Capítulo Veinticinco
ERIDAN
Antes de salir del baño me da un beso en la frente que me desarma, esto se está convirtiendo en un gesto habitual y no sé qué significado darle. Tengo una manía por darle significado a sus acciones, a estas alturas ya debería saber que no es algo que pueda hacer. Ares es enigmático, es difícil leerlo, aunque me de pistas.
Me apoyo en el lavamanos y miro el reflejo que me devuelve el espejo, estoy sonrojada, despeinada y con los labios hinchados, hasta un tonto se daría cuenta de lo que sucedió hace unos minutos. Suspiro e ignoro la sensación de la dolorosa excitación que me acompaña.
Me lavo. El agua fresca del grifo corre por mis manos y se siente bien, con mis palmas húmedas mojo mis mejillas, mi frente y mi cuello. Ha pasado tiempo desde que mi Señor y yo tuvimos sexo y lo deseo con mucha intensidad, lo necesito. Ahí está el punto: lo necesito. Sacudo la cabeza, no es momento de pensar en eso, no ahora. Me recompongo como puedo y cuando me veo medianamente decente en el espejo, salgo del sanitario y me dirijo a la mesa donde veo que todos ya han ordenado, incluso hay ya un plato para mí.
—Allí estás, cariño —mi madre es la primera en percatarse de mi presencia.
—Al fin vuelves, ¿había mucha gente en el baño? —inquiere Arabelle con su habitual picardía. Conozco sus intenciones y puedo jurar que también sé lo que piensa, bueno, no es tan difícil hacerlo en estos momentos.
—No te imaginas, una cola infinita —respondo con sarcasmo antes de sentarme.
Me coloco en el asiento y quedo frente a ella, al lado de mi Señor, Blaz está a un lado de su novia y mi madre sentada en la cabecera. Sus ojos se encuentran con los míos y trato de sonreír pero los nervios están allí, ella me mira y luego su mirada se desvía de mi persona. En un proceso lento veo sus ojos moverse y escanear sin pudor alguno a mi Señor, en nuestra cercanía, en su mano posesiva cerrada sobre la mía, porque fue la primera acción de mi Amo cuando me senté a su lado, y luego ella solo está mirándolo a él. Finalmente veo su mirada satisfecha y dejo escapar el aire que estoy conteniendo en mis pulmones.
—Con razón tardaste tanto —se suma Blaz.
Escucho la risa de mi madre y pronto la sangre se acumula en mis mejillas, imagino lo sonrojada que debo estar y eso hace que el calor que siento aumente aún más.
—Relájate, pequeña —escucho murmurar a mi Señor cerca de mi oído, intento hacerlo pero ya veo que todos en la mesa lo han interpretado de otra manera, en especial Arabelle, quien ríe con picardía —. Ya saben, imprevistos... —dice simplemente y cambia de tema, por fortuna todos se muestran interesados en lo que dice, lo cual me permite relajarme al fin y tomar un poco de agua antes de sumarme a la conversación mientras todos comemos.
—¿Cómo se comporta Eridan? —pregunta mi madre en un momento de "broma". Me tenso sin poderlo evitar.
—Ella es una buena chica —responde Ares.
Solo yo soy capaz de capturar el verdadero significado de sus palabras.
—Siempre lo ha sido —alega Odetta.
—Aunque tiene sus momentos —prosigue mi Amo —. Tiene su lado bueno ser una mala... chica —por sus ojos se ve el destello de la picardía de sus palabras, sonrío para mis adentros sin evitar sonrojarme de nuevo.
—Bueno, bueno, hay cosas que no necesito saber —corta mi madre, ¡oh por Dios! Toda la mesa ríe.
—Para eso preguntas, mamá, todos estamos en confianza.
—Ya veo... —dice ella, ¿quedando sin argumentos? Esto es nuevo.
Terminamos nuestro almuerzo y pedimos el postre, baumkuchen, está delicioso. Este encuentro está resultando mejor de lo que esperaba, y ahora mismo, a pesar de todo lo que sucedió en el transcurso del día, me da gracia lo nerviosa que estaba en la mañana, mi mamá está contenta al igual que mis amigos, mi Señor se está comportando excelentemente y todo esto me tiene feliz.
Cuando pagamos la cuenta mis amigos se disculpan, pues tienen que marcharse.
—Ha sido un verdadero placer verte de nuevo, querida Odetta —empieza a despedirse mi amigo, la besa en ambas mejillas y la abraza.
—Espero pronto nos veamos nuevamente, hijo, los echo mucho de menos —responde esta cuando finalizan su abrazo. —Mi niña —se dirige a Arabelle para repetir la misma acción.
—Que tengas un maravilloso viaje y disfruta el resto de tu estadía, pronto nos vemos —se despide mi amiga.
Ambos me abrazan a modo de despedida, hacen lo propio con Ares, sin abrazos, por supuesto, y se marchan del restaurante. Nosotros nos quedamos un rato más hasta que Ares propone ir a su casa, la tensión vuelve a mi cuerpo.
—¿Le gustaría conocer mi casa, Odetta? Podemos ir y tomar un segundo postre ahí, si le parece —invita y mi madre está encantada.
—¡Si!, por supuesto, hijo, me encantaría —responde sonriendo. Sé que muere de ganas de conocer todo acerca de Ares y si puede empezar por su casa, mejor.
No tengo porqué pensar que todo ahora irá mal, dejo mis enredos mentales que me están causando dolor de cabeza.
Nos levantamos de la mesa y nos dirigimos a la salida. Mi Señor da un paso y camino a la par suya, no detrás, así él lo quiere ahora, puede que todo sea una actuación por la presencia de mi madre. Puede que a mí me guste ir un paso atrás de él y dejar que él se enfrente a las cosas mientras yo le secundo pero justo ahora, me permito disfrutar de ir a su lado y la calidez de tener su mano apretando la mía.
El trayecto hacia la casa lo hacemos tal como lo hicimos en la mañana. Vamos hablando de trivialidades hasta que llegamos a la zona residencial y pronto a la casa.
El portón se abre, como siempre, al llegar allí, Ares conduce lentamente por el camino hasta llegar al sitio donde habitualmente estaciona.
—Bienvenida a nuestra casa —esa última frase me sorprende incluso a mi. Mi madre no repara en ello, al parecer, está embelesada con lo que ve.
—¡Wow! Es una hermosa casa realmente. —Ella la está viendo, tal vez, con la misma admiración que yo la vi el primer día que estuve aquí. Una majestuosa vivienda ubicada en medio de campo verde y pinos altos, vidrio, transparencia y lujos.
No digo nada, no sé qué debería responder, por el contrario, mi Señor parece complacido por la reacción de Odetta.
Baja del auto y como un caballero le abre la puerta a mi madre y luego hace lo mismo conmigo.
Le ofrece su brazo para ingresar en la estancia.
Bien, aquí está. Allá vamos.
Doy unos cuantos pasos inseguros hasta la puerta, siguiéndoles el paso, cuando mi Señor abre la puerta tomo una gran bocanada de aire y entonces, me interno yo también en la casa.
Nuevamente aquí un espacio para reflexionar sobre este par y Odetta, ¿cierto que ella nos cae bien a todas?
¿Qué sucederá en la casa?
Muchos besos 🔞⛓️🔥
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