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⚝ ↳Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 04↰ ⚝


     —¿Rey Jeon, podemos hablar? —Min YoonGi se había acercado a su mejor amigo luego de la reunión, tenía inquietudes, pero no tenía con quién desahogarse.

     —YoonGi deja las formalidades, puedes decirme Jung Kook y claro, eres mi mejor amigo y siempre tendré tiempo para tí —se giró abandonando la ruta a la que iba, ya no se perdería por ese pasillo hasta llegar a su despacho— ¿Almorzamos?

     YoonGi sonrió, cosa que pasaba una vez cada siglo y al Rey no pareció disgustarle su acción, había golpeado en forma de broma su brazo izquierdo arrugando un poco el traje negro de Jeon.

     —¿Me estás invitando a una cita? —preguntó alzando las cejas divertido.

     —Tal vez —el Rey soltó una pequeña risa nasal, había extrañado pasar tiempo junto a su mejor amigo, el trabajo y los territorios que debía mantener lo tenía siempre ocupado.

     —Nunca cambies, Jung Kook —pidió con sinceridad, no sólo porque sin Jeon posiblemente todos estuvieran bajo el mando del Lord Choi, si no porque perdería a su mejor amigo, ese que lo acompañó a lo largo de su infancia.

     —Jamás, necesito joderte la existencia cada segundo —rió por lo poco respetuoso que había sido, refiriéndose al Lord Min y líder de la gran manada del territorio Ónix.

     —Vamos a almorzar, muero de hambre.

     Ambos líderes de las manadas por derecho caminaron uno al lado del otro, atravesando ese gran pasillo con una alfombra roja en el centro y cuadros decorando el gran trayecto, hasta las escaleras de madera clara, bajaron con clase mientras los guardias de Jeon los observaban por el rabillo del ojo, debían mantener a su Rey a salvo.

     Caminaron por el espacio abierto con piso de madera hasta dar con dos puertas dobles de madera blanca que, fueron abiertas por dos Betas que trabajaban para el gran castillo del jóven Jeon. El Rey al darse cuenta del gran banquete que había en la mesa, le pidió a una de sus empleadas que le acomodara un puesto al Lord Min porque hoy lo acompañaría a almorzar.

     El líder de todos los territorios siempre almorzaba solo, sus hermanos preferían comer en otras partes del castillo o simplemente, comer a otras horas saltando la dieta estricta que debían llevar para mantenerse saludables.

     Nam Joon prefería mil veces almorzar solo en la biblioteca, mientras leía algún libro que llamara intensamente su atención; mientras Taehyung comía cualquier cosa a las afueras del castillo de su hermano menor, posiblemente buscaba una pareja con la que estar ya que, se acercaba la edad para ser emparejado.

     —Por favor, déjenos solos —pidió el Rey sentado en un extremo de la mesa.

     A su lado derecho se encontraba su invitado, en frente estaba servido el gran almuerzo digno de un Rey, justo en aquel plato fino blanco había carne de primera cocinada a la plancha con algunas verduras (Papa y zanahoria), arroz con champiñones y sin olvidar, los pimentones rellenos de ensalada César, acompañando su plato con un fino vino tinto.

    —Esto si es comer —opinó asombrado el Lord Min.

     —¿Qué te sorprende tanto? —el Rey no encontraba la causa de su comentario, todos deberían comer de aquella forma balanceada y variada— ¿Quieres que te preste a mi chef una semana?

     El Lord Min rió ante su pregunta, pero muy en el fondo no la negaba y menos si su mejor amigo se lo estaba preguntando de forma seria.

     —No se cultivan tantos vegetales, ni se crían tanto ganado como para alimentarnos de ésta forma, Jung Kook —al introducir un poco de aquella deliciosa carne cocida a la perfección, expresó con su rostro lo que sus papilas gustativas estaban degustando— ¡Está delicioso!

     —¿Y a dónde van las grandes cantidades que se cosechan aquí en el gran castillo? —se tocó el mentón buscando respuestas en su cabeza.

     El Lord Min casi ni escuchaba al Rey Jeon, sólo comía de aquel banquete que tenía en frente como si fuera lo último que comería al salir del castillo.

     Jeon no sabía el porque la producción que enviaba al Territorio Ónix no llegaba o estaba ausente, tanto que el propio Lord Min tenía que sobrevivir con los pocos alimentos que se producían en sus tierras.

     Ambos acabaron con las porciones de comida que contenían sus platos y degustaban ahora del vino tinto más caro que existía, dándose aquel gusto que no todos los días se podían dar el lujo.

     —Quizás tardaron en llegar, pero pronto lo sabremos, nada se hace sin que tú lo sepas —aseguró YoonGi acabandose la copa de vino tinto.

     —Eso es lo que me preocupa, no quiero matar a ningún lobo y menos de los míos, prometí salvarlos no asesinarlos por desacatar mis órdenes o por cometer traición —se encogió de hombros frustrado, sabía que si llegaba el momento de afrontar la situación y en tal caso fuera cierto, él no podría permitir que ese personaje que tanto a interferido quede vivo.

     —No debe ser nada, te lo aseguro —le guiñó un ojo divertido, era su forma de agradecer aquella gran comida.

     —De seguro —cambió su semblante serio a uno más relajado, estaba muy tenso por todo lo que pasaba—. Cuéntame, ¿Cuál es tu inquietud?

     —¿Te acuerdas de Leah, la Omega del Lord Choi? —preguntó con entusiasmo.

     El jóven Jeon abrió los ojos sorprendido, sabía que aquella Omega estaba prohibida para cualquiera de los Alfas y que su amigo la nombrara era de alarmarse.

     —Como olvidar a la rubia, de grandes ojos y mieles, sin olvidar lo fértil que es —comentó imaginándose a la posible madre de los hijos del Lord Choi.

     Choi Leah era una chica muy joven, aparentaba veinticinco años de edad, fue entregada al Lord Choi como compensación de daños ocasionados. Era muy hermosa y sin olvidar su escultural cuerpo, tenía curvas que no cualquier Omega poseía y ni hablar de su olor, el de la lavanda. Te dejaba embobado y en un tipo de transe con tan sólo verla, ya podrían imaginarse al olerla.

     —Ella misma —Min YoonGi tenía una expresión de enamorado y Jeon suspiró al leer la cara de su amigo—. Somos destinados, quiero que se venga conmigo... Llevamos tiempo viéndonos a escondidas —confesó como si fuese un delito, tal vez no lo era, pero ya había sido proclamada y ante ello no podías luchar.

     —¿Y tu crees que el Lord Choi no sospecha de que su Omega se acuesta contigo? —Jeon siempre iba un paso adelante, nada se le escapaba de las manos.

     —Pero no ha sido marcada —dijo el Lord Min como si fuese a aliviar a Jeon y la responsabilidad que pronto vendría al romper sus propias reglas.

     —Eres un inconsciente.

     —Lo sé —su sonrisa y mirada valían todo en ésta vida, en la otra y la de los próximos milenios.

     —Sabes que podría matarla por un arrebato de celos y rabia —el Lord Choi era capaz de eso y de muchas cosas más, así que matar a una Omega no era lo más descabellado pensar.

     —Lo sé —el Lord Min se sentía avergonzado por fijarse en una Omega proclamada, pero el amor que sentía su lobo por su loba eran tan grande, que no le importaría cometer cualquier locura sólo para tenerla un rato a su lado.

     —Y por eso voy a ayudarte —no podía dejar que su amigo perdiera a su alma gemela, no todos los días descubres que alguien está esperando a por tí.

     —Gracias, Jung Kook —sus ojos se cristalizaron, él nunca lloraba, pero era significativo que su amigo lo apoyara en aquella situación de vida o muerte.

     —Por tí, mi mejor amigo, lo que sea —le guiñó el ojo izquierdo de vuelta, justo como su mejor amigo había hecho anteriormente.

|• ⚝ •|

     —¡Vamos niñas, apúrense! —ordenaba autoritaria la señora NamRi, era un día como cualquier otro, pero el señor Jeon debía comer a sus horas y las Omegas se estaban tardando en terminar de poner la comida en la charola de plata— ¡Prefiere desayunar en su habitación, jamás lo olviden!

     Las Omegas se movían a gran velocidad, debían terminar los desayunos de los Kim y el del Rey Jeon. NamRi se encargaba de vigilar sus trabajos y sobre todo, si alguna de las Omegas cometía traición, si algún día pasaba ella con todo el dolor del mundo llamaba a los guardias para que se la llevaran a las celdas subterráneas, nadie podría salir ya que era una de las más seguras del mundo entero.

     —Gia, está todo listo —comunicó NamRi autoritaria, mientras la Omega arreglaba su uniforme—. Recuerda que debe comerse muy bien su postre —Informó en clave.

     El señor Jeon como aún no había encontrado a su pareja, una Omega se encargaba de darle placer por las mañanas y la misma por las noches, disfrutando en todo su esplendor al gran Alfa, sintiendo más que las penetraciones en su interior con protección y sin ser anudada.

     La castaña que debía llevar la charola de plata asintió llevando el desayuno hacia la habitación del pelinegro. Habían tostadas, mermelada de fresa y durazno, jugo de naranja, nutella y banana cortada en trocitos, un gran desayuno para el mejor líder de todos los tiempos.

     La Omega llevaba su uniforme perfectamente planchado, era un vestido corto que usaban las sirvientas del gran castillo, causando más de una erección a los Betas que trabajaban también adentro; era de color avellana y el delantal de color blanco, junto a unas zapatillas cómodas para moverse de un lugar a otro.

     Se aproximó a la puerta, tocándola con sus nudillos, esperando una pronta respuesta.

     —¡Gia, pasa y espérame en la cama! —gritó dándole permiso de entrar, cosa que la Omega no dudó.

     Al inspeccionar la habitación del Alfa pudo darse cuenta que el Rey se estaba dando un cálido baño, desde la primera planta se podía olfatear aquel olor característico proveniente de él.

     Chocolate.

     La castaña dejó la charola en una mesa que tenía en el fondo justo al lado de un jarrón familiar, mientras detallaba aún más la habitación ya que era gigante, la conformaba una cama matrimonial grande, armarios de madera natural, mesas de noche, lámparas, cuadros, la puerta que dirigía al baño y un gran escritorio con su silla de asiento acolchado.

     Predominaba los tonos marrones, blancos y dorados, en todas las combinaciones posibles.

     La Omega estaba tan concentrada viendo el diseño de la cabecera de la cama que, no se percató que el Alfa había salido de su gran baño y quería abrazarla por detrás, oler su cuello y comprobar que era su olor favorito hasta ahora.

     Frutillas.

     La Omega fue mas rápida y se apartó del Alfa en un sólo movimiento, elevando un poco el vestido que llevaba gracias a las órdenes estrictas del Rey.

     —¿Qué crees que haces? —la castaña miró al Alfa alzando una ceja, ella no quería que el Alfa la tocara.

     —Tú no eres Gia, ¿Dónde está mi compañera? —el Rey tenía una toalla marrón envuelta en su cadera y sobresaliendo de ella una amenazante erección.

     —No, claramente no soy tu juguete sexual —alzó los hombros sin importancia—. No creo que tenga tantos atributos como los míos —remojó sus labios, viéndose extremadamente sexy a los ojos del Alfa.

     El Alfa la examinó de arriba hacia abajo, tenía buen tamaño los pechos quizás más grandes de lo que él acostumbraba ver, su cintura de avisa era notable y luego sus caderas, estaban bastante anchas, haciendo un lindo reloj de arena y sin nombrar sus piernas, el Rey había quedado hipnotizado, ¿Y cómo no? Era de la manada Kim y estaba preciosa.

     —No me provoques o voy a tener que follarte —amenazó cruzándo los brazos, mientras pequeñas gotas que caían de su cabello azabache aterrizaban en su pecho— ¿Dónde está Gia?

     La Omega cuyo nombre se desconocía comenzó a pasear por el estrecho espacio que había desde la cama hasta la ventana, examinando el tiempo y espacio que tendría para escapar de las garras del Alfa.

     —¿El gran Rey no sabe dónde está su compañera? —soltó una risa burlona—. Que novedad —ella tenía un gran conflicto con los Alfas y el porque se desconocía, sólo los aborrecía.

     —Ella siempre me trae el desayuno y no tengo porque explicarte, ni siquiera porque me importa —explicó el Rey junto a un suspiro, quería follarse a esa Omega que tanto lo estaba provocando.

     —Claro que no, todos sabemos que te da lástima porque sólo la utilizas para satisfacer tus necesidades de Alfa y claramente, porque la Diosa Luna te castigó y no te mandó una Omega —respondió la castaña dando en la clavo, colmando la paciencia de Jeon de un sólo tirón—. Que pena —agregó con sarcasmo.

     —Trátame con respeto, no me tutees —habló con voz de mando, esperando que la Omega se retractara.

     —Tu patética voz de mando no hace efecto en mí, intenta con otra cosa —se burló.

     El Rey en sus adentros se sorprendió, ninguna Omega había pasado por encima de sus propias órdenes y eso le intrigaba, ¿Acaso sería una medicina?

     —Niña tonta, desaparece de mi habitación. Ahora —utilizó de nuevo la voz de mando, incluso usó un tono más fuerte.

     —Nada de nada, pero como jamás quisiera tener tus cachorros, me largo de la habitación por cuenta y decisión propia —le guiñó el ojo izquierdo de forma provocativa, saliéndose con la suya.

     El Rey comenzaba a odiarla y aún más porque trabajaba en el castillo, ¿Cómo su abuela pudo ser capaz de contratar a alguien tan odiosa, creída y atrevida? ¿Acaso no le tenía miedo a la muerte? Porque Jeon podría acabar con su vida con tan sólo un golpe.

Holaaaaa, ¿Cómo están?

¿Qué tal la historia? Quisiera leer su más sincera opinión😘

Gracias por leer❤️

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Corregido: 02/04/2023

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