Ambos niños después de tres horas se encontraban llorando, estaban aterrados por lo que les había pasado. Freddie ya había tenido esa experiencia, pero para Louis fue demasiado traumatizante. Jamás podría olvidar las caras de esos señores y señoras al lastimarlo.

Así fueron los siguientes días. Ya era mercancía valiosa entre todos los niños y lo pedían demasiado. Freddie ya no era usado, solo en ocasiones, él ya estaba libre, pero Louis no.

—Por favor, ya déjenlo —rogó Freddie a sus padres, estaban comiendo.

—Es mercancía de la buena, gracias por haberlo trai... —una llamada interrumpió al señor —. ¡Carajo, sí está bien! Lo mandaremos a otros lugares... —colgó.

—¿Qué ocurre, amor?

—Pasa que los padres de ese mocoso, Louis, son millonarios. Lo andan buscando como locos. Ofertas grandes de dinero aparecen. Estamos a punto de ser encontrados, pero no... ¡No lo voy a permitir!

—Espero y se pudran en la cárcel —dijo Freddie.

—¡¿Qué dijiste, mocoso?!

—QUÉ SE PUDRAN EN LA CÁRCEL. ¿ERES SORDO O QUÉ?

—A MI NO ME HABLAS ASÍ —una cachetada en la mejilla de Freddie se hizo notar. Pero no tan solo eso, golpe tras golpe. Gritos de auxilio provenían del niño.

—Lo vas a matar —dijo su madre sin ganas.

—Eso es lo que busco, es... co-cómplice y... no quiero que hable.

—Haz lo que quieras —hizo una mueca la señora —. Pero yo no limpiaré eso y el cuerpo te lo encargas tú —se fue.

Habían matado a su propio hijo. Realmente lo único que tenía Freddie para ser hijo de ellos era la sangre, porque en sí, ellos nunca lo consideraron su hijo, sino un error que se interpuso en sus ganancias, al menos los sacaría de un apuro a fin de cuentas. 

Horas pasaron y los padres habían tirado el cuerpo de Freddie al mar, como si fuera un animal. También habían decidido mandar a Louis a otro país. Primero a India y allá se quedó un buen tiempo; 4 meses, luego a Mongolia; 3 meses, Rumania; 1 mes, pero seguían buscándolo.

Sus padres nunca pudieron encontrarlo, los agentes dijeron que lo más probable es que estaba muerto, ya que encontraron el cadáver de Freddie. Sus padres se negaban, pero aceptaron que su hijo... estaba muerto también. Quedaron devastados, solo quedaba Mark y él no sabía lo que sucedía. Todavía era pequeño para saber. Cosas en la casa cambiaron, protección máxima para el hijo que les quedaba. Y sí, ellos pudieron encontrar a varios que compraban a los niños y a dos que aceptaron que estuvieron con Louis, sus padres los mataron con sus propias manos. Se limpiaron como si nada hubiera pasado, eran millonarios a pesar de todo. Sus padres fueron asesinos, pero ellos no podían soportar el dolor al haber sabido que su hijo fue prostituido y matado después. El dolor de un padre el perder a un hijo, no tiene nombre.

Después de un tiempo, decidieron mandar a Louis a Corea del Sur. Y mientras el niño era aprovechado, un cliente vio que estaba demasiado débil, se hartó de él, lo golpeó en la cabeza y tiró en un monte. Creyó que estaba muerto, pero no fue así, solo estaba inconsciente. Lo enterró un poco, pero por el miedo de ser descubierto una mano quedó fuera. Louis logró despertar ahí pidiendo ayuda, moviendo su manita con muchas fuerzas aunque la tierra estuviera tapando todo su cuerpo, iba a morir asfixiado si no hubiera sido por una pareja con un hijo que se acercó a él, encontrándolo en mal estado.

—¡Ay, mi vida! —la señora quitaba la tierra con sus propias manos y uñas para poder sacarlo de ahí. El chiquillo estaba muy débil.

—Como el mundo es tan podrido. ¿Cómo van a enterrar a un niño? ¡Un niño, Somin! —el señor ayudó a su esposa mientras que su hijo. Estaba observando la escena, era muy fuerte para él, así que solo dio la espalda mientras lágrimas salían.

Con una manta que Somin traía tomó al niño y lo cargó en brazos, sangre seca, sangre recién salida había en su cuerpo. Llorando, golpeado y sangrando de su parte íntima. Lo llevaron al hospital más cercano. Había perdido su memoria, solo le quedaron levemente algunos recuerdos que al pensarlos no los recordaba. Los recuerdos traumáticos que pasó, al ser pasado de un país a otro, de unas manos a otras.

Su identidad no se sabía. El caso de la familia Lee ya se había cerrado y no podían volver a abrirlo. Además que sucedió en países diferentes. La pareja junto a su hijo estuvieron en trámites para poder adoptar a Louis, pasaron 4 meses más para eso y se pudo lograr. Había un nuevo miembro en la familia a quien cuidarían demasiado. Louis volvió a ser feliz.

Pero las cosas empeoraron cuando a los 16 años alucinaciones y voces comenzaban a sonar en su cabeza. Esas voces siempre trataban de quebrarlo, de hacerlo débil y no las soportaba. En las noches cuando estaba en su cama, no podía dormir, su cabeza dolía y cuando abría los ojos. Personas observándolo estaban ahí. Riéndose o simplemente existiendo. Gritos y miedo se apoderaban de él.

(...)

—Te haré unas preguntas, ¿de acuerdo? —el psiquiatra estaba con Louis.

Era un lugar muy tranquilo, olía a medicina y para nada era un lugar reconfortante. Ver todo de un solo color, blanco, no se le hacía tan lindo. Sus padres que él ya los había considerado ya no se encontraban, ni tampoco su hermano menor.

—Sí.

—¿Cuándo comenzó todo esto? Espacio, tiempo. Si puedes ser especifico te lo agradecería.

—En las noches... tenía insomnio, no dormía, algo me hacía no dormir. La oscuridad tal vez. No sé. Una noche, eran las... —Louis cerró un poco los ojos tratando de recordar con exactitud —. 4:00 am. Comenzó. Gente, voces. Lo odio.

—¿No recuerdas nada de tu pasado?

—No. Es curioso, por más que quiero recordar no lo hago. Así como cuando no puedes recordar si hiciste una cosa básica como lo es lavarte las manos después de ir al baño y para asegurarte debes hacerlo de nuevo, ¿le ha pasado?

—Me temo que no.

—Ah, ya veo —la mirada de Louis se posó a un objeto de la habitación, una alfombra blanca.

—¿Podrías describirme a las personas que ves?

—Son demasiadas, no puedo recordar todas, pero hay una que se repite siempre... es un niño... uno rubio. No sé quién es. Él... trata de defenderme —Louis sonrió al recordarlo.

—Bien.

Siguieron con otras preguntas y cuando terminaron, la enfermera lo llevó con su hermanito y el psiquiatra fue solo con sus padres.

—Después de los estudios realizados, exámenes, secuelas de lo sucedido, llegué a la premisa de que su hijo tiene esquizofrenia —les hizo saber de una manera suave —. Necesita tratamiento urgente. Lo mejor sería intérnalo en el hospital.

—Ay, Dios.

Somin comenzó a sollozar, le dolía.

—¿C-cómo sucedió? Si él es alguien feliz —preguntó el padre. Con mirada nostálgica.

—No se conoce con exactitud lo que produce esquizofrenia. Pero puede suceder por el ambiente en el que está o estaba... recuerdos o cosas traumáticas. Pues me dicen que lo encontraron en graves condiciones. Tal vez cuando él piensa en las cosas no las recuerda, pero siguen levemente en su cerebro y vienen con alucinaciones. Nuestra mente es muy poderosa y lamentablemente está afectando a su hijo de una mala manera.

(...)

—Madre, ¿me quedaré aquí? —el adolescente preguntó ingenuamente. Sostenía una maleta con sus pertenencias.

—Aquí estarás mejor, cariño. Te lo prometo, solo será un tiempo —le acariciaba el rostro.

—Jeno, dime —se dirigió a su hermanito.

—Sehun... —el menor lloraba.

La familia se abrazó y el chico siguió a las enfermeras que lo esperaban. Entró por esa gran puerta de cristal, ese gran pasillo blanco casi infinito que lo esperaba.