CAPÍTULO 19
La Cita
Estaba en la ducha, me imaginaba la cita con Yazetmith, ya habían pasado 4 meses desde que nos conocimos, desde aquel accidente donde comenzó todo, pensaba en cómo sería nuestra cita, mientras el agua de la regadera recorría todo mi cuerpo desnudo.
Ya había planeado algo especial, si era nuestra primera cita quería que todo saliera perfecto. Salí del baño, con mi cabello pegado a los lados mojado, goteando, la toalla a mi cintura, tenía en la cama el traje, no tan formal qué me iba a colocar, decidí por algo simple, sencillo, pero elegante.
Me puse un Jeans negros, un poco ajustado, prosegui con un suéter de lana cuello de tortuga color beige, y una chaketa de Jeans, tenis blancos, y ya estaba casi listo. No era muy claro para las modas, pero el espejo me confirmaba que me veía bien, terminé con un reloj en mi mano izquierda, y lo que nunca puede faltar, el perfume, perfume por todos lados, me sentía cómodo, fresco, agradable, me sentía el tipo de chico que levantaría miradas, no soy egocéntrico, pero a veces un toque de ello no asentaba mal.
Me despedí de mamá, y papá, Emma se había ido, con Jason, después de todo, mamá y papá, lo aceptaron como su yerno; él era un buen chico, eso creía... Pero no podía arruinar la felicidad de Emma si ella lo quería.
Me monte en el auto y me marcho.
Minutos después:
Recogí a Yazetmith, en su casa, la vi salir con un vestido negro brillante, su cabello planchado qué le llegaba a la cintura, sus mirada tan regía, con un maquillaje suave, y sus labios rosados, tacones transparentes, qué dejaban ver sus hermosas uñas color blanco. Ella era la chica de mis sueños, la quería, la amaba.
Su perfume embriago mi nariz, que me hipnotizó por un par de segundos.
—¿Estamos listos?—preguntó después de montarse y saludarme con un beso en la boca.
—más que listos, ¡estamos bellos!.
—Estas hermoso hoy
—no más que tú
—Tu estas más qué hermoso
—No. ¡tú estás más hermosa! Soy un simple mortal más—sonreí
—ella me devolvió la sonrisa—pues esta noche seamos inmortales, para no morir.
—Me clavó en sus labios, besándola apasionadamente—Esta va a ser la mejor cita inolvidable de todas.
—Mi calendario está esperando porque así sea.
—pues hoy, 19 de junio del 2023, será imborrable
—sonrió, tomando mi mano—bueno, pues hagamos este 19 inolvidable.
***
Llegamos al restaurante , si bien sabía que la comida asiática era la favorita de Yazetmith.
—No creo que me hayas traído aquí, me encanta la comida de este lugar
—Bueno, para ti lo mejor.
—disculpa si incómodo, pero, me encanta la comida asiática pero... Pero hoy seamos simples, algo clásico.
—¿qué me estás queriendo decir?—frunci mi ceño, sonriendo de lado.
—Pues, soy ese tipo de chicas que aman los detalles, sí. Me encanta que me hayas traído aquí pero; me gusta lo clásico, el amor a la antigua... Vamos por unas hamburguesas en los puestos que están por la terminal.
—puse mi cara de asombro, sonriendo—¡¿qué?! ¿Es enserio?
—no te estoy mintiendo, soy clásica—levantó sus manos como gesto de sencillez—Pero si no te parece, esta bien.
—Pues, quería sorprenderte trayéndote aquí, pero comer hamburguesas ahí, tampoco suena tan mal... Si tú lo dices, vamos por ellos. También me gusta el amor a la antigua.
—esque, siempre veo que las primeras citas tienen que ser las perfectas y mejores. Y no me considero presumista, me encanta lo sencillo.
—A mi me gusta lo sencillo, y convertirlo en tiempos perfectos.
Sin hablar más, nos montamos nuevamente en el auto y marchamos hasta llegar minutos después a la terminal donde habían infinidades de puestos ambulantes de comida rápida.
La gente nos miraba extraño, porque estábamos tan bien arreglados y perfumados, que no evitamos que alguien nos pusiera el ojo. Nos sentamos en las mesitas plásticas, mientras éramos atendidos, nos recibieron con tanto amor, que se sintió bien estar allí.
Minutos después, nos sirvieron las hamburguesas, Yazetmith sacó su teléfono, y una selfie marcó el momento, fueran tantas fotos, que no sabía si en todas saldría bien.
—¿No sabía que te gustaran las hamburguesas?
—Me encantan, la vida fitness no es mucho para mi—sonrió, limpiando sus labios manchados en salsa.
—¡Eso es como tirar puntas Ehh!
—se ríe—No lo digo por ti, bebe, lo digo, porque, a veces una hamburguesa no es mala para el cuerpo.
—eso es totalmente cierto—tome una servilleta, y limpie su boca, que aún tenía mostaza.
—¿Veo que te gusta mucho la salsa tártara?
—Me fascina, no se como pueda darte besos ahorita con mi boca olorosa a ajos.
—solté una carcajada—pues... ¡Salsa de ajo te beso!—me acerque a su rostro poco a poco, hasta besarnos en sincronía.
—Bueno, la noche aún es joven.
—totalmente, aún ahí más sorpresas, esta cita tiene que ser especial.
—Enserio... Eytan, eres tan—enganchó sus brazos alrededor mi cuello—eres un amor, el hombre que cualquier chica envidiaria.
—Pues tienes que cuidar a este hombre—sonreí dándole un beso corto.
Una vez acabadas las hamburguesas, pagamos la cuenta, el señor era tan amable, que nos echó la bendición. Nos montamos en el auto, y seguimos con nuestra cita, la estaba pasando increíble a su lado, era un sueño, un sentimiento profundo.
—esta última si va hacer una sorpresa, así que, ponte este antifaz
—Esa sorpresa me empieza a estremecer.
—No es tanto, solo quiero darle lo mejor a la persona que se atrevió a enamorarme con locura—dejame colocarte esto. Ella cogió su pelo hacia adelante y yo le vendé los ojos con un antifaz. Y bajamos del auto, iba caminando tras de ella con mis manos puestas en sus ojos, para evitar que viera.
Pasamos un par de pasillos, y varios minutos en ascensor.
Hasta llegar a la puerta. La abrí, y se apreció una oscuridad.
—Hemos llegado—exclame, cerrando la puerta.
—Estoy nerviosa.
—Yo lo estoy más que tú.
—1...2...3... —Le quite el antifaz, encendiendo las luces al mismo tiempo.
Yazetmith llevo su manos a su boca, con gran impresión, unas lágrimas escaparon de su ojos.
Era ese tipo de chicos detallista, y con la persona que amaba lo intentaba serlo así fuera con la simpleza del arte de nosotros.
Un habitación llenas de rosas, con un peluche gigante, bombones de chocolate, flores, pétalos de rosas, y cartas con un mensaje amoroso, como los tiempos antiguos, y sobre todo, aquel cuadro de su rostro precioso que había pintado meses atrás, que le terminaba de dar ese asombro.
—Ey-Eytan... Esto es demasiado.
—para ti lo mejor.
Ella caminó, abrazando el gran oso, pasando sus manos por el óleo del cuadro, viendo cada detalle.
—esto sin duda alguna es… es hermoso.
—Hermosa, mi modelo.
—se lanzó en mis brazos enganchado sus manos en mi cuello, tocando su frente con la mía—Siempre... Somos unas cajas de sorpresas, pero tú, tú—nuestros labios se unieron en sincronía, besos húmedos, apasionados, que me llevaron a la cama.
—No quiero apresurar para esto—susurre
—yo tampoco, pero quiero contigo.
—siempre he tenido en mente que el amor no se demuestra solo en la cama... Yo...
—shhh—pasó su dedo anular en mis labios, como señal de silencio,
—¿Estás segura?
—estoy más que segura.
Nuestros labios se unieron nuevamente en perfecta sincronía, nuestras lenguas danzaban como pincelada en el óleo, y sus labios rosados, como bocado para mí.
Nos mirábamos fijamente a los ojos, jadeantes, con deseo.
Baje su vestido con total delicadez, hasta su cintura. Ella quitó mi suéter por encima de mi cabeza, besándome el cuello, y mí cuerpo. La abrazame fuertemente, que las marcas en su piel blanca quedaban marcadas en carmesí ligeramente. Quité su brasier, quedando sus senos expuestos a mí.
Soy totalmente franco, era mi primera vez, nunca había estado con una chica íntimamente, estaba excitado, pero más que eso, enamorado de la chica que iba a ser mía. La gire quedando desolada para mí, baje todo su vestido, besando su nuca, la volví hacia mi, los besos eran más placenteros y feroces. Llevé mi mano hasta abajo y bajé sus pantys con delicadeza. Ella me giró y me dio un pequeño empujón qué caí a la cama, quitando mis pantalones, hasta quedar nuestros cuerpos desnudos, como arte, que pincelaba cada momento. El cuerpo desnudo era una forma de arte única y él deseó qué penetraba nuestros huesos, dándonos un leve escalofrío.
Siempre era precavido, tardé o temprano esto pasaría, saque de mis jeans un preservativo, me lo puse, Yazetmith se subió encima. Y comenzamos el acto de vaivén.
Se sintió placentero, agradable, único. Especial.
Las horas pasaron, el reloj marcó las 12:11 minutos.
—Estuvo increíble—musitó Yazetmith
—Contigo todo es agradable
—No me imaginaba esto.
—ni yo.
—pero aquí estamos
—hay una sorpresa más...
—¿Otra sorpresa?, ¡es enserio bebe!—exclamó Yazetmith.
—si—salte de la cama, primera vez que me sentía cómodo andar desnudo, sin sentir vergüenza, después del acto todo eso se había ido, saque de los bolsillos una cajita pequeña—esta es la sorpresa. Habrélo.
—No me quiero imaginar—la abrió con una sonrisa marcada en su rostro, dejando ver un collar, bastante lujoso y precioso.
—Eytan, está precioso.
—Me permites ponértelo.
—claro—tomó Su cabello llevándolo hacia delante, le puse el collar que se adaptaba e iluminada en su lienzo blanco, en su piel blanca.
—Está perfecto.
—esto es como, acto, de... ¡¿Ahora si podemos ser novios formales?!
—ella sonrió, abrazándome—claro que sí podemos ser novios formales.
—¿ahora sí podemos presumir?—expuse, dando una sonrisa de lado.
—Obvio que sí.
Nos besamos, ¿aun la noche era joven? ¡Si!, podríamos intentarlo una vez más. Nos besabamos, con un segundo deseó. Hasta que mi teléfono replicó en los bolsillos de mis jeans.
Me levanté, puse mis bóxer, y tomé el teléfono, era una llamada perdida de un número desconocido.
Marque pero la llamada no cayó, así que encendí los datos móviles. No tardó ni un segundo cuando miles de mensajes de mamá, papá, y Kler, reventaban mi celular, llamadas perdidas sin parar.
Un último mensaje de Kler, me dejó estupefacto, que mi ojos se llenaron de lágrimas, caí de rodillas al suelo.
No lo podía creer.
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