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Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 1.02

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Varios días después Harry estaba muy emocionado, hoy iba a ir con los Weasley al mundial de Quidditch.

Después de esperarlos mucho tiempo ruidos y voces empezaron a sonar dentro de la chimenea eléctrica, los Dursley rodearon a Harry enfadados.

-¿¡Que es eso?!-interrogo fuera de sus cabales Vernon.

Una voz clara se escuchó dentro:

-A lo mejor Harry nos puede oír, papa, el nos ayudará a salir.

-Anne... Pasa tu adelante...eres más pequeña...

Dentro de la chimenea se escuchó golpear fuerte con los puños.

-¿Hola? ¡Harry Potter! ¿¡Nos oyes?!-esa voz era desconocida para Harry, era una voz femenina que no reconocía.

Como una jauría los Dursley rodearon a Harry como lobos hambrientos.

-¿¡Que sucede?!-repitio Vernon pero más firme, queriendo saber la respuesta.

-Han tratado de venir aquí con polvos flu.-explico Harry aguantando las ganas locas de reír.- Pueden viajar de una chimenea a otra, pero no sé imaginaban que estaba obstruida. Un momento.

Harry se acercó a la chimenea.

-Mhm...¿Hola? ¡Soy Harry Potter! ¿¡Me escuchais?!

Pararon los ruidos y una persona hizo callar a los que murmuraban.

-Soy Harry. ¡Por aquí no podrán pasar! ¡La chimenea está taponada!

-¡Maldita sea!-dijo dentro la voz que Harry no conocía.-¿¡Para que demonios taparon la chimenea?!

-Eh...Es una estufa eléctrica.

Otra voz se unió:

-¿¡De verdad?!-pregunto emocionado el Señor Weasley- ¿¡Eléctrica?! ¿¡Con enchufe?! ¡Santo Dios! ¡Eso debo verlo! Pensemos...

La voz de Ron se hizo presente.

-¿Anne pasa algo? ¿Nos hemos equivocado de chimenea?

-No, Ron, que va. Este es justo el lugar donde queríamos ir-replico sarcástica la chica anónima .

-Muchachos,Muchachos...-dijo vagamente el señor Weasley.-Estoy pensando en que hacer... sí...esa es la única manera... Anne échate a un lado y tu Harry échate atrás...

Ambos obedecieron, Harry se retiró hasta el sofá pero en cambio Vernon dio un paso enfrente.

-¡Esperen un momento!-bramó en dirección a la chimenea.-¡¿Que pretenden hacer?!

¡¡BUM...!!

La estufa eléctrica salió volando hasta el otro extremo de la sala, cuando las tablas que tapaban la chimenea salieron volando expulsaron a Anne, Ron, Fred, George y el señor Weasley.

Tía Petunia dio un grito se tropezó con la mesita de té peros Ntra de que cayera Vernon la cogió.Y se quedó con la boca abierta, sin habla, mirando a los Weasley todos con el pelo rojo vivo,incluyendo a Fred y George, que eran idénticos haya el último detalle.

-Así está mejor.-dijo el señor Weasley, jadeante,sacudiendo el polvo de su larga túnica verde y colocándose bien las gafas.-¡Ah, ustedes deben de ser los tíos de Harry!

Alto,delgado y calvo, se dirigió hacia tío Vernon con la mano tendida, pero este retrocedió unos pasos para alejarse de el, arrastrando a tía Petunia incapaz de pronunciar una palabra. Anne tuvo que aguantarse la risa por el feo traje blanco del señor Dursley, que lo hacía parecer más viejo.

-Eh...Bueno, disculpen todo esto-dijo el señor Weasley bajando la mano y observando por encima del hombro el estropicio de la chimenea.-Ha sido culpa mía; nos e me ocurrió pensar que estaba cegada.Hice que conectasen su chimenea a la Red Flu, ¿Sabe? Solo por esta tarde, para recoger a Harry, se supone que no podemos conectarnos a las chimeneas de los muggles...Pero tengo un gran equipo de Regulación de la Red Flu que me ha hecho un favor, puedo dejarlo tal como estaba.

Harry sabía que los Dursley no entendieron ninguna palabra, seguían con la boca abierta, estupefactos.

Fred y George se fueron a por el baúl de Harry y rápidamente volvieron con el. Harry clavo su mirada en la chica pelirroja y ella al notarlo le sonrió produciéndole un color rosa en sus mejillas. Los adultos comenzaron a hablar entre ellos sobre Harry.

-¡Oh! ¡Se me a volviendo presentarme!-dijo con pillería.-Yo soy Anne, Anne Weasley. Prima de Ronald Weasley.-comunico mientras extendía su mano cordialmente, Harry aún con las mejillas rosadas extendió también su mano y se dieron un apretón de manos como empresariales.Anne noto unas pequeñas chispas y sacó su mano dejando un poco desconcertado al chico.-Tengo una herida en la palma-mintio la chica, este asintió comprendiendolo. Ella no quiso decir que había notado "chispas" y paso del tema.Simplemente olvidó.

-Tú nunca te acuerdas de nada-la descrimino Ron referiendose a lo primero que dijo la chica, ella giro rápidamente el cuello, tanto que Harry temió que se había descolocado el cuello.

-Eres un capullo, Ronald-los gemelos rieron al escucharla-¿Cometo un mísero error y ya saltas a atacar? Eres de lo peor, primo.

Ron alzo una ceja mientras cruzaba los brazos.

-¿Y te extrañas de tantos años, primita?- hizo énfasis en la última palabra, Harry estaba extrañado, nunca visto ese lado de Ron.-Venga, no te lo crees ni tú, chica. ¿Y no se te ocurre otro insulto mejor que "capullo"?

Los gemelos volvieron a reír y el enojo de Anne incrementó.

-¿Te lo digo? Es muy sencillo, mi puño te lo explica- antes que alguien reaccionara a sus palabras le pego un puñetazo al ojo de Ron, dejándoselo morado y él le dio una patada en la rodilla dejándola un poco coja.

El señor Weasley y los Dursley vieron la escena y abrieron a no mas poder los ojos.

-¡Anne! ¡Ron! ¡Sois de lo que no hay! ¡Ir ya a casa, ambos!- gritó antes de que Ron comentara, Harry nunca le había visto tan enfadado.-¡Ni un ruido quiero escuchar hasta la chimenea!- encendió la chimenea y le entregó polvos flu a cada uno.

Ambos miraron mal al otro y se metieron a la chimenea en silencio sin decir nada y recitaron las palabras de siempre:«¡La Madriguera!» . Llegaron y se sentaron, y lo mas extraño fue que conversaron como si nada, felices.

El señor Weasley suspiró agotado.

-Entra, Fred -indicó el señor Weasley.

-Voy -dijo Fred-. ¡Oh, no! Esperad...

A Fred se le cayó del bolsillo una bolsa de caramelos, y su contenido rodó en todas direcciones: grandes caramelos con envoltorios de vivos colores.

Fred los recogió a toda prisa y los metió de nuevo en los bolsillos; luego se despidió de los Dursley con un gesto de la mano y avanzó hacia el fuego diciendo: «¡La Madriguera!» Tía Petunia profirió un leve grito de horror. Se oyó una especie de rugido en la hoguera, y Fred desapareció.

-Ahora tú, George -dijo el señor Weasley-. Con el baúl.

Harry ayudó a George a llevar el baúl hasta la hoguera, y lo puso de pie para que pudiera sujetarlo mejor. Luego, gritó «¡La Madriguera!», se volvió a oír el rugido de las llamas y George desapareció a su vez.

Ya sólo quedaban Harry y el señor Weasley.

...

Harry dio vueltas cada vez más rápido con los codos pegados al cuerpo. Borrosas chimeneas pasaban ante él a la velocidad del rayo, hasta que se sintió mareado y cerró los ojos. Cuando por fin le pareció que su velocidad aminoraba, estiró los brazos, a tiempo para evitar darse de bruces contra el suelo de la cocina de los Weasley al salir de la chimenea.

-¿Se lo comió? -preguntó Fred ansioso mientras le tendía a Harry la mano para ayudarlo a levantarse.

-Sí -respondió Harry poniéndose en pie-. ¿Qué era?

-Caramelo longuilinguo -explicó Fred, muy contento-. Los hemos inventado George y yo, y nos hemos pasado el verano buscando a alguien en quien probarlos...

Todos rumpieron en carcajadas en la pequeña cocina; Harry miró a su alrededor, y vio que Ron y Anne estaban sentados a una mesa de madera desgastada de tanto restregarla, con dos pelirrojos a los que Harry no había visto nunca, aunque no tardó en suponer quiénes serían: Bill y Charlie, los dos hermanos mayores Weasley.

-¿Qué tal te va, Harry? -preguntó el más cercano a él, dirigiéndole una amplia sonrisa y tendiéndole una mano grande que Harry estrechó. Estaba llena de callos y ampollas. Aquél tenía que ser Charlie, que trabajaba en Rumania con dragones. Su constitución era igual a la de los gemelos, y diferente de la de Percy y Ron, que eran más altos y delgados. Tenía una cara ancha de expresión bonachona, con la piel curtida por el clima de Rumania y tan llena de pecas que parecía bronceada; los brazos eran musculosos, y en uno de ellos se veía una quemadura grande y brillante.

Bill se levantó sonriendo y también le estrechó la mano a Harry, quien se sorprendió. Sabía que Bill trabajaba para Gringotts, el banco del mundo mágico, y que había sido Premio Anual de Hogwarts, y siempre se lo había imaginado como una versión crecida de Percy: quisquilloso en cuanto al incumplimiento de las normas e inclinado a mandar a todo el mundo. Sin embargo, Bill era (no había otra palabra para definirlo) guay: era alto, tenía el pelo largo y recogido en una coleta, llevaba un colmillo de pendiente e iba vestido de manera apropiada para un concierto de rock, salvo por las botas (que, según reconoció Harry, no eran de cuero sino de piel de dragón).

Antes de que ninguno de ellos pudiera añadir nada, se oyó un pequeño estallido y el señor Weasley apareció de pronto al lado de George. Harry no lo había visto nunca tan enfadado.

-¡No ha tenido ninguna gracia, Fred! ¿Qué demonios le diste a ese niño muggle?

-No le di nada -respondió Fred, con otra sonrisa maligna-. Sólo lo dejé caer... Ha sido culpa suya: lo cogió y se lo comió. Yo no le dije que lo hiciera.

-¡Lo dejaste caer a propósito! -vociferó el señor Weasley-. Sabías que se lo comería porque estaba a dieta...

-¿Cuánto le creció la lengua? -preguntó George, con mucho interés.

-Cuando sus padres me permitieron acortársela había alcanzado más de un metro de largo.

Harry y los Weasley rumpieron de nuevo en una sonora carcajada.

-¡No tiene gracia! -gritó el señor Weasley-. ¡Ese tipo de comportamiento enturbia muy seriamente las relaciones entre magos y muggles! Me paso la mitad de la vida luchando contra los malos tratos a los muggles, y resulta que mis propios hijos...

-¡No se lo dimos porque fuera muggle! -respondió Fred, indignado.

-No. Se lo dimos porque es un asqueroso bravucón -explicó George-. ¿No es verdad, Harry?

-Sí, lo es -contestó Harry seriamente.

-¡Ésa no es la cuestión! -repuso enfadado el señor Weasley, luego se dirigió a Anne y Ron- ¿¡Y vosotros!? ¡No hay día que no discutáis, solo sabéis eso! ¡No os habéis comportado delante de los tíos y el primo de Harry como prometisteis si os dejaba ir! ¡Nos habéis hecho quedar, por culpa de los cuatro, como si fuéramos las peores personas del mundo! Ya veréis cuando se lo diga a vuestra madre.

-¿Cuándo me digas qué? -preguntó una voz tras ellos.

La señora Weasley acababa de entrar en la cocina. Era bajita, rechoncha y tenía una cara generalmente muy amable, aunque en aquellos momentos la sospecha le hacía entornar los ojos.

-¡Ah, hola, Harry! -dijo sonriéndole al advertir que estaba allí. Luego volvió bruscamente la mirada a su mando-. ¿Qué es lo que tienes que decirme?

El señor Weasley dudó. Harry se dio cuenta de que, a pesar de estar tan enfadado con Fred, George, Ron y Anne, no había tenido verdadera intención de contarle a la señora Weasley lo ocurrido. Se hizo un silencio mientras el señor Weasley observaba nervioso a su mujer. Entonces aparecieron dos chicas en la puerta de la cocina, detrás de la señora Weasley: una, de pelo castaño y espeso e incisivos bastante grandes, era Hermione Granger, la amiga de Harry y Ron; la otra, menuda y pelirroja, era Ginny, la hermana pequeña de Ron. Las dos sonrieron a Harry, y él les sonrió a su vez, lo que provocó que Ginny se sonrojara: Harry le había gustado desde su primera visita a La Madriguera.

-¿Qué tienes que decirme, Arthur? -repitió la señora Weasley en un tono de voz que daba miedo.

-Nada, Molly -farfulló el señor Weasley-. Fred y George sólo... He tenido unas palabras con ellos... Y también con Anne y Ron...

-¿Qué han hecho esta vez? -preguntó la señora Weasley-. Si tiene que ver con los «Sortilegios Weasley»...o en caso de ellos de sus repentinas discusiones...

-Granger, ¿Por que no le dices donde va a dormir Harry?- preguntó Anne sabiendo lo que se avecinaba y mandándole una mirada significativa a la chica, ella lo entendió pero Ron no.

-Ya lo sabe -respondió Ron-. En mi habitación. Durmió allí la última...

Anne le cogió del brazo y le indicó con la mirada la razón, él entendió y no abrió la boca.

-Sí, nosotros también vamos -dijo George.

-¡Vosotros os quedáis donde estáis! -gruñó la señora Weasley.

Harry salió despacio de la cocina y, acompañado por Hermione y Ginny, emprendieron el camino por el estrecho pasillo y subieron por la desvencijada escalera que zigzagueaba hacia los pisos superiores.

-¿Qué es eso de los «Sortilegios Weasley»? -preguntó Harry mientras subían.

Una dura bronca les cayó a los cuatro, ella se veía muy enfadada, harta. Los cuatro estuvieron tratando de defenderse pero era ridículo intentarlo, la señora Weasley no era capaz de escucharlos. Al cabo de un largo rato, para el punto de vista de Anne, la bronca paró y Harry, Hermione y Ginny bajaron la escalera y encontraron a la señora Weasley sola en la cocina, con aspecto de enfado.

-Vamos a comer en el jardín -les dijo en cuanto entraron-. Aquí no cabemos once personas. ¿Podríais sacar los platos, chicas? Bill y Charlie están colocando las mesas. Harry, lleva los cubiertos -Con más fuerza de la debida, apuntó con la varita a un montón de patatas que había en el fregadero, y éstas salieron de sus mondas tan velozmente que fueron a dar en las paredes y el techo-. ¡Dios mío! - exclamó, apuntando con la varita al recogedor, que saltó de su lugar y empezó a moverse por el suelo recogiendo las patatas-. ¡Esos dos! -estalló de pronto, mientras sacaba cazuelas del armario. Harry comprendió que se refería a Fred y a George-. No sé qué va a ser de ellos, de verdad que no lo sé. No tienen ninguna ambición, a menos que se considere ambición dar tantos problemas como pueden. Y ese par, Anne y Ron. Nunca los he visto en un sitio, quietos sin hacer nada malo. No tienen remedio, siempre hacen esto, siempre no falta un día y luego piden: «Quiero estar con Anne...» o «Quiero estar con Ron...». Para luego armar el caos, no sé que hacer ya, no tienen solución.

Depositó ruidosamente en la mesa de la cocina una cazuela grande de cobre y comenzó a dar vueltas a la varita dentro de la cazuela. De la punta salía una salsa cremosa conforme iba removiendo.

-No es que no se quieran -prosiguió irritada, mientras llevaba la cazuela a la cocina y encendía el fuego con otro toque de la varita-, pero no saben comportarse, y es tan catastrófico desde la muerte de los padres de Anne. Y por otra parte, Fred y George, No es que no tengan cerebro, pero lo desperdician, y si no cambian pronto, se van a ver metidos en problemas de verdad. He recibido más lechuzas de Hogwarts por causa de ellos que de todos los demás juntos. Si continúan así terminarán en el Departamento Contra el Uso Indebido de la Magia.

La señora Weasley tocó con la varita el cajón de los cubiertos, que se abrió de golpe. Harry se quitó de en medio de un salto cuando algunos de los cuchillos salieron del cajón, atravesaron volando la cocina y se pusieron a cortar las patatas que el recogedor acababa de devolver al fregadero.

-No sé en qué nos equivocamos con ellos -dijo la señora Weasley posando la varita y sacando más cazuelas-. Llevamos años así, una cosa detrás de otra, y no hay manera de que entiendan...-Harry ya no sabía a quien se refería, si a Anne y Ron o Fred y George-¡OH, NO, OTRA VEZ!

Al coger la varita de la mesa, ésta lanzó un fuerte chillido y se convirtió en un ratón de goma gigante.

-¡Otra de sus varitas falsas! -gritó-. ¿Cuántas veces les he dicho a esos dos que no las dejen por ahí?

Cogió su varita auténtica, y al darse la vuelta descubrió que la salsa humeaba en el fuego.

Cogiendo un puñado de cubiertos del cajón Harry se fue afuera a ayudar.

Al salir, comprendió qué era lo que había causado el ruido cuando entraron en el jardín y vio que Bill y Charlie blandían las varitas haciendo que dos mesas viejas y destartaladas volaran a gran altura por encima del césped, chocando una contra otra e intentando hacerse retroceder mutuamente. Fred y George gritaban entusiasmados, Anne estaba a caballito de Ron tratando de subirse a una mesa, Ginny se reía y Hermione rondaba por el seto, aparentemente dividida entre la diversión y la preocupación.

La mesa de Bill se estrelló contra la de Charlie con un enorme estruendo y le rompió una de las patas. Se oyó entonces un traqueteo, y, al mirar todos hacia arriba, vieron a Percy asomando la cabeza por la ventana del segundo piso.

-¿Queréis hacer menos ruido? -gritó.

-Lo siento, Percy -se disculpó Bill con una risita-. ¿Cómo van los culos de los calderos?

-Muy mal -respondió Percy malhumorado, y volvió a cerrar la ventana dando un golpe. Riéndose por lo bajo, Bill y Charlie posaron las mesas en el césped, una pegada a la otra, y luego, con un toquecito de la varita mágica, Bill volvió a pegar la pata rota e hizo aparecer por arte de magia unos manteles.

-Oh, yo quería subir- dijo desanimada Anne bajando de la espalda de Ron.

A las siete de la tarde, las dos mesas crujían bajo el peso de un sinfín de platos que contenían la excelente comida de la señora Weasley, y los nueve Weasley, Harry y Hermione tomaban asiento para cenar bajo el cielo claro, de un azul intenso. Para alguien que había estado alimentándose todo el verano de tartas cada vez más pasadas, aquello era un paraíso, y al principio Harry escuchó más que habló mientras se servía empanada de pollo con jamón, patatas cocidas y ensalada.

Al otro extremo de la mesa, Percy ponía a su padre al corriente de todo lo relativo a su informe sobre el grosor de los calderos.

-Le he dicho al señor Crouch que lo tendrá listo el martes -explicaba Percy dándose aires-. Eso es algo antes de lo que él mismo esperaba, pero me gusta hacer las cosas aún mejor de lo que se espera de mí. Creo que me agradecerá que haya terminado antes de tiempo. Quiero decir que, como ahora hay tanto que hacer en nuestro departamento con todos los preparativos para los Mundiales, y la verdad es que no contamos con el apoyo que necesitaríamos del Departamento de Deportes y Juegos Mágicos... Ludo Bagman...

-Ludo me cae muy bien -dijo el señor Weasley en un tono afable-. Es el que nos ha conseguido las entradas para la Copa. Yo le hice un pequeño favor: su hermano, Otto, se vio metido en un aprieto a causa de una segadora con poderes sobrenaturales, y arreglé todo el asunto...

-Desde luego, Bagman es una persona muy agradable -repuso Percy desdeñosamente-, pero no entiendo cómo pudo llegar a director de departamento. ¡Cuando lo comparo con el señor Crouch...! Desde luego, si se perdiera un miembro de nuestro departamento, el señor Crouch intentaría averiguar qué ha sucedido. ¿Sabes que Bertha Jorkins lleva desaparecida ya más de un mes? Se fue a Albania de vacaciones y no ha vuelto...

-Sí, le he preguntado a Ludo -dijo el señor Weasley, frunciendo el entrecejo-. Dice que Bertha se ha perdido ya un montón de veces. Aunque, si fuera alguien de mi departamento, me preocuparía...

-Ron, esta va ha ser una cena muy larga...- susurró Anne en la oreja de Ron con un tono fúnebre. Ron puso cara de resignación y le murmuró de vuelta:

-Anne, te has equivocado, ellos van a tener una cena larga, nosotros no.

Anne y Ron rieron por lo bajo, pero al notar la mirada de Molly miraron hacia otros lados distraídos.

Y así decidieron no vivir una cena aburrida, solo iban a convertirla en algo menos pesada.

Siento haber tardado tanto en subir un nuevo capítulo pero con los deberes y tantas historias no podía, además de la falta de inspiración.

Hasta la próxima,
Diana.

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