Indefinidos meses después.
Desde hace unos meses que Hana volvió y pudimos hacer todas las cosas tipicas que hacen las parejas felices. Era estupendo estar con ella, tenerla a mi lado, consolarla y hacerla reír.
También mis experimentos comenzaban a funcionar, con algunos efectos secundarios, pero así se empieza.
— ¡Hey! yo también los he extrañado y ni hablar de su precioso ramen.— Hana babeaba pensando en su comida favorita mientras nosotros reíamos.
El chef nos trajo nuestra orden luego de unos minutos y mi novia comenzó a comer como antes lo hacía, a horcadas.
— Vas a ahogarte Hana.— la regañé con una muy leve sonrisa, ella achino sus ojos y puso una de sus manos en mis labios.
— Stsshhhh.— me calló con una sonrisa, mostrándome los fideos en su boca. No pude evitar soltar unas carcajadas.
Como la amo..
— ¡Muchachos!.— escuchamos un grito, Jiraiya venía corriendo a nosotros y abrazó a Hana por la espalda.— ¿Cómo están los tortolitos?.— yo lo fulmine con la mirada, él me sacó la lengua.
— ¡Muy bien!.— Hana exclamó.— ¡Mira!.— ella se acercó rápidamente a mí y me besó de repente, mi rostro se enrojeció.
Aún no me acostumbraba a la calidez de sus labios y el dulce sabor que contenían.
— ¡Wooo!.— festejó aquel peliblanco.— Me encanta verlos juntos.— nos dio unos codazos, actuando con picardía, haciéndola reír a ella y ocasionando una mueca de disgusto.
— ¿Cómo esta su cara, Jiraibobo?.— preguntó la castaña con sus mejillas rosas.
— Rojo como un tomatito.— exageró mi compañero y apretó una de mis mejillas, yo saqué su mano de mi rostro, algo avergonzado.
— Callate.— frunci mi ceño, ellos dos rieron juntos y alegres.
La miré mientras lo hacía.. como si fuera lo único en el mundo y analice todo su rostro con cierto gusto.
Aún no puedo comprender cómo alguien como ella estaba a mi lado, completamente diferentes y a la vez tan parecidos.
— ¿Y qué haces aquí, ternurita?.— le preguntó Hana curiosamente a Jiraiya, volviendo a comer.
— Oh, bueno..— murmuró nervioso y rascó su nuca. Lo miré extrañado.
Tiene algo que decir.
— Habla Jiraiya.— ordene serio, terminando mi plato.
— B-bueno.. ustedes saben.. ¿sobre los rumores de la guerra?.— titubeó, Hana dejó sus palillos y su cabeza se agachó. Pude percibir lo mal que se sintió de repente.
— Hana..— balbucee al ver sus ojos y puños cerrarse con fuerza.
— Morirá tanta gente por.. la guerra.— de repente golpeó la barra, enfadada.— ¡¿Por qué?! ¿Por qué no existe el amor?.— cuestionó con pena, algunos en el puesto voltearon a verla.
— Tranquila Hana.— intentó calmarla Jiraiya y acarició su hombro, ella negó con exasperación, necesitaba decir todo lo que pensaba y no arrepentirse.
— ¿Cómo quedarse tranquila? ¡sabiendo que nuestros amigos y compañeros pueden morir!.— reclamó y tomó su cabeza. Lágrimas se acumularon en sus ojos y yo no supe que decir o hacer.
Quizás tenia razón pero.. de eso se trata la vida ¿no? Vivir y morir.
— Pero no habrán muerto en vano, lucharon por su aldea, ¡si mueren lo harán como héroes!.— intentó justificar el peliblanco, mi novia volvió a negar rotundamente.
—Nadie nos asegura que..— la castaña hubiese podido terminar su frase pero yo no le permití seguir.
— Hana, calla.— la obligue con mi voz ronca, su rostro se dirigió a mi.— quizás mueran pero.. ese es el camino de la patética vida que llevamos, sacrificarnos o vivir con la culpa..- Hana fruncio el ceño.— Además, si la muerte es la que te preocupa, yo te protegeré con mi vida si es necesario.— dije pero en vez de hacerla sentir bien, consolarla, fue todo lo contrario.
— E-ese es.. un pensamiento muy egoísta.— pude sentir por el tono de su voz quebradiza que su corazón se estrujaba con fuerza.— ¿Por qué yo sola debo ser protegida?.— chilló y apretó sus labios, esperando por mi respuesta.
Nadie hablaba en el restaurante, todos estaban pendientes de nuestra charla. Sus rostros demacrados y desanimados nos hacían ver lo notable que era su preocupación por la muerte.
— Porque no soy lo suficientemente fuerte para proteger a todos.— admiti con mi voz apagada y nos quedamos en un sepulcral silencio, ninguno tenia más para decir.
Nadie quería morir y arriesgarse a perder sus preciadas vidas pero la guerra no cumpliría ese deseo.
Hana estaba triste, su cabeza agacha, ojos cerrados y respiración levemente agitada. Iba a tomar su mano a no ser por la interrupción de otra voz.
— Hola chicos.— Tsunade había llegado junto a Dan, Jiraiya enrojeció al verla con su sonrisa resplandeciente.
— Hola.— saludamos los tres al unísono, con nuestras cabezas en otros lugares.
— ¿Pasa algo?.— preguntó Dan con cierta preocupación pero nadie contestó.
El sonido de las ollas en la cocina era lo único que tapaba el silencio que nuestros lamentos habían creado.
Jiraiya se levantó y se estiró como si nada, ganándose nuestra atención.
—Bien..— batió el cabello de mi novia y sonrio con pena.— Es hora de retirarme, nos vemos.— el peliblanco salió del puesto con sus manos en los bolsillos y despreocupación.
Pero yo sabía la causa de su cambio tan repentino.
— ¿Se encuentran bien?.— ahora Tsunade habló preocupada mientras veía salir a Jiraiya
— Si, no te preocupes.— Hana habló y dejó dinero en la barra para levantarse, tomar mi mano y llevarme fuera.— Luego nos vemos, pasen buena tarde.— dijo antes de salir completamente.
— Cariño, ¿qué pasa?.— me atreví a preguntar extrañado mientras ella me llevaba corriendo a algún lugar.
— Por más que quiera a aquellos dos.. Jiraiya sufre, no puedo escucharlos juntos mientras mi mejor amigo es destrozado.— su voz sonaba entrecortada y sentí una punzada en mi pecho.
¿Qué es esto? ¿Por qué me siento.. ofendido?
— Él lo eligió así.— hablé luego de unos minutos y Hana fruncio su ceño.
— ¡No, él no lo eligió!.— discutió, su rostro sonrojado me demostraba lo furiosa que estaba.
¿Por qué quiere defenderlo tanto?
— Si él no fuera tan cobar..— un picazón en mi mejilla derecha había empezado a aumentar su volumen, Hana tenía sus ojos cristalizados y su mano seguía en mi mejilla.
— ¡No te atrevas a terminar lo que ibas a decir!.— me ordenó de un grito.— ¿Cuándo te volviste tan idiota? ¿En serio crees que es un cobarde? ¿Él? ¡¿Quién siempre saca una sonrisa a flote para no poner mal a su equipo y tiene que sufrir viendo aquellas escenas?!.— soltó mi mano con repulsión y furia..— ¡Cobarde serás tú que prefieres dejar morir gente antes de perder!.— y se fue rápidamente, dejandome congelado.
No.. sabía que se pondría tan mal.
(...)
— Hazlo por Hana.— me volví a repetir e inyecte aquel líquido verde fluorescente por mis venas, sintiendo el ardor recorriendo mi piel y como cada milímetro de ese liquido pasaba.
Rápidamente todos los efectos emergieron. No pude mantenerme de pie por mucho tiempo y al sentarme escribí en la libreta.
Volver a intentarlo.
Mi cabeza daba vueltas y el aire me faltaba. Lo único en lo que podía pensar era en aquella castaña.
— Hana..— sonreí al pensar en ella, su voz, su cuerpo, su sonrisa.. hasta recordar nuestra pelea hoy día.
Debo ir a disculparme sí o sí.
Me levanté otra vez y saqué aquella tela que apretaba mi brazo para acomodar mi ropa y salir a paso de tortuga.
El viento soplaba violentamente y mi cuerpo se tambaleaba como una hoja.
Que deplorable de mi parte salir así.
Aunque la casa de Hana no quedaba tan lejos de la mía, ya estaba frente a su puerta, golpeando para que me abra. Escuché sus pasos y como lentamente fue abriendo la puerta, con un kunai en mano. Al abrirla completamente y sentirme -quizás- solto su kunai y vino a abrazarme.
Con tan solo oler su aroma a margaritas supe que todo estaría bien; los efectos de aquella inyección desaparecieron.
— Sabía que si lo deseaba se cumpliría..— sollozo en mi pecho mientras yo acariciaba su cabello.
— Si.. ¿lo deseabas?.— murmure confundido, ella asintió.
— Desee que estuvieras aquí..— confesó mientras mi corazón se encogía, con ternura.
— Lamento mucho lo que dije, son sólo celos, no creo nada de lo que dije sobre Jiraiya.— admiti, Hana se separó de mí y yo limpié las pequeñas lágrimas que caían por sus mejillas.
— Ya.. no importa..— murmuró y tomó mi mano para hacerme pasar a su casa. Nos sentamos allí, en el sofá, y recosto su cabeza en mi hombro.
— C-cariño, quiero decirte algo.— formuló con nervios luego de estar unos segundos en un silencio acogedor.
— Te escucho.— miré sus bellos ojos azules perdidos.
— Orochimaru.. quiero estar por siempre contigo.— se puso firme y tomó mis manos con las suyas temblorosas.
— Lo estaremos, jamas te dejaré.— acaricie su suave piel con mi pulgar.
— No Orochimaru, quiero unirme a ti en cuerpo y alma.— negó mientras intentaba tapar su rostro avergonzado con mechones de cabello.
Entendí lo que quería decir y no pude evitar enrojecerme.
— Tú dices.. de esa.. manera.— Hana también estaba bastante sonrojada.
— S-sí..— asintió, yo sonreí con algo de nervios y tomé sus mejillas.
— Si lo deseas.. entonces se cumplirá.— ella sonrió sorprendida y avergonzada, unimos nuestros labios mientras lentamente nos recostabamos en aquel sillón de terciopelo y uníamos nuestras almas a besos y caricias.
Me enseñaste a creer en los deseos y me demostraste lo inolvidable que son las primeras veces.
Tarde porque perdí todo el progreso que tenia, I'm sorry.
Y el final ya esta esperando a ser publicado💔
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