Cap 23: desdibujados
⚠ *Contenido explícito* este cap contiene muchas descripciones explícitas, ¡por favor, quien la lea hágase responsable!
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The weeknd - Blinding lights f.t Chromatics (Remix)
Desdibujar: perder una figura la claridad y precisión de sus perfiles y contornos...🌊🔥
Tenemos la noche entera solo para nosotros dos...
Habían sido las últimas palabras que le había dirigido en un susurro ronco Timothée una vez que separaron sus labios. Después de eso, Cloe le había sostenido con delicadeza su mano, invitándole a erguirse junto a ella para luego conducirle con lentitud y en medio de la penumbra de la casona, hacia la habitación que esa noche haría de testigo de la consumación de sus más íntimos anhelos.
Era curioso, ambos sentían en el interior de su pecho una entrañable sensación de abismo, un hueco cuyo vacío ansiaban llenar con el palpito de sus cuerpos eurítmicos; se necesitaban de una manera particular, se requerían cerca, aunados y juntos, en el corazón de esa habitación destemplada de sombras, como si la fusión de sus figuras significase un resguardo, como si solo a través del tacto de esa otra piel fuesen capaces de eternizar el equilibrio de sus emociones mutuas.
Así que ahora, con la finura de sus pieles expuestas, desnudos, yacían extendidos sobre la tela delgada del cubrecama de Cloe, uno frente al otro y separados sus rostros únicamente por unos escasos centímetros. La mano derecha de Timothée se mantenía oculta bajo la suavidad sedosa de una almohada, mientras que dejaba descansar aquella otra con ligereza sobre la cintura curva de esa chiquilla que con una sonrisa cálida y con sus pupilas absortas, le acariciaba esos lunares que se esparcían como una hilera sideral sobre su mandíbula. Timothée sentía los dedos de Cloe como un velo translúcido apenas perceptible, que llegaba a cubrirle su piel pálida, escarchándola de afecto.
La cortina color índigo de la ventana a un extremo de la habitación tamizaba la luz de los faroles del exterior, propiciando el despliegue de ese color cobalto que parecía venir desde el mismísimo océano a unos kilómetros de esos jóvenes, filtrándose por los vidrios y bañando a ambos cuerpos de su tonalidad profunda. No había hecho faltar encender ningún foco, el claro de luna blancuzca que se colaba en el cuarto intensificaba el deslinde de la curvatura de sus cuerpos, la línea de sus perfiles, el brillo de sus iris, los pliegues de sus labios y la aureola de los lunares de Timothée, siéndoles todo eso más que suficiente.
Podían contemplarse a sus anchas, conocerse mutuamente cada recoveco de sus cuerpos una vez más, aunque ahora presos de una osadía concedida por cierta sensación de libertad superior a esa primera vez que se habían visto en esas. Lo cierto es que aún ni siquiera osaban tocarse, simplemente yacían sonriéndose y mirándose con intensidad sus cuerpos uno frente al otro, conociendo las líneas de sus curvaturas y trazándolas en sus mentes a fin de evocarlas en la perennidad. Sin embargo, el mero roce de sus manos llamaba al escarlata de sus mejillas y al pálpito agudo en los cartílagos de sus cuellos, intensificándose éstos con cada escalofrío concedido por la huella de sus miradas grabándose en la piel del otro.
—Quiero conocerte—Timothée confiesa, con esa voz ronca cuyo matiz grueso y sigiloso materializa en Cloe la imagen de un sueño eterno.
— ¿A qué te refieres?
El castaño acerca su boca con sutileza a la suya, quería sentir sus labios rozándose una vez que le contestase.
—Saber qué te gusta hacer y qué no. En la cama.
Cloe siente el aliento húmedo del castaño en sus labios y su corazón comienza a latir inesperadamente, siente una bola de fuego que le arde y se condensa en su interior, ruborizándole. Sus palabras y su semblante serio le hacen erizar la piel, y la cercanía de su cuerpo y de su boca ansiosa, a matices agitada, no le socorría en sus ansias por ocultar sus repentinos nervios. Así que entreabrió sus labios con precaución, dudosa sobre qué y cómo responder.
—No...no sé, Timothée...Tengo experiencia pero tampoco tanta como para decir que lo he probado todo —dice al fin, en una risilla inquieta—. ¿Y a ti?
—Tampoco estoy seguro. Hay cosas que definitivamente me gustan, hay otras que no sé. Pero pensaba que podríamos ir probando, ¿no?
Cloe suelta una risotada nerviosa mientras en un deslice lento le ve posicionarse sobre ella, colándosele por entre sus piernas en tanto apoya los codos a ambos costados de su rostro, le está mirando con ternura mientras le acaricia sus mejillas coloradas. Le fascina. Esa desenvoltura tan de él, esa coquetería suya tan natural que irradia a mares con cada movimiento, con cada gesto, con cada meneo de rizos y con cada apertura de labios por más sutil que sea; siempre, allí está él, embadurnándolo todo con esas gotitas coquetas que emergen desde su piel y emanan sus ojos vivaces.
—Sí, podríamos ir probando —su sonrisa es amplia y sus ojos se mantienen empequeñecidos por el contento—. De a poco.
— ¿De a poco? —Juega Timothée con sus labios, mordiéndolos con suavidad.
—De a poco.
Aquello fue lo último a pizcas coherente que alcanzó a salir por entre los labios hinchados de Cloe esa noche; lo siguiente que sintió fue la lengua de Timothée infiltrándose en la piel de su pezón derecho, removiéndola con suavidad sobre su relieve, en círculos, mientras era socorrido por su mano más cercana que tomando la totalidad de la circunferencia de su pecho blando, le permitía agitar con mayor libertad su saliente dentro de su cavidad bucal. No satisfecho con eso, enredó el muchacho las yemas suaves de su mano libre en su pezón izquierdo, pellizcándole un tanto.
El tacto de sus labios en su piel sensible y el roce de sus dedos acariciándola sumió a Cloe en un profundo letargo, y entonces, a la vez que entreabría sus labios para dejar escapar quejidos cautelosos —hasta el momento— amplió la extensión de sus piernas con objeto de comenzar a mover sus caderas con más soltura, la posición del castaño propiciaba que ella sintiese su miembro erecto entre sus pliegues desnudos, mojados y palpitantes por él. La chica llevó sus manos hasta su espalda tonificada, apretujándole su piel blanquecina y engalanada de esos lunares exquisitos que poseía, tenía unas ganas furiosas de enterrar sus dedos en cada uno de ellos, impregnárselos en su propia piel.
— ¿Puedo bajar? —le susurra Timothée en su oído, estremeciéndola.
Sus ojos ocultos del muchacho —por fortuna, piensa fugaz—, se abren abruptamente, la vergüenza le empapa el cuerpo y sus mejillas arden aún más. ¿Que si quería? Claro que quería, ¡por supuesto que quería! Cuántas noches no había deseado en secreto sentir la humedad de su lengua entre sus pliegues interiores, ¡empapándola el doble de lo que ya lo hacía con solo rozarle!....pero ciertamente, el bochorno no era algo ajeno a ella cuando lo pensaba, y mucho menos iba a serlo ahora que él le estaba evidenciando sin disimulo su deseo y existía la posibilidad de hacerlo, esa maravillosa posibilidad...
Con un ápice de temblor en el cuerpo, Cloe asiente en un murmullo, percibiendo al instante la humedad de un beso corto pero apasionado que Timothée dejó sobre sus labios; le ve de soslayo deslizando su cuerpo grácil hacía allí abajo, entre sus piernas. Su vista se mantiene fija en el techo y es consciente de que su respiración nerviosa motiva el sacudir brusco de su pecho, y con ello claro, el de sus senos tiernos que caen con soltura hacia los lados. Algo en ella se remueve brusco, se siente sumamente agitada: es incapaz de concebir la idea de que realmente esté sucediendo, aquello...
Sus ojos se dirigen instintivos hacia él una vez que siente sus manos firmes tomándole de los muslos, disponiendo sus piernas de modo que quedasen lo suficientemente abiertas para dejar libre paso a sus labios. Divisa su cuerpo extendido a la distancia, con las palmas de sus manos acariciándole la piel de sus muslos mientras sus labios trazan una sonrisa delicada, los rizos le revisten a matices el rostro, opacándole alguno que otro rasgo pero a los ojos de Cloe, otorgándole un aire portentosamente encantador.
Se vio en la obligación se soltar un gemido ahogado cuando sintió la boca de Timothée dejando besitos mojados en la piel que rodeada su centro —su lugar más sensible—. La finura y blandura de la que gozaban sus labios le hacía sentir sus caricias como una pluma vaporosa, que llegaba a desdibujarle sus pliegues, desintegrándola.
Y ciertamente, era eso lo que estaba sintiendo el castaño, anhelaba como nunca desdibujarla con su lengua, con sus labios y con el roce de su cuerpo, ¡cuántas veces no lo había hecho ya con la yema de sus dedos en esa innumerable cantidad de dibujos en donde en secreto la había retratado!, ¡difuminándole sus contornos a fin de hacerla parecer más real ante sus ojos!... para tenerla con él allí donde quiera que fuese.
Cloe arqueó su espalda una vez que la lengua de Timothée se adentró por completo en su centro húmedo, empapándola con su saliva dulce y con el vaho agitado de su nariz. El placer que le causaba el observarle entre sus pliegues le atolondraba el pecho y se vio en la necesidad de buscar con sus manos la cabeza de Timothée, llevándolas hasta su pelo y enredando sus dedos allí, en el grosor fresco y fragante de sus rizos. Ya no podía sostenerla la mirada por mucho rato, no, no desde allí, no si la miraba así mientras los rizos le caían en el rostro y le lamía con ganas.
Las exclamaciones de placer pronto dejaron de ser discretas y se convirtieron en gemidos tenaces, Timothée sabía cómo hacerlo, sabía cómo hacer viajar su lengua por su clítoris sin ocasionar en ella esos espasmos que imposibilitan la sensación de placer completa, sabía cómo hacer que ella moviese sus caderas con soltura, permitiéndole condensar el ritmo de sus lamidas. Sabía cómo motivar aún más su excitación cuando deslizaba sus brazos hacia sus pechos a fin de pellizcar con los dedos sus pezones sonrosados, hinchados a causa de sus anteriores succiones allí. Timothée lo sabía, y también sabía el caos que ocasionaría el desplazamiento de su boca en su entrada.
Los ojos de Cloe se abrieron con brusquedad una vez que sintió la lengua del castaño introduciéndose en su centro mientras su nariz le acariciaba el clítoris, viéndose en la obligación de aferrar con más intensidad sus manos en el pelo del chico, llevando el ritmo del movimiento lingual de Timothée en ella. Cloe nunca se había sentido tan dentro de sus rizos, así como tampoco, nunca se había sentido tan sumida en los gruñidos roncos que dejaba escapar él desde allí abajo. Un calor eléctrico inconmensurable comenzó a germinar en el centro de su estómago, desplegándosele con lentitud al resto de su cuerpo ardiente, sabía que una vez que llegase a su centro su cuerpo se desvanecería; pero no, no deseaba que eso ocurriese sin haber tenido antes a Timothée en ella.
—Timothée —habló con un hilo de voz, deteniéndole con delicadeza.
— ¿Mmm? —irguió su rostro para mirarle. Se veía adorable desde allí, con su rostro sonrojado y sus labios hinchados.
—Quiero tenerte dentro.
Timothée sonrió, enternecido.
—Ok. —Se separó con cuidado de su cuerpo—. ¿Cómo quieres hacerlo?
No puede ser tan lindo...pensó Cloe, con la mirada entumecida, con sus iris titilantes. No podía estar tan allí para ella, encantándola de esa forma, queriendo concederle todo el placer de la manera en que ella lo deseara.
Con un dejo de inseguridad en sus ojos le da una última mirada antes de levantarse para quedarse de espaldas a él, moviendo su cuerpo hasta el extremo superior de la cama. Su corazón nervioso latía con fervor mientras apoyaba sus manos en la madera cobriza de la cabecera. Se había quedado apoyada en sus rodillas mientras sus manos sostenidas en la cabecera propiciaban una postura media entre la extensión y el elevamiento. Su pretensión era evidente: quería sentir el torso del castaño pegado a su espalda mientras se lo hacía.
Timothée le contemplaba abstraído, encantado, aquel gesto de la muchacha le había demostrado la confianza que poseía su corazón junto al suyo, se sintió maravillar por la seguridad que notó en ella cuando se posicionó así delante de él, esperándole mientras implícitamente le manifestaba lo mucho que le deseaba en sus distintas facetas amorosas. Cloe se sentía segura de esa forma con él, y la certeza de eso le fascinaba como nada. Así que no espero para acercársele, disponiendo su cuerpo detrás del suyo mientras le acariciaba su cintura y llevaba los labios a su cuello a fin de absorberle toda la piel que le cubría su gaznate.
Cloe percibía el miembro endurecido de Timothée acariciándole su intimidad con cada meneo que daba su cuerpo cuando le besaba, le gustaba la ambigüedad de su roce, le hacía arder la piel con más intensidad, más aun cuando aquello propiciaba la sensación de que se fusionaba con la de él igual de ardiente. El tacto de sus manos amplias, gráciles y albas deslizándose por todo su cuerpo, desde ese cuello al que tomaba con ambas manos para facilitar sus mordisqueos hasta que bajaban con delicadeza por sus hombros, brazos y espalda, decantando en las curvas de sus caderas y muslos, le hacía temblar todas sus articulaciones.
El respirar agitado de Timothée en el lóbulo de su oreja le hizo llevar su cabeza atrás, dejándola descansar en la prominencia de sus hombros y clavículas. Eso hasta que Cloe sintió una brisa helada colársele por el cuerpo, era el castaño que se había separado un tanto de su espalda a fin de llevar sus manos a sus muslos, separándole las piernas mientras le tomaba de las caderas haciendo que su trasero se alinease con su miembro, objetando que éste quedase en dirección a su centro humedecido, ansioso.
Timothée tomó su pene en su mano, lo preparó, y mientras que aferraba su palma libre a la cadera de Cloe, en un movimiento que no fue precisamente lento, se introdujo en ella. El resultado de aquello: dos fuertes exclamaciones cuyo eco se desplegó con fuerza por el éter nocturno colado en la habitación.
Cloe sintió que se expandía, que todo su interior se extendía, volviéndose un fluido capaz de desdoblarse y acoplarse a cualquier margen. Percibió cómo una de las manos de Timothée se aferraba a su cintura mientras apoyaba la otra junto a la suya allí en la madera fina de la cabecera con el único propósito de comenzar a moverse con más comodidad dentro de ella, perpetuando su movimiento el crujido tenue pero sonoro de esa cama cuya colcha tendría por esa noche la encomienda de abrigarles luego de la consumación de su afecto.
— ¿Lo sientes bien? —susurra él, pegando su pecho a su espalda tensa, contraída a causa de la excitación.
—Sí. ¿Tú? —Cloe deja sobresalir aún más su trasero, intensificando la cercanía con el castaño.
—Muy.
Timothée tomó sus caderas con ambas manos a la vez que intentaba no separar en demasía su pecho del dorso de Cloe, esa chica que se afanaba con fuerza a la madera mientras dejaba escapar quejidos sonoros de entre sus labios, escucharla exclamar de esa manera, tan libre y resuelta, tan ella, le imposibilitó el seguir moviéndose con delicadeza, optando por comenzar a penetrarla con más agilidad. Los gruñidos roncos que emergían de su boca se le impregnaban a Cloe en su piel, grabándole en la totalidad de sus poros cada tonalidad degradé de sus aullidos graves.
A Cloe le gustaba sentir su miembro hundiéndose en ella, sentir que lo hacía tan rápido y delicado a la vez que parecía que solo una mísera parte de su pene lograba adentrarse por completo en su profundidad, dejándola con una pizca de ganas de más que atisbaba le estaba llevando al delirio. Le gustaba además, porque en tanto se lo hacía no dejaba de tocarle, enredaba sus manos en toda su piel, las llevaba hasta sus pezones erectos y hundía su rostro en su cuello, marcándola de chupetones —que ya luego vería como se las arreglaba para ocultar— mientras que la empapaba del vaho de sus gruñidos y le dejaba sentir el roce de sus rizos revueltos en sus hombros...
Mierda...
Timothée comenzó a moverse y a quejarse algo más descuidado, evidenciándole a Cloe lo que estaba a punto de suceder; así que consciente de aquello, el chico enredó con cuidado una de sus manos en el cabello enmarañado de Cloe, anhelaba sentir que podía colarse por su pelo de la misma manera en que lo hacía la brisa, de la misma manera en que lo hacían las hojas aceitunadas y tiernas de aquel árbol, de su árbol... En un impulso apasionado apoyó su otra mano junto a la de ella en la madera y comenzó a penetrarla más profundo, viéndose en la obligación Cloe de arquear un poco más su espalda, echar sus caderas hacia atrás y posar su mano en la que había dejado Timothée junto a la suya, creía que con aquel gesto la había llamado la consumación de uno de sus deseos más ocultos: hundir a pizcas sus uñas en la piel grácil que cubría las articulaciones de su mano.
Y lo hizo, mientras miraba de soslayo su palma posada sobre la de él, enterró suavemente sus uñas en su piel, sin hacerle daño, solo deseaba sentir que una parte de ella lograba adentrarse en sus articulaciones, porque las amaba, amaba sus manos y cada pequeño detalle que las bosquejaba. No hizo falta nada más, ese pequeño rasguño ardiente llevó a la cúspide la tensión de sus cuerpos, sumiéndoles en la profundidad de la consumación de sus deseos y motivando lo que Cloe percibió había sido el orgasmo más duradero de su vida hasta ese momento, ambas exclamaciones habían generado una repercusión sonora que parecía haberse impregnado en el éter, dibujándoles como a pinceladas en sus cuerpos la belleza de esa noche, eternizándola.
O quizá, se habían desdibujado mutuamente, cerniendo por el aire la tizna de sus siluetas difuminadas, disolviéndolas en el derrame de aquella opacidad nocturna que les dulcificaba el interior y a sus pieles amantes, escarchándoles en su sombra.
—Te amo.
Habló la silueta diluida de Cloe. Y sintió que el alma se le iba en el vapor de su voz degradada, en la articulación de esas palabras que nunca había dicho.
Ciertamente, su corazón había sido el primero en desdibujarse.
(Timoté de buenas leyendo el cap)
(Timoté de malas leyendo el cap)
🙃🙃 tengo mis mejillas ardiendo, debo admitir que me dio algo de vergüenza subir este cap jjjjj pero tenía ganas de escribir algo así.
Espero les guste y puedan contarme qué les pareció el contenido en los comentarios! :) me emociona y motiva mucho leerlos y saber qué piensan 💕💕😊🌊
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¡ánimo con la vida en cuarentena!
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