Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Extra #5 (parte 2)

La nueva vida de Easton (Parte 2)


7:03 am

Si creyó que su nueva casa era espectácular, entonces no sabía que adjetivo usar para llamar a la que tenía en frente. El porche era enorme, y la casa tenía unas decoraciones en piedra que la hacían ver sofisticada y hermosa. Estaban frente a la puerta de madera del hogar Milestone, y fue entonces cuando comenzó a sentirse intimidado. Conocería a un montón de personas, un montón de familiares ¿Y si lo odiaban?

Dalia tocó el timbre mientras él seguía inspeccionando la fachada de la casa con atención. Podía escuchar a Tyler explicarle que esa era la casa de sus tíos Eve y Calvin, que vivían ahí junto a su prima Cristal. Pero lo cierto era que estaba pensando en como presentarse ¿Qué les diría a esas personas?

¿Hola, soy Easton y he venido porque ahora soy parte de ustedes? ¿Hola, Dalia y Donovan me adoptaron y ahora soy su familia? ¿Hola, no me odien...por favor? No sabía como presentarse ante unos familiares que no conocía principalmente porque no tenía idea de como ellos iban a reaccionar. Por eso, y por andar distraido, casi cae al suelo cuando un par de brazos pálidos lo rodearon por el cuello en un efusivo abrazo.

—¡Bienvenido, Easton! —escuchó gritar a la chica abrazándolo. No lo soltó y, aunque quizá debió quejarse del ruido, no pudo hacerlo. Aquella era la voz más dulce y ángelical que había escuchado, y ese abrazo el más cálido que había recibido —. ¡Eres mucho más alto de lo que esperaba! A ver, quiero verte bien.

Ella lo separó del abrazo, y entonces East se encontró cara a cara con una de las niñas más hermosas que había visto en su vida. Sus ojos eran una bonita mezcla entre azul y verde, cubiertos de unas largas pestañas que le servían como cortinas a esa hermosa mirada. Sus labios delgados eran de un bonito color rosado, y habían pecas decorando su pálido rostro de una manera encantadora. Su cabello, incluso más naranja que el de Tyler, iba en un moño del que algunos mechones se habían liberado, pero le quedaba precioso. Ella en sí era bellísima.

Dedujo que debía tener unos doce, quizá trece años. Era más baja que él, pero tenía la cara ángelical de una niña. A su sonrisa la acompañaban un par de hoyuelos, unos hoyuelos hermosos. Él solo pudo pensar que su corazón jamás había latido tan rápido, y que él nunca se había sentido tan cohibido y callado frente a alguien más...

—¡Vaya! ¡Tus ojos son hermosos! —exclamó ella, tomándolo por las mejillas para verlo mejor. La niña examinaba sus ojos sin saber que estaba alborotando su corazón —. Tienes un par de lagunas atoradas ahí adentro ¡Son geniales!

—Eh...¿gracias? —terminó por decir Easton una vez ella lo soltó. Tyler negó con la cabeza, divertido, y observó a la chica.

—Por supuesto que tendrías que darle una de tus entusiastas y peculiares bienvenidas, Cris —sonrió él, para luego ver a Easton —. East, ella es Cristal Milestone, mi prima más cariñosa, melosa y soñadora.

—No olvides amorosa y graciosa —añadió Cris.

—No eres graciosa. Tus chistes son un asco.

—¡Sh! ¡Pero East aún no lo sabe! —soltó ella, riendo sola. Ty rodó sus ojos, pero la observó con una sonrisa —. En fin, estoy feliz de conocerte, Easton. No sabes el tiempo que llevo esperando a otro primito con apellido Cooper ¡Es tan emocionante tenerte frente a frente! ¡Esto podría ser un sueño! Pellizcame para saber si es real.

—No quiero pellizcarte —dijo Easton, colocándo sus manos en los bolsillos de su pantalón. Ella lo miró con dulzura.

—Eres tierno. Ya me agradas, primito —aseguró ella, decidida ante su afirmación. Luego, subió su mirada hasta los adultos —. ¡Hola, titos! Se ven radiantes hoy, aunque ustedes siempre se ven radiantes ¿Me dan el secreto para tener esas sonrisas tan hermosas?

—Hola, Cris —Donovan respondió. Su brazo rodeaba la cintura de Dalia, quien sonreía encantada hacia su sobrina —. No es secreto, tu también tienes una sonrisa hermosa, así que ya sabes lo que hay que hacer para conservarla. Ahora, agradecería si nos dejaras pasar, preciosa. L.A es caluroso, pero hoy hace algo de frío...

—¡Oh, cierto! ¡Que tonta! Pasen, pasen. Mamá y papá estan en la sala de estar.

Cristal era activa, y hablaba con una facilidad impresionante. Parecía no tener vergüenza al reírse de sus propios chistes, que en realidad si eran malos, y sonreía de una forma encantadora. Por un tiempo, East no pudo hacer más que quedarse en su lugar y pensar en que Cris parecía un rayo de sol hecho persona. Ella era impresionante.

Escuchó la risa de Tyler a su lado, lo que lo hizo voltear.

—¿Qué? —le preguntó.

—Así que Cris, ¿eh? —él alzó una ceja en su dirección —. Supongo que no es tan raro, no son primos de sangre...

—No sé de que hablas.

—Tranquilo, tu secreto está a salvo conmigo —Tyler le guinó un ojo antes de reír una vez más. Luego, lo empujó levemente por el hombro para que entraran por la misma puerta en la que entraron Cris y sus papás —. Vayamos a que conozcas al resto de la familia, East.

Una vez dentro de la casa, volvió a sentirse abrumado. Nuevamente, el miedo a ser rechazado creció dentro de él, e hizo lo posible por actuar como actuaría normalmente. Siguió a Don y a Dalia, quienes eran guiados por Cristal. Tyler se adelantó para poder hablar con su prima, escuchaba sus voces entusiastas cada vez más lejos. Fue entonces cuando se dio cuenta de que se detuvo, no había avanzado más de tres pasos desde la entrada. Había pasado por cosas peores pero, en ese momento, ser rechazado por esa familia se sentía como la probabilidad más dolorosa de su corta vida.

Dalia se dio cuenta de que East no los seguía. Soltó la mano de Donovan y se dio la vuelta para encontrar al chico de ojos "de lagunas" en el recibidor todavía. Caminó hacia él y entonces Easton tuvo un pequeño déja vú cuando la conoció. Esa vez, ella portaba la misma sonrisa comprensiva y cálida que portaba en ese momento, y caminó con la misma seguridad hacia él.

—¿Todo bien, cariño? —preguntó ella, agachándose como también lo había hecho ese día.

—¿Es estúpido que tenga miedo de ser rechazado por estas personas, Dali? —preguntó él, mordiendo su labio. Bajó la mirada un tanto apenado —. Sé que son su familia y yo confío en ustedes, en Don y en ti, pero...para ellos soy un desconocido ¿Es ridículo si siento que me van a odiar?

Dalia soltó un pequeño suspiro. Easton era un niño maravilloso, pero sabía de sus complejos. No sabía como, pero tenía que aprender a calmarlo, a ayudarlo a lidiar con sus problemas. Ella también estaba aprendiendo sobre la marcha, pero no era algo que permitiría que la intimidara.

—No, cielo, no es estúpido tener miedo. Jamás lo es —ella elevó su mirada colocando sus manos en las mejillas del chico —. Esto es nuevo para todos y sé que puede ser abrumador. No te estoy pidiendo que seas valiente todo el tiempo, East. Es más, yo estoy aquí para caminar a tu lado cuando te sientas asustado. Estoy contigo, de la forma en que lo he estado estos años en los que nos hemos conocido.

》Ahora, te recomiendo darles el beneficio de la duda a las personas que conocerás. No lo digo porque sean mi familia, es que ellos tienen algo...¿especial? No lo sé, creo que simplemente han aprendido a jamás juzgar, a amar con fuerza —dejó un beso en su frente —. Entiendo tu miedo, pero yo jamás te pondría en peligro. Dales una oportunidad y si te sientes incómodo, tu solo dime y te sacaré de aquí en un dos por tres ¿Está bien?

—Está bien...

Tomó la mano de Dalia una vez ella se la ofreció y ambos caminaron hasta dar con una sala de estar incluso más amplia y lujosa que la de los Cooper. Escuchó voces, y pronto vio a unas dos personas más junto a Don, Tyler y Cris. Devió su vista hasta el sofá, donde todos ellos estaban viendo, habían dos adultos más y dos niños. El miedo se había instalado en él como un nudo en su garganta, su corazón latía con rapidez, pero tenía la mano de Dalia para sostenerlo.

No se caería, no saldría corriendo, y sin duda no se rendiría. Con ella a su lado, sentía que podía hacer todo lo que le daba miedo.

El primero en notarlo, fue un hombre increíblemente parecido a Dalia. Sus ojos eran tan verdes como los de ella, su cabello tan pelirrojo y tenía casi tantas pecas como Tyler y Cris, solo que las de él estaban cubiertos por una barba igual de pelirroja que su cabello. Su sonrisa era genuina, se notaba por la forma en la que sus ojos se achicaban al esbozarla. Por su altura, Easton tuvo que levantar la mirada más de lo normal, pero no lo intimidó. A pesar de que el hombre era alto y músculoso, no se veía intimidante.

—Hola a los dos —dijo. Su voz era gruesa, pero amistosa. Aún así, Easton apretó con mayor fuerza la mano de Dalia ante ese saludo —. Vaya, Easton, no sabes el gusto que me da conocerte al fin. Soy Calvin.

Él extendió su mano a modo de saludo, Easton lo observó por unos buenos segundos. Miró de la mano, a los ojos de Calvin, y luego a Dalia. Ella le dedicó una sonrisa cálida, ¿cómo era que sus sonrisas le traían tanta calma? ¿Cómo ese simple gesto era capaz de generar esa cálidez dentro de su pecho?

Y eso bastó para que él se armara de valor y estrechara la mano de Calvin.

—Eres igual a Dalia —soltó East, aún un tanto cohibido —, solo que hombre. Cristal y Tyler también se parecen mucho a ustedes...

—Eso es porque los genes Milestone parecen ser siempre los predominantes —habló una mujer de voz dulce. Era rubia, de ojos muy azules y muy bonita —. Estos pelirrojos no dejaron que nuestros hijos heredaran mucho de nosotros ¿Cierto, Don?

—Cierto, pero creo que no podemos quejarnos —sonrió Don, y luego volteó hacia Easton —. East, Calvin es el hermano mayor de Dali, por eso el parecido. Y esta rubia encantadora es Eve, la esposa de Cal y la única que comprende lo que es vivir rodeada de pelirrojos pecosos tanto como yo.

—¡Ustedes adoran que su vida esté llena de pecas! —señaló Cristal, colocándo sus manos en su cintura —. A ti también te encantará, Easton. Ya verás.

Pues, las pecas no les quedaban mal y no creía que le costaría acostumbrarse a tantos pelirrojos. Lo que en realidad le costaba era imaginarlos a todos ellos considerándolo parte de su familia. Una vez más, vio demasiadas sonrisas, demasiada alegría...Él no era tan feliz, no sonreía tanto, y tenía recuerdos que le impedían ser tan radiante como todos ellos.

—Es un gusto conocerte, Easton —dijo Eve, acercándose hasta dejar un beso en su mejilla —. Mi esposo no mintió cuando dijo que estabamos ansiosos por conocerte, sobre todo después de todo lo que hemos escuchado sobre ti. Me alegra que por fin estés con nosotros, dulzura.

—Em...Gracias, Eve. Yo también he escuchado mucho sobre ustedes.

—Oh, Santo Cielo, espero que cosas buenas —él escuchó otra voz femenina, entrando a la sala de estar. Logró ver la sonrisa de la morena aún cuando ella estaba apoyada en el marco de la puerta —. Si Donovan y Dalia te contaron algo tonto sobre nosotros, no les creas.

Ella era alta, de piernas largas y un cabello rizado impresionante. Su piel era un poco más clara que la de él, como un café con leche. Ella se agachó a su altura y dejó un beso en su mejilla tan cariñoso como el de Eve. Luego, lo observó con cierta diversión en sus ojos.

—Dime si estos dos te contaron algo vergonzoso porque yo les puedo devolver la jugada y avergonzarlos el triple —soltó la mujer.

—Solo me dijeron cosas buenas —aseguró él, haciendo que ella chasqueara sus dedos e hiciera una mueca.

—Oh, bueno. Supongo que se salvaron —pero luego se acercó hasta él y le susurró al oído —: el día que necesites esos detalles vergonzosos, tú solo llámame. Tengo anécdotas de todos los miembros de esta familia que podrían hacerte reír por meses enteros.

Ella le guiñó uno de sus ojos grisáceos y él soltó una pequeña carcajada. Parecía ser que ella era buena rompiendo el hielo, que era fácil mantenerse a su lado. No se sentía como un extraño.

—Soy Sanne, por cierto —terminó por decir ella —. Sé que eres Easton, todos aquí te esperábamos. Lástima que algunos no aguantararon en la espera por conocerte.

Ella señaló el sillón y fue entonces cuando él notó que los dos adultos y los niños ahí estaban dormidos. Había un hombre de cabello rubio, que dormía con su boca entreabierta con una niña de cabellos dorados en sus piernas. A su lado, una mujer castaña estaba acurrucada junto con un pequeño de cabello del mismo color, y con ondas que cubrían su pequeño rostro de bebé. Cálculo que los niños debían tener un año, como mucho. Supuso que ellos eran sus padres, y que los cuatro en serio debían de tener el sueño pesado.

—Te presento a los Bacher, East —le dijo Sanne con una sonrisa divertida en el rostro —. Considerate afortunado por  conocerlos de esta manera, porque suelen ser una abalancha de locura.

—Ella es la tía Clo, tiene en sus brazos a Holden —le señaló Tyler —. Y él es el tío Gabe, tiene a Harley en sus piernas. En realidad, el tío si es tranquilo, son los bebés y la tía quienes son un desastre...pero un desastre divertido.

—Ellos estaban muy emocionados por conocerte —dijo Dalia, observándo a sus amigos aún dormidos —. No puedo creer que el sueño les ganara.

—Los mellizos llevan días con un virus estómacal, Clo-clo me dijo que Gabe y ella estaban agotados —señaló Eve —. Para cuando nos dimos cuenta, los cuatro se quedaron dormidos en el sofá ¿Deberíamos despertarlos?

—No, no lo creo —habló Don, sacándo su teléfono para tomar una foto a esa imagen. Luego, soltó una pequeña carcajada —. Despertarán tarde o temprano. Luego los conocerás en su máxima expresión, East.

—Está bien. Entiendo que un par de mellizos dan mucho trabajo —a Easton se le escapó una pequeña sonrisa mientras observaba a los dos niños dormir junto a sus padres. Soltó a Dalia y se acercó para verlos mejor—. En mi antigua casa hogar habían unos, yo siempre los cuidaba. Cuando uno lloraba, el otro también lo hacia, y si uno tenía hambre, el otro también lo tenía. Era agotador.

—¿Tú los cuidabas? —preguntó Cristal, sorprendida. Easton asintió con la cabeza —. Vaya, Ty y yo a penas si podemos pasar media hora con los mellizos sin que estos lloren. Cuidar niños es muy complicado.

—Yo estoy acostumbrado —él se encogió de hombros —. Cuidé a muchos en la casa hogar, algunos más desastrosos que otros. Creo que los mellizos fueron de mis favoritos. Era cansón cuidarlos, pero hacían muecas muy cómicas. Fue triste cuando se fueron.

Los recordaba, ambos niños de tres años, rubios con caritas de ángeles pero ideas de pequeños diablitos. Primero adoptaron a uno, luego a otro...Fue doloroso ver como los separaban, y aún más que los separaran a los dos de él. Se dijo a sí mismo que estaba acostumbrado, vio a muchos irse de ahí, pero lo cierto era que jamás se acostumbró a las partidas. Cada una de ellas se sintió como otro abandono, como si lo dejaran solo a propósito.

Observó a la familia dormida en el sofá, los mellizos que conoció merecían algo así, un final en el que terminaran juntos. Lástima que no fue así. Sacudió su cabeza para dejar de pensar en eso, no quería concentrarse en los niños que conoció porque sabía que se sentiría culpable. Ahora que él se había ido, ¿quién cuidaría al resto?

—Mhm, quizá quieran cubrirlos con una manta —señaló East, rascando un poco su cabello —. Y si los bebés tienen un virus estómacal, les puede dar fiebre ¿Tomaron alguna medicina?

—Eh...—Eve lo miró, impresionada. De hecho, creo que todos estaban impresionados porque él estuviera manejando esa situación de esa forma —. Cloe les dio algo antes de que se quedaran dormidos.

—Oh, bueno, entonces lo más seguro es que haya sido algún antibiótico. Esos siempre dan sueño. Se despertarán con hambre, así que espero que tengan biberones cerca.

—¿Te gusta cuidar niños, East? —preguntó Ty, él sonrío.

—Me gustan los bebés, pero cuidarlos no me divierte. No creo que a alguien le divierta cambiar pañales y calmar llantos, la verdad. Es solo que a veces necesitas hacer cosas que no te gustan porque nadie más las va a hacer. Los niños que llegué a conocer me necesitaban, no iba a dejarlos por su cuenta, así que me acostumbré a cuidarlos...

》Ehh...Y hablaba en serio con lo del biberon. Si no quieren a dos bebés llorones y molestos, espero que tengan unos a la mano.

Para entonces, Dalia y Donovan intercambiaron miradas fugaces. Sabían que Easton no estaba del todo consciente de que esa labor de cuidar a los demás no le correspondió a él en su momento, alguien lo acostumbró a que esa fuese su forma de pensar. Dos años de un proceso de adopción complicado le enseñaron a la pareja que había gente cruel capaz de utilizar a niños inocentes como East a su conveniencia. Al menos, él ahora estaba lejos de esa realidad. Con ellos, él no estaría obligado a cuidar de alguien más. De hecho, no estaría obligado a nada, viviría como siempre debió vivir.

Esa era una meta que se habían trasado esos dos adultos. Le darían a East la mejor de las realidades posibles, o al menos la realidad que cabia en sus manos.

El timbre de la casa sonó, le sorprendió que ni siquiera ese sonido levantara a la familia en el sofá. Ellos seguían rendidos y sin ánimos de despertar. Cristal corrió hacia la puerta, mientras Eve explicaba que sí habían biberones para los mellizos una vez estos se levantaran. Easton se enfocó en eso, en recomendarles a los adultos que podían hacer por esos dos bebés. Claro que se vio interrumpido cuando escuchó unos pasos apresurados, y lo próximo que supo fue que una chica estaba sobre Tyler en una especie de...¿Abrazo?

O quizá intentaba ahorcarlo, ya ni sabía.

—¡Rojito Cooper, te fuiste hoy de la escuela sin despedirte! ¡Maleducado! —soltó ella, afianzando su agarre en el cuello del chico. La niña era igual de alta que Tyler, de cabello castaño oscuro y largo, y los ojos celestes más impresionantes que Easton había visto. Eran un cielo despejado, o incluso más espectácular —. ¡Despídete de tu mejor amiga como se debe!

—Sh, Lid. Parece que tus tíos están durmiendo —Easton volteó para encontrar a la mujer que había dicho aquello. Era baja, y parecía ser la versión adulta de la niña que extrangulaba a Ty. Cargaba a una bebé de cabellos dorados, que estaba entretenida con el collar de su mamá —. No grites tanto.

—Por favor, díganme que alguien ya tomó una foto de eso —soltó el hombre a su lado, señalándo a los Bacher. Él era más alto que ella, e Easton no pudo evitar pensar que con esos lentes de pasta se veía más inteligente que cualquier persona que había conocido. Aunque su sonrisa era divertida y hasta infantil —. Pásenme un marcador, les dibujaré algo en sus rostros ahora que puedo.

—Derek, ni se te ocurra —lo detuvo la mujer, rodándo sus ojos —. Me casé con un niño...

—Un niño encantador al que amas y que te dio tres niños a los que amas aún más. No te quejes, bonita.

Notó a un niño más apareció junto a Cristal, también de cabello castaño oscuro, pero con ondas ¿Cuántos familiares tenían los Cooper? Parecían no acabar.

—Si no me despedí de ti, Lid, fue porque quería llegar rápido a casa —se excusó Tyler, soltándose de la chica —. Quería conocer a Easton.

—¿Él es Easton? —preguntó el niño, viendo a East con su cabeza ladeada. Sus ojos eran igual de espectáculares que los de Lid.

—Eh...sí, soy yo —soltó él, con cierta pena —. Hola...

—Gusto en conocerte, East —respondió el hombre por el niño. Él se acercó hasta él y despeinó su cabello, se habría sentido incómodo si su sonrisa no fuera tan amable —. Soy Derek, ella es Lilian y nuestros hijos Drew —él señaló al niño —, Lid —luego señaló a la chica —, y Lavanda —por último, mostró a la bebé —. Somos los Osbone.

—También es un gusto conocerlos —soltó East, recordándo que debía ser cortés. Luchó contra el impulso de volver a tomar la mano de Dalia y se concentró en los ojos café de ese hombre —. ¿Si vas a pintar cosas en las caras de los Bacher?

—Si alguien me da un marcador...

—Que no, Derek Osbone. Quédate tranquilo —le reclamó Lilian, él rodó los ojos.

—Lo siento, amigo, pero ella manda. Pronto descubrirás que llevarle la contraria nunca sale bien...O bueno, al menos a mi no me sale bien.

Él le sonrió y regresó hasta la mujer, cargó a la bebé mientras ella se acercaba a dejar un beso en su mejilla. Ellos lo saludaron con naturalidad, como si ya lo conocieran. Era extraño, pero no del todo desagradable.

La chica de mirada azul, esa a la que todos se referían como Lid, se acercó hasta él. Levantó la cabeza para observarlo, pues era mucho más alto, y entrecerró sus ojos al tiempo en el que se cruzó de brazos. Parecía que intentaba intimidarlo, pero era tan pequeña y tierna que era difícil sentirse de esa forma. Notó que ella lo examinaba sin verguenza alguna y que sus, a diferencia de él, no le tenía mucho miedo al contacto visual.

—¿Edad? —cuestionó ella, sonando seria.

—Once —respondió él, sin titubear.

—¿Color favorito?

—Eh...Verde.

—¿Animal favorito?

—Mhm...perro, supongo.

—¿Sabor de helado que detestes?

—¿Se puede detestar el helado?

—¿Juego favorito?

—No lo sé...¿Qué es esto? ¿Un interrogatorio?

Los labios de Lid formaron una sonrisa amplia, mostrando que estaba complacida con lo que escuchaba. Esa niña se veía decidida, habría asustado a Easton de no ser porque había olvidado sus nervios entre tantas preguntas.

—Dime algo, Easton —continuó ella, colocándo sus manos en sus caderas —. ¿Te gustan las travesuras?

Él entrecerró sus ojos y ladeó su cabeza sin dejar de mirarla. Claro, ella tenía cara de traviesa, de la clase de niña que hacia desastres. Sonrió y decidió serle sincero.

—Depende —le dijo, logrando que ella frunciera su entrecejo.

—¿De qué? —cuestionó, arrugándo su nariz. Luego descubriría que ese gesto era típico de Lid Osbone.

—De si yo participo, o no —aclaró él —. Porque las travesuras en las que yo no formo parte suelen ser aburridas.

—Ya me agradas —escuchó a Drew, e incluso lo vio sonreír en su dirección.

Observó a Lid, esperando obtener una reacción suya. Easton parecía tranquilo, lo era hasta cierto punto, pero mentiría si te dijera que no le gustaban las bromas. Era un niño, después de todo. Parte de él había madurado a la fuerza, y parte de él se rehusaba a crecer. En el fondo, sabía que esa parte era la que se llevaría bien con la chica de mirada divertida que tenia frente a él.

Finalmente, ella sonrió con entusiasmo. Entrelazó su brazo con el de él y lo observó con complicidad y diversión encerrados en ese celeste en su mirada.

—Bienvenido a los terremotos, Easton Cooper —le dijo ella —. Oficialmente ya eres uno de nosotros.

—Genial...creo —rió él —. ¿Y se llaman terremotos por qué...?

—Ya lo verás —le aseguró Drew, aún sonriendo.

—¡Ven! ¡Vamos a divertirnos!

Lid lo tomó del brazo y lo arrastró hacia el patio, dispuesta a incluirlo en sus juegos. Drew y Tyler los siguieron, y pronto esos tres niños lo hicieron sentir como uno más. Fue así como Easton Cooper conoció a sus primeros amigos, a quienes se convertirían en las personas más importantes de su vida...

Fue así como East se transformó en un terremoto más.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro