Seis meses después
Mi relación con Hana crecía cada vez más en los últimos meses, ahora mismo iba de camino a la casa de ella. Comeríamos juntos y conocería a sus padres de los cual ella siempre hablaba.
Mis manos y piernas temblaban, un poco de sudor caía por mi frente y no sé por qué. Tsunade y Jiraiya no habían podido venir pero no dijeron la razón, por eso camino solo.
La casa de Hana estaba alejada del centro de la aldea, se encontraba en el bosque, rodeada de árboles y naturaleza.
Sus padres eran los únicos individuos de su clan, por lo que escuché, hubo una guerra de clanes y los únicos sobrevivientes fueron estos, dándoles reconocimiento por haber ganado la guerra y por ser grandes shinobis.
Llegué a la casa, me acerqué a la puerta, respiré profundo y golpeé tres veces.
— ¡Yo voy!.— escuché desde adentro a la castaña e inconscientemente sonreí.
La puerta se abrió velozmente y pude ver a mi amiga con un kimono rosa de flores y un rodete que sostenía su cabello largo.
— E-Estás muy... bonita.— fue lo.primero que salió de mis labios y ella se sonrojó al igual que yo.
— Gracias.— hizo una reverencia y me abrazó luego.— Ven, ya estará el almuerzo.— tomó mi mano y me hizo pasar.
Me saqué mis sandalias y juntos fuimos a la sala. En una silla se encontraba un hombre leyendo el periódico que, al escuchar nuestros pasos, dejó lo que hacía y nos miró. Él se levantó y se puso frente nuestro, se agachó a mi altura y me inspeccionó con la mirada.
— Asi que.. tú eres de quien habla mi hija todo el dia.— habló con su semblante serio, que podría horrorizar a cualquiera. Tragué saliva costosamente. Si dijera que no me aterra estaría mintiendo.
— Papá..— Hana estaba ruborizada y con sus brazos cruzados, su padre volvió a enderezarse.
— Un gusto Orochimaru, soy Tukusama Tishio, el padre de Hana.— sonrió amigable repentinamente y extendió su mano a mí, casi de inmediato la estreché.
— El gusto e-es mío señor.— alce mi voz temblorosa.
— Tranquilo, no te haré nada.— se burló, yo corrí la mirada con vergüenza.
— ¡Mamá! ¡Orochimaru llegó!.— gritó Hana de repente, sacándome del apuro.
— ¡¿Ya llegó?!.— dijo a lo lejos una voz femenina bastante parecida a la de Hana solo que un poco más aguda. Unos pasos ansiosos comenzaron a resonar por la sala y de una puerta salió una señora rubia de ojos celestes, bonitos, pero no tanto como los de Hana. Al vernos corrió hacia nosotros con entusiasmo y una gran sonrisa.— ¿Orochimaru? ¡Que niño tan atractivo!.— me abrazó de repente y yo correspondi algo nervioso y confundido.— Soy Misuki, la madre de Hana.— se separó y sonrió mucho más.
— Es un gusto señora Tukusama.— hice una reverencia.
— ¡Ay!.— soltó un pequeño gritito, levemente sonrojada.— No seas tan modesto, solo dime Misuki, cariño.— ahora sé de donde sacó Hana su hiperactividad.— He escuchado tanto de Tsunade, Jiraiya y tú, Hana habla todo el dia de ustedes.— comenzó a acercarse a mi oido.— Pero créeme que tú eres de quien más habla.— podía sentir mis mejillas arder, la señora Misuki me guiño un ojo y soltó unas risillas. Ella iba a volver a hablar pero Hana la interrumpió.
— Mamá.. la comida.— Hana olfateaba con el ceño fruncido. Vimos donde ella se dirigía y humo salía de una de las salas que al parecer era la cocina.
— Creo que.. tu padre debió haber cocinado.— se excusó ella, Hana y su padre rieron con los ojos cerrados y rascaron su nuca al mismo tiempo. Son muy parecidos..
— No se preocupen, sabía que esto pasaría e hice ramen.— el señor Tukusama sonrió victorioso.— Vayan a sentarse niños, yo les serviré y... veré si no se incendia la casa.— al instante corrió a la cocina, nosotros no dijimos nada y sólo obedecimos.
La señora Misuki también se sentó y me miró mientras apoyaba sus brazos en la mesa y su rostro en sus manos.
— Y dime Orochimaru, ¿tú también buscas ser hokage como Hana?.— preguntó curiosa con una leve sonrisa, sacando tema de conversación.
— En realidad nunca pensé en mi futuro.. Solo quiero ser un gran shinobi.— me encogi de hombros, desinteresado.
— ¡Él será mi guardaespaldas cuando yo me convierta en Hokage!, ¿verdad Orochimaru?.— saltó la castaña entusiasmada, yo asentí.
— Exacto, yo la cuidaré mientras ella ejerza su cargo.— no podía ocultar mi emoción, Hana sonrió mostrando sus blancos dientes.
— Y yo no dejaré que nadie lo toque, ese fue nuestro juramento.— puso su mano en el lado izquierdo de su pecho y yo la imité, luego reímos juntos.
— Ows, eso se oye grandioso.— comentó la señora Misuki, el señor Tukusama volvió con tazones de ramen y nos los entregó. Tenía un olor realmente estupendo.
— Que lo disfruten pequeños.— dijo, todos dimos las gracias y empezamos a comer. No pude evitar abrir mis ojos con asombró al degustarlo.
— Señor Tukusama, ¡esto sabe estupendo!.— exclame con emoción, inconscientemente, él sonrió.
— Gracias Orochimaru, me alegra que te guste.— hizo una leve reverencia.— Orochimaru, he escuchado que tú eres un gran ninja ¿no es así?.— preguntó, tomando sus palillos.
— Yo.. realmente me esfuerzo pero no sé si soy tan grandioso..— admiti un poco avergonzado por su pregunta. No me gustaba ser muy egocéntrico.. Tengo habilidad como shinobi pero no hacia falta andar fanfarroneando.
— Si lo es, aunque no pueda ver, si puedo escuchar.— Hana dijo rápidamente, saltando un poco.
— ¿Te gusta ser ninja?.— su padre sonrió alegremente al ver a Hana.
— Así es.— asentí con una leve sonrisa.
— ¿Acaso haz heredado el poder de tus padres?.— preguntó la señora Misuki con la boca llena. Mi corazón se paralizó.
Mis.. padres..
— Mamá..— susurró Hana en forma de advertencia para que no siguiera con el tema y yo frunci el ceño.
— ¿Ellos son buenos ninjas?.— volvió a interrogar, sin haber escuchado a la ojiazul.
¿Lo fueron?
— E-ellos..— susurré y apreté mis puños sin saber qué contestar.
¿Qué decir? Yo.. no los conocí.
— ¡Mamá ya basta! haces que él se sienta incómodo.— mi amiga se levantó y los tres la miramos sorprendidos, tenía sus ojos cerrados y los puños también.
— No Hana, no te preocupes.— dije también levantándome y poniendo mi mano sobre su hombro, para tranquilizarla. Miré a su madre que se veía confundida.— Señora Misuki, yo no conocí a mis padres, ellos murieron cuando era muy pequeño.— sonreí forzosamente, intentando que las lágrimas que se habían acumulado en mis ojos no salieran.
La sala quedó en silencio y la castaña bufo para luego sentarse otra vez junto a mi, yo miraba mi comida, intentando dejar mis pensamientos de lado.
— Lo siento pequeñin, no lo sabia.— se disculpó apenada mientras el señor Tukusama tomaba su mano.
Nunca había hablado de mis padres tan tranquilamente y con tanta confianza, Hana lo sabía pero porque ella misma lo había descubierto. ¿Qué me esta pasando? ¿Por qué me siento tan bien a su lado?
— ¡No se preocupe! preguntando se descubre.— exclamé para dejar a un lado esa fea atmósfera, sintiendo rápidamente mis mejillas arder. La señora Misuki volvió a sonreír y Hana volvió a abrir sus ojos.
(...)
Hana y yo habíamos terminado de almorzar y ahora ella jugaba con mi cabello mieras me contaba de sus hazañas junto a Mick, yo la escuchaba atentamente. Sus padres nos miraban mientras sonreían y la señora Misuki parecía muy emocionada.
— ¿Te agradaron?.— escuché que me preguntó ella, refiriéndose a sus padres.
— Más que eso.. son muy amables y divertidos.— opiné con una sonrisita leve.
— Me preocupaba que no te agraden, algunas veces pueden ser.. raros.
— Nosotros también lo somos.— comenté y reímos al unísono.
— Tienes razón.— asintió. Yo la miré, se veía encantadora como de costumbre. Sus mejillas rosadas y sus ojos brillantes causaban un revoltijo en mi estómago.
Inevitablemente sonreí.
Me enseñaste el significado de tener una familia.
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