➵┆Cᴀᴘ. 01┆ᴍᴇᴊᴏʀᴇs ᴀᴍɪɢᴏs.
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K. Nahyun
Mi vida era bastante divertida junto a mis mejores amigas y amigos. No me veía sin ellos o si no, moriría. También, era la mejor de mi clase (no había nadie igual a mí a excepción de mí) en ese caso salí igual a papá; tenía varios apodos, pero el que más resaltaba era “la cerebrito” por mis altas calificaciones y otras cosas de nerds que hacía, me gustaban esos apodos ya que sobresalir y ser la mejor en todo era un placer.
Ser inteligente y muy buena estudiante no quiere decir que no pueda o no deba divertirme, mis padres se la pasaban castigandome y regañandome las veinticuatro horas de los siete días de la semana, al final termino siempre acostumbrandome a su concepto de perfección, es decir, nunca hacer nada divertido.
Eso era un desperdicio.
—¡Nahyun! —gritó mi mejor amiga desde su asiento, quedaba muy lejos del mío. Me giré y la observé casi fulminandola con la mirada.
—Dime, Daisy, estamos en clase, ¿Recuerdas? —grité de vuelta, un poco molesta, no me gustaba que me interrumpieran y menos en mi clase favorita.
—Hoy haré una fiesta en mi casa y quiero que vengas —su gran sonrisa, era contagiosa, pero jamás podría ir a una fiesta, no de nuevo.
Me lanzó un papel que cayó en el suelo, lo tomé y además, lo abrí y pude leer que decía la hora junto con la vestimenta, era una fiesta de disfraces.
Negué con mi cabeza.
—Estoy castigada —me senté bien en mi asiento y comencé a copiar lo que el profesor estaba anotando en la pizarra.
—Listo clase, ésta tarea la quiero hecha para el día de mañana, suerte con ella —agregó el profesor después de copiar por unos minutos en el pizarrón. Se sentó en su escritorio y mis pensamientos empezaron a volar.
¿Por qué tenía que estar castigada? ¿Acaso era malo que una chica de diecisiete años salga a fiestas?, No lo creo, siento que mis padres viven en siglos pasados. Mi hermano siempre tenía más libertad que yo, una vez lo arrestaron y no lo castigaron, sólo le dieron una pequeña advertencia ¿Justo? No, no lo es.
Malvada sea, le tengo mucha envidia.
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—Nahyun, ¿Sigues ahí? —asentí saliendo de mi transe— La clase ya acabó. —me avisó Daisy. Guardé mis cosas en el bolso y me puse de pie— Deberías ir, no puedes dejarme mal, ya les dije a las chicas que irías —insistió una vez más, estaba muy desesperada.
No quería tener problemas con mis padres, es suficientes con sus castigos absurdos. Sigo pensando que la decisión más sabia y madura es no ir a esa fiesta o por lo menos a esta no.
—Recuerda que Jane hizo una fiesta en su casa y vino hasta la policía, mis padres siguen muy furiosos por ese acontecimiento y no ha pasado ni un mes desde que eso pasó —giré mis ojos y caminamos hasta la puerta del gran solitario salón.
Caminamos por el gran pasillo, saludando a todas las caras conocidas de la institución que nos encontrábamos a nuestro paso, no era popular y mucho menos la más solicitada de la misma, pero me gustaba ser así, prácticamente invisible. Entramos a la cafetería y desde lejos podía visualizar a mis amigos sentados en la mesa de siempre.
—¡Nahyun! —gritó Jimin desde la mesa.
Ese era mi mejor amigo desde hace más de ocho años, todo ese tiempo pasó tan rápido que solo nos enfocabamos en conocernos a la perfección, además de que vivíamos uno al lado del otro, bueno no tan cerca, pero si en la misma calle.
Prácticamente corrí a sus brazos y me tomó en ellos muy gustoso.
—Jiminie, como te extrañé —me abrazó fuertemente. Él era mi confidente, mi mala influencia, mi estilista... Mi todo en realidad.
—¿Y a mí? —preguntó Hoseok poniendo carita triste y abriendo sus brazos para que lo abrazara.
Me despegué de Jimin para poder responderle y por fin ver su hermosa sonrisa, era un hermoso solecito.
Mi hermoso solecito.
—Claro, necesito mi dosis diaria de mi Hobi —sin dudarlo dos veces lo abracé y le dí un beso en la mejilla.
Sin duda, esos niños fueron lo mejor que me ha pasado en la vida.
Me invitaron a sentarme en la mesa y eso hice, siempre iba al lado de Jimin, Daisy a mi otro lado y al lado de ella iba Hoseok. Por otra dirección, podía observar a mis otras amigas caminando hacia nosotros, siempre llegaban tarde a la cafetería solo por quedarse viendo a los chicos más guapos y populares de la institución, no dudo que hasta la saliva se les habrá escurrido de sus bocas.
Esos chicos eran Kim YuGyeom y un tal Sugar o algo así, aunque su verdadero nombre era Min YoonGi. Ni sé porque lo hacían, era una gran pérdida de tiempo o tal vez para ellas no lo sea (hay dos tipos de forma de pensar: el mío y el equivocado), pero ellos no poseen unas nalgas de veinticuatro kilates como las de Jimin... Porque así sí valdría bastante la pena verlos todos los días.
Las cosas como son.
—¡Que sí me miró! —se podían escuchar sus voces aproximándose a nuestra mesa.
Miré a Jimin divertida y luego volví a mirarlas. Parecían niñas peleando por un juguete.
—¡Que no! Me miraba a mí —ambas se gritaban, Taeha a Jane y viceversa. Fruncieron el ceño hasta que llegaron a nuestra mesa.
—Siento decepcionarlas, pero me miraba a mí, incluso me dió su número —agregó tranquilamente Sun Hee (la menor del grupo) mostrando el papel en donde el supuesto Min YoonGi le había anotado su número.
Observé dicho teatro y giré mis ojos, ¿Todo por un chico? Es decir, los hombres a veces les gustaba jugar con el corazón de una mujer para sentirse orgullosos y gloriosos, solo por el hecho de verla tan vulnerable, quebrada y muy dolida. No me malinterpreten, el enamorarse es lindo, pero si no es del correcto, sólo nos convertimos en un lindo y tortuoso pasatiempo.
—¿¡QUÉ?! —gritaron al unísodo muy desconcertadas.
Éstas niñas no van a cambiar nunca, tampoco quisiera que lo hicieran, pero quizás puedan aprender un poco más a valorarse.
Decir poco... No era suficiente.
—¿Y si hablamos de otra cosa? —habló Jimin alzando una ceja.
—¡No, Suga le dió su número! ¿Por qué? —gritaba Taeha, mientras se sentaba
Aquí viene el gran teatro.
—Soy la más bonita de las cinco —habló Sun Hee con una sonrisa encantadora en su perfecto y adorable rostro.
—A mí no me metan en sus problemas de hormonas. —comenté y abracé a Jimin— Yo tengo a mi Jiminie —le sonreí y él a mí, éramos tan compatibles.
Hobi carraspeó y me separé rápidamente de Jimin, captando al instante que no sólo tenía al enano nalgón, si no también al lindo solecito.
—Y también tengo a mi Hobi —agregué tomando su mano. Ya era normal que ambos pelearan por mi atención.
Luego de esa pequeña conversación, nos pusimos al día con nuestras cosas, ya saben, si iríamos a la fiesta de hoy en casa de Daisy o no, si salíamos con alguien de la preparatoria e incluso hablamos y nos preguntábamos si alguno de nosotros estaría o se acostaría con un profesor, algo descabellado, pero cierto.
Éramos tan capaces. La vida es una sola.
En la institución habían profesores que eran muy jóvenes y no estaban para nada mal, incluso se notaba que iban mucho al gimnasio, pero desviando el tema del punto principal, prefiero verlos a ellos luciendo sus hermosos trajes que estar detrás de esos populares que, aprovechan su popularidad para atrapar a niñas inocentes como mis amigas y vete a saber tú que otro tipo de cosas le habrán metido en la cabeza.
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Sonó el timbre que nos indicaba volver al salón de clases, por desgracia, nos despedimos de los chicos y entramos a la misma, lo malo era que nos teníamos que dividir, ya que Taeha, Jane y Sun Hee estaban en un mismo salón justo en la sección B; Jimin y Hoseok estaban en otro, en la sección D y a mí en cambio me tocaba con Daisy en la sección F, la más retirada de todas. Como desearía que estuviéramos todos en el mismo salón, no dejaríamos que los profesores dieran sus clases, éramos demasiado ruidosos.
Entramos al salón de clases y para mi desgracia ya había llegado el profesor de historia, el deleite visual de todas las mujeres de la institución, no importaba el año en el que estuvieras, sí o sí debías voltear para mirar al profesor de 1.82 metros de altura, de hombros muy anchos (como a mi me gustaban), castaño y con una voz muy ronca siendo sofocantemente sensual. Siempre soñaba que en cualquier momento mi vida daría un giro inesperado de 180 °C y él se acercaría a mí confesando lo mucho que llevaba enamorado de mí, justo como yo me estaba empezando a enamorar de él, pero ya saben, es sólo un sueño.
Y así debe quedarse cuando mi mente divaga.
Cuando acabó la clase, entramos a otra, esta vez nos tocaba biología; como la odiaba y más cuando la profesora parecía un radio prendido cada segundo de su vida, le calculaba unos setenta años o de más edad, a veces hablaba de cosas para nada relevantes para ésta materia, como por ejemplo: de su vida con el director, ¿A QUIÉN DEMONIOS LE IMPORTABA?, Sinceramente quisiera tener una excusa para salir e irme y jamás volver a una de sus clases, como dicen por ahí: "huir por la derecha y bajo la sombrita".
Pero era imposible, solo me llevaría una reprimenda del director y mis padres.
Al parecer y por obra de los Dioses, la profesora escuchó mis pensamientos y nos dirigió unas palabras que adoré enseguida con toda mi alma: “pueden retirarse”. Literalmente, salí corriendo del salón junto con Daisy hasta la entrada de la institución, normalmente todos nos encontrábamos en ella para irnos juntos a nuestras casas, aunque la mansión en donde yo vivo queda un poco más lejos de las casas de mis amigos, pero todas quedaban en la misma calle y comienzo a sospechar que por nuestra cercanía nos convertimos en muy buenos amigos, aparte del cariño que iba creciendo dentro de cada uno de nosotros.
Al verlos le hice unas señas para que se movieran aún más rápido, realmente me quería ir para mi casa y así podía pedir permiso, sabía que no iba a ser fácil, pero estaba dispuesta a aceptar un “no” como respuesta.
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Una hora más tarde ya estaba en mi casa, saludé al portero con mucha amabilidad, ya que para mí todos los seres humanos son iguales, tengan el trabajo que tengan. Caminé por todo el jardín, hasta llegar a la puerta principal en donde el mayordomo me abrió la misma con su cara inigualable de seriedad, lo saludé como de costumbre y entré enseguida a la cocina.
—Hola, mi niña, ¿Cómo te fue? —preguntó Nancy con una sonrisa en su rostro.
Ella era mi nana y la cocinera de la casa, me llevaba increíble con ella. Era como mi caja de secretos, le tengo más confianza a ella que a mi mamá.
—Muy bien, nana, el profesor que te dije ni me miró hoy, pero lo olvidaré, ya verás —le dije con cara de enfado y decepción.
—Ay mi niña, ya verás que dentro de poco conocerás más hombres, él no será el único —Nancy limpiaba la encimera y al mismo tiempo preparaba el almuerzo.
—Nana, ya quiero perder mi virginidad, no es justo que sea la única que se quede callada cuando sacan ese tema. —le susurré y le guiñé un ojo, mientras tomo un vaso para servirme agua. A lo que ella respondió dándome un golpecito en el brazo— Pero, nana —agregué riéndome ante su acción y reacción
—Espero y sea una broma, porque no me causa gracia —me atraganté con el agua.
Sí, lo sé, que estúpida era a veces para disimular.
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Estoy resubiendo la historia y al mismo tiempo le agrego algunas cosas que no quedan tan claras mientras sigues leyendo la misma, pero no estoy cambiando la trama de la historia😘
Cualquier error, prometo corregirlo lo antes posible♥️
Vota y comenta que tal te pareció éste primer capítulo😉
CORREGIDO: 18/07/2020.
CORREGIDO: 26/09/2022.
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