Capítulo 05: Recuerda recordarme.
Suena la hoja pasar y por primera vez desde que tengo memoria me siento feliz de que lo haya hecho. Miro a mi alrededor, de nuevo estoy en el aula, pero como casi todas las veces el profesor no está. Giro lentamente mi cabeza hacia la persona sentada a mi lado y la encuentro absorta leyendo un libro: Orgullo y prejuicio, nada más cliché que la protagonista leyendo eso. La observo unos segundos e inconscientemente mi mirada se dirige a sus labios, los míos los tocaron hace rato...
—¿Estudiante, estás bien?— Me pregunta Samantha. —Tus mejillas están rojas. —Acerca su mano y toca mi frente. —Además estás ardiendo. ¡Mira! Ahora te pusiste más rojo.
Me alejo incómodo y decido salir del aula a tomar un poco de aire. Mientras camino por el pasadizo recuerdo que todos corremos peligro y que tengo que seguir el plan.
¡Rose!
Corro hacia la consejería y la encuentro esperándome en la puerta.
—¿Encontraste al intruso?— Pregunta rápidamente. Niego con la cabeza y ella se golpea el rostro.
—Pero encontré algo mejor.— Le digo con una sonrisa.
—¿Qué cosa?— Dice esperanzada.
—Una resolución.— Rose me mira extrañada, pero de igual manera continúo con mi explicación. —He decido dejar de ser un extra.— Afirmo con convicción.
Ella se queda callada unos momentos y luego empieza a reír. Cuando se calma por fin logra decir: —Dejar de ser un extra no depende de ti, es la voluntad del escritor. No puedes simplemente dejar de serlo.
Niego otra vez con la cabeza. —Sé que yo puedo, solo tengo que cambiar el guion.
—Es imposible cambiarlo, es algo que ya está escrito. —Intento refutarla, pero ahora su rostro se vuelve más serio. — Solo vas a empeorar las cosas. Si te resistes a hacer lo escritor dice, no solo tú estarás en peligro, todos los personajes también lo estarán. No hagas nada absurdo. Concéntrate en encontrar al intruso y todo volverá a la normalidad. Ni siquiera recordarás que me conociste.
Frunzo el ceño confundido. —Cuando el intruso se vaya, ¿dejaré de ser consciente de mí mismo?
—Sí. Olvidarás todo lo que ha pasado desde que los portales aparecieron. Volverás a vivir tu vida como un extra.
Suena la campana que marca el cambio de clase así que me dirijo al aula. La profesora ya está adentro, pero está sentada leyendo una revista. Al escritor realmente no le importa que sus personajes aprendan algo. Toco la puerta pidiendo permiso para entrar pero la maestra ni siquiera levanta la mirada ni nadie de los que están en el salón. Darme cuenta de esto me entristece de nuevo, ¿cuándo vuelva a ser normal no me importará? Creo que seré más feliz no siendo consiente de mi realidad.
Tomo asiento y Samantha me observa.
—Hola, disculpa, no nos hemos presentado. Soy Samantha, ¿cuál es tu nombre?
—Ignórame, de todas maneras luego no me recordarás.— Le respondo irritado. Ella quiere decir algo pero empieza la escena y vuelve a como estaba antes.
Alguien le entrega una nota a Samantha y ella la abre. No quiero ser entrometido pero está tan cerca que no puedo evitar leerla.
«Te espero bajo las gradas, 6:00 pm. No llegues tarde.
A.»
Samantha la cierra nerviosa y me doy cuenta de que la nota es de Alisson. Empiezo a preocuparme yo también, así que pienso en acompañarla pero luego recuerdo que es probable que todo esté preparado para que Dylan la rescate. La escritora es muy predecible, al final decido no ir.
—¿Cómo vas con la apuesta, Cooper? Ya pasó un mes y no veo que haya ningún avance.— Le pregunta Liam a su amigo mientras estamos en el comedor.
—Ya va a caer.— Asegura triunfante.— Lo reconozco, le gusta jugarse a la difícil pero al fin y al cabo es una chica, ninguna se me resiste mucho tiempo.
Todos los chicos alrededor celebran su inexistente victoria y yo lo único que puedo hacer es repudiarlo, es un personaje muy lamentable.
Terminan las clases después de un cansado día y cada estudiante se dirige a su respectivo hogar, todos conversan de lo que harán cuando lleguen a casa o parlotean con sus amigos sobre algún tema que tienen en común, mientras, yo camino sin rumbo en este día gris y me siento perdido. No sé adónde ir, ni tengo alguien con quien hablar. Estoy solo.
—Disculpa, compañero. —Dice Samantha agitando su mano delante de mí para llamar mi atención. —¿Sabes la hora? Mi celular está muerto.
Niego con la cabeza así que ella empieza a caminar, yo también lo hago y con la cabeza gacha me dirijo de nuevo a la escuela.
— ¿Te sientes triste?— Me pregunta Samantha a lo lejos.
—¿Vas por la vida preguntándole a completos desconocidos sobre su estado de ánimo? —Le increpo cansado de todo.— Métete en tus asuntos. Vas a llegar tarde al lugar que estés yendo.
— Por el sol veo que todavía tengo tiempo, gracias por la preocupación.— Responde sonriente.
— No me estoy pre...
— ¿Quieres conocer un lugar increíble?—Pregunta de la nada.
—No.— Respondo pero es muy tarde, Samantha entrelaza nuestros brazos y me lleva casi arrastrando al patio trasero de la escuela.
Es la primera vez que estoy aquí, es más ni siquiera sabía que existía. Como no es un escenario utilizado en ninguna parte de la historia, el autor no se esforzó describiendo este lugar, así que es diferente a los otros, el ambiente es oscuro, el pasto mal cuidado y el poco mobiliario que hay está todo gastado. Ningún otro personaje merodea por aquí y con justa razón. Samantha sigue caminando hasta que se detiene en un árbol alto y viejo con casi todas las hojas marchitas.
—Este es mi lugar favorito de toda la escuela.— Levanta su cabeza y cuando sigo su dirección observo una pequeña casa en ese árbol. Volteo a mirarla y ella asiente. —Sí, sé que es extraño que esto esté en el patio de un colegio pero sospecho que fue de los antiguos dueños del terreno.
—¿Cómo subimos?— Ahora pregunto.
Ella no responde solo mueve una rama del árbol y trepa por ella, luego acomoda otra y algunas más hasta que llega arriba. Mientras está distraída empiezo a retroceder pero cuando voltea se da cuenta de lo que estoy haciendo.
—No puedo hacerlo.— Confieso sincero.— Nunca hice gimnasia.
—Vamos tú puedes. Solo tienes que trepar por las ramas que yo he usado.
Samantha tiene tanta confianza en que lo voy a lograr que yo también empiezo a sentir lo mismo. Extiendo mi brazo y agarro la misma rama que ella, la muevo un poco para asegurar de que aguante mi peso y todavía temeroso me subo en ella. La segunda rama está más alejada así que me estiro para alcanzarla, trepo de nuevo pero esta vez no calculo bien y mi cuerpo se inclina hacia atrás. Estoy a punto de caerme cuando Samantha extiende su mano y sostiene firmemente la mía.
—Tranquilo, no te voy a soltar.— Dice con dulzura, me tira con fuerza hacia dentro de la casa y por el esfuerzo que hace cae de espaldas y yo encima suyo. Coloco mis brazos a sus costados para no lastimarla y con una agilidad que no sé de dónde salió logro que su cabeza choque con mi mano y no con el suelo.
Nuestras respiraciones se entrelazan, nuestros labios se encuentran separados por centímetros junto con corazones que laten velozmente uno frente a otro. Los dos nos miramos fijamente hasta que soy yo el que se levanta.
—Lo siento.
—Está bien, gracias a ti no me lastimé. Tienes buenos reflejos. ¿Y? ¿Qué dices?— Pregunta señalando al rededor. ¿Te gusta?
Observo la casa. Pequeños focos con luz tenue alumbran por todas las paredes, hay algunas almohadas dispersas por el suelo, varias bolsas de snacks en una caja y unos juegos de mesa. Sonrío junto a ella pues aunque la casa no tiene muchos adornos o comodidades, se siente como un hogar.
—Es asombroso.— Respondo genuinamente.
—Sabía que te gustaría. Suelo venir aquí a menudo, si algún día te sientes triste o tienes hambre no dudes en visitarme.
—Gracias.
Empiezo a caminar hacia la salida cuando ella pregunta:
—Espera, ¿cuál es tu nombre, desconocido?
—Lo olvidarás.—Le respondo, decírselo sería en vano.
—Te prometo que no.
—Tobby.— Volteo hacia donde esta y otra vez cruzamos miradas.— No lo olvides, mi nombre es Tobby.
—No lo haré.— Dice y camina hacia la salida.
—¿A dónde vas?— Le pregunto.
—Ya es casi hora de mi encuentro. Tengo que irme. Quédate aquí el tiempo que quieras.
Ella empieza a bajar por las ramas y observo toda su trayectoria hasta que desaparece en la distancia. ¿Debería seguirla? Sacudo mi cabeza, tengo que dejar de preocuparme por ella, tengo asuntos más graves que atender.
Decido después de un rato bajar de la casa del árbol, empiezo a caminar por donde me llevan mis pies y me sorprendo cuando al final termino en las gradas. Veo de lejos una cabellera rubia oxigenada junto con una castaña y sé inmediatamente quiénes son, la escena tan esperada ha comenzado.
Alisson le increpa algo a Samantha y ella permanece callada mirando a otro lado. Como la ignora, Alisson llama a sus amigas que estaban esperando escondidas. Son unas cinco jóvenes que se acercan a Samantha lentamente y tres de ellas la toman por sorpresa de los brazos y la alzan, ella lucha con todas sus fuerzas pero sin ningún resultado.
Busco con la mirada a Dylan o algún adulto, no está cerca nadie. Alisson le escupe en la cara y le jala el cabello. Aunque todavía estoy lejos observo como una lágrima recorre el rostro de Samantha y eso es suficiente para correr hacia donde están ellas.
La rubia levanta su puño pero logro ponerme delante de Samantha y soy yo el que lo recibe.
—¡Tobby!— Grita ella.
Mi corazón se congela. Volteo a mirarla y le pregunto:
—¿Recuerdas mi nombre?
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