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Capítulo 1

Noticias sobre la actual bolsa de valores provenían del televisor cuando Kim Taehyung abrió los ojos con sobresalto. El sonido y la sensación de una vista fijada sobre él, le hicieron elevar sus párpados. Mirando a su alrededor pudo notar la taza de café para despertarse y las pastillas para el dolor de cabeza que se había tomado en la madrugada para poder continuar con su trabajo. Tres días atrás, después de cinco largos años, lo habían promovido finalmente a director del departamento de finanzas, por lo que había estado poniéndose al día, revisando todos los balances del último año. Apenas estaban en la primera semana de enero, un momento demasiado caótico para ser promovido, dado que los cierres de años siempre serían un dolor de cabeza para aquellos en el departamento de finanzas.

Era su segunda noche sin dormir prácticamente, era normal que ni siquiera todo el café bebido le ayudase a abrir los ojos para continuar analizando los estados de cuenta de cada departamento y aquellos generales de la empresa. Varios números no encajaban y, a medida que iba profundizando en ellos, mayor era el desbalance que fue encontrando. Necesitaba recopilar toda la información para presentársela al vicepresidente de la compañía, pero todavía quedaba mucho por analizar.

¿Cómo era posible que en una empresa de tal magnitud, llegasen a sus manos estados tan inconsistentes? Comprendía que pudiese haber errores, pero algunos eran bastante visibles a simple vista como para no haber sido notados con antelación. Tenía que plantear su incomodidad, pero por ahora, necesitaba ponerse en marcha.

Al ver su reloj, se levantó con prontitud del sofá para correr hacia el baño. Su reflejo dejaba mucho que desear, por lo que tomó una rápida ducha que le ayudase a despertar y mejorase su aspecto. Corriendo a su cuarto comenzó a vestirse para luego coger la computadora y salir corriendo hacia la parada del autobús.

Mala suerte, por escasos segundos lo perdió, pero no se podía dar el lujo de esperar al siguiente, tenía una reunión importante a la que no podía faltar o retrasarse. Su única salida fue correr por tramos hacia la estación de metro más cercana y coger el primero que pasaba en la dirección deseada. Por suerte, de su parada al edificio de Letto, uno de los cuatro conglomerados líderes del país, la distancia no era muy amplia, bastaron cinco minutos para llegar y, con su gafete, corrió para abrir las puertas de cristal que le permitían el paso al interior del edificio.

Ya en el elevador, se tomó un minuto para arreglarse el traje y recordar los puntos a tratar en la reunión. Inhaló profundamente y exhaló del mismo modo antes de dirigirse a su oficina, dejó sus pertenencias y se dirigió a la sala de juntas. Allí se encontraban cuatro hombres, incluyendo al presidente de la compañía, alguien con quien él brevemente, tuvo un acercamiento en el pasado.

No fueron novios, jamás podría considerarlo de esa manera. Cuando él logró entrar a la Universidad de Seúl y era un novato en el departamento de administración de negocios, tuvo la oportunidad de asistir a una reunión con todos los estudiantes de último año. El alcohol jugó un papel importante esa noche en donde olvidó su lugar al lado de esos estudiantes cuyos familiares le costeaban sus gastos, a diferencia de él, alguien que a duras penas había conseguido una beca. Sin respaldo, sin un apellido valioso o una exorbitante suma en su cuenta bancaria, ¿qué podía haber esperado?

Estuvo con Choi Minho esa noche, hubo más que simples besos impuestos, la mañana los recibió con sus cuerpos desnudos en el apartamento de quien ahora era el nuevo presidente de su compañía. Mensajes de texto, llamadas y varios encuentros le hicieron olvidarse de la realidad, hasta que verlo con la chica que era su pareja le recordó su lugar. No le reclamó, fue engañado, pero la culpa no fue del contrario, sino suya por creerse la película.

Cuando él logró entrar en Letto, Minho ocupaba el papel de CEO y su padre el de presidente; a un año de su muerte, Minho ahora era quien ocupaba esta posición. Taehyung tenía treinta años, Minho, cinco más que él, y esta no era más que una de las tantas diferencias que había entre ambos. En la actualidad, casi nunca se cruzaban y a decir verdad, le agradaba que fuera así. Estar en su presencia, aunque él fuese un hombre con extremo profesionalismo, no podía evitar sentirse incómodo.

Kim Taehyung entró a la sala de juntas con una compostura que disimulaba perfectamente la falta de sueño y el estrés acumulado. A pesar de estar de cierto modo acostumbrado a su presencia en las pocas veces que se cruzaba con él, ver a Choi Minho le provocaba un extraño escalofrío le recorría la espalda. No obstante, mantuvo su profesionalismo intacto mientras se incorporaba y lo saludaba junto a todos los presentes. Los otros tres hombres, miembros del consejo de administración, también saludaron a Taehyung con cordialidad, aunque con un aire de expectativa.

La reunión comenzó con la revisión de los informes financieros del año anterior. Minho, con su voz autoritaria pero calmada, guio la discusión, abordando varios puntos. El primero fueron los resultados del cuarto trimestre, resaltando los beneficios inesperados en algunas divisiones gracias a nuevas alianzas y la expansión internacional. Otro de esos puntos fueron las proyecciones para el año en curso, se discutieron las estrategias para mantener el crecimiento, con énfasis en la innovación y la sostenibilidad.

Taehyung sabía que esto último en ocasiones no era más que una fallada, no es que les importara realmente la sostenibilidad, solamente querían mantenerse sin colas molestas que los persiguieran por incumplimiento; esto era algo que la mayoría de las grandes empresas hacían. Daban un poco para callar a las masas y ciertos colectivos protectores, mientras que por detrás quitaban el doble. No había mucho que discutir sobre esto, se enfocaban en los beneficios y mantener una imagen que les multiplicara esos beneficios e ingresos, eso era todo.

Por último, detallaron los ajustes en el presupuesto anual, presentaron modificaciones basadas en los análisis recientes que Taehyung había entregado, incluyendo aumentos en el departamento de investigación y desarrollo.

Mientras se abordaban estos temas, Taehyung tomaba notas meticulosamente, consciente de cada inconsistencia que había encontrado en los libros contables. Cuando llegó el momento de abrir la discusión, Minho preguntó si había algún otro asunto a tratar, pero esta pregunta era casi una retórica que no buscaba respuesta real. El castaño miró a los otros presentes esperando que alguien más expusiera algo, pero todos permanecieron en silencio.

— Si no hay más puntos, procederemos con— las palabras quedaron inconclusas cuando vio que Kim levantaba su mano.

— De hecho, si me permite, presidente, hay algunos puntos que me gustaría revisar, — comentó Taehyung, la voz firme pero no desafiante. — He estado revisando los libros contables y he notado—

Antes de que pudiera terminar su frase, Minho levantó una mano, interrumpiendo. —Valoro tu empeño, Taehyung, pero creo que los demás deben marcharse. Podemos continuar con este tema en privado.

Privado, esa era una palabra que Taehyung no quería escuchar de ese hombre. Los otros miembros se levantaron sin decir nada, aparentemente querían salir de allí con prontitud; recogieron sus cosas y salieron de la sala, dejando a Taehyung y Minho solos. Minho se reclinó en su silla, una sonrisa leve pero cargada de significado en sus labios.

— Continúa, Taehyung.— Le hizo un gesto con la mano, dándole una sonrisa que el nombrado no pudo evitar ver. — Aunque no entiendo por qué te esfuerzas tanto desde el principio de tu gestión.

Taehyung ignoró la mirada de incomodidad y diversión de Minho, manteniendo su tono profesional.

—Gracias, señor. Verá, al revisar los libros contables de los últimos meses, he encontrado varias anomalías que sugieren errores o posibles irregularidades en la contabilidad. Hay discrepancias en los informes de ingresos y gastos que no coinciden con las proyecciones iniciales, además de algunas transacciones que no tienen el respaldo documental adecuado.

—Entiendo.— Minho escuchó atentamente, su expresión volviéndose más seria.— Me encargaré de investigar esos puntos personalmente. Gracias por tu diligencia, — respondió, aunque su mirada sugería que estaba más interesado en Taehyung que en las irregularidades. —Asegurémonos de que todo esté en orden.

—¿Para cuándo debería agendar una auditoría interna?

—No es necesario en estos momentos. Me encargaré de todo personalmente y te informaré de inmediato si llegamos a necesitar dicha auditoría. — Taehyung lo observó por un segundo, no creía que ese fuera el proceder adecuado, pero no podía decirle nada más al presidente de su compañía.

—Bueno, eso era todo lo que quería discutir.

—Hay algo más que necesito solicitarte y para lo cual te pido absoluta discreción. No delegues esta tarea en nadie más del departamento, quiero que la hagas tú personalmente.

—¿Una tarea?

—Necesito que prepares un informe detallado para un empresario muy importante con el que Letto necesita hacer negocios. Es crucial que este informe sea impecable.

—¿De quién se trata, presidente Choi?

—No lo conozco personalmente. Se mantiene esquivo, alejado del mundo. No tengo ni idea de quién es exactamente o cómo luce; ni siquiera he podido investigarlo a fondo. Pero, el CEO de esa empresa, una de la que ni siquiera sabemos el nombre del dueño, — rio cínicamente, como si procurara ocultar su molestia— me ha pedido que le entregue este informe directamente a él.

—¿Y qué sabemos de esta empresa?

—Se trata de 3D Group, un conglomerado coreano líder en tecnología avanzada y soluciones biotecnológicas, con una historia que se remonta más de 100 años, habiendo sobrevivido a todas las guerras y problemas por los cuales ha atravesado el país. Su dueño es un enigma, pero su influencia es indiscutible.

—Entiendo.—Taehyung conocía ese grupo, de hecho, no creía que existiera una persona en Corea del Sur que no lo conociera a pesar de su cambio de nombre en los años noventa. —¿Por qué es tan importante para nosotros?

—Este hombre misterioso tiene acceso a tecnologías y conocimientos que podrían llevar a Letto a un nuevo nivel en el mercado global. Más allá de lo que ofrece su empresa al mercado común, algunas fuentes me han dicho que manejan más de lo que muestran. Hablamos de avances en biotecnología que podrían revolucionar la medicina y la agricultura, entre otros campos. Su reclusión y anonimato solo añaden a su valor; si él llega a interesarse en nosotros, nuestra empresa daría un salto monumental. Me han aceptado una reunión, así que no podemos desaprovechar esta oportunidad.

—Prepararé el informe con la máxima precisión.

—Asegúrate de ello. — Taehyung lo observó ponerse de pie y caminar lentamente en su dirección. —No confío en nadie más que en ti para esto.— Agregó, acariciando la mano de Taehyung que sostenía su lápiz electrónico. — No podemos permitirnos errores cuando se trata de alguien tan crítico para nuestro futuro. Aunque sea un misterio, su potencial impacto en Letto es innegable.

Taehyung asintió, comprendiendo la importancia de la tarea, peo retirando su mano disimuladamente. Choi sonrió ante esto, estirando su brazo para acariciar el rostro del castaño sin mucho éxito. La mente de Taehyung ya estaba trabajando, pensando en cómo abordar la preparación de dicho informe para ese empresario que, por lo visto, ni siquiera Minho conocía bien.

—Si me lo permite, pasaré a retirarme.

— Espera un momento. — La mano de Minho se afianzó en su antebrazo para detener su andar, ubicándose él frente a Taehyung. Una vez más acarició su rostro, inclinándose para un beso que se tronchó en el momento que el contrario dio un paso atrás. —¿Todavía me guardas rencor?

—¿Por qué debería guardarle rencor, presidente?

— Estamos solos, podrías dejar las formalidades de lado, Tae, nos conocemos.

— Taehyung, señor, mi nombre es Taehyung. Cualquier relación que hayamos tenido en el pasado, no se debería traer al presente y menos en un ámbito laboral. Ahora, si me lo permite, necesito ponerme a hacer lo que me pidió.

Minho permaneció reacio a moverse, atrincherando al menor entre sus brazos, pero el sonido de su propio teléfono salvó a Kim de tener que tomar una actitud no que le favorecería en el trabajo.

La reunión terminó con una breve despedida. Taehyung se relajó, recogiendo sus papeles, y salió de la sala de juntas, sintiendo el peso de la mirada de Minho en su espalda. De regreso a su oficina, Taehyung se permitió un momento de alivio, sabiendo que había hecho lo correcto al reportar las inconsistencias, aunque la presencia de Minho siempre complicaba las cosas. Ahora, solo quedaba esperar y ver cómo se desenredaría esta nueva madeja de problemas en Letto. Quería limpiar el camino para que su nueva gestión no se viese enmasillada por ningún error que fácilmente él podía evitar.

Ese día trabajó hasta la noche, fue el último en salir de todos los empleados en su departamento. El camino a casa fue un poco más tranquilo, esta vez le dio tiempo tomar el bus que había perdido en la mañana. De su parada caminó en silencio hasta su edificio y se dirigió a su apartamento sin fuerzas para mover apropiadamente sus piernas.

Taehyung dejó caer su maletín sobre el suelo del apartamento con un sonido seco que resonó en la vacía sala. La penumbra envolvía todo, solo rota por el parpadeo de una luz de la calle que se colaba por las cortinas mal cerradas. Se quitó los zapatos con un suspiro y se dejó caer en el sofá, hundiéndose en un cansancio que no era solo físico, sino emocional. Su vida se sentía como un eterno ciclo sin sentido, y el peso de su rutina diaria lo asfixiaba.

Después de un largo momento mirando al techo, con la mandíbula apretada por el hambre que acababa de notar, se levantó. Caminó hacia la cocina, abrió el refrigerador y una corriente de aire frío le rozó la cara. Vacío. Ni siquiera un cartón de leche olvidado al fondo o un poco de café. Cerró la puerta con un golpe y apoyó la frente contra el acero inoxidable, maldiciéndose por no haber hecho las compras. Sabía que ni siquiera le quedaban fideos instantáneos.

—Qué desastre... —murmuró, arrastrando las palabras.

No tenía ánimos de salir, pero el hambre lo obligó a moverse. Se cambió de ropa a una deportiva más cómoda, tomó su celular, ajustó su mascarilla negra y se colocó los auriculares. Afuera, la noche se sentía pesada, como si el aire mismo estuviera cargado de algo intangible. Las calles estaban silenciosas, salvo por el ocasional murmullo de algún auto lejano. Taehyung encendió la música para distraerse, algo suave, melancólico, que no hacía más que acentuar su estado de ánimo.

A mitad del camino hacia la tienda de conveniencia, sintió un escalofrío en la nuca. Se detuvo un instante, fingiendo revisar su teléfono, pero lo único que hizo fue observar de reojo a su alrededor. Nada. Solo calles vacías y sombras que se estiraban bajo la tenue luz de las farolas.

Sin embargo, conforme avanzaba, la sensación persistía. Una especie de presión sobre su espalda, como si unos ojos estuvieran clavados en él. Apretó los labios bajo la mascarilla y subió el volumen de la música. "Es paranoia", se dijo, pero no pudo evitar acelerar el paso.

Entonces lo escuchó. Pisadas. Su ritmo era casi imperceptible, pero estaban ahí, resonando en el asfalto detrás de él. Giró la cabeza rápidamente, esperando ver solo el vacío, pero alcanzó a distinguir una silueta a unos metros. No pudo ver el rostro, pero el simple hecho de que alguien estuviera siguiéndolo a esas horas lo llenó de una inquietud que escaló rápidamente en miedo.

—Mierda... —susurró para sí mismo, tratando de no entrar en pánico.

Pensó en ignorarlo, seguir su camino hasta la tienda y volver rápido a casa. Pero las pisadas también aceleraron. Ya no era una casualidad. Sintió que algo frío y pegajoso se instalaba en su pecho mientras su respiración se volvía errática. Giró en la esquina, con la esperanza de despistar a quien fuera que lo seguía, pero el eco de los pasos persistía, cada vez más cerca.

El hambre quedó en el olvido. En su mente solo había una cosa: regresar a casa. Comenzó a correr, los auriculares resbalándose de sus oídos mientras el miedo lo impulsaba. Su respiración era un jadeo quebrado, el sudor perlaba su frente a pesar del frío de la noche. Giró otra esquina, casi resbalando, pero no miró atrás. No quería confirmar lo que ya sabía: lo estaban siguiendo.

Entonces tropezó. Su pie se enganchó en una grieta del pavimento y cayó de bruces al suelo, raspándose las palmas y la rodilla. El dolor fue agudo, pero el terror lo superó. Escuchó pasos acercándose, más pesados ahora, casi como si la persona estuviera corriendo hacia él. Con manos temblorosas, sacó su teléfono del bolsillo y abrió la conversación con Yoongi, su hyung y su mejor amigo.

"Hyung... Me están siguiendo..."escribió con dificultad, las palabras deformándose por los dedos temblorosos. "Si me pasa algo..."

No pudo terminar el mensaje. El teléfono se le resbaló de las manos y golpeó el suelo, apagándose al instante. Lo miró, horrorizado, como si hubiera perdido su única conexión con el mundo. Levantó la cabeza al escuchar los pasos detenerse a pocos metros. Su visión borrosa alcanzó a distinguir la silueta, ahora más clara, de un hombre alto con algo en la mano. ¿Un cuchillo? Su corazón latía tan rápido que apenas podía pensar.

—No, no, no... —balbuceó, retrocediendo sobre sus codos, preparándose para lo peor.

El hombre dio un paso más, y Taehyung cerró los ojos con fuerza, esperando el golpe. Pero lo que escuchó a continuación no fue el sonido de su fin, sino el chirrido ensordecedor de unas llantas. Abrió los ojos justo a tiempo para ver un auto salir de la nada y arrollar al hombre con un impacto brutal. El cuerpo salió despedido hacia un costado, cayendo como un muñeco roto en la acera.

Taehyung quedó congelado, incapaz de moverse. El conductor del auto salió corriendo, gritando algo, pero sus palabras no llegaron a sus oídos. El mundo parecía estar en mute, salvo por el martilleo ensordecedor de su corazón. Taehyung se llevó una mano temblorosa al pecho, tratando de regular su respiración, pero todo le daba vueltas.

No sabía qué pensar. ¿Había sido una coincidencia? ¿O algo más? Lo único que tenía claro era que estaba vivo... al menos por ahora.

El sonido del impacto aún resonaba en algún rincón de su mente, pero para Taehyung, era como si todo hubiera quedado sepultado bajo una capa de irrealidad. El estruendo, los gritos, las voces... todo se volvía lejano, como si estuviera atrapado en un sueño del que no podía despertar. Apenas registró cuando varias personas aparecieron de la nada, acercándose a él con miradas de preocupación.

—¿Estás bien? —Preguntó una mujer, agachándose para tratar de verlo a los ojos.

Taehyung no respondió. Solo podía mirar al suelo, a las grietas del pavimento, mientras las palabras de las personas alrededor se volvían un murmullo confuso y distante.

—¡Alguien llame al 911!

—¿Quién era ese hombre?

—¿Qué demonios pasó aquí?

Las voces le taladraban los oídos, y aunque no levantaba la vista, podía sentir cómo las miradas se clavaban en él, inquisitivas, intentando descifrar si era parte de lo que había ocurrido. Finalmente, escuchó algo que lo hizo congelarse.

—El auto... se dio a la fuga.

Taehyung levantó la cabeza de golpe, y en un destello de pánico, miró hacia donde el cuerpo del hombre había caído. No quería verlo, pero su curiosidad morbosa lo obligó, aunque fuera por un segundo. La figura inerte seguía ahí, rodeada de gente, pero no podía distinguir ningún detalle desde su posición. Su visión estaba borrosa y su mente insistía en una sola idea: "Vete de aquí. Ahora".

Sin pensarlo dos veces, se levantó tambaleándose y se alejó del lugar, ignorando las preguntas y las miradas que lo seguían. Sentía su respiración entrecortada detrás de la mascarilla, y aunque sus piernas se movían, no estaba seguro de cómo lograba mantenerse en pie. Cada paso lo alejaba más del caos, pero también lo sumía en una sensación de vacío, de desamparo. Había algo terriblemente mal, y no podía escapar de esa sensación.

Cuando finalmente llegó a su apartamento, cerró la puerta con un golpe y pasó el pestillo, luego el cerrojo, y después colocó una silla contra la manija. Su respiración era rápida y errática, y el sudor le corría por la frente mientras revisaba las ventanas. Cerró cada una de ellas con fuerza, bajó las cortinas y se aseguró de que no quedara ni una sola rendija por donde pudiera entrar algo... o alguien.

Se dejó caer en el suelo, apoyando la espalda contra la pared del pequeño salón. Las luces seguían apagadas, y la oscuridad lo envolvía como una manta asfixiante. Su mente estaba desbordada, una maraña de pensamientos que lo apuñalaban desde diferentes ángulos. ¿Había sido una coincidencia? ¿Ese hombre realmente lo estaba siguiendo? ¿O solo era su imaginación jugándole una mala pasada? No podía estar seguro de nada, pero una parte de él insistía en que no era casualidad. Algo lo había estado observando, persiguiendo.

Taehyung se llevó las manos al rostro, apretándose las sienes mientras trataba de calmarse. Pero entonces, como un torrente incontrolable, los recuerdos comenzaron a invadirlo. Imágenes borrosas de otras noches, otras situaciones en las que el miedo lo había consumido por completo. Y, peor aún, las muertes.

La primera que vino a su mente fue de su antiguo jefe, aquel hombre que lo había explotado durante meses y luego lo había despedido por un error que ni siquiera había cometido. Recordó cómo había sentido tanto odio hacia él, cómo había deseado que desapareciera de su vida. Y, semanas después, lo hizo. Un accidente en la autopista lo había dejado irreconocible. Taehyung nunca había hablado de esto con nadie, pero el alivio que sintió en ese momento fue inquietante.

Luego estaba su excompañero de clases, el que solía burlarse de él y humillarlo frente a todos. Un día, simplemente dejó de aparecer. Se enteró por los rumores en la escuela que había muerto en un extraño incendio en su apartamento mientras sus padres trabajaban. Taehyung no lo había deseado directamente, pero tampoco pudo evitar pensar que el karma había hecho su trabajo.

Y no solo eran esas personas. Había otros. El chico que lo empujó en el metro sin disculparse, quien semanas después apareció en las noticias por haber sido apuñalado en un callejón. La vecina que lo acusó falsamente de robarle un paquete, quien cayó por las escaleras de su edificio en lo que parecía ser un accidente. La lista seguía, y aunque en su momento había intentado ignorarlo, ahora todo se sentía conectado de una forma aterradora. Demasiados años para que no se diera cuenta del mismo patrón que terminaba con un fatídico desenlace.

—No... no puede ser... —murmuró, con la voz rota, mientras se abrazaba las rodillas. Sus dedos tamborileaban contra el suelo, casi como si intentaran encontrar algo sólido a lo que aferrarse.

Su mente lo torturaba. ¿Era solo una coincidencia, o había algo más detrás de todas esas muertes? ¿Era posible que algo... alguien lo estuviera protegiendo? O peor aún, ¿que él estuviera atrayendo esas desgracias de alguna manera?

El sudor frío recorría su espalda mientras sus uñas raspaban contra la piel de sus manos, casi al borde de hacerse daño. Cerró los ojos con fuerza, pero las imágenes seguían ahí, superpuestas con la cara difusa del hombre que lo había seguido esta noche. ¿Qué quería de él? ¿Y por qué ese auto había aparecido justo en el momento exacto para detenerlo?

El silencio de su apartamento era ensordecedor, roto solo por el sonido irregular de su respiración. Afuera, las sirenas de la ambulancia que se alejaba apenas se escuchaban, como un eco distante. Se sentía atrapado, como si las paredes se cerraran a su alrededor. Y lo peor de todo... era la idea que empezaba a arraigarse en su mente.

Tal vez no era una coincidencia. Tal vez había algo que lo seguía. Algo que, de una forma u otra, siempre terminaba protegiéndolo... pero con un precio.

Una hora había pasado desde que Taehyung regresó corriendo a su apartamento, pero cada minuto se sentía eterno. La oscuridad del pequeño espacio parecía aplastarlo, y aunque había cerrado cada ventana, pasado cada pestillo y asegurado cada cortina, el miedo seguía reptando por su piel como una sombra fría e implacable. Sentado en el suelo, con las piernas abrazadas y la cabeza apoyada contra la pared, se balanceaba levemente, tratando de mantener el control. Pero el eco de los pasos detrás de él, la mirada clavada en su espalda, y el sonido del cuerpo cayendo al suelo seguían persiguiéndolo.

Fue entonces cuando los golpes en la puerta rompieron el aire como un trueno, haciéndolo saltar del susto.

—¡Taehyung! ¡Soy yo, ábreme! —Gritó una voz conocida desde el otro lado, desesperada, cargada de preocupación. Era Yoongi.

El corazón de Taehyung latía desbocado mientras daba pasos titubeantes hacia la puerta. ¿Y si no era realmente él? ¿Y si solo estaba imaginando su voz? Todo parecía demasiado irreal, demasiado confuso. Pero se acercó lentamente, casi en puntillas, mirando por la mirilla para confirmar que efectivamente era su mejor amigo. Su pecho se llenó de un leve alivio al ver a Yoongi, con el cabello algo desordenado y la mirada fija en la puerta, ansiosa. Detrás de él, dos vecinos estaban en el pasillo, uno de ellos frunciendo el ceño con evidente fastidio.

—¿Pueden dejar de hacer tanto ruido? Algunos intentamos dormir —se quejó uno de los vecinos, cruzándose de brazos.

—Lo siento, será rápido, de verdad —dijo Yoongi apresurado, sin siquiera mirarlos, concentrado únicamente en la puerta frente a él. Volvió a golpear suavemente, esta vez con más urgencia.— Tae, por favor... déjame entrar.

Taehyung, finalmente, con manos temblorosas, comenzó a quitar los seguros. El cerrojo se abrió con un chasquido seco, seguido del pestillo y la silla que apartó a un lado con torpeza. Cuando la puerta finalmente se abrió, Yoongi entró de inmediato, casi ignorando a los vecinos, que solo pudieron suspirar de frustración y marcharse.

Taehyung cerró la puerta tras él, asegurándola de nuevo con cada traba mientras Yoongi lo observaba con atención. Hubo un instante de silencio, roto únicamente por el sonido de la respiración entrecortada de Taehyung. Cuando terminó de bloquear la puerta, se giró y sus ojos se encontraron con los de Yoongi. No hubo palabras al principio, solo el sonido de pasos cautelosos hasta que Yoongi lo abrazó. Un abrazo firme, que envolvió a Taehyung como si quisiera reconstruirlo pieza por pieza. Y, por primera vez desde que había salido de su apartamento esa noche, Taehyung se permitió relajarse. Su cuerpo tembloroso encontró un ancla en los brazos de Yoongi, y aunque no decía nada, el mensaje era claro: "Estás a salvo ahora".

—Hyung... —murmuró Taehyung, su voz apenas un susurro que se quebró al final.

—Shh... estoy aquí —contestó Yoongi, sin soltarlo.

Después de unos segundos que parecieron eternos, Yoongi se apartó ligeramente, lo suficiente como para mirarlo a los ojos. Había preocupación y algo de angustia en su expresión.

—¿Qué pasó, Taehyung? Leí tu mensaje. Estaba en el baño y en cuanto lo vi salí corriendo. Conduje como loco para llegar aquí... creo que hasta me va a llegar una multa —dijo, intentando sonar tranquilo, pero la tensión en su voz era evidente. Lo tomó suavemente por los hombros.— ¿Estás bien? ¿Qué te pasó?

Taehyung asintió débilmente, pero no pudo responder de inmediato. Su garganta se sentía seca, y sus manos seguían temblando, así que Yoongi lo llevó hacia el sofá, sentándolo con cuidado.

—Quédate aquí, voy a buscar algo para que tomes — se movió, inspeccionando la pequeña cocina. Rebuscó entre los estantes, pero al abrir la despensa, solo encontró paquetes vacíos y polvo. Suspiró y optó por lo único que había: un vaso de agua. Regresó con él y lo colocó en las manos de Taehyung.

—No hay té... pero toma esto. Respira, Tae. Yo estoy aquí.

Taehyung bebió un sorbo, apenas lo suficiente para humedecer sus labios, antes de dejar el vaso sobre la mesa frente a ellos. Entonces, sin levantar mucho la vista, comenzó a hablar. Su voz era baja y temblorosa, como si las palabras fueran demasiado pesadas para salir.

—Yoongi... alguien... alguien me estaba siguiendo. —Se pasó una mano por el cabello, intentando organizar sus pensamientos.— Cuando salí para ir a la tienda... lo sentí. Sentí su mirada todo el tiempo. Y cuando me di cuenta de que me seguía... corrí. Corrí tan rápido como pude. Pero tropecé, caí, y estaba... estaba seguro de que iba a alcanzarme. Pensé que... pensé que iba a morir, hyung.

Yoongi escuchaba en silencio, con los ojos fijos en él, sin interrumpir.

—Y entonces... un auto apareció. —Taehyung respiró profundamente, tratando de calmarse—. Chocó contra él. Yo... no sé cómo ni por qué, pero lo atropelló justo cuando pensé que todo había terminado.

Se llevó las manos al rostro, cubriéndose los ojos. El recuerdo seguía fresco, vívido, y cada vez que cerraba los ojos podía ver el cuerpo del hombre, la sangre, la confusión de las personas que lo rodeaban.

—No sé quién era, Yoongi. No sé si realmente me estaba siguiendo o si solo... fue una coincidencia. Pero estoy asustado. —Lo miró finalmente, con los ojos rojos y húmedos—. Hyung, ¿y si no fue una coincidencia? ¿Y si...?

Yoongi suspiró, colocándose a su lado en el sofá. Pasó un brazo por los hombros de Taehyung y lo atrajo hacia sí, dejando que su cabeza descansara en su hombro.

—Shh... no tienes que preocuparte ahora. Estoy aquí. Vamos a averiguar qué pasó, pero ahora solo respira, ¿sí? Todo está bien. Nadie va a hacerte daño.

Aunque las palabras de Yoongi buscaban calmarlo, no podía evitar sentir un nudo en el estómago.

Yoongi y Taehyung compartían una historia compleja, tejida con hilos de amistad profunda, momentos de amor frustrado y una conexión que desafiaba las etiquetas convencionales. Habían intentado ser pareja una vez, pero los engranajes de su relación no encajaban del todo. No porque no se quisieran —porque ambos sabían que lo hacían, a su manera—, sino porque sus vidas, sus personalidades y sus formas de enfrentarse al mundo eran como dos caminos que a veces convergían y otras veces se separaban. Sin embargo, esa relación fallida no los apartó. En lugar de distanciarse, decidieron seguir siendo una parte esencial el uno del otro, algo más íntimo que amigos pero menos comprometido que amantes. En ciertos momentos, se ofrecían compañía física y emocional, un refugio en un mundo que muchas veces parecía demasiado hostil. Yoongi era el único en quien Taehyung confiaba completamente, la única persona a la que dejaba ver su vulnerabilidad.

Esa noche, después de escuchar la historia de Taehyung y calmarlo como pudo, Yoongi lo observó en silencio por un momento. Había algo en la mirada del otro que lo llenaba de preocupación; la forma en que sus hombros se encorvaban, como si el peso de la noche y de su miedo lo aplastaran, lo hacía querer protegerlo más que nunca.

—Hyung... ¿Puedes quedarte? — Preguntó el menor, con la voz apenas audible. No quería estar solo, no esa noche. No después de todo lo que había pasado.

Yoongi no dudó ni un segundo.

—Por supuesto que me quedo, Tae —respondió, con suavidad, pero con firmeza, como si la idea de dejarlo solo no fuera siquiera una opción. Se inclinó hacia él y lo abrazó fuerte, como si con ese abrazo pudiera garantizarle que todo estaría bien, que nada malo iba a pasar mientras él estuviera ahí.— Vamos, es tarde. Mejor tratemos de dormir, ¿sí? Ambos tenemos que levantarnos temprano para el trabajo.

Taehyung asintió con la cabeza, pero en el fondo sabía que dormir sería un desafío. ¿Cómo podría cerrar los ojos cuando las imágenes de lo que había sucedido seguían proyectándose detrás de sus párpados? ¿Cómo podría pensar en ir al trabajo con esa sensación de que el peligro no había desaparecido del todo? Aun así, la presencia de Yoongi, el simple hecho de que estuviera a su lado, era suficiente para calmar, al menos un poco, el caos que tenía dentro.

Yoongi lo guio hasta el dormitorio. El cuarto estaba oscuro, apenas iluminado por la tenue luz que se filtraba a través de las cortinas. Cuando llegaron junto a la cama, Taehyung se detuvo por un momento, mirándolo. Antes de que pudiera pensarlo demasiado, se inclinó hacia Yoongi y le dio un beso casto, apenas un roce, como si fuera su manera de agradecerle sin palabras. Yoongi sonrió ante el gesto, una sonrisa pequeña, pero sincera, y sin decir nada más lo ayudó a acomodarse en la cama.

—Acuéstate — le indicó el mayor con suavidad, cubriéndolo con las sábanas mientras él también se deslizaba al lado de Taehyung.

Taehyung no dijo nada. Se giró hacia Yoongi, y cuando este se inclinó y lo besó de nuevo, más despacio esta vez, el toque de sus labios fue como un bálsamo que calmó un poco el dolor que sentía en el pecho. No hubo más palabras entre ellos. No eran necesarias. Yoongi apagó la luz, y en la oscuridad, abrazó a Taehyung con un brazo, dejándolo reposar contra su pecho.

Aunque el cansancio se estaba apoderando de su cuerpo, Taehyung se quedó despierto por un rato, escuchando la respiración de Yoongi volverse más y más tranquila a medida que caía dormido. Era curioso cómo, incluso en los momentos más caóticos de su vida, Yoongi siempre parecía ser una constante, un ancla. Podía sentir el calor de su cuerpo, la forma en que su pecho subía y bajaba rítmicamente, y por primera vez en horas, comenzó a relajarse un poco.

El sueño tardó en llegar. Las imágenes de la noche seguían acechándolo, como sombras que se resistían a disiparse. Pero el agotamiento y el estrés del día, acumulados como una tormenta dentro de él, finalmente lo vencieron. Poco a poco, sus párpados comenzaron a cerrarse, ya la muerte no le susurraba en su piel. Los ojos rojos que brillaron en la oscuridad de su habitación tampoco fueron vistos por él. Todo lo que había pasado se desvaneció, al menos por un momento, mientras se quedaba completamente dormido en los brazos de Yoongi.

Comenzamos una nueva aventura que espero que sea del agrado de quienes la leen.

LORED

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