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Esto es Ágrabah, gatitas y gatitos


DRAMATIS PERSONAE

Hace muuuuuuuuucho tiempo, en uno de los adelantos de Léiriu 2, publiqué este divague xD. Mi propia versión de Aladdin que habría resultado mucho mejor y más exitoso que el remake de Disney jajajaa, pero bueno, como sé que no todo el mundo lee los adelantos y aprovechando que está ahora todo el mundo con la nostalgia, lo publico por aquí también :P


DRAMATIS PERSONAE

Elleizel: sultana

Isma'il → Principe Idril

Gelseyfar: Visir Real

Mariam: Custodio de Agrabah

Nadim

Anissa: Califa de Agrabah

Adib: patrón de los asesinos

Jabir: genio

Khair Al Adin

Hisel: sayyida


ESTO ES ÁGRABAH, GATITAS Y GATITOS

De entre las frías corrientes de viento, la luna gobierna las huestes de estrellas y jirones de nubes. Ella es la Custodio de todo ese mar de dunas de arena cuando las sombras se alzan y extiende su negro manto. El aire huele a especias picantes y perfumes exóticos, la tierra está emocionada. Es un lugar peligroso y cautivador; un pie en falso y un escorpión puede condenarte a no ver nunca más el último amanecer.

—¡Ah! Ah! Salaam aleikum apreciados gatitos. Por favor, por favor, acercaos, acercaos. Un poco más, no seáis tímidos. ¿Sentís el calor del desierto? Eso. Bienvenidos a Ágrabah, ciudad de misterios y de encantamiento. Donde encontraréis las mejores rebajas a este lado de Río Jordan, venid, vosotras gatitas también. Cuando el sol baje más mirad bien y veréis una luz que os hechizará. Ésa es la señal, el momento especial en que Arabia ante ti surgirá.

Si a Arabia tú vas al cruzar ese umbral tus sueños allí se harán realidad con su magia oriental.
Si a Arabia tú vas no debes olvidar que allí hay otra ley que debes cumplir si quieres vivir.

—¿Habéis visto este artefacto? No, no es un consolador moderno, esto es Ágrabah, gatitos. Parece una simple lámpara, mellada y sin brillo, pero las cosas nunca resultan ser lo que aparentan. Este objeto oculta una gran historia que seguro que os interesaría... en otra ocasión, supongo, porque ahora arderéis en deseos de bailarme una danza árabe... ¿Qué decís? ¿Qué queréis oírla? Hace frío, gatitos. El desierto resulta abrasador de día pero de noche... ¿Aún así queréis escucharla? Bien, gatitos míos, seré vuestra Sherezade pues. Todo comenzó una noche oscura donde un joven muchacho y su antigua amiga esperaban a un hombre de oscuros propósitos...

—¿Crees que aparecerá? —preguntó el joven Isma'il.

Dos ojos almendrados le miraron en medio de la noche.

—¿Acaso dudas de mis contactos?

—Siempre son muy raros, no sé de dónde los sacas...

—Oh, pequeño Isma'il. ¿Desde cuánto hace que somos amigos? Sabes que tengo un gran carisma, no te preocupes. Jamás te utilizaría para conseguir algún objeto complicado de conseguir ni nada por el estilo..., ¿eh? Así que no desconfíes.

El joven Isma'il suspiró. Las luces del palacio estaban apagadas y el chico se preguntó si la hermosa Hisel estaría ya durmiendo entre sedas y damascos. Mariam leyó su rostro.

—¿Te ocurre algo, pequeño Isma'il? ¿Quieres dátiles? —le ofreció sacando un tarro de cristal.

—No es nada... Es sólo que la sayyide jamás se fijará en alguien tan pobre como yo...

Mariam se aguantó un bufido y se llevó a la boca uno de aquellos dátiles tan jugosos.

—Mo fé qué fes en esa mujef.. —rezongó con la boca llena.

Isma'il arqueó las cejas.

—Para empezar, ella no habla con la boca llena, estoy seguro de ello.

La susodicha se encogió de hombros.

—Y hay muchas cosas geniales que yo sé hacer y ella no —repuso tras haber tragado.

—Bueno, tus pasteles de chocolate tienen bastante fama. Lástima que yo sea alérgico al chocolate —replicó, lacónico.

—Shh, ¡ya viene! —Mariam corrió a ajustarse la capucha y los pañuelos para cubrir la mitad de su rostro—. Déjamelo a mí, tú no abras la boca o meterás la pata.

—¿Tan peligroso es?

—¡Claro que sí! Se trata del Patrón de los asesinos y espías de Ágrabah.

El rostro del joven se volvió lívido y quiso zarandear a su amiga por meterle en esos líos, al final optó por obedecer y permanecer al tanto por si la situación requería un héroe.

Mariam adoptó una mirada de determinación y se acercó unos pasos hasta el hombre que desmontó de un camello blanco.

—Ya podíamos haber quedado en una tetería o algo así, Adib —le saludó tratando de mostrarse tranquila y familiarizada.

—Cuánto tiempo sin verte, Gran Custodio de la ciudad.

A Isma'il se le desencajó la mandíbula.

—¡¿Eres la Custodio de Ágrabah?!

—Sí, bueno... ¿Acaso crees que me puse a repartir panecillos entre los pobres por aburrimiento? —respondió Mariam, tratando de quitarle importancia a la revelación. Isma'il era su mejor amigo desde que eran niños y vecinos en el arrabal, por lo que no quería que se enfadara con ella por no haberle contado este detalle antes. Hacía frío, así que se arrebujó más entre las ropas.

Adib, Patrón de asesinos y espías era un hombre alto y fornido, con el semblate oscurecido por una barba incipiente y perilla. Sus ojos color café estaban perfilados en negro, dándole un aire misterioso. Vestía prendas negras, sencillas pero elegantes, que se fundían con las sombras así como su camello blanco lo hacía con la arena.

—¿Quién es éste? —preguntó Adib refiriéndose a Isma'íl.

—Es algo así como... Esto... ¡Mi mascota! No me gustan los monos ni los animales en general, así que le tengo a él.

—¡¿Qué?! —protestó el susodicho—. Por favor, Mariam, sabes que estás loca por mí, así que no lo ocultes.

Adib alzó las cejas.

—¿Habéis echo venir al Patrón de los Asesinos y Espías para hacerle presenciar una riña amorosa?

—¡¡Que no me gusta ese idiota!!

—¡Ey!

—¿Entonces a qué viene todo esto?

—Verás, Adib, el idiota este, quiero decir, este pobre muchacho de gran corazón, está loco por la sayyida —el muchacho emitió un suspiro al oír que mencionaban a su chica—, pero ésta no se fijará jamás en un patán como él —prosiguió, ignorando el suspiro—. Mira su pelo: ¡plateado! Casi mejor que lo lleve sucio y desarreglado...

Adib suspiró.

—Ya entiendo. Estáis aquí porque habéis visto los carteles.

—¿Qué carteles? —inquirió Isma'il.

—Aquellos en los que un patrón misterioso solicitaba ayuda para un trabajito especial... —explicó.

—Exacto —afirmó Mariam—. Creo que es una buena oportunidad para los tres.

Adib los examinó con cautela. El chico parecía... enclenque e ingenuo y Mariam... Bueno, a ella la conocía, sabía que bajo esa cabellera clara y ojos alocados se ocultaba una mujer tan astuta como peligrosa.

—No sé qué decir... Éste no es un trabajo cualquiera...

—¿De qué se trata? —preguntó Isma'il, confuso pero con curiosidad.

—Se trata de conseguirme un objeto que se haya oculto en la Cueva de las Maravillas...

—¡¿En la Cuva de las Maravillas?!

—¿Ves, Mariam? Te dije que no estaba capacitado.

—¡Espera! ¿Quién ha dicho eso? Mariam y yo bajaremos a esa cueva esta misma noche y te conseguiré el dichoso objeto. ¿De qué se trata? ¿Una gema mágica con el poder de acabar por fin la sequía de este país? La sultana seguro que me lo agradecería con creces y entonces la sayyid...

—Oh no, no existe tal gema, Isma'il. Me temo que ningún objeto mágico podría salvar a Ágrabah de sus desgracias actuales, pero por eso nosotros, ciudadanos de las sombras, debemos aprovechar el caos.

—¿Aprovecharlo para qué? —cuestionó, perspicaz.

Adib sonrió.

—Eso es asunto de la Custodio y yo, pero igualmente necesito esa vieja lámpara.

—¿Una lámpara vieja? ¿Eso es todo? —Isma'il estaba decepcionado.

—En otros tiempos supongo que reluciría, pero lleva demasiado tiempo abandonada en esa cueva. —Isma'il seguía sin convencerse—. Perteneció a la sultana Elleizel. La sultana lleva un tiempo deprimida, mis agentes aseguran que se debe a que lamenta la pérdida de esa lámpara. Si vosotros la conseguís, podré devolvérsela y entonces ella recuperará los ánimos, se casará con algún millonario de otro país y Ágrabah se recuperará de su pobreza. Seréis héroes.

—Algo no me cuadra aquí —inquirió Isma'il—. Una vez que tengamos la lámpara, ¿por qué te la daríamos a ti en vez de acudir directamente a la sultana?

—Piensa con la cabeza, chico. No eres más que un ladronzuelo. Elleizel te estará agradecida, sí, pero después te cortará los dedos. Mas uno nunca olvida. ¿Ves esa duna de allí? No se formó de la noche a la mañana. Primero el viento empujó unos cuantos granos de arena. Bien, yo soy el viento de Ágrabah. Empiezas con una justa recompensa recuperando una vieja lámpara y algún día la propia sayyide te invitará a su alcoba.

Isma'il seguía reticente, había algo en ese hombre y la forma en que intercambiaba miradas con Mariam que no le daba buena espina. Adib pudo leérselo en los ojos.

—¿Lo trajiste? —preguntó clavando sus ojos en Mariam.

La muchacha rebuscó entre los pliegues y extrajo lo que parecía la mitad de un escarabaJo dorado. Sus labios sonrieron de medio lado.

Adib sonrió también y mostró la otra mitad del escarabajo.

—Como ves, chico, si queréis entrar en la cueva necesitáis medio escarabajo que sólo poseo yo, por lo que se trata de un trato a tres bandas. Los tres saldremos benficiados de esto.

—Ya me estoy aburriendo de tanta palabraría —declaró la Custodio—. ¿Aceptas o no, Isma'il? Yo confiaba en ti, no me dejes mal parada.

—Está bien, conseguiré la dichosa lámpara y espero que la recompensa me dé al menos para comprarme un traje elegante y un turbante con plumas. He visto uno con un zafiro que parecía diseñado para mí, yo lo sé.

—Trato hecho —le cortó Mariam—. Partamos de una vez.

Adib y ella juntaron las dos mitades del escarabajo que se atraían como imanes. Tiraban tan fuerte la una de la otra, que se les escapó de los dedos. Al fusionarse saltaron chispas doradas.

—¿Y bien? —preguntó Isma'il, escéptico.

—Espero que no me hayas estafado, Adib.

—Lo mismo digo.

Isma'il observó curioso su alrededor, pero no veía nada más que dunas y más dunas; montañas de arena plateada teñida por la luna.

.

—Quizás hay que recitar unas palabRas mágicas —propuso.

Los granos de arena empezaRon a temblar.

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