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Tener un Crush equivale a mucho dolor⚘ (pt2)

A Miranda ya ni siquiera le importaba si perdía su nota en biología, solamente quería recuperar su libreta.

Pasó el resto de la jornada de clases preocupada, pensando en su libreta, tratando de hallar una solución para tenerla de vuelta, especulando sobre quién rayos la tenía, si acaso la profesora de biología la tenía entre los demás cuadernos recogidos, Miranda quería creer que era así porque la otra opción era que Beth se la había quedado y eso sí que era algo jodido.

Quería enterrar su propia tumba y morir.

No quería irse de la escuela sabiendo que algo tan preciado para ella había desaparecido, corría peligro si alguien llegaba a leer lo que contenía, sus mejillas se ponían rojas como el infierno de la vergüenza en solamente pensar en aquello.

—No te preocupes, si le hablas a la maestra quizá te dé una oportunidad para entregarle tu cuaderno mañana —le había dicho su mejor amiga cuando ambas ya estaban saliendo del salón para caminar a la salida e irse.

—Sí, hablaré con ella —contestó Miranda dándole un asentimiento bajo a Kim. Al diablo la tarea de biología, ella quería su jodida libreta de vuelta.

Caminó a pasos lentos entre el tumulto de alumnos que iban haciendo bulla, la mayoría aliviados porque el periodo escolar había llegado a su fin. Al llegar a la zona de parqueo, por las aceras; Kim se despidió de Miranda con un beso en la mejilla, la rubia trató de corresponder de la misma manera.

Una vez sola, se sentó al borde de la acerca, con su mochila sobre sus piernas, tendría que esperar a que su madre llegara por ella a como siempre. Era increíble lo mal que la estaba pasando.

—Oh, y mira esto —se escuchó un cuchicheo lleno de risitas a sus espaldas, Miranda volteó a ver sobre su hombro y se topó con un grupo de chicos saliendo animadamente, entre ellos iban Beth y Luke.

Observó cómo Beth reía a carcajadas con sus amigas, Luke parecía incómodo con todo, tenía una de sus manos detrás de la nuca y su semblante parecía confundido. Miranda quiso apartar la mirada de ahí, pero algo la hizo congelar, enseguida sus manos se pusieron heladas y juró querer vomitar.

Su libreta.

Su libreta estaba en las manos de Beth.

Tragó duro.

Sus ojos se toparon con los de Luke a la distancia, él solamente le dio una mirada contrariada.

— ¡Oigan esto! —espetó Beth soltando una carcajada, sus manos sujetando con fuerza algo tan preciado para Miranda, sus ojos repasando con malicia las palabras plasmadas con tinta en las hojas—. ¡En serio me gustas mucho, pero sé que nunca pasará nada entre nosotros, digo… ni siquiera me notas! ¡Esto es muy triste! —recitó con agonía fingida para luego volver a ver a todos sus amigos, quienes soltaron una risa, en excepción de Luke, quien quería que todo eso terminara. El rubio estaba pasando pena.

Para en ese entonces, Miranda había encontrado las fuerzas para levantarse de donde estaba sentada, se colocó su mochila y caminó sintiéndose muy mal hacia aquel grupo. Su cuerpo llenándose de vergüenza.

— ¡Eso es mío! —gritó enojada, ellos le quedaron viendo en silencio. Trató de evitar la mirada que le estaba dando Luke y fue hacia Beth para intentar arrebatarle su libreta, pero esta retrocedió a tiempo, alzando el cuaderno para que Miranda no lo tomara.

Retrocedió un poco, sintiendo sus ojos picar por las posibles lágrimas. Se obligó a retener todo.

—Oda a esos ojos azules que tanto me recuerdan al mar… —continuó leyendo Beth una de las paginas al alzar.

—Beth. Ya —gruñó Luke hacia esta, pero ella le ignoró.

—Oda a esa hermosa sonrisa… blah, blah, blah —hizo una mueca de asco y puso los ojos en blanco—. Una mueca hacia mí y mi corazón da un vuelco.

Miranda trató de quitársela otra vez, pero falló por el gran reflejo de Beth de apartarla a tiempo.

— ¿No es eso tierno, Luke? —cuestionó Beth dirigiendo su atención en el rubio que parecía disgustado—. ¿Qué piensas?

Por primera vez, Miranda se animó a volver a ver a Luke. Él tenía expresión neutra, ojos llenos de lástima, estaba mordiendo inconscientemente su labio inferior por los nervios. Luke estaba tan incómodo.

El corazón de Miranda se empezó a romper poco a poco cuando él comenzó a negar lentamente mientras le veía directo a los ojos.

—Quiero que sepas que voy a tratar de ser muy sincero. —dijo el rubio con algo de pesar, todas la miradas dirigidas a él.

Miranda presionó con fuerza sus dientes e inhaló lo más que pudo, sabiendo lo siguiente que vendría.

—Lo siento tanto, pero no me gustas, Miranda, no es para nada correspondido, yo…

Suficiente. Miranda se acercó a Beth para quitarle su libreta y agradeció que esta no hiciera fuerza esta vez. Se la arrebató con tristeza y enojo en su sistema. Su cara ardía demasiado, podía sentir el gran nudo en su garganta y ni hablar del ardor en su nariz y ojos.

A sus espaldas escuchó la bocina del auto de su mamá. Retrocedió de ahí, no sin antes darle una mirada rápida a todos, pudo observar cómo Beth le veía en silencio, con cierta sonrisa en sus labios. La odiaba.

Se dio la vuelta, logró oír cómo ellos empezaban a hablar sobre lo sucedido, pero se apresuró hasta llegar al auto de su madre para subirse lo más deprisa que pudo.

— ¿Estás bien? —escuchó preguntar a su mamá. Miranda se alzó de hombros, abrazó su mochila y libreta con ambos brazos y se encogió en el asiento.

—Fue un día cansado —se limitó a responder con dificultad, tragó pesado y comenzó a inhalar y exhalar por la boca para recobrar su tranquilad.

Su madre prendió el auto y para poder salir del parqueo tenía que dar la vuelta, quedando casi en frente a la acera donde todos seguían parloteando.

Su corazón se achicó cuando a través del cristal del vehículo sus ojos chocaron con los de Luke. Este estaba apartado del resto, sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón del uniforme, él le estaba dando una mirada casi apenada.

Entonces ella apartó la mirada.

Aquel día, Miranda ya no quiso ver más aquellos hermosos ojos, que tiempo atrás le volvían loca.

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