a unos metros del salón de clases. Tampoco era como si me encantaba la idea de estar fuera del salón escuchando como los profesores de otros salones daban sus clases animadamente.

     —¿Mi culpa? —Rió divertido— Es sólo tuya, ¿Qué acaso tus padres no te enseñaron que el mundo no gira al rededor de tí? —Auch ¿Tanto pensó en eso? Giré mis ojos, ignorando que se había quedado quieto a un lado de mi.

     No supe que responder así que sólo me quedé callada, no quería ser conflictiva en su primer día de trabajo, además, necesitaba más amigos que enemigos o eso decía mi padre al cerrar un negocio. Los minutos fueron transcurriendo, estaba muy aburrida así que hice algo bastante productivo y era jugar con los mechones rebeldes de mi cabello, por ejemplo. Estaba un poco incómoda, ¿Cómo debía sentirme ante esas palabras? Sí, intenté ignorar aquello, pero no lo logré.

     —Oye. —Llamó mi atención— No lo decía en serio. —Ignoré sus palabras, no quería escuchar nada que saliera de él— No me ignores, ¿Si? Me aburro —¿Hizo puchero?, ¿Eso era posible?, ¿Mi guardaespaldas que debía ser rudo e impenetrable, hizo puchero? Eso si que era nuevo.

     —No me hables y has tu trabajo que es vigilarme —Sí, la frialdad vive en mí.

     Aunque debía confesar que las palabras se escucharon mejor de lo que había imaginado, estaba mejorando.

     —Intentemos ser amigos, tendrás que soportar mi presencia por muchos meses —Sonrió con cierta cara de malicia.

     He de confesar que se veía hermoso cuando sonreía, pero eso no le quita lo tonto e imprudente que era, además de patán.

     —No me interesa —Contesté mirando a la nada, era más interesante que nuestra conversación.

     —Vamos... —Insistió ¿Qué no se cansa?— Me aburriré más y tú también —Aunque me duela admitirlo, el niñero estúpido y bueno para nada tenía razón, sólo llevaba treinta minutos fuera de clase y me moría del aburrimiento.

     —Ok, vamos a conocernos mejor. Sólo lo hago porque estoy aburrida, no hagas películas en tu cabeza —Sonrió victorioso, mientras yo sólo fingía que la idea me agradaba.

     —¿Cuantos años tienes? —Preguntó sentándose a mi lado, arrugando su perfecto traje planchado.

     —Diecisiete, ¿Y tú? —Sin pedirle permiso, empecé a detallar su rostro y sobre todo el pequeño lunar que tenía debajo de su labio inferior, justo en el medio.

     —Tengo veintidós años —Evadió cualquier contacto visual mirando en otra dirección, una muy diferente a la de mis ojos.

     —¿Por qué trabajas como guardaespaldas? —Pregunté un tanto curiosa.

     —Necesitaba un trabajo para mantenerme, se me dió la oportunidad en éste y la paga que tu padre me dará sólo por mantenerte vigilada, sana y salva es bastante alta. Son muchas cifras y no podía negarme, ni siquiera darme el lujo de rechazar su oferta —Especificó. No sé porque a los segundos se puso de pie ¿Mi pregunta le habrá incomodado?

     —Genial, te tocó la peor, eso te lo puedo asegurar —Sonreí maliciosamente.

     No haría que su bonita y perfecta estadía en mi casa la disfrute más que yo, no, había cambiado de opinión. No le haré las cosas nada fáciles y menos de su agrado, tanto así será que le pedirá a mi padre que llame a otra persona para que ocupe su lugar de trabajo y se irá para siempre de mi vida, justo por donde entró a la misma.

     —¿Tienes novio? —¡Ja! Ni lo creas, no seré la típica adolescente que cae bajo los encantos de su guardaespaldas, como en todos aquellos relatos que leí en esa aplicación. Fruncí mi ceño— ¿Qué? No me mires así, es sólo curiosidad.

     —No, no tengo novio. Tampoco lo quiero tener. —Sonreí— A la mayoría de los hombres le hacen falta neuronas y le sobran hormonas —Me levanté de golpe al escuchar mi amada campana.

     Por fin estaría con mis amigos.

     Sin previo aviso, comencé a caminar en dirección al comedor, necesitaba apartar la mesa y sobre todo, pensar en cómo explicarles que tenía un parásito pegado a mi que, ni con los más fuertes antibióticos iba a poder desaparecer. Me senté y Jung Kook se paró detrás de mí haciéndose ver en una posición bastante imponente. Poco a poco mis amigos comenzaron a llegar y créanme que comenzaba pensar que les había pasado algo.

     ¡Se habían tardado un montón!

     —¡Nahyun! —Gritaba un Jimin inquieto que corría en mi dirección.

     —Jiminie —Me levanté y lo abracé como de costumbre, al igual que a Hoseok.

     —¿Y ese quién es? —Esa tan esperada pregunta resonó en mis oídos, hecha por el hermoso de Hobi.

     Nos sentamos, Jimin iba a mi lado y Hoseok al suyo, mientras Daisy sin saludarnos se sentó al lado de Hoseok.

     —Es su guardaespaldas. —Giró los ojos— Lastimosamente, no me tocó a mi —Soltó una risa pícara no muy normal en ella.

     Sin duda alguna, se había comido a mi niñero con la mirada más de cinco veces.

     —Hola, chicos —Se sentó Jane al lado de Daisy y tampoco quitaba su vista de Jung Kook.

     —Es bastante guapo —Susurró Sun Hee, aunque fue un susurro bastante audible para todos, incluyendolo a él.

     —Hola —Respondieron todos al unísodo a excepción de mi niñero, ahora se hacía el mudo.

     —¡Uh, a la niña mala le pusieron un niñero! —Se burló Jimin a tal punto que mientras se reía sus ojos parecían una línea, desapareciendo del planeta tierra y apuesto a que no veía.

     —Es más bien un chicle —Agregué con cierto sarcasmo.

     Nuestra mesa era la más escandalosa, aunque también se podían escuchar como las otras chicas decían cosas sobre él ¿Qué creían?, ¿Qué él las haría suya? Lo dudo por completo, ilusas.

     —¿Cuánto tiempo se quedará contigo? —Taeha por fin habló. Por un momento pensé que le habían comido la lengua los ratones.

     —Realmente no lo sé, pero se los presentaré, ya que tanto insisten. —Susurré aquello último. Tomé la mano de Jung Kook y la agité pareciendo natural, amable y nada fingido— Él es Jeon Jung Kook, mi guardaespaldas o niñero, como le quieran decir.

     —Mucho gusto —Dijeron las chicas al unísodo.

     —Jung Kook, ellos son mis amigos. —Empecé a señalar— Jimin el nalgón, Taeha la enojona, Daisy la mala influencia, Sun Hee la más tierna del grupo, Jane la del mejor cuerpo y este precioso de aquí —Apreté sus mejillas— es Hoseok mi hermoso solecito. Así que desde ahora en adelante, tendrás que lidiar con nosotros a diario y créeme que no será nada fácil —Sonreí.

     —Mucho gusto —Se limitó a decir. Desvió su mirada, ahora le gustaba hacerlo. Para su desgracia, mis amigas empezaron a babear de igual forma por sus escasas palabras.

     Hablamos como normalmente lo hacíamos, ignorando la presencia de Jung Kook ya que, no aportaba nada a la misma y por lo que veo tampoco debe de interesarle lo que salía de nuestras bocas.

     Sonó el timbre indicándonos que debíamos volver a la cárcel, es decir, volver a los salones de clases, nos levantamos y cada quien se fue por su lado, en mi caso me fui con Daisy y un ¿Malhumorado? Jung Kook.

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