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Capítulo 06: Aléjate de ella.

En las novelas juveniles cliché el protagonista siempre sabe pelear. Así vengan ochenta ninjas salvajes con armas nucleares y sables láser y aunque se enfrenten a solo un chico de preparatoria, el personaje principal siempre ganará. 

Yo pensé que también podía hacerlo. Nada más lejos de la realidad.

No sé si fue por la sorpresa de que Samantha recordara mi nombre o por mis nulas habilidades de lucha, pero el resultado de mi intromisión fue de que terminé siendo golpeado por seis estudiantes hormonalmente furiosas. Lo único bueno es de que estaban tan concentradas haciéndome daño que se olvidaron por completo de Samantha. Era todo lo que necesitaba.

En medio de la golpiza llegó Dylan y gracias a los gritos que le dio a Alisson me salvé de morir golpeado. Ve a Samantha tirada en el suelo y corre a ayudarla, yo también trato de hacerlo pero mi cuerpo adolorido me lo impide.

—¿Estás bien?— Le pregunta preocupado Dylan. Hacen contacto visual por varios segundos hasta que ella responde embobada:

—Sí, gracias.

—Vamos, te llevo a enfermería.— La levanta y la carga en su espalda. Los brazos de Samantha rodean su cuello y apoya su cabeza sobre su hombro.

Algo dentro de mí efervece. Yo quisiera ser el que la ayude.

Camino hacia la escuela y encuentro a Rose en la puerta principal.

—¿Dónde estabas? Te estuve buscando.

—Pues resulta que...— Le cuento todo lo que ha ocurrido desde la casa del árbol hasta Samantha llamando mi nombre. Su rostro va cambiando al ir escuchando la historia. Primero empieza incrédula, luego confundida hasta terminar con un rostro de sorpresa.

—Imposible.— Susurra.

—Injusto, ¿no crees? Yo la salvé pero él se lleva todo el crédito.— Respondo ignorando completamente lo que acaba de decir.

—¿Seguro que recordó tu nombre? — Asiento y ella muerde sus uñas mientras lleva sus manos a la cabeza. — No puede ser. Has cambiado la historia.— La miro con confusión así que me explica exaltada: — Se suponía que Dylan la rescataría.

—No lo creo. Vi alrededor y nadie estaba cerca.

—¡Los libros cliché son así!— Me grita.— Aunque el protagonista esté en la China siempre llegará en el momento exacto para rescatar a la dama. Cambiaste la escena.

—¿No dijiste que no se podía hacer eso?— Pregunto cada vez más confundido.

—Pensé que era imposible.— Hace una pausa dramática.— Estamos en peligro. Esos portales son más graves de lo que había imaginado, nunca se ha visto que un simple extra cambie la historia.

—¿Qué debemos hacer entonces?

—Seguir buscando al intruso, debe estar en algún lado de esta historia. Si sigue habiendo estos cambios, realmente todos vamos a desaparecer.

—Está bien. Tranquilízate.— Digo tratando de calmarla.

—¿Cómo podría estar tranquila? Mi vida está en juego. No quiero morir tan joven.— Empieza a alistar sus cosas para seguir buscando al intruso pero antes de salir me advierte: —Mientras tanto mantente alejado de Samantha, no debes dejar que recuerde otra vez tu nombre. Nada bueno saldrá de ustedes dos juntos.

Camino hacia mi aula con todos los demás estudiantes apresurados por llegar a tiempo a clase. No saben que en realidad, así faltaran, a nadie le importaría. Llego tarde pero aun así no pido permiso para entrar, de todas formas ni una sola alma notará mi presencia. Como hoy toca clase de literatura, el profesor nos pide que saquemos nuestros libros de texto, mágicamente aparece el mío en mi escritorio.

Volteo a ver a Samantha y ella me ignora completamente, otra vez soy un desconocido para ella.

El profesor hace una pregunta a la que ni siquiera presto atención y los únicos que levantan la mano para responderla son Samantha y Dylan.

¿Dylan?

Le dan la oportunidad de que él conteste y empieza hablar cosas sin sentido como que el amor no existe y que solo es una invención de los libros, todo esto para demostrarnos que nunca se podrá enamorar porque no cree en esas tonterías. Vamos a ver cuánto le dura esa resolución.

Samantha vuelve a levantar la mano y lo refuta. Así empieza la pelea más absurda que he tenido la oportunidad de presenciar. Podríamos estar debatiendo sobre el calentamiento global o la pena de muerte, pero no, el escritor ha decidido que hablen sobre el amor.

Después de varios argumentos sin fundamento, suena la campana y como ellos siguen discutiendo, me voy del aula. Nadie me dice nada. Empiezo a deambular por los pasillos buscando al intruso cuando de repente me topo con Samantha y Dylan que están conversando.

—Gracias por lo de la otra vez. No sé qué hubiera hecho sin tu ayuda.— Le dice Samantha apenada.

—Tranquila era lo que debía hacer. ¿Podemos volver a ser amigos?— Ella sonríe y asiente con la cabeza. ¡Ingenua!— Te quiero llevar a un lugar.— Le dice Dylan antes de que ella se vaya.

—¿A cuál?

—Es sorpresa. Te veo en el estacionamiento después de clases.— Dylan se aleja y Samantha lo mira embobada todo el trayecto. Voltea hacia donde estoy y empiezo a caminar en otra dirección obedeciendo la advertencia de Rose.

—¡Tobby! ¿Por qué te fuiste tan rápido? Quería hablar contigo.

—¿Me...Me recuerdas?— Pregunto tartamudeando por la conmoción.

—Pues claro. Me dijiste que no te olvidara la otra vez en la casa del árbol.

Me acerco a ella y la abrazo. Nunca me he sentido tan feliz, si algún día desaparezco ahora tengo la confianza de que alguien me recordará.

—Espera, ¿también eres consciente de ti misma? ¿Sabes de que eres un personaje?

—¿Soy un personaje?— Pregunta riéndose.— Eso no lo sabía.

Pienso en si contarle o no. Si le digo ahora probablemente lo recordaría más tarde pero, ¿cómo se sentiría siendo consciente de eso? No volvería a ser la misma sabiendo que todo lo que hace está decidido por un escritor. Decido al final no contarle nada. Quiero seguir viéndola feliz, además si lo hago, Rose me mataría.

—Era una broma.— Respondo. Ella empieza a caminar hacia el aula y la detengo. —¿Vas a ir con Dylan más tarde?

—¡Claro! Somos amigos.— Pongo los ojos en blanco.

—¿Lo conoces hace menos de dos semanas y ya confías en él? Te puede llevar a un descampado y sacarte los órganos. No puedes ir con extraños a lugares que no conoces.

—Acompáñame entonces. Confío en ti.

Me doy una palmada mental. —A mí me conoces menos tiempo que él. Pero de todas formas voy a ir con ustedes, igual no me van a notar.

Llega Carim, el amigo gay y negro de la protagonista que toda novela juvenil necesita para no ser discriminatoria, y empiezan a charlar sobre la discusión que se armó en clase. Las razones por las que se hicieron amigos son muy tontas: A los dos les gustaba llegar temprano a clase y tenían las mejores notas y ¡listo! Eran amigos de toda la vida.

Resuena la hoja pasar y ahora estamos en el estacionamiento. Dylan le dice algo a Samantha y ella sonríe ruborizada. Los dos se montan en su jeep negro y antes de que arranquen yo también me subo. Como estamos en escena, ninguno de los dos me nota.

—¿Quieres escuchar música?— Le pregunta Dylan. —¿Qué genero prefieres?

—La música rock de bandas como Nirvana o Gun's and Roses, no creo que las conozcas, tengo gustos únicos y especiales.

Él sube el volumen de la música y convenientemente suena Smells Like Teen Spirit. Los dos empiezan a cantar y aunque lo hacen horrible, se sonríen uno al otro mientras se miran fijamente.

Pésimo conductor.

Llegamos en aproximadamente seis segundos a un lugar alejado fuera de la ciudad. Bajamos del auto por un camino de gravilla y puedo ver desde aquí las luces nocturnas de todo el pueblo. ¿En qué momento se hizo de noche? Dylan y Samantha se echan en el grass y observan juntos el hermoso cielo estrellado. Ellos están tranquilos pero a mí me están ultrajando decenas de mosquitos.

Dylan levanta su brazo y señala algo en el cielo.

—Esa estrella de ahí pertenece a la costelación de la Osa Mayor. Se llama Kiria y alguna vez fue una princesa.

—¿Una princesa?— Pregunta ella confundida.

—Cuenta la leyenda que en un reino lejano había una princesa llamada Kiria que estaba comprometida con un duque de un país vecino. Antes de su boda, el rey la mandó en un carruaje para que visitara el reino de su futuro esposo. Ella no podía estar más emocionada, no porque fuera ver a su novio, sino porque sería la primera vez que estaría a solas con el cochero. Todo el viaje conversaron día y noche, jugaban por los prados y hacían fogatas interminables. La noche antes de llegar a su destino, consumaron su amor con las estrellas de testigos. Kiria terminó embarazada y por el miedo a ser castigado, el cochero le contó su pecado al rey. Él, por la gran deshonra que su hija le había causado, la asesinó a ella y a su hijo. Las estrellas que habían sido sus cómplices, tomaron su cuerpo y la convirtieron en una de ellas, es por eso que si te fijas bien al lado de ella siempre hay una más pequeña.

—No sabía todo eso.— Dice estupefacta Samantha.— ¿Dónde lo leíste?

—Mi madre me lo contó antes de morir.— Responde con normalidad. Lo reconozco, fue una maravillosa jugada utilizar la historia de la mamá muerta para conmover a Samantha.

—Lo siento, no lo sabía.

—Fue hace muchos años, ya no duele como antes.

Samantha lo mira a los ojos, reconozco esa mirada, la tuvo justo antes de que yo la besara.

Dylan observa sus labios y se acerca lentamente a ellos, ella se aleja un poco pero él sigue avanzando.

—No puedes resistirme Samantha, de igual forma que yo no puedo resistirme a ti.

Hago una cara de asco. Son humanos, no animales. Sí pueden controlar sus deseos y sobre todo los sexuales. Esas palabras son las que diría un violador.

Dylan la besa y yo inmediatamente volteo, no soporto ver esta escena. La chica a la que le di mi primer beso, está besando a alguien más.

Me alejo corriendo y cuando siento que se acabaron mis fuerzas, aparezco en otra escena.

Estamos conversando en grupo y un chico da la idea de comer en un restaurante cercano. Entro primero y veo de lejos a Samantha con Dylan conversando animadamente después de su cita, retrocedo y trato de guiar a los demás a otro lugar pero ellos insisten en entrar. Ya sé lo que viene, solo espero que no sea tan doloroso para ella.

¡Cooper!— Se acercan a saludarlo alegremente al verlo, notan sentado junto a él a Samantha y entonces los rostros de todos ellos cambian.

Uno de ellos pregunta: —¿Están saliendo?

Samantha sonríe y está lista para contestar cuando Dylan la interrumpe.

—Yo nunca salgo con chicas, solo me acuesto con ellas.— Contesta. Las mejillas de Samantha enrojecen y ríe incómoda. Todos vitorean sus palabras y la observan a ella como si fuera una más del montón.

—Lo siento, tengo que irme.— Susurra rápidamente y se va corriendo del lugar.

—¿Por qué haces esto?— Le increpo furioso. —¿Te pagan para ser tan imbécil?

El local se queda en silencio y todos dirigen su atención hacia mí.

—¿Disculpa? ¿Quién eres?— Pregunta Dylan mientras se levanta de su asiento.

Me acerco a él y lo empujo con un dedo.

—Que eres un patán que lastima a las mujeres.

Dylan levanta su puño y yo me preparo para recibir el golpe, cuando se detiene y se nota confundido.

—La verdad es que no sé por qué lo dije, fue como si alguien me hubiera obligado a hacerlo.

~bananatoxica

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