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3: La boda.


Cornwall, Inglaterra.

ANABELLE:

El día de mi boda era oficialmente el día más esperado del año. Ni siquiera faltaba un mes cuando ya todos estaban llamándome por teléfono para preguntarme cómo iban los preparativos. Rachel era nuestra organizadora, dijo que me mataría si le impedía ayudarnos, pero como no podía estar aquí todos los días, Nathan sufriría un colapso si separaba tanto tiempo a su esposa de su pequeño recién nacido, había enviado a una pasante que se había convertido en parte de su equipo recientemente. Era joven, pero con pasar unos minutos a solas con ella podías entender por qué Rachel la había contratado.

Era su copia.

─No te atrevas a salir de la habitación, Anabelle. No he pasado un mes en medio de la nada para que arruines todo al último momento enseñando tu vestido ─gruñó cuando me encontró espiando en el pasillo, donde habían personas yendo de aquí para allá con bandejas llenas de aperitivos que me moría por comer, pero que si llevaba a mi boca arruinarían mi maquillaje y con mi suerte el vestido, empujándome dentro y cerrando la puerta de la habitación de la iglesia en la que me había arreglado.

En un principio la idea era casarnos en Dionish, pero Anastasia se volvió loca. Si sus dos hijas se habían casado por la iglesia, por supuesto que su príncipe encantador se casaría en una. Decir lo contrario significaba que no nos volvería a dirigir la palabra nunca más. Después de días y días de búsqueda, terminamos por elegir una capilla alejada de cualquier indicio de sociedad en la que podíamos tener nuestra recepción al aire libre como queríamos. Además de eso no tenía ni idea de cómo sería la decoración, la comida y todo lo demás. Eso se lo había dejado a Rachel, mi madre y Anastasia. Mi cuñada solo me había pedido que le contara cómo sería mi boda de ensueño y se había puesto en ello. Me llevó a elegir los colores de la decoración, el pastel, las entradas y el vestido, pero del resto se había encargado ella y su pasante cuando, cansada, decidí darle vía libre para hacer lo que quisiera. Mis labios se curvaron en una sonrisa al recordar el corto viaje de un fin de semana que hicimos las chicas y yo a París para comprar mi vestido. Había sido en lo absoluto innecesario, pero todas me insistieron y terminamos yendo. Como resultado tenía el traje de satén más bonito en toda la historia de la moda.

Me había enamorado de él a penas lo vi puesto en uno de los maniquíes del taller de un famoso diseñador francés. No tenía mangas. Se mantenía sujeto a mi cuerpo por dos delgadas tiras en mis hombros. El escote era completamente recto y estaba ceñido a mi cintura. Lo encantador venía en la falda. Mi cola era extremadamente larga y la parte de adelante caía en una cascada sobre mis piernas. Usaba tacones de casi veinte centímetros, así que se veían mucho más largas de lo que en realidad eran. Rachel y Marie fruncieron el ceño cuando omití la sección de encajes y extravagancia y opté por probármelo, pero replicaron cuando me vieron probármelo frente a una docena de espejos.

Era el vestido perfecto.

Junto con el velo tradicional de las Van Allen que me puso Anastasia, las perlas de mamá, el peinado y el maquillaje que me hacía lucir como una mejor versión de mí misma, podía afirmar que mi chico se volvería loco a penas me viera. Mi labio inferior tembló. Cuando estaba con Brandon, justo antes de conocer a Loren, nunca habría imaginado que llegaría el día en el que pudiera estar segura de poder volver loco a alguien con mi apariencia. Si para él era perfecta un día normal, hoy babearía.

Lauren, la pasante, me sonrió y me dijo que lucía hermosa, como si leyera mis pensamientos, y que la boda había sido tan bien preparada que sería transmitida por un programa de televisión. Eso me hizo reír. Loren era tan humilde que probablemente había hecho que le pagaran por enseñar su bella cara por televisión. Como sabía que a Rachel le serviría la publicidad, no protesté. Tampoco me puse nerviosa o intimidada ante la idea de ser vista por un montón de desconocidos. La única opinión que me importaba era la del hombre que estaría esperándome en el altar.

La alta chica rubia se despidió y se marchó corriendo cuando mi padre llegó y el show, oficialmente, empezó. Había estado atrapada en un pequeño cuarto al otro lado de la entrada que habían convertido en un salón de belleza para mí. Ni siquiera me habían dejado ver mientras venía de camino en el auto por la mañana para recibir todos los procedimientos estéticos que me tenían preparados. Rachel había hecho que su pasante me pusiera una venda en los ojos.

─Oh, Dios mío, ángel. Luces hermosa ─dijo papá cuando salí con mi ramo de rosas blancas en la mano.

Le ofrecí una pequeña sonrisa.

─Gracias.

Estaba usando un smoking gris oscuro que lo ponía en la lista de los hombres maduros más calientes del mundo. Gracias al tiempo que pasamos juntos en Dublín estaba familiarizada con su aroma y su cercanía. El hecho de que ya no estaba sola en el mundo con mi madre, sino que ahora tenía un padre y tres fabulosos hermanos, me había ayudado a sanar junto con el amor de Loren. Sin ellos no habría podido salir del pozo en el que estuve hundida.

—No sabes lo feliz que me hace poder estar en este momento de tu vida. ─Papá se detuvo en medio del pasillo que nos llevaría a una salida lateral de la Iglesia. Me hizo detenerme junto a él mientras sostuvo mi rostro entre las palmas de sus manos─. Pero mi deber como padre es preguntarte si estás segura de lo que vas a hacer. Podemos huir a Dublín y ocultarte allí.

Negué.

─No, papá, estoy segura. Loren es el amor de mi vida.

Asintió acariciando mis mejillas con suavidad.

─Bien, solo estaba cumpliendo mi deber como padre. Aún así te advierto que acabaré con Lorenzo si alguna vez te hace daño.

Puse los ojos en blanco.

─Es Loren.

Se encogió de hombros antes de retomar la marcha.

─Lo que sea. Lo único que me importa es que te ame.

Mis ojos verdes se fundieron en los suyos del mismo color.

─Lo hace.

─Entonces no huiremos a Dublín ─dijo besándome de nuevo en la cabeza por encima del velo.

Cuando finalmente llegamos a la entrada de la Iglesia no había nadie afuera, solo líneas y líneas de coches del montón de invitados a la boda. Loren ni siquiera había contactado a la mitad de las personas que lo conocían. La entrada estaba llena de flores color crema de todo tipo. El marco del par de puertas también las contenía. La iglesia estaba hecha de piedras y cristal, por lo que lucían extremadamente bonitas en contraste. Casi me echo a reír cuando vi las cámaras apuntándome desde el techo antes de que la marcha nupcial nos envolviera. Por delante de mí iban Madison, Louise y Suzanne lanzando pétalos en el pasillo. Apreté más el brazo de papá cuando me di cuenta de que estaba dentro de un sueño hecho realidad.

Rachel se había esmerado.

Del techo colgaban candelabros gigantes con arreglos que de cuando en cuando lanzaban pétalos que caían estratégicamente sobre la madera del respaldar de los asientos. La luz se filtraba a través de los cristales detrás del altar, alumbrándolo, lo que me explicó la razón por la que Rachel insistió tanto en hacer la boda al mediodía. Todo a mi alrededor era color crema con toques dorados. El camino que transitaba también estaba adornado con flores de inicio a fin. La marcha nupcial era un sonido dulce que provenía del segundo piso de la iglesia, una especie de balcón, donde había una banda. Mis piernas empezaron a temblar cuando mi mirada se topó con la de Loren esperándome en el altar.

Lucía como un príncipe.

Su traje de tres piezas era negro. Usaba una corbata del mismo tono. Sus ojos grises nunca se habían visto tan claros. Su cabello negro iba hacia atrás con gel. Fácilmente podía imaginar a Anastasia obligándolo a peinarse de esa manera. Me encantaba. Mi corazón casi se sale de mi pecho cuando me sonrió. No pude hacer más que sonreírle de vuelta cuando llegué al final. Papá le dio un sonoro golpe en la espalda antes de entregarme a él. Mis hermanos estaban en primera fila con mamá, excepto Jared que junto con Ryan eran los padrinos de la boda. Mis damas de honor eran Rachel y Marie. Las había escogido por lo mucho que me ayudaron siempre.

─El día de hoy estamos aquí reunidos para celebrar la unión de Anabelle Young y Loren Van Allen —empezó el cura con la ceremonia. No quería mirar hacia ningún otro sitio que no fuera su rostro, uno que vería cada mañana de mi vida a partir de hoy, por lo que me centré en cada una de sus expresiones a lo largo de la charla. En ningún momento dejó de mirarme como si fuera lo más precioso para él─. Por favor, proceda el novio con los votos matrimoniales con Dios y los presentes como testigos.

Las mejillas de Loren se sonrojaron. Eso era algo que no sucedía todos los días, así que grabé con fuego la imagen en mi mente. Probablemente estaba pensando en la cantidad de personas que lo verían si nuestra boda salía al aire en televisión. Sonreí animándolo a proseguir. Nunca lo había visto tan nervioso. Era tan egocéntrico a cada hora del día que era casi imposible de creer.

─Anabelle ─dijo─. Supe que había encontrado mi lugar en el mundo a penas te vi. ─Rachel me había hablado de ese día. Era la primera vez que ellos se veían después de que supieron que estaba embarazada de Madison y se fue de casa. Loren, según ella, se había quedado guindado a la reja del kínder mirándome─. A parte de ello, lo único que puedo decir es que no me arrepiento de todo lo que tuvimos que pasar para terminar aquí. Si estuviera condenado a sufrir lo que hemos sufrido una y otra vez solo para estar contigo por cinco minutos, lo haría. He cometido muchas equivocaciones a lo largo de mi vida, en contra de lo que todos piensan no soy perfecto, pero estoy orgulloso de decir que supe reconocer a primera vista a la mujer con la que estaba destinado a pasar el resto de mi vida. Desde entonces no paré de luchar por tenerte porque sabía que contigo puedo tenerlo todo. Eres mi deseo hecho realidad. Jamás pensé que sería lo suficientemente afortunado de encontrarte en esta vida, pero lo hice y moriría antes de dejarte ir. Eres mi amiga. La madre de nuestros dos ángeles en el cielo. Mi amante. Mi compañera. Mi todo. ─Dejé mi ramo en una sola mano cuando alcanzó la otra para besarla. No podía creer que hubiera mencionado a nuestros bebés. Temblaba. Muchas personas seguro estarían confundidas por este hecho, pero Loren sabía que hoy en día prefería sentirme afortunada por el hecho de haberlos tenido aunque sea solo un momento a llorar sus pérdidas. Me consolaba a mí misma diciéndome que ahora eran ángeles velando por el amor de sus padres desde el cielo─. Te amo aunque a veces prefieras pasar tu tiempo escuchando a un gordo pelirrojo que conmigo.

Dejé escapar una risita entremezclada con llanto. Loren nunca aceptaría en voz alta mi amor por Ed Sheraan, pero estaba bastante segura de que le gustaba también. De lo contrario no habríamos ido a cada uno de sus conciertos en Londres después de que asistimos al primero. Tuve que tomarme unos segundos para recomponerme antes de hablar cuando el cura dijo mi nombre. Los votos de Loren me habían dejado débil.

─Loren, te amo. ─Lo imité besando su mano─. Te amo por ayudarme a salir de mi caparazón y sanar mis heridas con la sonrisa más hermosa que he visto. Te amo más allá del dolor que nos ocasionamos el uno al otro para llegar aquí, el cual ahora entiendo porque la mayoría nos equivocamos la primera vez que hacemos algo y esta es la primera, única y última vez que amaré a alguien como te amo. Diría que eres mi otra mitad, pero es más que eso. Nuestras almas están entremezcladas. No sé dónde terminas tú y empiezo yo. Mi mente está todo el día exigiendo verte. A veces siento tu tacto sobre mi piel y ni siquiera estás ahí. También te amo porque estuviste junto a mí en los peores y mejores momentos que determinaron la mujer que soy hoy en día. Una que cree que cumplir un sueño es posible cuando antes ni siquiera me atrevía a pensar que se pudiera. Te tomaste la molestia de conocerme. De reír y llorar conmigo. Aunque estuviéramos distanciados, sufrías si yo lo hacía. Me enseñaste que estar sola no se trata de no tener a alguien junto a ti, sino de no tener a alguien que se preocupe por ti y te ame como eres. ─Mi garganta dolía por mis intentos de contener los sollozos─. Te amo porque nunca me dejaste sola desde que te conocí. ─Mis labios se curvaron en una sonrisa, pero temblaban. Quería retirarme a un rincón y llorar de felicidad, pero debía ser una chica grande y darle a mi prometido los votos que se merecía─. Por eso y más tengo toda la seguridad del mundo de decir que no sería quién soy si no fuera porque estuviste ahí para mí. La mayor razón por la que he decidido casarme contigo es porque a tu lado soy mejor. Estoy intrigada y emocionada de saber cómo será la Anabelle de un par de años. De aquí a una década seguro seré una heroína. ─Ladeé la cabeza, enternecida por la manera en la que sus ojos se habían llenado de agua─. Eres mi mayor fortaleza.

El silencio en la Iglesia era espeluznante. Solo se escuchaban los sollozos de algunos de los presentes. Rachel era la que lloraba más fuerte. El cura llamó entonces al niño de los anillos y Mike entró sosteniendo una almohada con George y Kevin. Los tres usaban el mismo tipo de smoking, pero mi chico rubio era el más apuesto. Loren tomó uno de ellos, una alianza de oro con un grabado en su interior que vería más tarde, y mi mano antes de repetir las palabras del cura. Al igual que yo, apenas podía hacerlo por la emoción, pero lo logró.

─Anabelle Young, con este anillo te desposo para unir nuestra vida en la salud, en la enfermedad, en la pobreza... ─Mis labios se curvaron cuando rodó los ojos. Los presentes también se dieron cuenta de lo que hizo y rieron. Si estaban la mitad de emocionados de lo que estaba yo, sufrirían un ataque por tantos sentimientos─. Y en la riqueza hasta que la muerte nos separe. ─Lo deslizó por mi dedo encima del de compromiso─. Amén.

Lo imité sonriéndole a Mike una vez más antes de tomar el anillo de su padre. Él me transmitió tranquilidad con sus ojos. Era más grueso que el mío para que todas tuvieran claro que estaba tomado. Las chicas no habían dejado de acercarse a él aún cuando sabían que estaba comprometido. Pensé que habíamos decidido que nuestras alianzas serían sencillas, pero la suya también tenía un grabado que las lágrimas no me dejaron ver.

─Loren Van Allen, con este anillo te desposo para unir nuestra vida en la salud, en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza... ─Los presentes volvieron a reír cuando esta vez fui yo la que hizo una pausa─. Hasta que la muerte nos separe. Amén.

El cura, que nos miraba negando con desaprobación por la humildad de mi prometido, pronunció las palabras con las que había estado soñando desde que acepté casarme con él y que esperaba desde que puse un pie dentro de la iglesia.

─Con el poder que me confiere la Iglesia católica y el condado de Cornwall como su pastor, los declaro marido y mujer. ─Loren dio un paso hacia adelante. Yo también. Cada lágrima que derramamos estuvo olvidada para siempre─. Y ahora, habiendo finalizado la ceremonia, el novio puede besar a la novia.

Loren levantó el velo y sostuvo mi rostro entre sus manos con la mayor delicadeza del mundo, como si fuera de cristal, antes de unir sus labios con los míos. Rachel quería que todo fuera perfecto y había advertido a su hermano sobre el beso. Según ella tenía que ser sencillo y casto para que todo saliera perfecto, pero Loren lo mandó todo a la basura gruñendo para que abriera la boca y pudiera meter su lengua con la mía. Lo hice y eso causó que estuviéramos besándonos indecorosamente por más de diez segundos cuando el tiempo límite eran tres. Solté un grito cuando me tomó en brazos y avanzó conmigo hasta la salida, las personas arrojándonos arroz y pétalos de flores a lo largo del pasillo.

Mis ojos dejaron escapar lágrimas cuando nos topamos con un carruaje a la salida. Era del mismo color de los motivos de la boda y tenía unos cuatro caballos blancos atados a él, además de muchas más flores. Me llevé las manos a la boca, impactada porque en ningún momento le había pedido a Rachel esto.

─Loren, ¿a dónde vamos? Pensé que la recepción sería al aire libre ─le pregunté con un hilo de voz mientras me ayudaba a montarme.

─Lo es ─respondió montándose junto a mí con una sonrisa engreída tirando de sus labios─. Pero al otro lado del pueblo. Cerca del océano. Estos chicos nos llevarán ahí. Es una tradición aquí en Cornwall. Lamento no haberte dicho, pero quería que fuera una sorpresa.

Lo besé con efusividad cuando los caballos empezaron a moverse. Teníamos una especie de chofer en la parte de adelante arreando los caballos, pero él no nos había prestado atención más que para sonreírnos cuando nos montamos y decirnos nuestro destino. Al poco tiempo los autos comenzaron a seguirnos formando una caravana. Los cláxones sonaban y había un montón de globos adornándolos, junto con personas sentadas en las ventanas celebrando con nosotros. Podía ver a Madison saludándome con el resto de las niñas desde el asiento copiloto de un auto que manejaba John. Luz y Rachel iban justo detrás tomando fotos junto con el equipo de producción del programa. Loren nos hacía girar cada cierto tiempo para saludar a la cámara. Seguramente después de esto tendría un club de fans de novias enamoradas.

Cuando llegamos al pueblo la emoción aumentó. Las personas salieron de sus casas y negocios para vernos y felicitarnos. Algunos también nos arrojaban arroz. Madres sostenían a sus bebés para que vieran el espectáculo. Me sorprendí cuando personas desde un tercer piso nos lanzaron pétalos. Volví a llorar cuando nos detuvimos frente a un cartel gigante felicitándonos colgando de dos árboles. Estaba igual de adornado que nuestra boda, por lo que debía de ser obra de Rachel. Me colgué a Loren, abrazándolo, puesto que ya había acabado el recorrido por el pueblo y veía el océano a lo lejos.

─Es el día más hermoso de mi vida ─susurré contra sus labios antes de bajarnos cuando llegamos.

La recepción, desde donde estaba, era una extensión del motivo de nuestra boda. Flores por doquier. Mesas y mesas llenas de comida. Una gigantesca carpa que suponía que debía ser la cocina por el humo que salía de ella. Rachel había encontrado la manera de hacer que los pétalos siguieran cayendo del cielo colocando postes adornados alrededor de toda la pista de baile. Había mesas y mesas preparadas para recibir a los cientos de invitados que empezaron a ocuparlas. El pastel, en el centro de la pista, era más grande que yo. Nuestra mesa estaba al fondo.

─Debido a que yo estoy en él, ¿no?

Sus palabras no me hicieron reír. Tomé su mano y nos guié a nuestra fiesta. Cuando llegamos a la pista, nuestra canción, Photograph, sonando, me haló a sus brazos y empezamos a bailar mientras todo el mundo llegaba. Nadie se atrevió a interrumpirnos. Acaricié su rostro sintiéndome como la mujer más afortunada del mundo por tener a Loren Van Allen, un egocéntrico con el corazón más bonito y leal que he conocido, como esposo.

─Se debe en un noventa por ciento a que tú estés en él.

Alzó sus cejas.

─¿Y el otro diez por ciento?

Rodeé su cuello con mis brazos, riendo cuando me tomó de la cintura y me alzó para darme vueltas. Nos había hecho ir a clases de baile en pareja para entrenar y poder sorprender a todos bailando Thinking out loud como en el vídeo de Ed.

─Se debe a todas las personas especiales que hay con nosotros.

Loren frunció el ceño.

—Entonces tendré que echarlos a todos.

Solté una risita que hizo que la arruga en su frente se profundizara. Cuando terminamos nos acercamos a nuestra mesa. Estaba tan hambrienta que ni siquiera vi lo que llevaba a mi boca a lo largo de la fiesta. Permanecimos sentados a lo largo de la tarde, aceptando las felicitaciones de todos, hasta que llegó el momento de los discursos y me levanté un par de veces para aplaudir y brindar. Llevaba encima tantos brindis que estaba empezando a dudar que pudiéramos hacer nuestra coreografía sin caerme. Paola, nuestra coreógrafa, había sido invitada y nos miraba mal cada vez que tomábamos champagne. Bueno, yo tomaba champagne. Loren bebía un elixir raro que John le había regalado de eBay. Probablemente acabaríamos convirtiendo su rutina en el Ula Ula.

─Loren era una criatura confundida por la grandeza del amor. No sabía qué hacer cuando su marchito corazón por fin recibió una gota de agua ─dijo John bebiendo un trago, haciendo que todos rieran. La familia ya estaba acostumbrada a sus discursos locos─. Es un gran amigo para mí, ahora somos como hermanos, así que no dudé en acudir a sus llamados de auxilios cada vez que decidía marcar al novescientos once John por ayuda. Mi guía mientras se esforzaba por enamorar a Anabelle fue incondicional porque desde el principio supe que por fin mi alcohólico Van Allen favorito había encontrado el amor.

Reí. Incluso Loren, que normalmente habría estado molesto, lo hizo. El que casi consigue que me haga pis, por otro lado, fue el de Ryan. Él era algo así como el más cercano a mi chico y, por lo tanto, tenía más material para fastidiarlo que cualquiera.

─Por un momento pensé que yo le gustaba ─dijo─. Lo cual me tenía aterrado porque habría hecho bastante incómoda mi relación con su hermana. ¿Se imaginan lo incomodo que sería encontrarlo viéndome con ojos de cachorro cada navidad? ¿Cada cena familiar? ─Se sacudió─. Afortunadamente Anabelle llegó y pude estar tranquilo sabiendo que había una gran mujer anclado su culo egocéntrico al suelo. ─Alzó su copa—. Te admiro por soportarlo sin querer apuñalarlo. Brindemos por Anabelle.

Loren rodó los ojos, pero apretó mi mano antes de que llevara de nuevo la copa a mis labios tras alzarla. El siguiente fue Jared sosteniendo una botella de champagne, el único de mis hermanos que había sido voluntario en dar un discurso debido a que era el único que decía más de dos palabras.

─Lo intenté todo. Ir de compras. Series de chicas. Instalar programas de citas en su teléfono. Presentarle a mis amigos. Irnos de fiesta cada fin de semana. ─Me retorcí en mi asiento. Jared suspiró como si solo se sintiera cansado con el recuerdo, como si él no hubiese disfrutado tanto o más que yo, y todas las chicas solteras y no solteras de la fiesta también lo hicieron. Loren se tensó a mi lado. Le había contado todo sobre mi tiempo en Dublín, incluido el beso con Greg, por lo que no había secretos entre nosotros, pero seguía resentido al respecto. Me había perdonado con la misma facilidad con la que yo perdoné su beso con Lena─. Pero nada funcionó. Ella no dejaba de pensar en Loren. Supongo que eso es verdadero amor. Me alegra que lo hayas encontrado, hermanita. Y tú... ─Miró a Loren─. Bruno y Markus te golpearán si le haces daño, yo no, yo soy el hermano lindo, así que no lo estropees. Felicidades.

Loren apretó mi mano antes de dirigirme una mirada intensa que solo podía significar una cosa: durante nuestra noche de bodas me enseñaría a quién pertenecía, algo con lo que estaba obsesionado desde que retomamos lo nuestro en la boda de Gary. Era tierno y bastante excitante cuando estábamos a solas, pero pronto eso tendría que parar. Era su esposa. No podía pertenecerle más de lo que ya lo hacía.

Poseía cada respiración de mi cuerpo.

Eran alrededor de las seis, empezaba el atardecer, cuando nos levantamos para el baile de la novia. Todos nos rodearon en un círculo. Rachel y los del programa de televisión nos grababan con cámaras profesionales. Paola y muchos de los invitados lo hacían con sus teléfonos para luego subirlo a redes sociales. Madison había robado el teléfono de Nathan y estaba enfocándonos desde la tarima. No entendía cómo rachel aún no se había dado cuenta de su cuenta falsa en Instagram cuando lo único que su hija hacía era subir fotos de ellos, historias de su madre enojada y de George eructando. Había visto que no era la única que la seguía. John, Luz y Mags también.

Había pensado que estaría nerviosa cuando el momento de bailar frente a todo el mundo llegara, pero el alcohol y el hecho de que en la Iglesia me había mostrado mucho más vulnerable de lo que estaba ahora ayudó. Louise comenzó a dar vueltas con Suzanne cuando Thinking out loud empezó a sonar. Ambas estaban en la escuela de baile de Marie. Se veían adorables. Loren tomó mi mano cuando la letra comenzó. Me apoyé en su hombro e iniciamos como si no supiéramos mover nuestros pies y solo nos tocara balancearnos, sorprendiendo a todos cuando de repente me extendió, me hizo girar y acabé sobre su pecho.

Hice algunos pasos elaborados con las piernas antes de que me hiciera echar la espalda hacia atrás, su rostro sobre el mío, y me levantara de nuevo. Ambos recordamos cada paso, era una versión mucho más fácil del baile del vídeo porque no nos arrojábamos sobre el suelo o realizábamos pasos que para nosotros eran como volteretas, pero similar. Las personas a nuestro alrededor hacían sonidos de sorpresa y ternura, sobre todo las mujeres. Rachel no podía creer lo que estaba viendo y no se perdía detalle de ello. Me alegró sorprenderla aunque fuera solo una vez después de la linda boda que preparó para nosotros a pesar de que Lachlan tenía apenas tres meses de nacido. El bebé de cabello negro pataleaba sobre el pecho de Nathan, que alternaba entre mirarnos y mirar a su mujer y sus hijos. George estaba concentrado en su tío, inflando el pecho con orgullo, junto a su hermana que aún no dejaba de enfocarnos con la cámara.

Mi momento de la noche llegó cuando Loren me alzó sumamente alto en sus brazos a mitad de la canción y me bajó despacio antes de que empezáramos a movernos de nuevo de un lado a otro entre giros y secuencias. Al final simplemente volvimos a bailar de la misma manera que empezamos, mi mejilla sobre sus hombros y su barbilla apoyada en mi cabeza, hasta que llegó el momento de acabar la rutina presionando un pequeño beso sobre sus labios para luego seguir balanceándonos como inexpertos tras los aplausos y bromas de que Loren cambiaría de profesión.

Ed siempre estaba en lo cierto.

Mi amor estaba justo aquí.

Ya llegué de mis vacaciones. Si esta les gustó, con las próximas llorarán. Ya falta poco para la llegada del bebé Nollan, si es que el epilogo 2 no fue un final alterno.

Jajaja (algunas cosas nunca cambian)

Dedico capitulo a sgimeg ♡ por haber adivinado la escena siguiente. Dedico el siguiente a quién adivine de qué tratará la que viene.

Recuerden seguirme en Instagram: oscaryarrroyo para adelantos. Las invito a leer Amor condicional si no lo han hecho, ya está terminada, y a seguirme en Litnet para leer Atrapada en mí, la versión editada de DE y otros proyectos que subiré por allá (siempre les estaré avisando)

Las quiero.

Hasta pronto 

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