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Capítulo 2

Una semana había pasado desde el incidente que dejó a Taehyung al borde del trauma. Durante esos días, su vida se había convertido en un ejercicio de constante vigilancia. Miraba sobre su hombro al caminar, desconfiaba de los ruidos repentinos y, cada noche, aseguraba puertas y ventanas con un cuidado casi obsesivo. A pesar de su intento por mantener la normalidad, el miedo se aferraba a él como una sombra imposible de sacudir. Por suerte, Yoongi había estado ahí para ayudarlo. Todas las noches, sin falta, iba a su casa y se quedaba con él hasta la mañana siguiente, convirtiéndose en su soporte principal. Aunque la compañía de Yoongi le ofrecía un respiro, Taehyung no podía evitar sentirse en un estado de constante alerta.

Ese día, el trabajo se presentó como una rutina que ofrecía cierto grado de distracción. Kim Taehyung entregó a Choi Minho el informe que le había solicitado la semana pasada. Era un análisis detallado de costos operativos y la proyección de ingresos para los próximos dos años de la empresa. Minho lo recibió con una sonrisa cortés, agradeciéndole brevemente antes de volver su atención a otros asuntos. Por un momento, Taehyung sintió alivio al pensar que no habría más interacciones incómodas con él por el resto del día. Sin embargo, esa tranquilidad fue efímera.

Por la tarde, una notificación en su correo electrónico le indicó que debía asistir a una reunión en la sala de juntas. Su corazón dio un vuelco al leer que Minho y los directivos de la reunión anterior también estarían presentes. Aún cargaba con el peso de la tensión de la última vez que estuvo en esa sala, pero no tenía más opción que asistir.

Cuando llegó, todos ya estaban sentados, con expresiones serias y profesionales. Choi Minho estaba en el extremo de la mesa, luciendo completamente cómodo, casi como si dominara la situación con su sola presencia. En el centro de la discusión estaba la autorización de un nuevo presupuesto destinado a la expansión de una de las divisiones principales de la empresa, un proyecto ambicioso que requería una inversión considerable.

Kim Taehyung no comprendía por qué un asunto de tal magnitud no fue discutido la semana anterior. Esto le hubiera dado el tiempo suficiente para estudiar con mayor detenimiento esta propuesta, pero, lamentablemente, esto no fue una opción. Se limitó a escuchar y memorizar cada dato. Lo apuntaba en su agenda virtual, pero se aseguraba de que esa información también permaneciera en su mente.

El presupuesto propuesto incluía:

- Costos de Infraestructura: Remodelaciones de oficinas y adquisición de nuevos espacios, ascendiendo a unos 2.5 millones de dólares.
- Recursos Tecnológicos: Compra de software y hardware actualizado para aumentar la eficiencia operativa, con un costo aproximado de 1.2 millones.
- Contratación de Personal: Incorporación de más empleados especializados, incluidos ingenieros, analistas y diseñadores, con un presupuesto destinado de 800,000 dólares.
- Campañas de Marketing: Proyecciones de campañas publicitarias nacionales e internacionales, estimadas en 1 millón de dólares.
- Costos Operativos Generales: 500,000 dólares adicionales para cubrir imprevistos o ajustes necesarios durante el desarrollo del proyecto.

En total, la inversión ascendía a 6 millones de dólares. Taehyung escuchaba con atención mientras los directivos discutían los detalles, presentando proyecciones de rentabilidad y justificando cada partida del presupuesto. Todo parecía perfectamente calculado, aunque no podía evitar sentir una cierta desconfianza. Había algo en la forma en que Minho conducía la reunión, con esa calma calculadora y esa sonrisa que siempre parecía ocultar algo, que ponía a Taehyung nervioso.

En cierto punto de la reunión, Minho le entregó un conjunto de documentos financieros, todos organizados en carpetas de cuero negro con el logo de la empresa grabado en relieve. Eran contratos de aprobación presupuestaria, documentos que aseguraban la distribución y uso del dinero de acuerdo con lo establecido en la propuesta. Entre ellos también se incluían cláusulas sobre la reestructuración interna y el reparto de responsabilidades entre departamentos. Cada directivo ya había firmado, y la única firma que faltaba era la de Taehyung.

Taehyung tomó los documentos y los leyó con detenimiento, revisando cada cifra y cada cláusula. No podía permitirse cometer un error. Sabía que cada uno de esos papeles representaba un compromiso financiero y legal que podría tener repercusiones graves si algo salía mal. Bajo la mirada expectante de todos, incluida la de Minho, que seguía sonriendo con esa expresión inescrutable, Taehyung firmó cada página. Su nombre quedó plasmado junto a los de los demás, un acto aparentemente rutinario, pero que para él llevaba un peso significativo.

Cuando terminó, Minho recogió los documentos y le dedicó una sonrisa.

—Excelente trabajo, señor Kim. Es un placer tener a alguien tan meticuloso en el equipo —espetó con un tono cordial, pero para Taehyung, había algo en sus palabras que lo hizo estremecer.

Esa sonrisa, esa misma maldita sonrisa, siempre lo inquietaba. No era la primera vez que Minho lo hacía sentir así, como si fuera un peón en un juego cuyas reglas no entendía del todo. Taehyung salió de la sala de juntas con el corazón acelerado, intentando convencerse de que todo era paranoia, que Minho no tenía ninguna intención oculta. Pero ese pensamiento no duró mucho. Había aprendido a escuchar su instinto, y su instinto le decía que nada bueno saldría de esa firma.

¿Por qué había firmado?

Bueno, era su trabajo y obligación después de todo.

+++

Cuando Taehyung abrió la puerta de su departamento esa tarde, sintió un extraño mas reconfortante aroma a especias y limpio. No esperaba encontrar nada fuera de lugar; después de todo, Yoongi había mencionado que pasaría un rato antes de regresar a su casa. Pero al cruzar el umbral, la visión de Yoongi parado en su cocina lo tomó por sorpresa.

El mayor de cabellos grises estaba de pie junto a la encimera, organizando varias bolsas de supermercado con la precisión de alguien que sabía exactamente lo que hacía. La imagen le recordaba a Taehyung del tiempo en el cual ellos solían vivir juntos, Yoongi solía encargarse de la mayoría de tareas en el hogar. Por aquel entonces, Taehyung recién estaba comenzando su primera pasantía mientras escribía su tesis en el último año de su carrera. El mayor lo había apoyado en todo, haciendo que siempre que tuviese un poco de tiempo lo utilizara para prepararse o descansar. La imagen frente a él en ese momento, era muy similar. Ahora Yoongi llevaba una camisa de algodón ligera, las mangas remangadas hasta los codos, y el cabello ligeramente despeinado, como si hubiera estado corriendo de un lugar a otro, en el pasado, casi siempre estaba en ropa deportiva o pijamas.

—¿Yoongi? — Preguntó Taehyung, dejando caer su bolso sobre el sofá mientras caminaba hacia él.

El aludido levantó la vista, pero no dejó de moverse, sus manos trabajando metódicamente al sacar productos de una de las bolsas.

—No había comida la otra noche —dijo sin rodeos, con una voz tranquila pero firme—. Ni siquiera pude prepararte un té cuando lo necesitabas.

Taehyung parpadeó, un leve calor subiendo por su rostro. Aquella noche, la más caótica, tenebrosa y agotadora de la semana, seguía cruzando por su mente. Él ni siquiera se acordaba que su refrigerador y despensa vacía había sido la razón principal por la cual él salió en primer lugar. Pero Yoongi, al parecer, no había dejado pasar el detalle.

—Y esta semana —continuó Yoongi, dejando un paquete de pasta sobre la mesa—, nos hemos limitado a pedir comida a domicilio porque llegamos tarde. No es una solución a largo plazo, Taehyung.

El menor quiso replicar, pero no encontró palabras que pudieran contradecir el razonamiento lógico de Yoongi. Miró las bolsas, una tras otra, llenas de frutas frescas, verduras, latas de sopa, un par de botellas de vino, e incluso una caja de té que parecía cuidadosamente seleccionada.

—No creo que debas seguir con la despensa vacía, especialmente con este frío —agregó Yoongi, deteniéndose para mirarlo directamente.

Había una calidez en su mirada que contrastaba con la firmeza de sus palabras, y eso fue suficiente para que Taehyung se sintiera repentinamente pequeño, aunque no de una manera negativa. No importaba cuántos años pasaran, Yoongi lo seguía regañando igual.

—Yoongi... —murmuró, acercándose lentamente.

—Compré lo esencial —continuó como si no lo hubiera escuchado—. Verduras para sopas, algo de carne, pan fresco. Oh, y encontré este té; huele increíble.

—Gracias. De verdad, gracias —agradeció Taehyung, interrumpiéndolo suavemente.

Yoongi lo miró sorprendido por un segundo, pero pronto sus labios se curvaron en una sonrisa leve. Antes de que pudiera decir algo más, Taehyung acortó la distancia entre ambos, colocó una mano sobre su espalda, y se inclinó para besarle allí, justo en el hombro izquierdo donde la tela de la camisa apenas cubría su piel.

El contacto fue breve, pero suficiente para que Yoongi se quedara en silencio, con las manos suspendidas en el aire. Taehyung aprovechó ese momento para rodearlo por la espalda, descansando su frente contra su cuello.

—No tenías que molestarte tanto —murmuró, su voz apenas un susurro.

Yoongi dejó escapar una leve risa mientras sus manos se posaban sobre las de Taehyung, que descansaban en su abdomen.

—No es molestia —respondió, su voz baja y calmada.— Ahora ve a darte un baño, ¿sí? Yo me encargo de la cena.

—¿Seguirás mandándome a la ducha cada vez que me veas cansado? — Cuestionó Taehyung con una sonrisa, aferrándose un poco más a él antes de soltarse.

—Mientras siga funcionando, sí.

Funcionó de maravillas a decir verdad. Por un instante, Taehyung se olvidó de aquella maldita noche, del contrato, de sus temores, simplemente se sintió tranquilo.

Esa noche, la casa de Taehyung se sintió más cálida de lo que recordaba en meses. La cena que Yoongi preparó fue sencilla, pero deliciosa, llena de sabores reconfortantes que hacían juego con la calidez de su presencia. Comieron juntos, no hubo muchas risas, solamente un recuento tranquilo de cómo les fue el día y un silencio cómodo. Luego incluso se instalaron en el sofá para ver una película, algo que muy pocas veces ellos tenían tiempo de hacer.

Yoongi permitió que Taehyung se recostara contra su hombro mientras luchaba por mantenerse despierto. Cuando finalmente se quedó dormido, el mayor no se movió, limitándose a ajustar la manta sobre ambos y bajar el volumen de la película.

A la mañana siguiente, el desayuno fue igual de tranquilo, aunque con la prisa habitual del trabajo. Mientras se preparaban para salir, Yoongi lo detuvo antes de que cruzara la puerta.

—No podré venir esta noche —le dijo, sus dedos rozando suavemente su muñeca—. Tengo que adelantar trabajo en casa, pero pasado mañana estaré aquí.

—No te preocupes. Estaré bien.

Yoongi lo observó con atención, como si buscara asegurarse de que decía la verdad. Entonces se inclinó para besar su mejilla.

—Vamos. Te llevo al trabajo.

El día comenzó con una atmósfera tensa en la oficina. Taehyung había notado desde temprano que las conversaciones entre los empleados eran más susurradas y que los rostros serios abundaban. Fue durante un descanso para tomar café cuando escuchó el rumor de que la empresa había fallado en cerrar un acuerdo crucial con 3D Group, una organización clave para la expansión de Letto. Taehyung sintió que su corazón se hundía. Sabía que el informe que había redactado estaba relacionado con esa negociación, y aunque se esforzaba por mantener la calma, la ansiedad lo consumía.

A medida que avanzaban las horas, el rumor crecía. Algunos decían que la negociación no llegó a buen puerto por discrepancias económicas; otros insinuaban que había habido un error en los documentos entregados por Letto. Cada teoría parecía más alarmante que la anterior. Para Taehyung, la incertidumbre era insoportable. Revisaba mentalmente cada detalle del informe que había preparado para asegurarse de que no había omitido nada importante, pero la duda persistía. La idea de que él pudiera haber sido responsable de un fracaso de tal magnitud lo inquietaba profundamente.

Cuando la jornada laboral finalmente terminó, Taehyung suspiró aliviado. Solo quería irse a casa y tratar de desconectar un poco del estrés del trabajo. Estaba guardando sus cosas cuando escuchó una voz detrás de él.

—Kim Taehyung —llamó Minho con su tono usualmente frío pero autoritario.

Taehyung se giró, encontrándose con la figura imponente de su superior. Minho estaba allí, con una expresión que no mostraba emociones claras. La situación lo incomodó al instante.

—¿Sí, presidente? —Respondió Taehyung, tratando de mantener la compostura.

—Necesito que me acompañes. Hay unos temas importantes de la empresa que debemos discutir —le indicó Minho mientras se ajustaba el reloj de muñeca.

El primer impulso de Taehyung fue negarse. Lo último que quería era estar a solas con Minho, especialmente después de lo que había pasado la semana anterior. Su instinto le decía que no era buena idea, pero sabía que no podía rechazarlo sin una razón válida. Minho, como si pudiera leer su reticencia, se cruzó de brazos y lo miró con un aire de paciencia limitada.

—No tenemos mucho tiempo, Kim. Tampoco tengo la paciencia para discutir esto aquí. Es sobre Letto, no sobre nosotros. Tengo un compromiso después de esto, así que vamos a hacerlo rápido —espetó, usando un tono que pretendía ser tranquilizador, aunque para Taehyung no lo era en absoluto.

Los ojos de Taehyung se dirigieron al asistente de Minho y al chofer, quienes estaban presentes en el estacionamiento de la empresa, observando la interacción. Esa pequeña presencia le dio algo de confianza, sabiendo que no estaban completamente solos. Aun así, no podía evitar sentirse vulnerable. Minho lo estaba presionando, y no parecía haber espacio para objeciones.

—Está bien, señor. Lo acompaño —respondió finalmente, aunque con cierta rigidez en la voz.

Minho asintió y comenzó a caminar hacia el estacionamiento. Taehyung lo siguió, sintiendo un nudo en el estómago con cada paso que daba. Cuando llegaron al auto, Minho se detuvo junto a la puerta trasera y se volvió hacia él.

—Sube —ordenó, como si fuera algo completamente normal.

Taehyung titubeó, mirando hacia el vehículo y luego hacia Minho. No quería entrar. Todo su ser le gritaba que se quedara fuera, que no se subiera al auto, pero Minho notó su resistencia y lo cortó antes de que pudiera decir algo.

—De verdad, Kim. No tengo tiempo para esto. Mi compromiso es importante, y lo que tengo que discutir contigo también lo es. Ahora sube, o me harás perder más tiempo del que ya hemos perdido.

¿Qué podría querer Minho? ¿Y por qué no podía esperar hasta el día siguiente en la oficina? La incertidumbre era casi insoportable. Por ahora, todo lo que podía hacer era esperar y mantenerse alerta.

Taehyung sintió que todas las miradas estaban sobre él. El asistente y el chofer de Minho observaban desde una distancia prudente, y aunque su presencia no era suficiente para calmarlo del todo, al menos le daba un poco de tranquilidad saber que no estaban solos. Con un suspiro resignado, finalmente se subió al auto. Apenas cerró la puerta, pudo escuchar los seguros siendo pasados y sentir la tensión en el ambiente crecer.

El auto avanzaba lentamente por las calles iluminadas de la ciudad, mientras Taehyung miraba por la ventana intentando apaciguar los nervios que le generaba estar en esa situación con Minho. Sin embargo, la calma aparente no duró mucho. Minho rompió el silencio con su voz fría y controlada, que hizo que un escalofrío recorriera la espalda de Taehyung.

—Seguramente ya has oído los rumores —comenzó Minho sin rodeos, su mirada fija en Taehyung—. Sí, es cierto. Letto no tuvo éxito en las negociaciones con 3D Group. Fue un desastre absoluto.

Taehyung tragó saliva, sintiendo un nudo en la garganta. A pesar de todo, trató de mantener la compostura.

—Lamento mucho escuchar eso, señor —respondió con cautela, eligiendo sus palabras cuidadosamente. Comenzaba a retomar el hilo de pensamientos de que tal vez se había equivocado en algo, lo que llevó al fracaso de esa negociación. Seguramente, ese era el motivo por el cual Minho daba más miedo que nunca antes, estaba furioso con él por su error. — Lo siento mucho, presidente.

Pero Minho soltó una risa seca y burlona que lo desarmó por completo.

—¿Lamentas escuchar eso? —Repitió con ironía, inclinándose hacia él con una expresión oscura—. Tus lamentos no sirven de nada, Kim. Ahora estoy en una situación complicada, obligado a tomar decisiones drásticas. Y, por supuesto, tú serás una pieza clave en todo esto.

Taehyung frunció el ceño, desconcertado y alarmado por el tono de Minho. Antes de que pudiera preguntar a qué se refería, Minho continuó hablando, como si estuviera disfrutando del momento.

—¿Recuerdas esos documentos que firmaste hace unos días, durante la junta? —Preguntó, con una sonrisa que a Taehyung le pareció completamente siniestra.

Taehyung asintió lentamente, sintiendo que algo no estaba bien. Su instinto, aquel que le había advertido del peligro, ahora resonaba con más fuerza.

—Bueno, no eran lo que parecían. Te puse una trampa, Taehyung —confesó Minho, su tono goteando satisfacción, tranquilo, como si le estuviese confesando cualquier nimiedad.— Firmaste la autorización de un presupuesto fraudulento, uno que está vinculado directamente al fiasco con 3D Group. Ahora, cualquier investigación apuntará a ti como el principal responsable.

Taehyung sintió cómo la sangre se le helaba. La confirmación de que había caído en una trampa era como un golpe en el estómago. Su respiración se aceleró mientras intentaba procesar lo que acababa de escuchar.

—¿Qué...? ¿Cómo? —Logró articular, aunque su voz temblaba—. Yo revisé esos documentos, no vi nada que indicara...

—Por supuesto que no lo viste —lo interrumpió Minho con un tono cortante—. Me aseguré de que parecieran completamente legítimos. Y tú, tan avispado y diligente, caíste como un idiota.

El mundo de Taehyung pareció desmoronarse a su alrededor. Si lo que Minho decía era cierto, su vida estaba arruinada. Perdería su empleo, su reputación, y lo peor de todo: podría terminar en la cárcel.

—Esto... esto no puede ser legal —murmuró Taehyung, intentando mantener la calma mientras su mente trabajaba frenéticamente para encontrar una salida. Se escuchaba todo tan estúpido, él se sentía tan imbécil porque ni siquiera desconfiando fue capaz de evitar caer en una trampa tan tonta como esa.

Minho sonrió, divertido por su desesperación.

—Lo es, si yo digo que lo es. Y ahora tienes dos opciones, Kim. Asumes la responsabilidad de todo y te preparas para enfrentarte a los cargos legales y una buena temporada tras las rejas, o haces exactamente lo que yo te diga.

Taehyung lo miró con incredulidad.

—¿Qué es lo que quiere que haga? —preguntó, aunque su voz estaba cargada de temor.

—Te infiltrarás en 3D Group —respondió Minho con naturalidad, como si fuera la solución más obvia del mundo—. Necesito información interna sobre ellos. Planes, estrategias, puntos débiles. Y tú me ayudarás a conseguirlo.

—¿Infiltrarme? Eso es ilegal... y peligroso —protestó Taehyung, negando con la cabeza—. No puedo hacer eso.

Minho no respondió de inmediato. En su lugar, tomó su teléfono y marcó un número. Taehyung sintió cómo el pánico lo consumía cuando Minho habló brevemente con alguien al otro lado de la línea.

—Ya están en camino —anunció Minho con una sonrisa malévola, colgando el teléfono.

Taehyung parpadeó, confundido.

—¿Quiénes? —preguntó, aunque ya conocía la respuesta.

En ese momento, un sonido rompió la tranquilidad de la noche: las sirenas de la policía se acercaban rápidamente. Taehyung se paralizó, su cuerpo incapaz de reaccionar. Podía ver las luces rojas y azules reflejándose en los edificios a través de la ventana del auto.

—¿Qué está haciendo? —logró decir con su voz apenas audible.

—Tu tiempo se acabó, Kim —respondió Minho, disfrutando del terror en los ojos de Taehyung—. Ahora, o juegas bajo mis reglas, o te enfrentas a las consecuencias.

Taehyung intentó abrir la puerta, pero los seguros estaban activados. Estaba atrapado. Su respiración se volvió errática mientras las sirenas se acercaban más y más. Podía sentir cómo el sudor frío le recorría la espalda.

—Minho, abre la puerta —le exigió dejando los honoríficos y el trato formal de lado, pretendiendo que aquello no le afectaba aunque su voz estaba quebrándose por el miedo.

—Ahora sí me tuteas. Después de meses buscando que nos acercáramos y ahora, en menos de una hora, vuelves a llamarme por mi nombre. — Negó con sorna. —Vuelvo a confirmar que el maltrato y la crueldad es lo que mejor funciona en las personas. No importa qué tan bien se quieran hacer las cosas, al final, hay que recurrir a las formas más ruines para lograr los objetivos.

—Es imposible que después del todo lo que pasó, pretendas que nada ocurrió entre nosotros y que el malo soy yo por no volver a darte entrada en mi vida. — Taehyung estaba enojado, asustado, asqueado, preocupado y un sinfín de emociones más que no lograba descifrar por completo en esos momentos.

Minho, sin embargo, parecía estar disfrutando del espectáculo. Con un gesto despreocupado, se dirigió a su asistente.

—Ábrele la puerta. Déjalo salir —ordenó, como si no fuera gran cosa ahora que los vehículos policiales estaban comenzando a estacionarse.

Pero algo en el tono de Minho hizo que Taehyung actuara antes de pensarlo. Cuando el asistente se inclinó para desbloquear la puerta, el castaño aprovechó el momento. Con un movimiento rápido y desesperado, golpeó al hombre en el rostro con toda la fuerza que pudo reunir, sorprendiendo tanto al asistente como a Minho.

El impacto dejó al asistente aturdido, y Taehyung no perdió tiempo. Empujó la puerta abierta y salió corriendo del auto, sin mirar atrás. Las sirenas eran más fuertes ahora, y podía ver las luces reflejándose en el pavimento mientras corría por ese otro estacionamiento, buscando una salida.

La respiración de Taehyung era frenética, cada inhalación un eco de su desesperación mientras sus pies golpeaban con fuerza el pavimento húmedo. Las luces de la ciudad se mezclaban con las sombras, creando un caos de colores y formas que apenas podía distinguir mientras corría sin dirección fija. Su corazón latía tan rápido que sentía que le estallaría en el pecho. Sabía que Minho lo estaba cazando, y con cada paso se sentía más como un animal acorralado. El aire frío de la noche de invierno cortaba su piel, pero no lo suficiente como para distraerlo de su miedo.

¿Qué había hecho tan mal para que Minho se ensañara de esa manera con él?

No le había hecho absolutamente nada. Fue él quien desde el comienzo se burló de Taehyung, de sus sentimientos. Fue Minho quien le fue infiel, —aunque bueno, ellos nunca estuvieron en una verdadera relación aunque Minho le hizo creer que sí—, fue él quien en una ataque de ira le pegó a Taehyung, humillándolo y maltratándolo tanto física como mentalmente. Debido a Minho casi tiene que cambiar de universidad y de ciudad. ¿Qué mierda le había hecho él a Minho?

Maldición, si por Taehyung hubiera sido, ellos nunca hubiesen vuelto a cruzar sus caminos. No tenía culpa de haber terminado trabajando en la empresa de su familia. Era normal que no quisiera volver a mezclarse con un hombre que tanto daño le hizo en el pasado. Tuvieron que pasar casi tres años antes de que Taehyung volviera a encontrarse a sí mismo, cuatro años antes de poder conocer a Yoongi y conocer lo que era una relación sana.

Ahora, por el capricho de un idiota, volvía a tener su vida patas para arriba.

Temía todas las muertes, pero estaba deseando que esa fuerza cósmica que castigaban a todos los que le hacían daño volviese a funcionar. ¿Por qué Choi Minho seguía vivo? Tal vez si era una mera coincidencia o un delirio de su mente buscando algún apoyo en el universo. El mismo apoyo al cual le temía. Sin embargo, Minho parecía ser inmune a ese raro karma que afrontaban quienes lo lastimaban.

Atravesó un callejón estrecho, sus zapatos salpicando charcos mientras esquivaba montones de basura y cajas apiladas. Miró hacia atrás, esperando no ver ninguna sombra siguiéndolo, pero el peso de la paranoia lo envolvía como una segunda piel. A lo lejos, escuchó las sirenas de un coche patrulla, pero no sabía si eran para él o no. La ciudad parecía haber conspirado para volverse contra él. La metrópolis, que siempre le había parecido tan vibrante, ahora se sentía fría, desalmada y llena de peligros.

Taehyung sacó su teléfono con dedos temblorosos. Apenas podía escribir correctamente mientras buscaba el nombre de Yoongi en su lista de contactos. Finalmente, apretó el botón de llamada y llevó el teléfono a su oído. Por unos instantes, solo escuchó el tono de llamada, y el silencio al otro lado lo llenó de angustia. Cuando la familiar voz grave de Yoongi contestó, Taehyung sintió un leve alivio que no duró.

—¿Taehyung? —Llamó Yoongi, su tono alerta. Una pausa, como si pudiera percibir algo en la manera en que Taehyung respiraba—. ¿Otra vez te están siguiendo? ¿Qué pasa?

—No es... no es eso —balbuceó Taehyung, su voz rota y temblorosa. Tragó saliva, intentando calmarse, pero las palabras se atropellaban en su garganta—. Yoongi... Minho. Él... él me tendió una trampa. Me incriminó, y ahora... ahora la policía me está buscando. Pero no solo eso. Me quiere a mí. Quiere que haga algo, y si no lo hago... —Se detuvo, luchando contra el nudo en su garganta.

El silencio de Yoongi al otro lado de la línea fue breve pero pesado.

—¿Dónde estás ahora? — Indagó con seriedad, su tono más firme mientras se preparaba para salir ayudar al contrario.

—No sé —respondió Taehyung, mirando a su alrededor desesperado. Reconocía los edificios altos, pero las calles parecían todas iguales bajo la presión de la noche—. No sé a dónde ir, Yoongi. Estoy perdido.

—Escúchame. —Yoongi hizo una pausa, como si estuviera escogiendo cuidadosamente sus palabras—. Ve a mi antigua oficina. ¿Recuerdas dónde está? La convertí en un refugio para animales, pero está abandonada ahora. Nadie sabe que voy ahí. Escóndete ahí y no salgas. Yo voy a buscarte. Solo asegúrate de que no te sigan, ¿entendido?

Taehyung asintió, olvidando que Yoongi no podía verlo. La idea de un lugar seguro le daba un mínimo de esperanza, pero su voz seguía temblando.

—Está bien. Lo intentaré. Pero, Yoongi... por favor, ten cuidado. No quiero que te pase nada por mi culpa.

Yoongi suspiró al otro lado de la línea, su tono más suave, casi cansado.

—Sabes que siempre cuido de ti, ¿verdad? No te preocupes por mí. Solo cuida de ti mismo.

Antes de que pudiera responder, Taehyung escuchó un sonido extraño a través del teléfono: una puerta abriéndose de golpe, seguida de voces elevadas. El corazón de Taehyung dio un vuelco.

—¿Qué fue eso? — Preguntó, su voz cargada de pánico.

—Mierda. —Yoongi maldijo en voz baja, y luego su tono se volvió urgente—. Quédate quieto, Taehyung. No cuelgues.

Taehyung escuchó el caos al otro lado de la línea: pasos apresurados, una pelea, muebles cayendo. La voz de Yoongi se elevó, maldiciendo y gritando a alguien. Taehyung sintió que se le helaba la sangre mientras apretaba el teléfono con fuerza.

—¡Yoongi! ¿Qué está pasando? ¡Yoongi, por favor, dime que estás bien! —Gritó Taehyung, su propia voz llena de desesperación.

Entonces, un ruido sordo resonó a través del teléfono, como si algo —o alguien— hubiera caído al suelo. El sonido metálico de un teléfono golpeando el suelo llenó la línea, y por un momento no se escuchó nada más.

—¡Yoongi! ¡Por favor, respóndeme! —Suplicó Taehyung, las lágrimas empezando a correr por su rostro.

Finalmente, una voz diferente rompió el silencio, fría y cargada de una crueldad calculada.

—Hola, Taehyung.

Taehyung sintió que se le detenía el corazón. Reconocía esa voz, ese tono que le helaba la sangre.

Minho.

—¿Te diviertes corriendo, pequeño ratón? —Continuó Minho, su tono burlón, pero lleno de amenaza—. Espero que no creas que puedes escapar de mí. Porque ya ves, cuando corres, la gente que te importa paga el precio.

Taehyung estaba paralizado, incapaz de encontrar palabras. Apenas podía respirar.

—Tu amigo aquí ha sido muy entretenido, pero no tengo paciencia para juegos. Si quieres que siga respirando, ya sabes lo que tienes que hacer. Entrégate. Ahora. —La voz de Minho bajó, más oscura, más siniestra—. O si no, puedo prometerte que lo último que escucharás de Yoongi serán sus gritos.

El teléfono se cortó, dejando a Taehyung con un vacío ensordecedor en los oídos. Todo se sentía irreal, como si el mundo entero hubiera perdido su forma y color. Se quedó inmóvil en medio de la calle, sintiendo cómo la desesperación lo envolvía completamente. Yoongi, la única persona que le quedaba, estaba en peligro por su culpa.

Sus piernas temblaron, y apenas pudo mantenerse en pie. El frío de la noche ya no lo alcanzaba; todo lo que sentía era un abismo creciente dentro de sí mismo, una mezcla de culpa, miedo y completa desesperanza. Por primera vez en mucho tiempo, Taehyung sintió que no podía seguir adelante.

Tiene que llegar a Yoongi, tiene que entregarse.

Taehyung caminaba por las calles con una capucha encontrada en los basureros cubriendo su rostro, intentando mantenerse bajo las sombras mientras su mente era un torbellino de emociones: culpa, desesperación, odio y un profundo vacío. El aire de la noche se sentía más pesado, como si el mundo estuviera comprimiéndose a su alrededor. A pesar de sus esfuerzos por ocultarse, sentía que todos los ojos estaban puestos en él. Y no era solo una sensación: bastó girar la esquina para ver una pantalla gigante de noticias proyectando su rostro.

Las palabras "Kim Taehyung: Sospechoso en Fuga" brillaban debajo de su foto, y las acusaciones desfilaban como cuchillos afilados que le perforaban el pecho. Estafa. Corrupción. Crimen organizado. Todo fabricado, todo falso, pero tan convincente que incluso él sintió que se estaba hundiendo bajo el peso de esas palabras. En la pantalla, un supuesto "testigo" afirmaba haberlo visto escapar después de firmar documentos ilegales. Las imágenes editadas mostraban algo que nunca había sucedido, pero que ahora era su nueva realidad.

¿Cómo habían armado todo ese teatro en tan pocas horas?

Giró la mirada con rapidez y siguió caminando, pero la paranoia lo golpeaba desde todos los ángulos. En los escaparates de las tiendas, las pantallas mostraban la misma noticia. En los periódicos digitales que los transeúntes leían en sus teléfonos, su nombre estaba en los titulares. Incluso cuando bajaba la cabeza, sentía que la ciudad susurraba su condena. Era como si el mundo entero se hubiese vuelto contra él, y Minho era quien movía los hilos.

Taehyung sacó su teléfono, apretando el dispositivo con fuerza. El número de Yoongi estaba marcado como último contacto, y la pantalla mostraba el historial de llamadas. La última vez que había hablado con él, la última vez que había escuchado su voz. Cerró los ojos y trató de calmarse, pero el sonido de la línea cortándose, el tono cruel de Minho, seguían repitiéndose en su cabeza como un eco interminable.

Con la mandíbula apretada, volvía a repetirse que no podía permitir que Yoongi muriera por su culpa. Minho había ganado; estaba dispuesto a entregarse, a poner fin a esta pesadilla si eso significaba salvar la vida de su amigo. Siguió caminando, con las manos temblorosas, hacia el lugar que Minho había indicado en el último mensaje. Sabía que era un suicidio, que estaba caminando directamente hacia la boca del lobo, pero ya no le importaba.

Sin embargo, cuando estaba a solo unas cuadras del punto de encuentro, las luces rojas y azules de la policía iluminaron la calle como una trampa mortal. Taehyung se detuvo en seco, su respiración cortándose.

—¡Kim Taehyung, detente! ¡Manos arriba! — Un grito salió de una patrulla.

Taehyung maldijo entre dientes, dándose cuenta de que todo había sido planeado. Minho nunca había tenido la intención de dejarlo llegar hasta él. Esto era otra emboscada, una más para destruirlo. La rabia y la impotencia lo golpearon al mismo tiempo. Dio media vuelta y empezó a correr con todas sus fuerzas, esquivando a los policías que salían de los vehículos y trataban de alcanzarlo. Uno de ellos disparó al aire, y el sonido del disparo resonó en sus oídos como una sentencia. Otro disparo se escuchó y luego llegó un tercero, no solamente se había escuchado, sino que también lo había sentido en su brazo. Una bala lo había alcanzado y herido, pero la adrenalina batallaba con el dolor. Dolía, mucho, pero detenerse parecía no ser una opción.

Corrió hasta que sus piernas quemaban, hasta que la sangre perdida empezaba a afectar sus fuerzas, girando por calles estrechas y callejones oscuros, pero no podía dejar de preguntarse si este era el final. "Minho me tiene atrapado", pensó, sintiendo cómo la desesperanza crecía con cada paso. Finalmente, se escondió detrás de unos contenedores de basura, jadeando y con el cuerpo empapado en sudor y sangre. Las sirenas se escuchaban a la distancia, pero por ahora había logrado escapar.

Justo cuando pensaba en su siguiente movimiento, su teléfono vibró en el bolsillo. Con dedos temblorosos, lo sacó y vio el nombre que más temía: Minho. Abrió el mensaje, y lo que vio lo dejó sin aire.

Era una foto. Yoongi estaba tirado en el suelo, inmóvil, con sangre esparcida a su alrededor. Su rostro estaba pálido, sus ojos cerrados, y en el fondo se veían las botas de alguien más. Taehyung sintió que el mundo se derrumbaba bajo sus pies. Antes de que pudiera procesar lo que veía, otro mensaje llegó.

"Se te acabó el tiempo."

Taehyung soltó el teléfono, que cayó al suelo con un ruido seco. Su pecho subía y bajaba de manera errática, incapaz de respirar con normalidad. Su mente se llenó de imágenes de Yoongi: su sonrisa irónica, su voz tranquila, las veces que lo había protegido. Todo por su culpa, todo porque él había traído esta tormenta a sus vidas. Cerró los ojos y dejó que las lágrimas corrieran libremente por su rostro.

En ese momento, no le quedó nada. Ya no tenía un lugar a donde ir. Si seguía huyendo, lo capturarían tarde o temprano. Si se entregaba, Minho no cumpliría su palabra; lo destruiría lentamente desde dentro. Y ahora, Yoongi... El único que le quedaba, el único que nunca le había fallado, estaba muerto.

Se puso de pie con movimientos mecánicos, recogió el teléfono y empezó a caminar sin rumbo. Las calles parecían borrosas, como si no pertenecieran a este mundo. No escuchaba las voces de las personas ni el ruido de los coches. Todo lo que sentía era un abismo en su interior, un vacío que lo consumía.

El dolor físico de la bala en su brazo era insoportable, pero ya no era lo que más le pesaba. El cansancio, la desesperación, el agotamiento emocional le pesaban más que cualquier herida. Su cuerpo, ya incapaz de sostenerse, avanzaba por la acera con pasos torpes, arrastrando los pies, como si cada movimiento fuera una batalla perdida. Su cabeza estaba llena de gritos, de recuerdos que no quería tener, de lágrimas que ya no podía contener.

Yoongi...

La imagen de su rostro muerto, la foto que Minho había enviado, flotaba en su mente, arrasando todo lo que quedaba de él. Había fallado. Había sido un tonto, un maldito tonto. Había sido arrastrado a esta guerra de locura, y ahora no tenía salida. Minho lo había destrozado, lo había hecho caer en sus propias trampas, y el precio había sido demasiado alto.

Las lágrimas le corrían sin pausa por las mejillas sucias. No había nadie en las calles para verlo desmoronarse, y eso lo agradecía.

El río Han estaba frente a él. Había caminado sin rumbo hasta llegar a este punto, y algo dentro de él le dijo que aquí sería donde todo terminaría. La corriente, el agua oscura y fría, lo llamaba. No había más fuerzas, no había más voluntad de seguir. El peso de todo lo que había perdido, la traición, las mentiras, las peleas, la condena que sentía sobre sus hombros, lo habían aplastado. Ya no había futuro para él, no había nada que pudiera salvarlo.

—Yoongi... —murmuró, su voz apenas un susurro quebrado por el llanto contenido. —¡¿Por qué?! —Su voz resonó en la soledad del puente, acompañada por el sonido del agua fluyendo bajo él—. ¡¿Por qué todo tenía que acabar así?! ¡¿Por qué Yoongi me dejó?!

Las palabras se escaparon de sus labios en un torrente de frustración y dolor. Gritó hasta que la garganta le ardió, hasta que no le quedaron más palabras que decir. Apretó los dientes y cerró los ojos, aferrándose con fuerza al barandal, el metal frío mordiendo sus palmas sudorosas.

Se detuvo en el borde del puente, mirando al vacío con la vista nublada por las lágrimas. Las manos le temblaban, y su respiración se aceleraba a medida que el dolor lo consumía más y más. Pensó en Yoongi, en todo lo que había hecho por él, en todo lo que habían compartido. Pensó en lo que quedaba de él, si es que aún quedaba algo.

—Esto es lo que quieres, ¿verdad? —Susurró, pensando en Minho, en el sistema podrido que lo había aplastado, en todo lo que había perdido.

Cerró los ojos y dejó que la última lágrima cayera por su rostro. Nadie lo iba a salvar. Nadie podía salvarlo ahora.

¿Por qué no terminarlo todo?

Las lágrimas comenzaron a caer de nuevo, mezclándose con la lluvia fina que comenzaba a caer.

— Te fallé, Yoongi... te fallé a ti, a mí, a todos... — susurró para sí mismo, sintiendo cómo su cuerpo se doblaba de dolor. La culpa lo consumía, las heridas abiertas no solo estaban en su cuerpo, sino también en su alma.

Siguió mirando el agua, la caída interminable al vacío, y con cada segundo que pasaba, su corazón latía más fuerte, más rápido, como si quisiera detenerse por sí mismo. No podía soportarlo más. Ya no le quedaba fuerza para luchar. Quería acabar con todo, ponerle fin a todo el sufrimiento.

Un grito desgarrador, lleno de frustración, escapó de su garganta. Su voz quebrada resonó en la oscuridad, y el sonido de su dolor se mezcló con el retumbar del río abajo. Su corazón latía con desesperación, y cuando ya no pudo contenerlo más, se agarró con ambas manos a la fría baranda del puente, mirando la caída con una mezcla de vacío y determinación.

Se sintió pequeño, tan insignificante frente a la vastedad del universo. Su vida, sus decisiones, todo había sido en vano. Pensó que este sería el final.

Con un sollozo, soltó el último suspiro de su agonía. Cerró los ojos, apretó las manos sobre el metal helado, y de alguna manera, sintió que el peso de su cuerpo se desvanecía, que ya no quedaba nada más. Con una última respiración profunda, abrió las manos y saltó al vacío.

El aire helado lo envolvió, y durante un segundo, creyó que la caída era todo lo que quedaba. El viento le golpeó la cara, y la oscuridad lo rodeó. El impacto estaba a punto de llegar, el fin de su tormento. Pero en ese instante...

Un destello rojo lo cegó.

Un par de ojos brillaron intensamente frente a él. Los ojos eran rojos, como si el mismo infierno los hubiera marcado. La imagen se desdibujó por un segundo, pero cuando volvió a abrir los ojos, ya no estaba cayendo hacia la muerte. Estaba suspendido en el aire.

Un brazo fuerte lo sujetaba, un brazo que lo mantenía en el aire, deteniendo la caída con una fuerza sobrenatural. En un parpadeo, el frío y la oscuridad se desvanecieron, y él fue arrastrado a un rincón diferente, un espacio donde el aire se cortaba con tensión, y el suelo parecía no existir.

—¿Quién te crees que eres para intentar acabar con tu propia vida? —La voz resonó como un trueno, cargada de autoridad, fría y peligrosa.

¿Eso era un sueño?

La figura frente a él se mantenía inmóvil, un hombre que irradiaba una energía desconcertante. ¿Un hombre? Parecía una parca que lo iba a ayudar a cruzar el río del inframundo. A pesar de estar suspendido, había algo aterradoramente tranquilo en él, como si el destino de Taehyung no le perteneciera más.

—Ya que tiraste tu vida, esta ahora me pertenece en su totalidad.

Esto es todo por hoy.
¿Con el trailer y lo que va de historia ya han logrado hacer teorías? 🙈
Las festividades no me dan mucho tiempo. 🙈
Feliz Navidad 🎁🎄
LORED

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