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Capítulo Diecinueve

ERIDAN

Mi Señor se marchó luego de que Joseph viniera a entregarme las llaves de mi coche. Me dio un beso en la frente antes de irse y admitió que extrañaría mi presencia en casa provocando una sensación cálida y agradable en mi pecho.

Esa sensación permaneció conmigo durante toda la noche por lo que me costó conciliar el sueño causando que me levantara más tarde de lo previsto. Se supone que debería estar en el aeropuerto a las nueve y ya son casi la diez, y aún me encuentro en la locura del tráfico en Berlín. En un semáforo en rojo aproveché para colocarme el cabello en una coleta desprolija, no hay manera con mi cabello en las mañanas, es una maraña ingobernable.

Cuando finalmente llegué al aeropuerto y pude aparcar fui corriendo al interior a buscar la tabla indicadora de vuelos y para mi completo alivio, el avión proveniente de Dortmund venía con retraso. Al fin pude respirar tranquila, esto me daba unos minutos para controlar mi respiración agitada por el apuro que traía y aplacar toda la adrenalina que corría por mis venas.

Anunciaron la llegada del vuelo de mi madre y me acerqué a esperarla, una fila de personas comenzó a ingresar y rápidamente captó mi atención su melena cobriza, una hermosa sonrisa iluminó su rostro en cuanto me divisó entre las personas que esperaban, sin poder evitarlo le sonreí también, acorté la distancia que nos dividía y corrí a abrazarla haciendo que soltara su equipaje para recibirme.

—Qué gusto verte de nuevo, mamá, te extrañaba —le digo sin dejar de abrazarla.

—Y yo a ti, mi vida —responde acariciándome la mejilla después de darme un beso.

Me cuenta sobre el viaje, que papá manda saludos y se burla de mí diciendo que me he caído de la cama para venir a recogerla. La ayudo con su equipaje y vamos platicando hacia el estacionamiento.

Después de subir su maleta y bolso de mano al coche, mientras salimos del aeropuerto para internarnos en el tráfico matutino le informo que debemos pasar por el supermercado porque mi despensa está vacía. Se vuelve y me mira interrogante.

—Pero hija, ¿cómo es que te descuidas así? —inquiere preocupada —debes cuidar tu salud y tu alimentación.

—Lo hago, mamá, es solo que… —busco en mi mente la manera adecuada de decirlo, pero sencillamente no la encuentro—. No he pasado mucho tiempo en el apartamento últimamente.

La miro de reojo mientras sigo conduciendo.

—He estado pasando tiempo en casa de mi novio —digo estas palabras tan rápido que no sé si me ha entendido, pero vaya que sí lo hizo, veo sus ojos abrirse con gesto incrédulo.

Detengo el auto en un semáforo en rojo.

—¿Novio? —repite como si fuera algo irreal, casi quiero reír por la expresión que pone —. Es que tú no le cuentas nada a tu madre, ¿cómo está eso de que tienes novio, no me has contado nada y hasta casi vives con él? Ni siquiera me has dicho su nombre. Tenía que venir para enterarme.

De inmediato las ganas de reír se esfuman.

—Solo no encontré el momento adecuado de decirlo, las cosas han sucedido rápido y solo estamos fluyendo.

—Fluyendo viviendo juntos.

—Mamá…

—¿Al menos me dirás su nombre? Quiero conocerlo. —Me mira con expectación. Sabía que esto sucedería, aunque me causa algo de gracia, conociéndola esperaba un poco más de drama.

—Si, má. Se llama Zahír, lo conocerás, pero es un hombre ocupado, para equilibrar nuestros horarios decidimos… hacerlo más fácil, pasando más tiempo en su casa — miento un poquito demasiado—. Es doctor, entre su trabajo y el mío, pasar tiempo juntos es algo complicado.

—Vaya… ahora comprendo porqué quisiste volver tan pronto cuando fuiste a visitarnos, ¿por qué no lo habías comentado? —indaga.

—Él quería presentarse ante ustedes y pues yo quería esperar a que se fortaleciera más la… ¿relación? —aún me resulta raro hablarlo así y espero que mi madre no lo note.

Exhala un largo suspiro.

—Está bien, Eri, pero háblame más de ti, no quiero enterarme de las cosas importantes en la vida de mi hija de esta manera.

—Lo prometo, mami, han sido muchas cosas y cambios en poco tiempo. Ya te contaré todo en casa, ¿quieres que invitemos a Arabelle a desayunar? Les he comentado a ella y Blaz que vendrías. —Por fortuna acepta y se entusiasma con la idea de verla.

—¡Claro! También la he extrañado, ¿cómo le ha tomado todo lo de la mudanza?

Le envío un mensaje a mi amiga para invitarla a desayunar con nosotras y le indico el restaurante donde iremos.

Mientras nos dirigimos allí, nos enfrascamos en una plática sobre todo y nada, poniéndonos al día sobre temas varios, se ríe de mis chistes malos y me doy cuenta de cuánto la he extrañado.

Cuando llegamos al restaurante ya Arabelle se encuentra allí, no ha reparado en nada para reunirse con nosotras y saluda efusivamente a mi madre abrazándola con cariño.

—Cada vez que te veo estas más guapa, Odetta, sigo esperando la fórmula secreta —la adula mi amiga mientras la toma del brazo y nos dirigimos al interior.

—Pues ya la tienes, preciosa: el amor, el amor… —responde guiñándole un ojo —. Y tal parece que mi Eri también, y yo me vengo enterando recién.

—Mamá..

—¿Ya te contó? Es una caja de sorpresas tu hija —se burla mi amiga —, vaya bombón se consiguió. La tiene botando corazones.

—¡Arabelle!

—¿Qué? Es la verdad —dice con una risita traviesa.

—Eres un pequeño fastidio. Vamos a sentarnos y ordenar, muero de hambre —intento cortarles el rollo.

—Y yo muero por saber de Zahír —y ahí va a la carga mi querida madre. Me resigno, estas dos son imposibles y juntas, peor.

Pasamos el desayuno de manera amena entre bromas, anécdotas y risas. El día transcurre de prisa y Arabelle nos ha acompañado durante todo el día hasta que decide que tiene que irse a casa, pues tiene unos asuntos que resolver con Blaz. Quedamos en vernos de nuevo junto con él y me insta a invitar a mi novio, digo que sí a todo más por quitármelas de encima que por convicción, pero sé que esto me pasará factura después.


Cuando nos quedamos solas en el apartamento, mi madre se dio una ducha y al salir hablamos un rato con papá. La veía feliz pero su rostro evidenciaba cansancio por lo que la ayudé a acomodarse y pronto se fue a descansar.

Fue un día intenso para ella después del viaje.

Una vez sola no pude evitar pensar en lo ocurrido la noche anterior aquí, entre estas paredes. Ares y yo en un nivel de intimidad que nada tenía que ver con nuestras sesiones o algo sexual.

Me doy una rápida ducha también y antes de meterme a la cama, tan solo con la toalla alrededor del cuerpo en un impulso tomo el teléfono y marco el número de mi Señor, estoy deseos a de escuchar su voz.






¿Qué les pareció mami Rossemberg?
¿Y qué creen que sucederá con esa llamada?
Les debía este capítulo el domingo pasado así que para compensar lo traigo hoy y mañana el que toca, que será bastante interesante, sin duda alguna.
Les comento una vez más que pueden encontrarme en Instagram como @xdayah_books y también que quienes quieran unirse a los DayAngelos en WhatsApp son bienvenidos, solo déjenme un MD y yo les paso la invitación.
Un beso, nos leemos mañana.

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