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Cap 9: pupilas ausentes/ojos oceánicos

Ariana Grande - Everytime

                                                                         ✩✩✩

Recostada estaba Cloe sobre una de las tantas sillas de playa que miraban en dirección al horizonte más allá del agua clara, veía con los ojos entrecerrados y llenos de disgusto—aunque protegidos del sol por unas gafas negras— a ese chico que hace solo un rato atrás le había dejado su altanería y vanidad por los suelos.

Lo veía erguido a unos metros de ella contemplando el mar a sus pies, con los brazos cruzados y con esa corona de laureles aun enredada en su pelo, la misma que ella con sus propias manos le había hecho, como orgulloso de llevarla puesta aún. Todavía recordaba con detalle la manera en que había acercado su rostro al de ella con tal cuidado que fue incapaz de procesar lo que realmente estaba por hacer, le había hecho llegar el corazón a la garganta, agitándole el pecho y prácticamente todo, para luego alterar sutilmente la dirección en que iba y terminar por darle un pequeño beso más arriba de la comisura de sus labios.

Aun escuchaba en su mente, como una melodía grabada, la risita que había pegado él, como burlándose de ella y de su falta de acción para con el hecho. Estaba enojada, enojada con ella misma por no haber atinado a hacer nada, ni a moverse, ni a darle de un bofetón, ni a empujarlo, nada, se había quedado como estatua ahí; y ella no era eso, por supuesto que no, ella siempre había sabido cómo tomar las riendas del asunto y no dejaría de hacerlo, no se dejaría engatusar por ningún sujeto. "Qué bueno que soy detestable solo cuando me lo propongo y no siempre, Cloe" había soltado él una vez que ella lo alejó iracunda.

Pegó un gruñido inconsciente e intento recordar al menos el cuadro del que había formado parte el escandaloso suceso: en medio de los laureles, bajo sus sombras y entre los huecos de sus ramas, pero sobre todo, al lado de la efigie que tanta ilusión le había hecho. Se sonrío a sí misma y con esa escena en su cabeza decidió cerrar los ojos, centrarse en el calor del sol sobre su piel, en la abrasadora brisa costera y en la música que resonaba en sus oídos.

Why, oh why does God keep bringing me...back to you?—tatareaba con soltura.

— ¿Te gusta Ariana Grande?—escucha que le pregunta una voz sorprendida como a lo lejos. Sí, se trataba de él, de nuevo.

A pesar de que alcanza a ver de soslayo cómo decide extenderse en la silla a un costado de la de ella, Cloe decide no responder, hacer como que no ha oído nada y seguir concentrada en su música.

— ¿Ahora harás como que no me escuchas?—carcajeó la voz.

Cloe resopló, cansadísima ya de la situación con el chico.

—Solo en verano—respondió con dureza, seca.

Le escuchó soltar otra carcajada sonora, incrédulo ante la tajante respuesta que le había dado la muchacha. Pero luego de unos segundos de estarse riendo y notar que el semblante de ella seguía serio, mirándole de soslayo a través de la opacidad de sus lentes, él recompuso un semblante adusto, percatándose de la veracidad de la respuesta.

— ¿Es enserio?—cuestionó con el rostro ceñudo— ¿Y por qué?—continua intrigado Timothée. Las respuestas de la chiquilla lejos de espantarlo o hastiarle, como ella pretendía, lo único que hacían era fomentar su interés por descubrir, aunque sea en matices, el desconocido mundo que ella albergaba en su interior.

—Pues porque el verano es mi época de escuchar música extrovertida que me dé ganas de ir a bailar—responde con obviedad.

Y sí, ella decía la verdad, las noches de verano se le hacían tan insoportables que en más de una ocasión había optado por salir con su querido Lucca a una pequeña, escondida y under discoteca cercana al lugar donde vivían. Se la pasaban de maravilla, bebiendo tragos y fumando alguno que otro cigarrillo que impulsaba esas tan anheladas y ahora lejanas conversaciones, diálogos desenvueltos, llenos de honestidad y sensibilidad, esa sensibilidad que surge solo cuando se percibe en el cuerpo y en la consciencia una ligereza únicamente propiciada por la bebida y por la contemplación del humo evanescente colándose a través de los labios.

— ¿Y en invierno?—cuestiona él.

Ella no responde. Oh no, no volvería a hablarle de ella una vez más.

—Bien—resopla Timothée—, así que entonces... ¿bailas?—pregunta insistente sin poder ocultar su sorpresa.

—En verano—responde fría, sin despegar su mirada del horizonte oceánico.

El chico se sonríe agraciado, la mira con las pupilas brillosas, cargadas de dulzor y ternura, con media sonrisa pintada en el rostro; gestos cuya delicadeza parece acentuarse cuando el sol nuevamente le llega de frente, aclarándole la tonalidad de sus ojos, otorgándole más brillo a su rizado cabello e intensificando el candor de su piel.

Ella no lo ve, no quiere mirarlo, sabe que si lo hace no podrá evitar dejarse llevar por sus comentarios y preguntas cargadas de persuasión; él lo sabe, pero no puede evitarlo, se siente aún más atraído cuando ve a la chica contestarle con desdén, y es que cómo no, si la vigorosidad con que sus facciones manifiestan su molestia, su frustración, su cansancio y hastío de él, hace sobresalir aún más esa belleza innata que la envuelve, ese encanto propiciado por una belleza natural, delicada y sencilla de la que goza todo su rostro y la totalidad de su cuerpo. Algo completamente distinto y ajeno a lo que él había visto y conocido hasta ahora.

—Así que asumo me acompañarás a la fiesta que se dará mañana en la noche en la popa del crucero, ¿no?—demanda con matices burlescos. Aunque muy en el fondo él sabe que el único motivo de ese tono de burla es que le sirve de escudo, le baja el perfil a lo que dice, quiere y siente.

Ese tono le resguarda de la casi segura negativa de la chica a la vez que le permite guardar la esperanza de una aceptación, y claro, además de eso, esta astuta fórmula también impide que ella vea con totalidad claridad las ganas furiosas que tiene él de tomarse un trago con ella, beber un cigarrillo, hablar con soltura y quién sabe, hasta llegar a bailar alguna canción que guste a ambos.

Simplemente eso, sentirla cerca, sentir que puede estar con ella, que ella le permite parte de su mundo, ese mundo que se ha visto anhelando desde que le estrechó la mano mirándole a los ojos esa única vez que ella estuvo en su casa, cuando la contempló sentada a la mesa o bajo la luz de la luna, inundada de un aire nostálgico y con esa mirada ausente que tanto la caracterizaba, la misma que pareció escurrírsele por todo su cuerpo aquella primera noche en el crucero, cuando vio su silueta desnuda frente a él y frente al mar, en medio de la oscuridad de la noche mientras lo miraba con hondura, haciéndole sentir que le traspasaba el cuerpo, contagiándolo de esos suspiros que parecían emanar sus pupilas ausentes y meditabundas.

Cloe explota en una fuerte risotada, como anunciándole desde ya la ridiculez de la que gozaba su pregunta.

—Seguro Timothée—señala irónica.

—Pero ¿por qué no....?

El sonido del celular de Cloe loe interrumpió, sumado a ello, claro está, los gritos de jolgorio que salieron de los labios de la emocionada: "es Lucca, es Lucca", le escucha decir.

— ¡Lucca!—suelta la contenta Cloe—, ¿cómo estás, bello? Lamento no haber dados señales de vida, es que la señal es como las reverendas acá, no te imaginas—habla apresuradamente—, pero no creas que me he olvidado de qué día es hoy.

—Me pone contento saber eso, hermosa—le escucha soltar un suspiro tierno—, también he intentado comunicarme contigo sin resultado—se detuvo unos segundos. Cloe aprovechó para mirar de reojo a Timothée y agradeció que ya no estuviese a su lado, así se sentía más confiada de poder hablar a lengua suelta con su querido—. Bueno, ya sabes...ha pasado tiempo y nunca celebramos nada pero...estas vacaciones ha sido distinto, tu ausencia me ha afectado un poco más de lo que creí—le escuchó decir del otro lado.

—Sí... es cierto—habla nostálgica la chica—, te echo de menos—confiesa en una mueca.

—Yo tambi...

La cara de Cloe es de un estupor máximo, sus labios se abren en una gran O y no puede evitar levantarse de un salto de su silla intentando descifrar qué mierda había pasado, por qué su cuerpo se encontraba empapado de su cintura para arriba, por qué su cabello chorreaba en aguacero y por qué su bikini guardaba pequeños restos de piedrecilla de arena. Tira su celular junto con sus lentes al diminuto trozo de tela del asiento que sigue seco, y entonces le ve, a él, a Timothée, con un balde de agua vacío entre sus manos y riendo a carcajadas. ¡El desgraciado le había volcado un balde agua encima! ¡El desgraciado! ¡El muy desgraciado!

— ¿¡Pero qué clase de demente eres, Timothée!? —profirió Cloe iracunda, acercándose para empujarle con fuerza. Ahora sí, había sobrepasado el límite. Agradecía que ni ninguno de sus padres estuviese rondando por allí en ese momento, porque le hubiese llegado un buen regaño si la veían dando de manotones—aunque no eran en lo absoluto fuertes—al aparente indefenso castaño.

—Cálmate Cloe, era solo una llamada—alza las manos en señal de defensa, sin dejar de sonreírse.

— ¿¡Solo una llamada!? ¿¡Solo una llamada dices!? ¿¡Sabes lo mucho que nos costó comunicarnos!? ¡Hoy es nuestro aniversario! ¡Nuestro jodido aniversario!

Notó como los ojos de su acechador se oscurecían al instante, tensionándosele el semblante en tanto tragaba saliva y comprimía su perfilada mandíbula.

— ¿Ah, sí?—sonríe irónico—, pues no puedes culparme, Cloe, yo no lo sabía, no lo sabía—señala aparentando inocencia.

— ¿Es que no puedes estar si no es queriendo llamar la jodida atención, Timothée?—alega ahora un poco más calmada, como resignándose a la perdición, a que durante otro rato más no podría comunicarse con su novio.

Qué raro se sintió de pronto para ella pensar en Lucca como su novio. ¡Pero qué demonios! Agitó su cabeza para deshacerse de aquellos disparatados pensamientos y se volteó con rapidez, no sin antes claro, pegarle una mirada de profundo disgusto y rechazo al muchacho en frente.

—La verdad es que no—le escuchó decir a sus espaldas, haciéndola detenerse abruptamente—, me cuesta estar si no es llamando tu atención—le oye pronunciar en un susurro.

Iba a voltearse para exigirle que dejase de perturbarla con sus desquiciados comentarios y acciones, que ya se estaba hartando en demasía de él, pero cuando estaba a punto de hacerlo, unas manos la alzaron inesperadamente, y lo único que alcanzó a percibir fue cómo su cuerpo era cargado a la espalda, brincando y rebotando gracias a las zancadas que daba Timothée al correr por la arena hacia el agua.

— ¡No te atrevas, Timothée, no te atrevas!—le daba de manotazos en su espalda.

Y entonces la sumergió junto con él en la claridad de las agua de Cos, la sumergió por completo porque quería ver frente a él la totalidad de su cuerpo rodeado de agua, quería contemplar su cabello flameando y ondulándose junto con el movimiento de las aguas cristalinas. Cuando Cloe le miró a los ojos durante esos pocos segundos que pudieron mantenerse bajo el agua no pudo evitar sentir que los ojos del castaño se fusionaban con todo aquel verdeazulado espacio a su alrededor, como si él fuese naturalmente parte de, y al mismo tiempo y a causa de ello, como si al haberse sumergido allí también se hubiese sumergido en él, a manera de que era Timothée el que la estaba abrazando, con todo la sobrecogedora y abismante implicancia que guardaba esa consideración.

Salieron ambos a la superficie y la muchacha era consciente de que tanto su mirada como toda ella expresaban mera confusión y ambigüedad, un desconcierto y una turbación inexplicable y con la que en ese momento no tenía ganas de lidiar. Se sintió repentinamente exhausta y solo quería sentir que se dejaba llevar, por lo que fuera: por la corriente, por la marea; ella quería flotar, sentir la liviandad de una pluma en todo lo que ella era.

— ¿Por qué te ríes?—le susurra a Timothée, que había estado observándola con una sonrisa en su rostro, la misma con la que la había mirado horas antes en el bosquecillo de laureles, una sonrisa que atesoraba un algo con tintes juguetones pero subyugados.

—Oh no, Cloe, no quieres saberlo—molestó el chico, sabiendo que con aquella respuesta llamaba a su insistencia.

— ¡Sí que quiero!—profirió apretándole la clavícula al castaño, esa clavícula prominente en la cual descansaba su mano.

Timothée soltó una leve risita, miró hacia un lado, se mordió el labio, y continuó mirándola.

—Me río porque hace solo un día me advertiste que no volviera a tocarte, Cloe, y si mis cálculos son correctos esta es la segunda vez durante este día en que tengo el agrado de tocar tu cintura—terminó por decir, presionando sutilmente con ambas manos los dos lados de la cintura de Cloe, haciéndole notar la manera en que estaban aferradas a ella, mostrándole su cercanía, el contacto entre sus pieles, pero sobre todo: la comodidad que parecía invadirlos.

Se alejó con cuidado para propinarle un empujoncito que pareció más una caricia efusiva, llena de ganas de ser algo más que un mero roce.

—Eres imposible—finalizó comenzando a nadar hasta la orilla.

Ella misma se sorprendió de su actitud desenvuelta allí en el mar; le guardaba un profundo respeto y estaba segura de que de no haber sido por el día lumínico y de que aquella playa gozaba de una templanza inconmensurable que le hacía parecer más una de esas excéntricas piscinas en medio del bosque que una costa como tal, ella no hubiese sentido tanta seguridad y confortabilidad estando allí—o quién sabe, quizá simplemente no quería admitir que estaba superando de a poco su miedo, de la misma manera en que tampoco quería aceptar que su rechazo por el chico de los ojos aturquesados, el mismo que parecía guardar el mar en sus ojos, parecía desvanecerse a pinceladas—.

Miró a lo lejos y divisó a ambas familias recostadas sobre la arena, estaban casi todos sonriendo, conversando sobre quizá qué cosas, insertos en su respectivos diálogos; pero a medida que se acercaba notó la mirada juiciosa de su madre en ella, una mirada que desvió solo y únicamente cuando Timothée se acercó corriendo a ambas familias ¿hace cuánto habrían llegado? Se preguntó Cloe. Mierda.

Espero lo disfruten :) gracias por leer y voten/o comenten si les gustó <3 me encanta saber lo que piensan 💕💕🌊🌊

Abracitossss

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