Capítulo Veinticuatro.
ERIDAN
Cuando terminamos nuestro desayuno, decidimos ir a dar un paseo con mi madre, ella pocas veces viene a Berlín y quiere visitar el Spree, queremos complacerla y la llevamos, decidimos que almorzaremos en uno de los restaurantes cerca del río mientas disfrutamos de las vistas.
Ahí se nos unen Arabelle y Blaz.
—Ay, mi muchacho, ¡qué alegría verlos! —Mi madre los abraza encantada, se dirige primero a Blaz ya que ha pasado siempo si verlo, luego hace lo propio con Arabelle. —Se ven tan guapos —adula.
Ambos saludan a Ares, Arabelle es más efusiva y lo saluda con dos besos.
—Qué gusto verte de nuevo, Zahír.
—Lo mismo digo, Arabelle, cada vez te ves más guapa —la halaga, luego se dirige a mi amigo —Blaz, es bueno que nos acompañes —le tiende la mano y el otro la estrecha.
—No podíamos faltar —sonríe de manera amistosa.
Mis amigos me abrazan y se los ve felices de compartir el día con nosotros, yo estoy muy contenta de tenerlos conmigo, esta situación es tan extrañamente natural, decido disfrutar de la sensación.
Me complace mucho la actitud de mis amigos ahora para con mi Señor, es un ambiente bastante relajado. La mañana transcurre de forma amena y mi madre está encantada con el paseo y con la plática que mantiene con Ares y Blaz.
Pronto tomo a mi amiga del brazo, cruzando el mío por su cintura, como lo hacíamos desde pequeñas, y caminamos unos pasos detrás de ellos.
Conociendo a mi Señor debe estarles explicando la historia del lugar, el origen del río, incluso de los botes. Mi madre camina de su brazo y mi amigo a su lado, van conversando muy entretenidos.
Exhalo un suspiro antes de decir lo siguiente:
—Gracias, Belle. —Ella me mira extrañada deteniendo su caminar y me dirige una mirada interrogante.
—Sé que soy la mejor —hace un gesto con su cabello y yo ruedo los ojos sin poder evitar reír —, ¿pero a qué viene esto ahora?
—Es que, gracias por venir a darme apoyo, esto se estaba poniendo muy raro, ya conoces a Odetta, apuesto a que hasta ya eligió los nombres de sus nietos imaginarios —mi amiga suelta una carcajada al igual que yo —y porque probablemente ella nunca se hubiese enterado de mi relación con Zahír, no sin los empujones que me diste —confieso.
—¿Por qué, Eri? ¿Pretendías mantenerla oculta así como quisiste hacerlo con nosotros? —su ceño se frunce y sé que de esa manera me está reprochando lo poco comunicativa que fui sobre Ares.
—Porque... —dudo en continuar —ya sabes, siempre hay algo dentro tuyo que te hace saber cuando vas a estar con una persona por mucho tiempo, si será duradero, tienes fe en eso, y yo... aunque las cosas están bien entre nosotros —la suelto para retorcer mis manos por el nerviosismo —no lo siento así.
—¿Tú crees que tu relación con Zahír no durará? —inquiere. Asiento. Estoy segura, pero no puedo explicárselo, aunque quisiera —Sabes que eso no lo crees ni tú —su afirmación me da risa y no de forma burlesca. —Y no hables de fe —termina.
—Yo no solo lo creo, yo lo sé. Es tener la certeza de que existe una fecha de caducidad — admito la verdad, alejando lo que parece ser una punzada lacerante en mi pecho.
—En primer lugar, no ves esto con claridad y me refiero a que, yo no tengo idea lo que sucede realmente entre ustedes, desde fuera no se puede ver la totalidad de una relación, pero lo que yo veo, lo que he visto cariño, es que tú estás fuertemente anclada a él. Desde el primer momento lo he notado, desde que he visto como tus ojos brillan cada vez que lo ves o solo mencionas su nombre. Desde aquella primera vez que pude ver como ibas caminando hacia él como si fuera lo único que existiera para ti en el mundo. Veo cómo te mueves a su alrededor, como él parece ser el centro alrededor del cual gravitas, tu mirada, tu postura todo se dirige a él.
Vi cómo te destruías a ti misma por pensar que le fallaste y como todo eso se borraba en un segundo porque él volvía por ti. Vi además como dejaste a un lado a Blaz, a tu mejor amigo de toda la vida, por contradecir tu relación con él. He visto eso y he visto más. Lo he visto también de su parte, podría decir que él mira, huele, degusta, toca y oye todo lo que se relaciona contigo, cada cosa, él está pendiente hasta del más mínimo detalle que te rodea, todo es mutuo o entre ustedes, cualquiera puede verlo, y no considero esto algo malo, al contrario, me siento feliz por ti, pero no puedo evitar sentir temor porque ha sido tan rápida la forma en que parecen depender el uno del otro y conozco tan poco a Zahír, que no sé qué depara. Pero estoy segura, de que lo que ustedes tienen, si es que tiene la fecha de caducidad de la que hablas, está muy lejos ahora. Porque no hay indicios de que seas físicamente capaz de alejarte.
—... —Abro mi boca, intentando decir algo, pero aun mi mente sigue procesando cada palabra que sale de la boca de mi amiga, recordando todo lo que menciona. Pensando y pensando. —Yo... no lo sé, Belle.
—¿Qué es lo que no sabes? —pregunta deteniendo nuestro caminar para pararse frente a mí.
Aunque mi mirada está dirigida hacia ella, yo estoy perdida pensando en cientos de cosas.
—Todo estaba bajo control, yo sabía cuál era mi misión en esto y ahora... yo solo no lo sé — finalizo mientras veo a lo lejos como mi madre, mi amigo y mi Señor caminan y hablan animados, se ve como algo tan natural.
—No hay control sobre la vida —afirma y quiero rebatirla, pero callo –. Sabes que no logro entender muchas de las cosas que dices desde que estás con él, pero... lo respeto, lo acepto, acepto que no quieras compartir cosas —parece resignada. —Necesitas hablar con alguien, cariño —toma mis manos —y no estoy diciendo ni sugiriendo que sea conmigo si no te sientes lista, pero necesitas soltar lo que sea que tienes dentro para que, aunque no obtengas respuestas, alivies la carga que pareces estar llevando.
Son quizás las mejores palabras que alguien pudo decirme, porque sí, efectivamente yo necesito hablar con alguien, pero la pregunta es: ¿con quién? Temo lo que ella piense si le cuento todo esto que estoy viviendo realmente desde que estoy con mi Señor, que se asuste.
—Gracias, amiga, por hablar conmigo —expreso sincera.
—Cuando necesites hacerlo, Eri, soy tu amiga —sonríe.
—¿Los alcanzamos? A este paso irán a comer sin nosotras y empiezo a tener hambre —digo medio en broma medio en serio, ella ríe, vuelve a cruzar nuestros brazos y apresuramos el paso hasta alcanzarlos.
Decidimos almorzar en el Spreewirtschaft Restaurant.
Pedimos una mesa y antes de sentarme con ellos me excuso para ir al sanitario.
—¿Quieres que te acompañe? —se ofrece mi amiga.
Niego con la cabeza.
—No es necesario, nena, quédate con mamá, enseguida vuelvo.
Ellos se dirigen a la mesa que nos designó el anfitrión y yo corro al baño que afortunadamente está vacío, cuando termino, salgo para retocar un poco mi escaso maquillaje, dormí poco y no me caben dudas de que debo tener un buen par de ojeras en estos momentos. Cuando salgo, me sorprende ver a Ares apoyado en la puerta con una sonrisa torcida.
—Al fin solos, pequeña, te he extrañado. Hoy en todo el día no he podido tenerte para mí.
Camina hacia mí como un cazador hacia su presa. Mi corazón late fuerte.
—Ahora, Eridan, vas a ser la buena perra de tu Señor, la que siempre has sido —empieza a susurrar en mi oído, su voz se torna ronca, haciéndome estremecer.
Me sujeta de la cintura y sus fieros labios toman los míos entre los suyos y me sorprende con un beso avasallador. Sus manos bajan por mis costados y palpa mis bragas, ahora totalmente humedas por su ataque, por encima de mi ropa.
—¿Desde cuándo llevas esto? —toma un lado de las ligas de mis bragas y la tira para luego soltarla haciendo un ruido al chocar con mi piel, el lugar pica por el golpe de la tira. —Es mi error no haberte dicho que vinieras sin ellas. Ahora quitatelas y entrégamelas —ordena en mi oído. Su aliento acaricia mi cuello, justo donde impacta el aire que exhala —. Obedece —exige al ver que no hago movimientos alguno.
Pronto me agacho para hacerlo.
—Si... Si Señor —respondo mientras deslizo las bragas inservibles por mis piernas, y entregárselas en su mano. Lleva la tela a su nariz e inhala profundamente.
—Deliciosa —murmura. Siento el calor subir por mis mejillas pero también concentrarse en mi entrepierna. Mi centro palpita, estoy excitada.
Guarda el pedazo de tela en su bolsillo y vuelve a apresar mi cintura con sus manos para que me quede quieta en la posición que desea y vuelve a tomar mi boca. Sus manos se mueven, viajan por mi cuerpo no como una caricia, es solo un repaso necesario para viajar hacia mis piernas, mi falda... sube brusco por mis piernas, abro la boca por la impresión y aporvecha para profundizar aún más el beso. Me entrego. ¿Qué planea hacer?
Separa sus labios de los míos, su mirada me quema.
—Abre tus hermosas piernas para mí —demanda con voz sedosa y persuasiva, lo hago.
Lo miro y me pierdo en sus ojos intentando descifrar todo aquello que está allí y habla de sus propias intenciones, la diversión, la determinación; juega conmigo, me provoca y me tienta como si fuese necesario para mi cuerpo.
Mi madre está a unos metros al igual que mis amigos, y yo aquí... con mi Señor, dándole todo de mí como siempre.
Palpa mi humedad, me acaricia y suspiro, jadeo cuando introduce sin esfuerzo dos de sus dedos en su interior.
—Mía —susurra como si ambos no lo supiéramos, como si necesitaramos una afirmación para saber aquello.
Retira sus dedos, se yergue y los lleva a sus labios para saborearlos, gime y me siento desfallecer. Es una imagen tan sensual que tengo que poner todo de mi parte para no pedirle que por favor me folle aquí y ahora. Lo necesito.
—Solo quería recordarte esto, y verificar que estés como deseo, y vaya que lo estás —gruñe —. Vamos, tu madre y tus amigos nos esperan—su voz suena ronca pero efectiva, repasa con sus dedos húmedos mis labios y me besa de nuevo, duro y fuerte, muerde y magulla.
Y aquí estamos nuevamente.
Espacio para comentar la charla de este par de amigas.
Y... la situación del baño.
Muchos besos 🔞⛓️🔥
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