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CAPÍTULO 6

Amistad inesperada

EYTAN

—¡mierda!... ¡Mierda! —me quejaba del asco; sabía que era una chica la que me vómito la espalda, ¿insultarla?, ¿quejarme?, ¿o solo guardar silencio?...

La tercera opción es la mejor.
Como siempre, solo me quede callado, pero por dentro sentía que mi cuerpo iba a estallar. Comprendí,  que si estaba aquí era por problemas y quizás esta chica tenía más problemas que los míos.

—¿Necesito un baño?... —exclame

—al fondo a la izquierda. Hay encuentras el baño—dictó el psicólogo

—Eytan... ¿te ayudo? — propuso Emma.

—Eytan... Eytan... Que nombre para dar asco... —aquella chica se reía en forma de burla—por eso te vomité, cabron.

Me detuve, mi rabia era enorme, respiraba aceleradamente, frunciendo mi ceño. todos me miraban y miraban aquella chica, ¿estaría mal?...

Emma, me miraba también sintiendo rabia.

—¡Hija de puta!... —musito Emma, mirándome.

—Emma, tranquilízate, ¡no hagas ninguna locura! —le sugerí, pero hablarle a mi hermana era como hablarle a una roca.

—¡observa! —me blanqueo los ojos; alejándose, yendo directo aquella chica, que seguía riéndose sarcásticamente.

—¡Emma!—grite—¡Esta hermana mía!... —susurre para mi mismo.

—¿A quién le dices cabrón? ¡Hija de puta!.

—la chica soltó una risa sarcástica—¿hija de puta?, ¡yo soy la reina de las hijas de puta!... Querida... Tú también eres una cabrona.

Emma, sin decir más nada, la golpeó; le encajó un puñetazo en su rostro tomando en seguida sus cabellos tirándoles con rabia, aquella chica solo se reía, pero no tardó en reaccionar, formando una riña en  plena charla motivacional con el psicólogo; y él ahí, solo mirando, gritando qué pararán, dando palabras de sabiduría, fortaleza y ánimo.

¡La total mierda!

Tomé a Emma de un brazo y la separé al instante. En medio de aquella riña a la chica se le cayeron unos pequeños sobrecitos, no era otra casa sino. Droga... El Psicólogo no tardó en reaccionar, nos separó e impuso su autoridad con ayuda del otro chico que allí estaba:

—¡Esto es una locura!... —grito el psicólogo furioso.

—¡bueno nos mandan acá por locos!... ¿No?—exclamó una chica morena que se encontraba sentada, mirándonos a todos.

—¡SILENCIO YA!—Gritó el psicólogo nuevamente.

El silencio se apoderó de la sala, el psicólogo impuso su autoridad con tal carácter, que solo el silencio se paseaba, <<ni una mosca se escuchaba>>

Empezó con su charla motivacional.
Observaba a aquella chica, que se encontraba atada, (varias personas tuvieron que intervenir para calmarla) riéndose aún, estaba sedada. La dosis de la droga aún no despojaba su cuerpo. Echarla de la sala sería la forma más egoísta. Al igual que yo, a lo mejor esa chica necesitaba más ayuda, tanto médica y psicológica, necesitaba ser escuchada; casi siempre las personas drogadictas caen en ese mundo por problemas familiares. El momento me hizo reflexionar un poco, yo por tonto, por idiota traté de quitarme la vida, cuando aquí en esta sala, observaba a personas normales aunque, destrozadas por dentro, consumidas por algo, que pedían a gritos vivir, necesitaban hablar, más que dolor, sufrimientos, cargas, problemas y este mundo de desigualdades y desilusiones.

Aquella charla me motivó, me hizo sentir miles de cosas, por muy dura qué sea la vida, por muy jodida qué se nos ponga, debemos seguir, mirar hacía lo que somos y queremos ser, sin importar las palabras que nos lanzan como balas.

Lloramos, reímos, conversamos, jugamos, aprendimos, y mucho más; reflexionamos.

Aquella camiseta vomitada, quedó olvidada.  Entre las risas de todos, aquella chica ya en sus  5 sentidos me miraba. Sentía que algo me quería decir y no dudé en acercarme a ella por intuición.

—¡Hola!

—¡Hola!

—... ¡¿qué tal?!

—¿te acercaste para darme vergüenza?

—¿qué?... ¿Por qué lo dices?.

—pues todos andan hablando del mal momento que ocasione, y aquella camiseta colgada vomitada... ¡Qué más vergüenza me da!.

—¿no eras tú?... Era esa porquería, ese maldito polvo blanco que te controlaba, ¿Necesitas ayuda?.

—¡Si era yo!... —sus lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos —Era yo, solo que... ¡Perdón!... Son mis problemas y nos los hablo.

—Yo, tengo miles de problemas, y los guardo, pero a veces necesitan ser contados escuchados por los demás.

—contados, con alguien de confianza, con alguien que sea tu caja de secretos, que no sean escuchadas en bocas de nadie más.

—Yo vivía como tú, guardándome todo aquello que me dolía, me mantenía jodido. Guardando mis problemas, sin contarlos y ese era mi problema, tanto que me llevó a pensamientos suicidios.

—Es mejor quedarme callada, sin hablar, porqué la vez qué me abrí a contar mis problemas con la que era mi supuesta mejor amiga, termino contando mis problemas y más que eso a los demás; con decirte que... quede como la reina de las hijas de puta. Y no me hables de pensamientos suicidas, porque ellos me abrazan a cada hora, instante, segundo, cada vez que me entro esa mierda por la nariz. Solo para olvidarme de todo esto.
Por eso estoy acá, quiero limpiarme de toda esta mierda... Aunque me ha costado, ¿creo que ya  no tengo cura? Y además eres un desconocido, déjame sola.

—puedes contar conmigo. Olvida esa vomitada, olvida esa pelea con mi hermana, olvida todo y olvídate de esa porquería de drogas. Siempre hay cura, hay soluciones para todo, menos para la muerte.

—he ido a más de cinco psicólogos; he ido a terapeutas, a charlas como estas. Pero ya nada tiene cura. Es una adicción, es una desesperación que no me deja.

—Chicos hemos terminado el día de hoy. Ya se pueden ir, y recuerden que cada día es otra vida para agradecer—exclamó el psicólogo en voz fuerte.

—Ya es hora de irnos... Cuenta conmigo, podemos ayudarte. Ahí donde ves a mi hermana ella es un amor; ¿podemos hacer algo por ti?; ¿ayudarte o viceversa?, ¿conocernos? O lo que sea, pero... no te quiero ver así; decaída por esa oscuridad.
sé lo difícil que es encontrar la luz.

—hablas de amor—bufa—Amor, Fuckyou amor. Eso es lo que necesito, lo que todos necesitamos, y más amor de familia—ella con las grandes y anchas mangas de su suéter, limpia sus lágrimas—nadie en esta vida nos escucha.

—Yo te escuchó, porque no todos somos escuchados…

El silencio invadió el momento entre nosotros. Hasta qué… Me abrazó, sin previo aviso, me abrazó tan fuerte que yo igual la abracé fuerte, ¿desconocidos?, pero a veces necesitamos más abrazos de personas desconocidas, abrazos que llenan y reinician tu jodida vida, para darle otro sentido.

Emma, se acercó a nosotros, y sin decir ni una palabra se unió a nuestro abrazo. Todos sintieron qué necesitábamos unión y muchos abrazos; no tardaron en unirse los demás. Nos abrazamos entre todos y se sentía tan bien.

Todos necesitamos abrazos.

No abrazos mediocres.
No abrazos hipócritas.
No abrazos fantasmas.
No abrazos reales, con puñaladas a nuestras espaldas.
Necesitamos abrazos, más que reales, llenos de lo que muchos temen, muchos odiamos, muchos nos cuesta, abrazos junto con aquella palabra de solo 4 letras. Aquella palabra aunque corta, simbólica, AMOR.
ABRAZOS LLENOS DE AMOR, ABRAZOS QUE TE REINICIAN LA VIDA Y QUEDAN MARCADOS COMO UN TATUAJE EN NUESTRO CORAZÓN  SEAN DE REMINISCENCIAS.
ABRAZOS QUE NO TODOS DAN.
ABRAZOS QUE NECESITAMOS A DIARIO COMO UNA DOSIS.

El momento fue único, se sintió bien vernos todos abrazados, todas las personas que teníamos problemas profundos, personas diferentes, personas que no eran escuchadas. Nos separamos después de vivir los mejores ABRAZOS, marchándose cada uno con una sonrisa plena.

—¡Hey! Gracias. Fue un placer, ojalá y el destino o la vida nos permita vernos otros días más—dicto la chica.

—De nada. ¡Ah!. Por cierto me llamo Eytan. Un gusto—estreché mi mano.

—ella sonrió—me llamo Kler—ella estrechó igual su mano, uniendola a la mía.

—y yo Emma querida, disculpa por esos puñetazos que nos dimos. ¿Aún sigo adolorida?... —Emma irrumpió tomando el hombro de Kler.

—Perdón a mi, que vergüenza por provocarte, veo que no te dejas de nadie.

—las buenas amistades comienzan con puñetazos—bromeó—seremos mejores amigas— Emma sonrió abrazando a Kler.

Cada uno tomó su rumbo. Emma y yo nos fuimos caminando, nuestra casa no quedaba tan lejos, hablábamos del momento, de la experiencia. Y de la chica Kler.

No dejamos clara una amistad, pero así comienzan las buenas.

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