Capítulo 29: El día en que morí.
—¡A comer!— Grita mi madre y a pesar de que estoy a varios metros de ella, puedo escucharla con claridad. Bajo velozmente de la casa del árbol gracias a la práctica de estos últimos años y en solo unos minutos llego a mi hogar.
—¿Puedes avisarle a tu hermano que venga?— Le pregunta mi mamá a Tamara. —Solo falta él y ya sabes que tu padre se molesta cuando la comida se enfría.
Mi hermana pone los ojos en blanco y responde irritada. —Debe estar en la casa del árbol, todo el tiempo está allí. Si no quiere comer que no coma, no soy su sirvienta.
—¿De nuevo hablando a mis espaldas?— Pregunto apareciendo sorpresivamente por la puerta. Tamara se sobresalta y me sonríe en forma de disculpa. —¿Y Rose?— Digo al observar a todos los que están en la mesa esperando ansiosos su almuerzo.
—Esa es otra problemática.— Gruñe de nuevo Tamara. —Solo se la pasa metida en su libro.
—¿Qué escribe?— Pregunta curiosa mi madre.
—Hasta ahora no se lo cuenta a nadie.— Respondo encogiendo los hombros. —Una vez quise leer lo que escribía pero descubrí que ese libro lo cuida incluso cuando duerme.
Nos dirigimos a la mesa y coloco sobre ella los cubiertos. Justo cuando vamos a empezar a comer aparece Rose excusándose pero nadie se molesta en mirarla, ya estamos acostumbrados a que siempre llegue tarde.
Alguien toca la puerta interrumpiéndonos otra vez así que nos miramos entre nosotros decidiendo quién es el miembro que debe sacrificarse por la familia y abrir la puerta.
—Ve a ver quién es, Tobby.— Me ordena finalmente mi padre.
—Papi.— Respondo haciendo un puchero, a veces olvido que ya soy un adulto. —Siempre abro yo, mis piernitas me duelen, soy debilucho.
—Tobbías.— Amenaza más firme y sé que no tengo otra opción más que obedecer. Arrastrando los pies camino hacia la puerta y la abro de mala gana.
—¡Sorpresa!— Gritan las personas de afuera. Todos los personajes del cuento rodean la casa y sostienen un cartel hecho de hojas que dice: ¡Feliz cumpleaños, Tobby! junto con un gran pastel.
Lo había olvidado por completo, hoy cumplo veintidós años.
Desde niños hasta ancianos me felicitan y forman una larga fila para regalarme cosas que ellos aprecian. Algo de lo que estoy orgulloso es que ahora los conozco a cada uno de ellos, sé sus nombres, qué cosas les gustan, sus sueños. Estos cuatro años que he pasado alejado de Samantha los he invertido de la mejor manera, he ayudado a cada personaje a encontrar su propia historia. Para mí ya no son simples extras del cuento, ahora todos en este pueblo somos protagonistas de nuestras propias vidas.
—Silencio, silencio.— Grita mi hermano Tadeo llamando nuestra atención. —Todos sabemos que estos años Tobby se ha negado rotundamente a celebrar su cumpleaños, así que como buena familia hemos decidido de todas formas celebrarlo. Para empezar, ¡tenemos una sorpresa para él!— Anuncia y observo a todos lados buscándola. No quería celebrar mi cumpleaños porque guardaba la esperanza de celebrarlo junto a Samantha pero si todos se han esforzado tanto por hacerme esta sorpresa, tengo que apreciarla. Me obligo a sonreír y luego salen de la casa Rose y mis hermanos con lo que parece ser una guitarra casera.
—No había instrumentos musicales en el cuento. Lo siento por eso.— Se disculpa Rose sonriendo nerviosa. —Pero juntos hicimos esta guitarra ya que en el mundo exterior en las fiestas se baila con música.
Todos aplauden alegres por la noticia entonces Rose y mis hermanos empiezan a cantar y tocar:
♫Tiempo de vals es el tiempo hacia atrás
Donde hacer lo de siempre es volver a empezar ♫
Mi madre se acerca hasta donde estoy y extiende su mano hacia mí. Niego rotundamente con la cabeza alejándome lentamente, he aprendido por experiencia que tengo dos pies izquierdos en cuanto a bailar se refiere. Lamentablemente, ella sigue insistiendo por lo que tengo que aceptar.
♫Bésame en tiempo de vals
Un, dos, tres; un, dos, tres
Sin parar de bailar
Haz que este tiempo de vals
Un, dos, tres; un, dos, tres
No termine jamás ♫
Tropiezo algunas veces pero mi madre es tan paciente que solo se ríe por mis pisadas. Los demás vecinos aplauden al compás de nuestro baile y luego ellos también se unen a nosotros.
—¿Por qué eligieron justo esta canción?— Le susurro acercándome a su oído mientras me rio por la letra tan curiosa que voy escuchando.
—Rose dijo que eso era lo que se bailaba en las fiestas de ahora.— Hace una pausa y reflexiona. —Aunque parece que no tiene mucha experiencia en el tema.
—¿Eres feliz?— De repente me encuentro preguntándole.
—¿Por qué no lo sería?— Responde mientras bailamos al ritmo de la música. —Todos los días eran los mismos antes de que volvieras, el que hayas regresado nos ha traído felicidad a todos. Pero si te soy sincera, me siento cansada. He recorrido cada rincón de este pueblo innumerables veces, he visitado cada casa, he hecho todo lo que había por hacer y lo que no también. Me gustaría que el cuento ya terminara con un buen final para ti, no quiero que el cansancio acabe con mi felicidad.
—Mamá, hay algo que todavía no te he dicho, pronto yo...
Un ruido repentinamente me interrumpe, todos nos detenemos y a pesar del tiempo, escucho algo que ya había dado por olvidado. Es el sonido de una hoja pasar, ha comenzado la última escena.
***
—¡Lo has echado a perder todo!— Chillo exageradamente. —Te has llevado algo que no te pertenecía, Dylan. Era para alguien que me amara, alguien que me amara de verdad. Era suyo, fuera quien fuese, y tú se lo has robado. Me he peleado con mi madre por ti. ¡Lo he dejado todo! Tenía a una familia que me quería, personas que me defenderían del daño que tú me has hecho, pero me hiciste abandonarlos por ir detrás tuyo. Eres un ser repugnante.
—¿Acaso yo tuve la culpa que regresaras conmigo aunque sabías que todo era parte de una apuesta? Tú eres la tonta que creyó que podrías hacer cambiar a un mujeriego como yo.— Responde él. Nunca me había sentido así, tan humillada. Lágrimas empiezan a recorrer mi rostro y me prometo firmemente que ya nunca más las derramaré a causa de Dylan.
Camino tambaleante hasta la puerta de la mansión dispuesta a nunca más volver a verlo y después de unos sollozos más por fin termina la escena. Realmente odio esta parte de la historia, tengo que llorar como magdalena por varios capítulos sin razón y encima perdono a Dylan luego de solo unos días porque resulta que todo era un malentendido.
—Samantha.— Me llama él viniendo hasta donde estoy. —Samantha, lo siento.
Niego con la cabeza rápidamente y me seco las estúpidas lágrimas. -No te preocupes, nunca me han dolido tus palabras, hace buen tiempo que mi corazón ya no siente nada. Está así desde que Tobby se fue.
—Solo soy un malvado ser egoísta que no hace más que decirte cosas hirientes, incluso fui así cuando salimos de la novela. Sería mejor que nunca hubiera existido...— Dice llorando y se tumba de rodillas en el suelo, es la primera vez que lo veo tan abrumado. Dylan siempre se disculpa después que su personaje me dice algo hiriente o me besa sin mi consentimiento pero nunca antes había dicho eso.
—Yo no me arrepiento de nada.— Le respondo segura. —Gracias a que me crearon pude amar, y gracias a que estás aquí conmigo puedo tener un amigo. Aunque no te hayas dado cuenta has cambiado, Dylan. Cuando no estamos en escena ahora eres amable y empático con los demás.
—Pero ya les hice mucho daño.— Me interrumpe todavía con lágrimas. —Aún ahora soy como un monstruo para ustedes.
Me agacho para estar al mismo nivel de él y suelto un gran suspiro cuando estoy a su lado. —Solo somos personajes que la escritora creó, Rose nos hizo con una personalidad horrible así que cuesta muchísimo cambiarla, sin embargo, tú lo estás intentando. Si algún día nos volvemos a encontrar en otra historia me gustaría muchísimo volver a encontrarte como mi hermano, sería divertido ver como me proteges de los chicos malos.
Dylan sonríe y voltea a otro lado avergonzado. —Por cierto, ¿te respondió Tobby?— Pregunta ahora preocupado por nosotros.
—No, pero sé que nos volveremos a encontrar, eso fue lo que nos prometimos.
***
Dejo de controlar mi cuerpo y ahora es el cuento el que lo hace. Observo de reojo como todos los que conozco se mantienen paralizados, asustados y confundidos y se me rompe el corazón por no haberme despedido de ellos. En realidad, no le dije a nadie que el cuento terminaría con mi muerte, pensé que este momento tardaría en llegar. Estaba equivocado.
Como Rose no es un personaje de la historia se levanta libremente de la silla en la que estaba sentada, deja la guitarra en el suelo y camina detrás de mí.
Mis pies me guían a través del bosque y grande es mi sorpresa cuando se detienen en la casa del árbol, es aquí el lugar donde moriré. Me siento en el pasto todavía húmedo por la lluvia de anoche y me recuesto en el tronco, ya no me quedan más fuerzas. Inhalo por última vez el aire puro y cuando estoy por exhalarlo, Rose me empuja de una fuerte patada formándose así un portal.
Le sonrío débilmente como señal de despedida pues cuando cruce el portal definitivamente moriré y ella se dirige a mí temerosa.
—Tobby, te tengo que cortar un secreto, en el mundo real yo... no puedo caminar. Soy una escritora anónima que no tiene familia ni amigos, nadie me extraña.— Balbucea rápidamente.
—Se está cerrando.— Le alcanzo a decir con la poca energía que me queda.
—Alguien te espera, tienes que buscarla, no puedo dejar que mueras aquí.— Dice e intento retroceder ante su idea pero no puedo, Rose ya me tiene sujetado. Me levanta de un jalón y como ya no tengo fuerzas para resistirme, me empuja hacia el portal.
***
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