⚝ ↳Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 07↰ ⚝
¿En qué momento había aceptado seguir con ésta farsa? Todo lo hacía por aquella Omega con ojos de ilusión, no era la primera vez que admitía que alguien era su destinado y eso me preocupaba, ¿Qué tal si era como las veces anteriores? Ella iba a desmoronarse de nuevo y me partiría el corazón verla de esa forma, aquella peliblanca se había convertido en lo más cercano a tener una hermana y no por un estúpido Alfa iba a dejar que destruyera sus sueños, menos que no los construyera con el tiempo.
Salí de la habitación con un vestido corto y ceñido a mi cuerpo, era blanco y acentuaba toda las partes de mi delicado cuerpo, viéndome muy atractiva a la vista del ojo del cualquier Alfa.
Aún mientras caminaba hacia la habitación de Jeon, no podía creer que estuviera haciendo esto, ¿Por qué no me negué? ¿Por qué iría sin resistirme aunque sea un poco más? Mi loba tampoco ayudaba, ella misma me había convencido de ir, sin embargo, también la carita de MinHa.
Bajé la cabeza al encontrarme otras Omegas que iban de paso apresurado, asumía que iban de nuevo al trabajo, ya había acabado la hora de descanso y todas quisieran o no, tendrían que volver al trabajo, pero no era mi caso, yo iría a seducir a Jeon unos cuantos minutos, sin ser vista.
Tenía tacones negros para hacer contraste con el vestido y combinación con las prendas que me había colocado, aquellos tacones de veinte centímetros de alto resonaban en todo el piso de madera, para mi suerte las Omegas sólo me ignoraban.
Llegué a la deseada puerta con los pelos de punta, ¿Y si lo encontraba desnudo? O peor aún, ¿Y si intentaba aprovecharse para darme una lección? Agité mi cabeza, centrándome en lo que realmente importaba, sin miedo a nada, porque esa era yo, Lee Sarah, una niña que aprendió a defenderse cuando querían sobrepasarse con ella, era una guerrera y no una niña indefensa.
Abrí la puerta y me adentré en la habitación, visualizando por todas partes y la mayoría de los rincones, pero el pelinegro no aparecía en mi campo de visión, sólo su asqueroso olor e incluso todo el castillo olía a él y era repugnante.
«No mientas, Sarah. Su olor a chocolate es maravilloso»
Ignoré el comentario de mi loba, mientras agitaba la cola emocionada con tan sólo inhalar su olor todos sus instintos se pusieron en alerta y no precisamente para atacarlo, para protegernos o tener un mecanismo de defensa, no, claro que no, ella quería estar cien porciento a su disposición.
—Es estúpido que pienses así, los Alfas nos dañaron, nos maltrataron ¿Y aún estás dispuesta a encontrar tu destinado? —reí por lo bajo, sin llamar la atención de aquél Alfa que aún no se dignaba a salir de su escondite— Yo me rendí y es hora que tú hagas lo mismo.
«El amor lo cura todo, ¿Qué Lady Kim no te lo demostró?»
Quería que la conversación terminara, no quería recordar cuánto me amó Lady Kim y lo que sufrió por protegerme, cuidarme y mimarme como si fuera su propia hija.
—Sí, ella me mostró que era el amor, pero no por ello caería en los brazos de su hijo. El amor no sólo te cura, también te hace débil y te mata —tragué saliva forzadamente.
Alcé la mirada del punto donde se encontraba dándome de bruses con el Rey Jeon con el torso desnudo, llevaba un pantalón de vestir beige y unos zapatos que combinaban con aquel traje, a excepción de su torso que sólo mostraba su pecho trabajado y la marca de nacimiento, aquél sol sobresaliente en su pectoral izquierdo.
—¿Se le perdió algo, señorita? —alzó una ceja, escaneando mi cuerpo de arriba hacia abajo.
Relajé mi cuerpo al no encontrarlo desnudo por completo y enseguida me metí en el gran papel que iba a interpretar.
—Sí, mi vista en tus pectorales —golpeé mi rostro mentalmente, ¿Qué acababa de decir?
Jeon soltó una pequeña risa burlona ante mi respuesta coqueta, aunque sinceramente, no sabía si algún hombre se sentía dichoso al escuchar esas palabras, pero lo que si podía sentir era esos ojos comiendome con deseo.
—¿En mis pectorales? —relamió sus labios sin despegar su vista de mí, su lengua humedecía aquellos delgados labios rosados— Ya veo, ¿Por qué mejor no sales y dejas de provocarme? —se dió la vuelta, dejándome confundida, ¿Acababa de rechazarme? Ni en sus sueños podría hacerlo.
—Porque quiero que me haga suya, Rey Jeon —bajé un tirante de mi vestido blanco con suma lentitud, quería que por lo menos volteara viendo mis acciones, pero no lo hizo, me estaba quedando sin ideas.
—Mientes, aparta tu olor desagradable a rosas y desaparece de mi habitación —soltó buscando su camisa, me estaba quedando sin tiempo.
—¿Hablas en serio? Estoy aquí para tí ¿Y sólo me rechazas por mi olor? —alcé una ceja acercándome a él.
No quería tocar aquella piel que había sido tocada por muchas Omegas y quien sabe, tal vez por algunas Betas, pero no me quedaban más opciones. Acaricié su hombro izquierdo con mis dedos, índice y medio, sentía como se tensaba y como su lobo rechazaba mi toque.
—Es desagradable, al principio llamaste mi atención por usar un olor que le pertenece a mi Omega, pero ya sé cuál es el tuyo. No podrás engañarme nuevamente —metió un brazo en su camisa blanca bien planchada, dejándome como una tonta y poco deseada, ¿Qué acaso no le gustaba cómo me veía?
—Te lo pierdes —alcé los hombros sin importancia y me dí la vuelta, yo no era una arrastrada como todas las Omegas que se la pasaban por su cama.
«Déjame ayudarte, Sarah.»
Mi loba insistió moviendo su cola emocionada, a ella le encantaba como olía el Alfa y Rey Jeon, pero no estaba muy convencida de sus prontas decisiones, no sabía que locura pasaba por su cabeza y en lo profundo que nos íbamos a enterrar por imprudentes.
—Házlo —le dije. Sabía que pronto iba a arrepentirme de mi decisión también.
Me acercaba a la puerta para salir por ella, pero un olor a vainilla inundó mis fosas nasales, mejor dicho, mi olor real fue revelado ante el Rey Jeon y era una imprudencia de su parte, porque si queríamos escapar de él y cambiar nuestro aspecto, no habrá ningún aroma que podrá tapar el nuestro y con su olfato súper desarrollado sería imposible pasar por desapercibidas.
El silencio inundó el ambiente y unas manos en mi cintura se posicionaron con brusquedad, soltando un quejido por su rapidez, me pegó contra la pared justo al lado de la puerta lastimando mi cabeza que había impactado contra ella.
¿Eso que huelo son feromonas? Me tensé aún más al verlo a los ojos y como brillaban sus ojos color avellanas, era muy intenso casi llegaban a un dorado.
Sus manos que estaban en mi cintura descendieron por mis piernas, intentado elevar el vestido para estar a su disposición, pero no, yo no quería, no iba a permitir que nadie más me tocara en contra de mi voluntad.
—¡Suéltame! —grité llamando su atención, pero sus manos seguían aquel camino que estaba prohibido para él— ¡VOY A MATARTE SI CONTINÚAS! —grité nuevamente, pero sólo podía ver que de sus labios un pequeño hilo de saliva salía entre ellos.
Estar en ésta situación no me traía buenos recuerdos, todos en aquella celda donde estaba querían violarme, sólo para dejarme embarazada y tuviera sus cachorros, yo era más que eso, yo no era una Omega que podías desechar porque sí, no, yo era más valiosa que eso y se los demostré escapando de aquel lugar.
—¡Jung Kook, por favor! —me removía nerviosa, él era el triple de fuerte que yo.
Por milagro, la puerta fue abierta revelando a NamRi con sus ojos exageradamente abiertos, ella no podría creer en la situación en la que estaba ni lo que su nieto estaba haciendo. Por instinto alejé a Jung Kook cuando se distrajo, dejándolo unos centímetros lejos de mi.
No dudé ni un minuto en acercarme a NamRi y abrazarla, con ella me sentía protegida, segura y querida.
—¡¿Qué tienes en la cabeza, Kook?! —gritó sin creer que su nieto fuera capaz de violarme.
Jeon volvió en sí y terminó de arreglarse la camisa sin decir ni una palabra, ignorando por completo a su abuela.
—Vámonos, mi niña —No dudé en seguirla fuera de la habitación.
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Vainilla.
Acababa de enloquecerme el olor de la vainilla, era intenso y a su vez delicado, llenando mis fosas nasales con aquel exquisito olor, haciendo que salir del trance me tomara más de diez minutos, nunca me había pasado con una insignificante Omega.
Todas intentan llamar mi atención para que las haga mías, presentándome sus cuerpos con diminutos vestidos, creyendo que con esa actitud llegarán a ser la Reina de los seis territorios, ser poderosa y amada por todos los habitantes. Sin embargo, a veces me tocaba la tarea difícil y era el decirle que eso jamás iba a pasar, yo no quería casarme con una Omega cualquiera y menos tener hijos con una ilegítima, por eso era importante recorrer los seis territorios hasta encontrar a mi Omega, no creo que a la Diosa Luna se le haya olvidado enviarme una.
—¿Rey Jeon, se encuentra usted bien? —salí del trance al escuchar la voz del Lord Park.
Al volver en sí, tenían sus ojos puestos en mí, estaban espectantes ante mi reciente desvío, jamás me había distraído en una reunión y menos en una tan importante como la que tendríamos ahora.
—Sí. Por favor que el jóven Choi JinYoung pase —ordené juntando mis manos encima de la mesa.
Murmullos entre los Lores comenzaron a hacerse presentes, no podían creer el nombre que había salido de mi boca y si yo estuviese en cualquiera de sus lugares también hubiese dudado, sorprendido y comentado al respecto.
Mi protegido y prisionero entró a la sala, dándose de bruses con los ojos de su hermano, sin dudar ni un segundo decidió abalanzarse sobre él, pero dentro de mi castillo y bajo mis normativas, eso no pasaría, mis hombres lo sujetaron para que no pudiera moverse, mientras deliberabamos que íbamos a hacer con su recién aparición.
—Tranquilo, jóven Choi, usted sabe que hace aquí y para que lo presento frente a todos los Lores —hablé calmado, intentando no caer en el recuerdo del olor de aquella Omega nuevamente, me hacía ver cómo un Rey distraído.
—Sí, Rey Jeon —al jóven Choi lo sentaron en una esquina, tenía unas esposas entre sus manos, para evitar que hiciera una locura y lo condenaramos por traición al atacarnos.
—¿Cómo es que está vivo? —Mi padre tenía una gran confusión en su cerebro, sus retinas recordaban al igual que las mías como su palacio se desmoronaba por el fuego.
—Su hermano, Choi Youngjae, lo secuestró y encerró en una celda en su nuevo palacio. Al parecer no quería ser el consejero real de su hermano, Choi JinYoung y sólo decidió desaparecerlo —expliqué detalladamente, mirando fijamente al Lord Choi.
—¿Y crees que esa rata dice la verdad? —se burló el Lord Choi, creyendo que yo dudaría de las palabras de mi protegido.
—No creo que el Rey Jeon sacrifique su puesto para meter a un traidor, es más, no creo que sea capaz de dañar a nuestras manadas por las palabras de un muerto —opinó el Lord Min, justificando mis acciones.
—¡Es un maldito traidor! —Alzó la voz el Lord Choi, poniendo a mis guardias en alerta.
—Más respetos hacia nuestras personas, aquella rata como tú le dices no te quitará el puesto, no te preocupes por ello —expliqué con tranquilidad—. El futuro Lord Choi será el Lord del Territorio Ágata, cualquier fracaso en su mandato yo me haré responsable y aceptaré cualquier castigo en mi contra —me puse de pie y con mi mano derecha toqué mi pecho, justo encima de mi corazón, prometiendo que mis palabras no eran en vano y no terminarían en fracaso.
—¡Eso es una maldita locura, destruirá todo el Territorio Ágata! —el Lord Choi no se callaba ante ninguna de mis órdenes.
Nadie juzgaba mis decisiones a excepción del Lord Choi, todos confiaban en mí y en mi buen olfato, el Lord Choi del Territorio Esmeralda me daba buena espina y me sentía satisfecho con todo lo que había logrado. Miré a JinYoung que me miraba conmocionado, sólo asentí y aplaudí en mi lugar.
—Les presento al Lord Choi dirigente del Territorio Ágata y de la manada Jeon —aclaré por si antes no había sido claro.
Todos los Lores se pusieron de pie e imitaron mi acción, dándole la bienvenida al nuevo Lord.
¡Holaaaa!
Luego de 6 capítulos he decidido que los protagonistas narraran parte de la historia y volviendo en el próximo a ser omnisciente.
Gracias por leer❤️
⚝
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Corregido: 02/04/2023
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