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21

—¡Nos vemos, cuiden bien a Mark! —escuchó el chico desde abajo el grito de su madre.

Su madre ya iba a clase de yoga como lo hace cada miércoles,  jueves y sábado. Hoy es sábado. Mark aprovecharía para buscar algo. Salió de su habitación; probablemente nadie lo vería pues estaban ocupando haciendo otras cosas, además que la casa de Mark es enorme, tiene varias habitaciones en la parte de arriba. Es el primer chico más rico de su preparatoria. Su padre es un gran empresario conocido no solamente en Canadá o Estados Unidos, tienen millones de dólares. Va en busca de un cuarto donde su madre se esconde cada veintitrés de septiembre. No sabe la razón, simplemente ese día está prohibido molestarla de un horario en específico: 3:00-5:00. Y obviamente él no puede entrar.

¿Quién tiene acceso a ese cuarto nada más? La señora de limpieza, Janis.

Mark la había estado observando hace semanas, para saber su rutina. Llegó a la conclusión que siempre lo limpia cada dos semanas; los miércoles. Mark antes de salir de su recámara tomó sus medicamentos para el sueño, el psiquiatra se los había recetado para que pudiera conciliar el sueño, ya que su insomnio cuando tenía catorce años era grave. Ahora no lo es, pero le sobraban. Fue a la cocina y se preparó un licuado de mango, sirvió dos vasos, uno para él y otro para Janis en donde pondría el medicamento. Pondría poca dosis pues está consciente que no le quiere hacer daño ya que es lo único que tiene a la mano para hacer algo. 

En su bolsillo izquierdo.

Tomó ambos vasos y se dirigió a esa señora amable, ella los había estado acompañado desde hace cinco años.  

—Hola, Janis.

—¿Cómo estás, Mark? ¿Se te ofrece algo? —Mark niega con su cabeza y Janis ladea la suya para esperar a que Mark hable.

—Sabes que el mango es una de mis frutas favoritas, así que decidí intentar preparar algo por mi mismo y quería ver qué tal salió, ¿podrías probarlo? —Mark le extendió su vaso a Janis. 

Ella sonriente lo tomó y le dio un sorbo —Mmm... está delicioso, hijo. Gracias.

Mark sonreía observándola.

En 5... 4... 3... 2... 1...

Janis comenzó a estar somnolienta y más por su edad el efecto fue mayor. Cayó al piso. Mark se agachó y comenzó a buscar la llave en su bolsillo izquierdo. La encontró.

Pan comido.

Dio una media sonrisa. Ahora se encargaría de llevar a Janis arriba en su cuarto. La señora no era tan obesa, pero sí pesaba, le tomó algo de trabajo.  Se sintió algo ansioso si llegaba a ser atrapado, pero corrió con suerte esta vez. Al dejarla en su recámara, fue en busca de ese cuarto secreto, él sabe muy bien donde se ubica. Al final del pasillo que te lleva a la sala de billar, solo que esa está antes. Tienes que caminar unos treinta segundos más para toparte con el cuarto. 

Si tú controlas mi vida, yo puedo saber qué haces con la tuya.

Arqueó una ceja e introdujo la llave para abrir esa puerta. Con cuidado de no ser observado por nadie, finalmente entró a ese cuarto. Se quedó sorprendió pues no era un cuarto, sino un sótano. 

—¿Qué hace mi madre cada veintitrés de septiembre en un sótano? 

Con cuidado iba bajando las escaleras de madera que rechinaban un poco, la madera ya era algo vieja. Al menos no había termitas.  Al llegar abajo, prendió un foco que estaba ahí y pudo visualizar todo lo que estaba alrededor. El cuarto no olía mal, olía demasiado bien. Ahí estaban las cosas de él, las cosas que ya no se usaban. A Mark le comenzaron a lagrimear sus ojos. Pero había algo más que llamó su atención, rodeaba una parte de tela blanca en un lugar, como si algo estuviera escondido ahí. Abrió la tela y había una foto de su hermano cuando era niño, con velas y uno de sus juguetes favoritos.

—No puedo creerlo.

Él estaba perplejo. De repente oyó el sonido de un carro, James había vuelto de dejar a su madre, luego iría por ella.

—Mierda.

Subió tan rápido, cerró la puerta y fue de nuevo al cuarto de Janis para dejar la llave en su lugar. Sin darse cuenta que esa tela blanca no la cerró dejando a la vista la foto de su hermano.

(...)

—Obviamente hay algo raro ahí —dijo Chenle mientras daba un disparo.

—¿Tú crees? —da un disparo.

—¡Claro! Alguien a quien protegen tanto, dan órdenes como si fuera un pequeño... No es muy normal que digamos.

Jaemin solo dio un suspiro. Su amigo tenía razón en eso. Estaban en una plaza en un lugar de videojuegos, Chenle es muy fanático de eso, Jaemin no lo es tanto, pero el chino le dio indicaciones para que pudiera jugar de forma correcta. Era un juego de matar zombies. En un momento Jaemin se distrajo y los zombies corrieron hacia él, muy tarde para matarlos, eso provocó que su pantalla se pusiera negra diciendo "Game Over". 

—¡No inventes, ya me mataron! —la risa escandalosa de Chenle se hizo notar, el peliazul lo fulminó con la mirada. Tras dos disparos más la pantalla de Chenle se puso negra, pero con la palabra "Congratulations" —. Siempre pierdo, no soy bueno.

—Tal vez te hace falta práctica o simplemente no te gustan tanto —se encogió de hombros. Decía la verdad. Salieron del lugar y caminaban en silencio, hasta que Chenle lo rompió —. ¿Tú... tú no has notado algo raro en Sehun?

—¿El hermano de Jeno? 

—Sí, eso que escuchamos de Mark me dejó dejó intrigado.

—Como Sehun está enfermo pienso que actúa normal, así que no. No tengo mucha relación con él, pero lo que he convivido es... —frunció sus labios sin terminar su oración. Ya no tenía nada para decir.

Las salidas de Jaemin y Chenle cada vez eran más seguidas, ambos se sentían bien con la compañía del otro. Era una nueva amistad que se estaba descubriendo poco a poco, paso a paso. Aunque siempre se llevaron bien desde que se conocieron jamás habían salido solo ellos dos. Siempre con Jeno y Haechan, como los cuatro eran ya mejores amigos antes de que Mark y Renjun llegaran. Ellos dos nunca se habían dado la tarea de platicar solo ellos dos, esas platicas de amigos en donde puedes hablar de prácticamente todo, ellos todavía no lo hacían, hasta ahora que Jeno mostró interés en Renjun. Pero ahora que eso ya no es visible los dos siguen viéndose y para nada les molesta, ambos se ponen felices al recibir algún mensaje del contrario para invitarlo a salir. Nunca pueden evitar borrar esa sonrisa que se forma al leerlo y contestar con un simple "Sí". 

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