TE AMO
OLIVIA
Hoy es uno de esos raros días cuando el sol deja caer todo su esplendor en Vancouver. Las nubes más blancas que la nieve, un cielo azul hermoso y la vitamina "D" que produce mi cuerpo al exponerme bajo el cálido abrigo del sol.
Amo este tipo de días, soy libre de usar ropa más acorde a lo que a mi me gusta, odio los abrigos y jeans ajustados. Lo mío son los vestidos, faldas, camisetas de tirantes y mis favoritos, los overoles. Llevaba tiempo guardado mis overoles cortos, me pareció que hoy era el día perfecto para usar uno, debajo me puse uno de mis tops favoritos tejidos a gancho, me encanta ya que el color verde limón resalta el verde de mis ojos.
Estoy tan feliz que decidí tomar un mechón de mi cabello y tejer una trenza, me gusta dejar a mi cabello ser libre, suelto y despreocupado, hace tiempo que ni siquiera corto las puntas, lo mantengo bonito gracias las mascarillas naturales que aplico por las noches, a veces Ian dice que huelo a aguacate. Una vez Nick tomó un nacho y se comió la mitad de mi mascarilla.
Me aseguro de tener todo lo que necesito para pintar hoy antes de salir. Quería correr hacia el estudio de trabajo, pero seguro que si lo hago voy a parecer una bruja de cabello rojizo volando a mitad del campus.
Me encontraba muy ansiosa por comenzar a pintar, llevaba tiempo sin encontrar inspiración, sin embargo, hoy de verdad todo me provoca felicidad: las flores, el cielo, el sol, el aroma, la brisa fresca, la gente... en fin, es un gran día.
Al llegar, como siempre; lo primero que hago es saludar a todos mis compañeros en el estudio, no somos muchos, debemos ser máximo 6 estudiantes por estudio, ya que tenemos muchos materiales, instrumentos y algunos utilizamos mucho espacio —me incluyo, por supuesto—. Decido solo saludar a Jafet de lejos, todavía se nota algo reservado conmigo y no quiero ponerlo incómodo. No estoy segura si aún tiene algo en contra de Ian, ya pasó un año y mis sentimientos hacia mi novio siguen siendo los mismos, incluso, me atrevería a decir que a veces los siento mucho más intensos.
Ay, solo de pensar en Ian se me enchina la piel.
Giro disimuladamente hacia la ventana para que nadie me vea sonreír como tonta por recordar el hermoso rostro de mi novio, hay días donde solo quiero correr tras él y morder sus mejillas y barbilla.
Me lo comería todo el día.
Ok, ok, me calmo.
Tomo aire con calma, llenando mis pulmones, cerrando los ojos y visualizando los trazos que debo hacer. Estoy muy retrasada con mi trabajo de final de curso, y tengo que concentrarme en qué es lo primero por hacer.
Acomodo todas las pinturas que necesitaré en un comienzo sobre mi paleta y reviso que todos mis pinceles estén listos para ser usados. Me siento más cómoda cuando tengo todo a la mano, por último, solo me pongo mi delantal de lona para proteger mi ropa, aunque siempre termino manchada de pintura por todos lados, papá dice que trabajo muy sucio y desordenado, yo digo que es porque cuando te llega la inspiración, no puedes ver nada más que el lienzo, las pinturas y tus pinceles; lo demás no importa.
Pintar para mí es como respirar, si no tengo un pincel en mi mano a diario, siento que me quitan el oxígeno, siempre tengo mil ideas nuevas para plasmar, a veces me odio por no poder pensar en nada más, otras de verdad me sorprendo cuando aparece una imagen clara de una nueva obra, juro que la nueva es la mejor, hasta que llega otra idea y entonces creo que esa es la mejor, hasta que... bueno, eso se repite muy seguido.
Lo mejor de poder trabajar en el edifico de arte es que, los artistas de mi clase y yo pintamos mientras escuchamos a los chicos de música que ensayan en el piso de abajo. Muchos son prodigios, otros, solo me hacen querer arrancarme las orejas, sin embargo, tenemos suerte, no nos han tocado de esos en este periodo.
Cuando pinto, ni siquiera reparo en el reloj que tengo enfrente, a veces creo que el tiempo se para a mi alrededor, si no es porque mis compañeras me llaman para avisar que ha llegado la hora del almuerzo.
—Olivia —dice Moni tocando mi hombro. Moni siempre es muy considerada y paciente conmigo, hay días que ni siquiera la escucho por estar tan concentrada.
Le sonrío amablemente. No me gusta que me interrumpan, pero agradezco que lo hagan porque me podría quedar aquí todo el día sin comer nada.
—Vamos a almorzar, ¿vienes?
—Oh, no, muchas gracias. Ian pasará por mi hoy.
—Vaya, ¿sigues con él? —añade otra de mis compañeras y amigas, Kala. Ella es lo contrario a Moni, demasiado directa y con una vibra muy ruda.
—Si —le afirmo con una sonrisa muy grande.
—Juraba que terminarían en el verano —continuó.
—Ya sé que ustedes creen que no tenemos nada que ver —digo limpiando mis pinceles—, pero él me hace sentir muy... especial —me apena sonreír tanto, sin embargo, es como es.
—Pues debe follar muy bien para que quieras ver su cara de culo todos los días.
—¡Kala! —Moni ríe cubriendo su boca.
A mi no me molesta que digan cosas como esa sobre mi novio, de hecho, me alegra saber que nadie lo conoce mejor que yo.
—Sabes que no lo dice de mala manera —repone Moni.
—Si, lo sé y qué lástima que jamás sabrá la respuesta a eso —añado desatando mi delantal.
Kala hace un gesto de querer vomitar.
—Prefiero acostarme con el profesor de artes plásticas —suelta.
—¡Iuuuuuu! —decimos todas después de que Kala recapacitara su comentario.
El profesor de artes plásticas es excelente, pero tiene como 60 años y siempre huele a pachuli.
—Liv —escucho esa voz varonil llamándome.
Mis amigas se dan media vuelta hacia la entrada, solo les basta ver un segundo a mi novio antes de que me miren con las cejas levantadas. No puedo evitar reírme viendo sus expresiones.
—¿Ahora te llama "Liv"? —pregunta Kala.
—Si —me encojo de hombros tomando mis cosas—, dice que cuando me llama "Oli" cree que le está hablando al aceite de oliva.
Ellas sueltan una risita.
—Bueno, nos vemos más tarde, chicas.
—Adiós —dicen al unísono.
Cada vez que veo a Ian mi corazón salta de alegría, es una sensación inexplicable la que recorre mi cuerpo y eriza mi piel.
Quisiera hundirme en el azul de sus ojos y fundirme con su cuerpo, es tan hermoso que siento que un día voy a explotar de solo verlo.
En cuanto me tiene frente suyo, rodea mi cintura y dibuja esa sonrisa discreta que adoro, la hace cuando estamos en público.
—Hola —sus ojos se clavan en mis labios.
—Hola, terroncito —le sonrío. Rodeo sus hombros y hundo mis dedos en su cabello.
—¿Terminaste?
—Si.
—Bien —se aleja tomando mi mano—, hay que irnos.
Suelto un suspiro de desilusión.
Quiero a Ian, pero a veces me gustaría que se soltara un poco más. No le gusta besarme frente a mis compañeros, y no sé si es porque Jafet puede vernos o de verdad le incomoda que la gente lo vea más de dos segundos, me inclinaría más por la segunda opción.
Aunque, sé que mi novio es muy guapo y él dice que no se da cuenta, hay muchas chicas que le prestan atención en el campus, yo las he visto merodeando. Sí, soy un poco celosa.
Mientras caminábamos por el pasillo en el piso de música, me enfoque en escuchar una linda melodía que alguien toca con un violín, podría ser que, al fondo, se escucha algo lejos. Y como siempre, debo prestar más atención a mi alrededor, ya que no me fije que un chico iba saliendo de uno de los estudios, por fortuna Ian es más rápido y pudo tirar de mi brazo para que el chico no chocara conmigo.
—Lo siento —le ofrecí al ver que paro dejando su pie levantado.
—Descuida —dijo al relajarse.
Me pareció simpático, aunque demasiado músculo para ser músico.
—Daren, yo las llevo —dijo una chica saliendo detrás de él.
—No, yo me encargo —el chico se acomodó un portafolio de partituras sobre el hombro tomando la mano de la chica.
Ambos caminaron frente a nosotros.
Los ojos de Ian repararon en mí en seguida, luego en la bolsa sobre mi hombro.
—¿Quieres que la lleve por ti?
Le sonrío con diversión.
—No, yo puedo.
—De verdad —insiste—, puedo ayudarte.
—Terroncito, no necesito que hagas eso solo porque ese chico ayuda a su novia con sus cosas. Yo cargo esta bolsa todos los días.
Rueda los ojos tronando sus finos labios. Hace eso cada que no encuentra otra cosa para decir.
—Pero puedes hacer algo mejor —le propuse.
—¿Qué?
—Darme un beso —suelto algo coqueta.
Se para de inmediato y me sonríe de lado ¡Dios! Amo tanto que me mire así, como si quisiera comerme aquí mismo.
Se acerca colocando su mano en lo largo de mi mandíbula, siento que las piernas se me debilitan.
—Sabes que no tienes que pedirme eso —susurra rozando sus labios con los míos.
—Ya cállate y bésame.
Siempre me sorprende que sus labios sean tan delicados contra los míos, permite que supere y tome aire porque sabe que me deja sin aliento cada vez que me besa. Me dan ganas de llorar cuando se aparta de mí, no pude disfrutar por completo, apenas fue un roce.
—Ya, vamos —dice tomando mi mano de nuevo—. No quiero que Nick nos empiece a llamar como loco.
No queda otra más que resignarse, Ian no me dará el gran beso de mi vida mientras haya personas a nuestro alrededor, así es él.
Nos dirigimos hacía el Green Coffee, que es el único lugar dentro del campus donde venden comida vegetariana, creo que Ian ya se está cansando de ensaladas, ya le dije que no me molesta que consuma carne frente a mí, pero él cree que me sentiré incómoda si lo veo, a pesar de nuestro amigo Nick que siempre esta comiendo hamburguesas de cerdo.
Al llegar al lugar, Nick ya nos esperaba en una mesa cerca de la ventana:
—Se tardaron —comenta levantando la vista de su teléfono.
Nick no es de los chicos que están pegados a su teléfono todo el día, a pesar de tener infinidad de amigos y conocidos por todo el campus, incluso tiene un horario establecido para contestar mensajes y subir fotos en las redes.
—No exageres, todavía tenemos mucho tiempo —digo sentándome frente a él. Ian se sienta a mi lado frente a una silla vacía.
—Ustedes —dice dejando el teléfono sobre la mesa—, yo tengo una fiesta que planear.
Nick se toma lo de las fiestas tan en serio como un trabajo final para la universidad. Sobre todo, si esa fiesta es por Halloween.
—¿Qué te puede preocupar? Compras un par de decoraciones y le llamas a tu amigo el DJ —habla Ian viendo el menú del lugar sin mucho interés.
—¿Crees que es fácil? —alega mi amigo—. ¡Aún me falta conseguir un disfraz!
—¿Estás loco? —suelta Ian dejando el menú de lado—. Tienes un baúl lleno de porquerías.
Nick suelta una exclamación haciéndose el ofendido. Pobre, nadie debe meterse con su baúl mágico.
—¡Retráctate! —finge estar al borde de las lágrimas.
—Terroncito... —le suplico.
Mi novio rueda los ojos. No importa la expresión que haga, yo sé que Nick le agrada, tanto que creo que es su único amigo de verdad.
—Ok, no son porquerías, pero reconoce que son muchas cosas las que tienes ahí.
—Cosas invaluables —repone el pecoso.
Adoro a Nick, solo que a veces es un poco dramático en cuanto a sus cosas, oh, y cuidado con meterte con su aspecto y vestimenta. Él no es como la mayoría de los chicos, es capaz de usar una falda, medias y tacones, tanto como jeans ajustados y camisetas de red. Hoy a provecho para vestirse con una camiseta de tirantes de una de sus bandas favoritas "BabyMetal", jeans negros con cadenas y aretes largos de cruces. Tiene tantos estilos.
—Si, si, como digas.
Sonreí para mis adentros, ellos discutían demasiado.
Ordenamos nuestra comida, la sirvieron en seguida, eso era lo bueno de no tener que esperar a por una porción de carne en su punto.
En seguida pude notar que Nick estaba mas serio de lo normal, y van varias veces que mira a su teléfono.
—¿Estás esperando la llamada de alguien? —pregunto masticando mi rico tomate.
—¿Al fin tienes novia? —añadió Ian—. ¿O novio? —repuso—. Lo que te haga feliz.
Nick nos mira arrugando esa nariz pecosa que tiene.
—No.
¿Solo eso?
Un no a secas, no le creo nada.
—Ya, escúpelo —insistí.
—¿Quieres que te escupa mi soja? —sonríe.
—Oye, creo que sería bueno que salgas con alguien —sugiere mi novio, quien se está peleando con una lechuga que no puede tomar con su tenedor.
—¿Y así se deshacen de mí?
—¡Claro que no! Pero si creemos que sería lindo que la silla vacía, no esté vacía —dije señalando la silla a su lado.
Él observa la silla y después nos mira con cara de pocos amigos:
—No tengo tiempo para que me rompan el corazón, muchas gracias.
¿Qué le rompan el corazón?
¿Acaso Nick ya estaba enamorado de otra persona?
La única persona a la que ha mencionado últimamente es...
—¿Es esa chica? —pregunto, atando los cabos sueltos en mi cabeza.
—¿Quién? —desea saber Ian, que al fin pudo con su trozo de lechuga.
—Maya, con la que Nick pasa mucho tiempo.
—No paso tiempo con ella —repuso—, y no te imagines cosas, ha estado rara conmigo.
—¿Y por eso estás triste?
—¡No estoy triste!
—Espera, espera —interrumpió mi novio que estaba procesando todo en su mente—. ¿Maya Clark? Por favor dime que es otra Maya.
—No, es la misma —le informo.
—Oh, no, Nick. Es mejor que te quedes soltero.
—Oye, sé que no le agradas, pero no creo que sea mala persona, y a Nick le gusta.
—No me gusta —tercio en seguida.
—No creo que deba, ella es... demasiado —dice exagerando con sus manos.
—Qué no me gusta —repite.
—Está bien si te gusta, no le hagas caso.
—Oli, no me gusta —me dice mirándome a los ojos.
Nick decía la verdad, sabía que no le gustaba de esa manera, aunque eso fuera lo que yo quisiera.
—Mira, solo estoy diciendo que esa chica es un problema serio y si te gusta...
—Ian —lo interrumpo—, no le gusta.
—Acabas de decir que...
—Lo sé, pero conozco perfectamente a Nick, sé cuando le gusta alguien y ella no le gusta de esa forma.
Mi mejor amigo me da una mirada de "¿Qué estás diciendo?", seguida de un "¡Oh, por Dios! ¡Lo sabes!".
—Me tengo que ir —dice notándose nervioso.
Saca unos billetes y los deja sobre la mesa poniéndose de pie en seguida.
Ian me mira con cara de no entender qué ocurre.
Me encantaría poder explicarle.
Nick se va dejando la mitad de su plato lleno, entiendo que hay algunas cosas de las que no quiere hablar, él también tiene su corazoncito y no puedo obligarlo a decirme algo que no quiere.
En cuanto terminamos de almorzar, nos dirigimos hacia mi dormitorio, mi compañera no está (afortunadamente) y necesitaba besar a mi novio con urgencia sin que nadie reparara en nosotros.
Suelo ser paciente, hay días en los cuales a Ian no le importa besarme en los pasillos o en la cafetería, sin embargo, en general es como hoy y lo único que hace es tomarme de la mano.
—No puedes cambiar de opinión ahora, ya tengo todo listo —le dije al entrar a mi habitación.
Él bufa dejándose caer a la cama.
—Yo nunca dije que sí, tú lo decidiste por los dos —reprocha.
Dejo mis cosas en el suelo y me monto a horcajadas sobre él.
—Creí que te gustaría, tú hermano dijo que te gustaba.
—¿Desde cuando tú y Kalev son amigos? —se incorpora apoyándose sobre sus codos.
Me encojo de hombros rodeando su cuello.
—Me agradan los músicos.
El truena los labios como siempre.
—¿Qué es exactamente lo que te dijo?
—Que cuando eras pequeño amabas a Jack Sparrow, por eso creí buena idea que nuestros disfraces de este año fueran de piratas.
—Yo no diría que lo amaba.
Le tomo del rostro y dejo un beso tierno en sus labios.
—Te verías muy sexi —intento convencerle.
—No uses tu encanto contra mí.
—Por favor —muerdo su barbilla. Tenía tantas ganas de hacerlo desde que lo vi—, es halloween y nuestro aniversario.
—Nuestro aniversario no es en halloween —repuso.
—Lo es, el aniversario de nuestro casi encuentro sexual —sonreí.
Él suelta una risa sin gracia.
—Te desnudaste frente a mí.
—No oí que te quejaras.
Sonríe de lado.
Sus manos se deslizan por mis muslos y toman mi trasero con fuerza, empujando mi cuerpo hacia su cadera.
—¿Cómo podría quejarme de ti?
No me da tiempo de responder. Comienza a dejar besos húmedos sobre mi cuello, conduciendo mi cadera en contra de la suya.
—Eres mi reina escocesa —ronronea sobre mi piel—, jamás me cansaré de ser tu esclavo.
Eso me hizo reír.
Hundo mis dedos en su cabeza y tiró de su cabello para que me mire a los ojos.
—¿Esclavo?
—Si —relame sus labios—, haz conmigo lo que quieras, vísteme del puto Sparrow si quieres, sabes que ganaras de todas formas.
—¿Y me dejarás delinear esos bonitos ojos?
—¡Aggg! —bufa dejando caer su cabeza—. Sí, lo que quieras —se rinde.
Me inclino para besarlo. Sentir sus labios compaginados con lo míos es lo mejor de mis días. Oler su perfume, respirar el mismo aire, sentir su cabello entre mis dedos y sus manos recorriendo mi piel.
Lo amo.
Amo cada cosa que me hace sentir.
Amo la forma en la que me mira.
Amo la forma en que me apoya.
Amo que me dé la razón aunque no tenga sentido.
Amo que siempre esté dispuesto a hacerme feliz.
Lo amo.
Lo amo.
¡Lo amo!
Sus ojos recorren cada parte de mi rostro mientras sus dedos acarician mis mejillas.
—Te amo —le susurro.
Él se detiene, baja la mirada sin decir nada, sus manos abandonan mi cuerpo y en ese momento siento un remolino viajando de mi vientre a mi pecho.
—Olvidé que tengo algo que hacer —dice sin mírame.
—¿Qué? —me confunde su comentario.
—Si, tengo algo que... es importante —me mira por un segundo antes de fijar sus ojos en la puerta—. ¿Puedes...?
¿Me está pidiendo que me quite de encima?
Sí, lo está haciendo.
Con un feo sentimiento invadiendo mi pecho, dejo que se ponga de pie.
¿Por qué el cambio repentino?
¿Es por lo que dije?
¡Claro que es por lo que dije!
Ian siempre dice que me quiere, pero esto es diferente, muy diferente y lo dije sin pensar, sin embargo, sé muy bien que es verdad.
—Te llamo después, ¿si?
Ahora soy yo la que no quiere mirarlo.
¿Él no me ama?
Después de todo lo que hemos pasado, él no me ama.
Cierro los ojos para no verlo en cuanto crucé la puerta de salida, y también porque no quiero llorar.
¡Esto es estúpido! Tal vez estoy exagerando.
La puerta principal se cierra, ahí mi energía se desploma, lo sentí como un balde de agua fría.
Se fue, así como así, solo me dejo.
Tres segundos después ya estaban tocando la puerta del dormitorio.
No es que estuviera segura de que fuera él, pero de inmediato corro para abrir y ver quién es.
—¿Sí?
Ian me mira con los ojos llenos de confusión. Tiene la frente arrugada y esas cejas castañas hacen una curva extraña sobre sus párpados.
—Lo siento, me asusté. No supe qué decir. No me lo esperaba.
—¿Asustarte?
—Si —responde pasando saliva—. Es que tú... yo...
—¿Quieres entrar?
Asiente dando un paso hacia dentro. Cierro la puerta tras él, tomo aire para calmar mis nervios.
—¿Por qué te asustó? —pregunto.
—Porque —se gira para mírame a los ojos—, no estoy listo.
—¿Para decirme que me amas?
—No —niega. Pasa su mano por su rostro, veo lo nerviosos que está—. No estoy listo para ser el hombre que tu ames.
—¿De qué estás hablando?
—Liv —se acerca tomando mi rostro entre sus manos—, quiero ser el mejor hombre para ti y todavía no lo soy.
—Eres perfecto para mí, tal y como eres.
Cierra los ojos pegando su frente a la mía.
—No, no lo soy, tengo muchas cosas que hacer antes.
—Así que lo que me dices es que, ¿no puedo amarte todavía?
—Si —afirma volviendo a mirarme mucho más calmado.
—No puedes —tomo sus manos sobre mis mejillas—, yo te amo, y te aseguro que lo seguiré haciendo mañana.
—Liv...
—¡No! Sé que es difícil para ti exteriorizar muchos de tus sentimientos y que piensas que en algún momento lo puedes arruinar, porque puedo notarlo, sin embargo, no tienes porqué, he visto como has cambiado. Ha pasado un año y ya no eres el mismo chico.
—Lo sé, pero todavía no soy lo que quiero ser.
—¿Y eso qué? Yo quiero ser una artista mundialmente reconocida y ni siquiera voy a mitad de camino, ¿me vas a dejar por eso?
—Claro que no —dice lo obvio.
Me duele cuando él se menosprecia a sí mismo, he visto lo mucho que le ha costado superarse y superar los asuntos con su familia.
—Ian, eres el hombre correcto, lo siento cada vez que te veo. Te amo, amo lo valiente que eres cada mañana al cruzar el campus sabiendo que hay personas juzgándote por ser el hijo de Bruce Taylor.
»Y no hay nada que me haga sentir más orgullosa de ti. No hay una mejor versión de ti como la que veo justo aquí, tú eres el hombre que amo hoy.
Exhala aliviado.
Sonríe mirándome con esos ojos azules que tanto me gustaría pintar y colocar sobre mi cabecera.
—¿Me amas?
Debo preguntar, tal vez me vuelva loca si no responde.
Se inclina dejando un beso sobre mi mejilla.
—Tal vez si soy un pirata, porque me acabo de dar cuenta que tú eres el tesoro más increíble que pude encontrar.
»Eres tan hermosa —sonríe admirando mi rostro.
»Claro que te amo, te amo más que nadie en este mundo y te voy a cuidar con la misma pasión que un pirata protege su tesoro.
✧✧✧
Nota de la Autora:
La cursi me llaman jeje
Jelou!!
Capítulo extra que nadie me pidió, pero yo tenía que escribir.
Se vienen extras muy buenos, así que estén al pendiente.
Gracias por seguir apoyando este bonito universo. 💙
¡A ponernos todos de cabeza y disfrutar!
Nos leemos pronto.
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