⚝ ↳Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 23↰ ⚝
Lee Sarah no podía creer lo que estaba viviendo, el Rey Jeon se había fijado en ella y él mismo desistía la idea de dejarla como sirvienta del gran Castillo, había dejado órdenes para liberarla de todas sus tareas y actividades. La castaña se rehusaba a ese nuevo trato, ella quería ser la misma de antes, la Omega trabajadora, fuerte, capaz de realizar todo sin ayuda, pero Jung Kook tenía otra idea en su cabeza, quería liberarla de toda la carga que tuvo durante años sobre sus hombros.
—Veo te encuentras mejor, mi niña —NamRi entró a la habitación de Sarah sin obtener su permiso, a fin de cuentas, no lo necesitaba para ingresar a cualquier rincón del gran Castillo—. El Rey Jeon me pidió que te vistiera para la gran cena de hoy, solo él y tú.
Sarah no podía creer lo que estaba escuchando, ¿Eso era una cita? ¿Debía usar un vestido o podría ponerse un pantalón? Normalmente, ella debía usar uniforme, esos vestidos cortos que mostraban hasta el alma, según eran diseñados de esa forma para que las Omegas que lo usaran pudieran realizar mejor sus labores.
—Debe ser una equivocación, señora Kim —Sarah no asistiría, no quería tener a todos a sus pies gracias a Jung Kook.
—Solo dime NamRi, como todos lo hacen, no volvamos a las formalidades —recordó NamRi. Sarah le recordaba a su pequeña difunta, Lady Kim, cuando llegó a su hogar.
—Por favor, señora NamRi, ayúdeme, debe haber una equivocación —insistió la castaña nuevamente.
—No lo es. Mi nieto quiere verte y ¿Quién mejor que yo para vestirte? —le explicó con una sonrisa en el rostro. NamRi estaba muy orgullosa y feliz por su nieto. Él ya tenía a alguien en mente y nadie tendría que obligarlo a casarse a la fuerza—. Exactamente, debemos resaltar esas caderas, esa pequeña cintura y sin dudas, tus hermosas piernas. Dejarás a Jung Kook boquiabierto —la señora NamRi había contestado ella misma su propia pregunta, dejando a Sarah en un transe.
—Señora NamRi, no me ayude a cometer esta locura —le pidió nuevamente, ¿Qué le impedía ser feliz? Sarah tenía miedo de amar.
—Sarah, mereces ser feliz, ¿Por qué cerrarte a la idea de ir a una cena con un chico sumamente guapo? —la señora NamRi se acercó al armario que Jung Kook le había preparado, buscando aquel vestido que había escogido para ésta ocasión.
Sí, está cita no había sido de última hora o simplemente, casualidad, el Rey llevaba tiempo planeando con lujos y detalles la cena que tendría con la Omega que le estaba quitando el sueño.
—Es el Rey de todos los territorios.
—Debería ser un privilegio para tí, entonces —NamRi desaprobaba el comportamiento que tenía Sarah.
La señora Kim sabía que la futura Omega de su nieto tenía miedo, aún no sabía a qué exactamente y el descubrirlo era su trabajo.
—No lo es, no quiero ser la reina —el rostro de la castaña se podía notar aquel miedo o terror de siquiera imaginarlo.
—Una cena no indica que vayan a reproducirse —comentó la señora NamRi, ¿Sería ese el porqué de Sarah? ¿No quería tener cachorros?—. Ven, elegí un hermoso vestido para tí.
Sarah sin protestar se puso de pie y se acercó a la señora NamRi que sacaba del armario un hermoso vestido negro ceñido en la parte del pecho hasta su cintura y caía con mucha sutileza por sus piernas, era largo y hacia un increíble contraste con el tono de su piel. Tenía un escote en su espalda hasta el nacimiento de su trasero, era tan elegante y delicado.
Igual de delicado que aquella Omega que tenía miedo de ser mamá.
NamRi también sacó una caja de zapatos negra con detalles en dorado, muy sofisticado, pero solo el Rey Jeon podría pagar el precio de tales piezas. Unos tacones dorados con diamantes reales, incrustados estratégicamente para lucir delicados, estaban en el interior de aquella caja.
—Debe ser una broma —se burló Sarah al observar los tacones dorados, de al menos unos quince centímetros de altura—. No pueden ser reales esos diamantes.
—El Rey jamás compraría una baratija.
Sarah borró la sonrisa burlona de su rostro y observó mejor los tacones que el Rey le estaba obsequiando.
|• ⚝ •|
—¿Dónde está?
El Rey comenzaba a irritarse, quería ver a Sarah vistiendo un elegante vestido, que ambos pudieran entablar una conversación fuera de lo habitual y mejor aún, comentarle sobre los planes que tenía a futuro para ambos. Sin embargo, habían pasado dos horas desde que anunciaron que la Omega del Rey asistiría a la cena, pero su presencia aún era ausente.
—¡Necesito respuestas! —golpeó la mesa con suma molestia, era evidente, su invitada aún no llegaba— Nick, búscala.
—Sí, mi señor —Nick asintió y dejó su puesto que era junto a la puerta principal, no iría solo, unos betas lo seguían de cerca.
El Rey se puso de pie y deshizo su corbata, rasgando la tela dando a lugar a dos piezas, en vez de una. Estaba hecho una furia. Sabía que Sarah podría ser una Omega bastante complicada y problemática, pero creía que ambos habían superado aquella etapa.
—Por favor, mi Rey, espere aquí —Jackson detuvo el andar de Jung Kook unos pocos segundos, sus simples palabras no fueron suficientes.
Nick se apresuraba con la señora Nam Ri en brazos, tenía pequeñas heridas en su rostro, su ropa estaba rasgada, se asomaban varios moretones en piernas y brazos, alguien había atacado a la abuela del Rey, eso era imperdonable.
Un intruso.
Era aquél que se introducía en un lugar sin derecho alguno y por consecuencia, la muerte era el único castigo justificable.
El Rey solo quería encontrar al culpable. Se acercó a su abuela y la tomó en brazos, el rostro de Nick parecía aterrorizado, ¿Qué estaba pasando? ¿Quién sería tan despiadado para dañar a la señora Nam Ri?
—Están muertos —Nick solo pudo pronunciar esas dos palabras antes de caer al suelo.
Se había desmayado.
—Necesito detalles, ¡Ahora mismo! —exigió, pero ninguno de los betas era capaz de articular palabras.
—Se llevaron... a Sarah... Kookie —las palabras de su abuela lo hicieron entrar en razón, Sarah estaba con su abuela.
Jung Kook maldijo por lo bajo, él olvidaba que tenía enemigos y por consecuencia, buscarían su punto bajo que sería su Omega. Sarah era la víctima y nadie sabía que cosas horribles podrían hacerle a una persona inocente, solo era una Omega problemática, pero no había cometido ninguna equivocación, aunque el Rey refleje en su mirada que había sido culpa de él... Si tan solo él no se hubiera fijado en ella, Sarah no estaría en problemas y secuestrada en un sitio remoto de los Seis Territorios.
—Llama a los Lores, ¡quiero a todos aquí! —Jung Kook explotaría en cualquier momento. El Rey parecía desmoronarse, pero no podía darse el lujo de hacerlo— Es una orden —usó la voz de mando para intimidar a los Betas que lo veían con temor, estaban paralizados por los hechos.
Eran solo unos cachorros con deberes de adultos.
Jung Kook salió del gran comedor y subió las escaleras, dejaría a su abuela en una habitación rodeada de Omegas, cuidandola y su Doctora de confianza.
—Volveré pronto, abuela, es una promesa.
| • ⚝ • |
El Rey caminó hacia la sala de reuniones real y sus fieles trabajadores que estaban a cada lado de las puertas dobles la abrieron con prontitud, ya el rumor se estaba esparciendo, alguien había irrumpido al gran castillo para hacerle daño al Rey de todos los Territorios.
—Mi rey —dijeron al unísodo los Lores que se encontraban dentro, haciendo una reverencia de frente hacia él.
—Pueden sentarse —procedió con rapidez a sentarse en uno de los extremos de la gran mesa de reuniones, mientras en el otro se encontraba su hermano, Kim Taehyung, el nuevo Lord del Territorio Kim—. Irrumpieron en mi hogar —el Rey examinaba a cada uno de los Lores que lo veían preocupado.
—¿Rey Jeon, cómo es eso posible? —Park Jimin estaba descartado como sospechoso, él no actuaría en contra del Rey, no por voluntad propia.
—Aún no estoy seguro, mataron a varios de mis Betas y se llevaron a mi Omega —el Rey quería preservar la paz que tanto le había costado años atrás.
—Es una lástima. Yo sabía que tú mandato sería un fracaso, ni pudiste proteger a tu propia Omega, ¿Quién nos asegura que nos vas a proteger a nosotros también? —aquel lobo de pelaje anaranjado no dejaba de hablar, no dejaba de provocar al Rey, al favorito de la Diosa Luna— Pronto, entraremos en guerra —soltó el Lord Choi sin pedir permiso para hablar.
—¿Es un buen momento para hablar de ello, hermano? —el Lord del Territorio Ágata se alzó en contra de su hermano— ¡Es nuestro Rey y se merece respeto!
—¿Cómo sabemos que tú no estás involucrado? —el Lord Choi acusaba a su hermano, pero muy dentro de él sabía que el Lord del Territorio Ágata era inocente.
—¿Por qué le haría daño? Él me salvó y me dio una nueva vida, identidad y una forma diferente de vivir —suspiró frustrado Jinyoung—. Estoy en deuda con mi Rey.
—Eres tan patético, hermano —el Lord Choi se burló, los presentes no decían nada y solo veían el espectáculo.
—Suficiente.
—Mi Rey, haré lo que esté en mis manos para encontrar al culpable —el Lord Min se puso de pie y colocó su mano contraria a la del corazón en su pecho, haciendo una especie de juramento.
—Mis Betas la buscan en sus territorios, por ello los retengo aquí —admitió Jung Kook poniéndose de pie también. El Rey tenía un plan, pero no sería fácil de ejecutar—. Todos serán eliminados.
Hasta nunca, Lores de los seis territorios.
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