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Capítulo 27: Te llamaré Tobby.

Dylan se acerca a la casa del árbol y toca el tronco.

—Quisiera vivir como él.— Murmura. Abro mi boca para preguntarle por qué piensa eso pero algo llama mi atención.

«Samantha, nos volveremos a encontrar», está escrito en el árbol. Retrocedo lentamente asustada por lo que leo así que lo único que atino a hacer es gritar:

—Dylan, ¡mira!— Él dirige su mirada hacia donde le estoy señalando y se sobresalta aún más que yo cuando la frase se comienza a tachar y aparece otra arriba de ella:

«Espero que seas feliz».

—¿También viste eso?— Me pregunta confundido pero ya no le presto atención, mi mente me lleva a una playa y me observo sentada en una roca deseándole a alguien lo mismo que está escrito en el árbol en voz alta, de pronto tristeza y dolor invaden mi corazón, ¿por qué siento como si hubiera perdido algo valioso en aquel lugar?

De repente el sonido de unas fuertes risas interrumpe mis pensamientos y me doy cuenta de que esas personas se están riendo de mí. Varios adolescentes me rodean formando un círculo y observan atentos como la novia de Dylan me tira con todas sus fuerzas un balón de básquet directo a mi pecho lo que causa que caiga en el suelo adolorida.

Con las pocas fuerzas que me quedan me levanto y observo a mi alrededor. Estoy en el campo de deportes, ¿en qué momento dejé la casa del árbol y vine aquí? Quiero averiguar qué es lo que está pasando pero otra vez como si mis pies se movieran solos, corro hacia el baño huyendo de las burlas de los demás, me tropiezo y empiezo a llorar por la vergüenza. Realmente odio ser así. Me gustaría patear la cara de esa chica loca y escupirles a los demás pero lo único que hago es huir, parece que estoy destinada a ser pisoteada siempre.

¿Qué cosas haría si pudiera defenderme? A veces me hago esa pregunta en las noches en las que no puedo dormir. Si pudiera hacer lo que quisiera, les diría a mis padres que estoy cansada de ser perfecta y que odio esforzarme tanto por ser el primer lugar. Dejaría todo y viajaría por el mundo, ni siquiera me importaría no gustarle a ningún chico por eso, lo único que quisiera es ser libre.

Me quedo encerrada en el baño hasta que me aseguro de que no queda ningún estudiante en la preparatoria y mirando a todos lados precavida salgo de la escuela.

—Te estuve buscando.— Dice apareciendo Dylan a mi costado. —¿Es cierto que Alisson te lanzó un balón? Quiero disculparme en nombre de ella.

—Es una perra cualquiera.— Murmuro. ¿Por qué lo hice?, yo no soy así.

—¿Qué?

—Que acepto tus disculpas.— Respondo inmediatamente corrigiéndome y esperando a que Dylan no me haya escuchado.

—¿Regresas sola a casa? Si quieres te acompaño.— Propone, asiento tímidamente aceptando que lo haga y empezamos a caminar juntos. —¿Realmente no nos hemos visto antes? Algo dentro de mí me dice que acabaremos estando juntos.

—¿Esa es tu forma de conquistar chicas? No gastes tu tiempo, conmigo no funcionará.— Dylan se ríe pero se aleja unos pasos de mí avergonzado, no sé que me está pasando, normalmente me hubiera sonrojado al escuchar eso. 

—Mañana en la noche habrá una fiesta en mi casa. Estás invitada. — Dice para romper el silencio incómodo que se había instalado entre nosotros.

—No lo sé, mis padres no me dejan a ir a fiestas, mi toque de queda es hasta las seis de la tarde.

—Piénsalo igualmente. Me gustaría verte ahí.— Insiste, asiento y nos quedamos de nuevo en silencio hasta que llegamos a mi casa. Me despido de él y cuando lo pierdo de vista coloco mi mano en mi pecho. Realmente me sorprendo con lo que encuentro.

No está latiendo acelerado.

¿Qué me está pasando hoy? El chico más guapo y popular que he visto en mi vida no solo me ha acompañado a casa sino también ha coqueteado conmigo, sin embargo, aun así no logro sentir nada por él. Sacudo mi cabeza fuertemente, tal vez sea que Dylan no es mi tipo.

Como un abrir y cerrar de ojos pasa todo un día y al final sí termino yendo a la fiesta obligada por mi amiga Lily, sé que si mis padres se enteran me castigarían toda la vida pero de todas formas me escapo de la casa saliendo sigilosamente por la ventana.

Después de casi una hora de caminar con unos tacones infernales llegamos a la dirección que nos indicaron, resulta que Dylan vive en una mansión, pero no es cualquier mansión, es una de las más grandes que he visto. ¿Por qué un humano necesita tanto espacio para vivir?, es un desperdicio. Esquivo torpemente a los adolescentes ebrios tirados en el camino a la puerta de la casa y con solo verlos ya me estoy arrepintiendo de haber venido.

Tan pronto como entro pierdo de vista a Lily así que al verme sin salida me dirijo a una esquina y ahí empiezo a revisar la galería de mi celular.

—¿Deseas un trago?— Ofrece un desconocido alcanzándome un vaso rojo lleno de licor. Acepto después de que siguiera insistiendo varias veces y tomo todo lo que hay dentro de un solo sorbo. Oigo fuertes risas que provienen del salón contiguo y como observo de lejos a Dylan, tal vez motivada por el licor o por mi curiosidad, me dirijo hasta donde está él.

—¡Oh! ¡Es la nerd!— Trata difícilmente él de pronunciar por tanto alcohol que ha consumido. Luego de la nada comienza a lagrimear y a lamentarse murmurando que extraña a una tal Tori.

—Hombre, no digas eso.— Lo golpea su amigo también en completo estado de ebriedad. —Recuerda que tienes que acostarte con ella.

—¿Disculpa?— Le pregunto confundida.

—¡Ah, verdad! Se suponía que era un secreto.— Dice riéndose por su indiscreción. —Dylan apostó que podía acostarse con cualquier chica, hasta contigo.— Agrega como si fuera lo más normal del mundo. Molesta le quito la cerveza que tiene en la mano y la vierto toda en la cabeza de Dylan después de patearlo en su entrepierna, es un idiota.

Echa una furia salgo empujando a todas las personas que se cruzan en mi camino y solo me detengo cuando llego a la acera. Sin ya nada de fuerzas me siento en el suelo a esperar a que Lily se digne a salir de la fiesta y cuando pasan varios minutos comienzo a llorar amargamente.

Es recién ahora que reparo en que no tengo a nadie a mi lado. He conversado con muchas personas, a varios los llamo amigos, pero cuando más lo necesito no tengo a nadie a quien acudir. Estoy viviendo una vida muy patética.

—¡Atrápalo por favor!— Grita una mujer a lo lejos. Un pequeño cachorro pasa frente mío corriendo y lo detengo antes de que se aleje más. —Muchas gracias, se escapó cuando me distraje.— Dice ella exhausta de perseguir al travieso cuando llega a mi lado. Me agacho para rascarle la peluda cabeza del cachorro y mi cuerpo empieza a temblar cuando observo sus ojos.

«—Tú rostro es tan tierno como el de un cacharro así que te llamaré Tobby.—Le digo al joven frente mío y extiendo mi mano.— Mucho gusto Tobby, soy Samantha».

Entonces, otra vez lloro pero ahora de felicidad, ya recordé a la única persona que siempre estuvo a mi lado.

***

Después de arreglar juntos la casa del árbol, camino con Rose de regreso a mi hogar bajo la luz de la luna cuando una idea de pronto viene a mi mente.

—Creo que sé cómo podrías regresar a tu mundo.— Le digo emocionado.

***

~bananatoxica

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